1.- La visita de los huevos de Fabergé:
Con notorio éxito (algo que da muchísimo gusto además) se desarrolló en los días pasados la exposición de cuatro huevos de Fabergé y objetos personales e históricos de los zares de Rusia, que abarcaba desde una pequeña pulsera del siglo XII (cuando Kiev y Novgorod, controladas por los Riurikovich se disputaban la capitalidad del gran principado ruso) íconos, vajillas, copas, documentos, monedas y vestidos y efectos personales pertenecientes a Iván IV el Terrible, Boris Goudonov, Catalina II la Grande, Alejandro I, Anna Ivanova, la emperatriz Isabel, Alejandro III y sobre todo, a Nicolás II y su desgraciada familia.
Ver las obras de ese gran orfebre que fue Carl Fabergé, ruso de origen francés fue algo maravilloso, no todos los días se pueden ver esos tesoros, consistentes, no solo en los cuatro huevos, sino en cajitas de oro, esmalte y piedras preciosas para regalo encargadas por el propio Nicolás II, algunas y algunas figuras ornamentales hechas con cuarzo o ágata en forma de flores y de roedores, por lo que esta exposición fue una oportunidad única para poder admirar el trabajo de tan gran artista. Sin embargo, esto no es lo único para llamar la atención; una observación minuciosa de los objetos que compusieron la exhibición nos muestra que salvo estas joyas, propias de un gusto exquisito, en la corte de los zares primaba una inclinación por la ostentación y concepto del lujo propio del nuevo rico en el que se mezclaba tanto un estilo oriental como unas buenas dosis de extravagancia y el lastre de la pésima calidad de la producción rusa: la tela del uniforme de Nicolás II, así como el vestido de Alejandra o el de Olga, en el que destacan unas pequeñas manchas de sangre (si fue el vestido que llevaba cuando los fusilaron, cabe preguntarse porqué no hay agujeros de bala y las manchas de sangre tan pequeñas) no es precisamente muy fina, sino es un tanto áspera y con muchos detalles de mal hechos los bordados y puntos saltados en las costuras, las vajillas exhibidas, a pesar de pertenecer a tan poderosos monarcas como Catalina II o Alejandro III y el propio Nicolás no son ni siquiera de porcelana, sino de cerámica común y un tanto toscas, lo mismo que las copas y los broches con forma de águila bicéfala que podrían pasar por la "moda del narco" o son de una factura pesada y recargada, y qué decir de las coronas nupciales de la familia real del siglo XIX, ¡son de simple latón y pedrería de fantasía!
Si comparamos esto con, por ejemplo, las joyas y objetos de cerámica, así como vestimentas exhibidas en nuestros museos de la época colonial, se puede ver que las industrias españolas de la joyería, textil y la cerámica eran mucho más desarrolladas y de mayor calidad en los siglos XVII y XVIII que las mismas rusas en los siglos XVIII, XIX e inicios del XX.
Esto muestra el eterno mal de Rusia desde la época de Pedro el Grande: por un lado, luchar por todos los medios por tratar de ser como los europeos, por el otro, el tratar de ostentar un poder y una fuerza que no se tienen, lo que hizo decir a Mao Tse Tung que Rusia no era más que un "tigre de papel", el día de hoy, dentro del BRIC, Rusia es el más débil, pues no cuenta más que con una importante industria extractiva y grandes reservas de materias primas, pero no con una industria de la transformación importante y de calidad, salvo en la producción de armamentos. En los ramos tecnológicos, industriales y financieros, se ve rebasada ampliamente por sus aliados China, la India y hasta por Brasil, que ha sabido utilizar su riqueza natural para sustentar un desarrollo industrial y tecnológico nada desdeñable; Rusia, por el contrario, viene arrastrando desde fines del siglo XVII una serie de vicios y lastres como el estatismo y una elite política, sea la nobleza zarista, sea la nomenklatura comunista o los oligarcas actuales que usa al país y sus recursos como patrimonio particular (se parece a México) para financiar sus lujos y dispendios de verdaderos nacos (para los que nos leen fuera de México: "naco" es algo así como "esnob" y precisamente los zares y los aristócratas rusos eran vistos como esnobs por los europeos que se reían de verlos hablar en francés e imitar la etiqueta parisina mientras bebían, literalmente, como cosacos) mientras el pueblo padece lo indecible, cuando no es destruido por el propio gobierno; cabe preguntarnos que si el Zar sólo podía acceder a una vajilla que sería propia de un clasemediero actual, en qué comía un muljik o un obrero de San Petersburgo, y ahí encontraríamos la definición de lo que es la pobreza en serio.
En fin, ver los cuatro huevos Fabergé y una serie de objetos tan empapados de historia y de tragedia le ponen a uno la piel chinita, al imaginar a Nicolás, a Alejandra o a Anastasia, y comprender que la ruina de esta familia provino no de que "Nicky" y "Sunny" como se llamaban entre sí fueran malas personas, porque no lo eran, al contrario, como esposos y padres creo que fueron ejemplares (la verdad, yo creo que si Alejandra se fue a la cama con Rasputín, algo que no está probado, no fue por gusto, porque amaba profundamente a su esposo, sino por creerse que el monje loco, uno de los sinvergüenzas más grandes de la historia, sino el que más, iba a salvar a su hijo de la hemofilia y a cambio le pidió eso) o tiránicos o brutales, cuando probablemente Nicolas fue el zar más europizado y de carácter más sencillo y suave de todos, sino por haberse olvidado de la realidad, por haber permanecido tras las murallas del Kremlin o de los palacios de San Petersburgo sin contacto con lo que su pueblo padecía y creer que todo iba bien, haciendo sus fiestas y yéndose de vacaciones a Crimea, Inglaterra o en el yate, mientras que en pascua se regalaban los huevos de oro, cristal y diamantes de Carl Fabergé, ignorando que la gente no tenía ni un huevo estrellado para comer.
Lección de la historia que nuestros políticos no han aprendido, aquí también creen que todo va bien y viven en sus lujos, mientras nosotros, ahora con más impuestos, somos los que les sustentamos su estilo de vida, como bien canta Alex Lora en "Caseta de Cobro".
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2.- "Exploración Maya", nueva serie de History Channel:
La serie sobre Roma está por concluir con la desaparición del Imperio de Occidente, pero el History Channel ahora lleva a la pantalla la serie coproducida con el INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia) y el CONACULTA (Consejo Nacional para la Cultura y las Artes) "Exploración Maya", un interesante recorrido por distintos sitios arqueológicos y las causas del auge y caída de esta civilización.
El tono es bastante objetivo, son de admirarse los logros de los mayas, comparables a los de Griegos y Romanos, pero también resultan obvias las causas de su decadencia: una sociedad que centra su razón de ser en la muerte, y que desprecia por completo al individuo y a la vida humana, pues es visto únicamente como instrumento del poder y alimento de los dioses resulta inviable tarde que temprano, lo mismo que en el zarismo y el comunismo rusos, o en el nazismo, el individuo maya no existía sino como instrumento del Estado, mismo que era representado por el ahau o rey: la guerra permanente para obtener cautivos para el sacrificio, el juego de pelota que terminaba con la muerte; haya sido que esa era su mentalidad o que por carecer de animales grandes el sacrificio humano se mantuviera y éste luego fuera empleado como herramienta de terror para controlar a los súbditos y disuadir a los enemigos, esta cultura de la muerte terminó por devorar a los mayas. No sé, pero por momentos me dió la impresión que debió ser realmente insoportable vivir en un mundo así en que todo era sangre y muerte. (Y si así era la mentalidad, ¿porqué el soldado prisionero que está a los pies del rey Chan Muwan II de Bonampak y al que le acaban de arrancar las uñas le suplica llorando al monarca por su vida, según se ve en la escena retratada en los murales de dicha ciudad maya? eso contrasta enormemente con la cruel e inhumana indiferencia que el rey expresa, por cierto que de poco le valió, pues al parecer Chan fue el último rey de Bonampak, así que quizá poco después de aquella batalla alguien vengó al prisionero: el que a obsidiana mata, a obsidiana muere)
Otra lección de la HIstoria: hoy en día la cultura de la muerte crece día con día: abortos, eutanasia, suicidios, accidentes viales, crimen organizado, son todos ellos sacrificios en el altar de los nuevos dioses: el sexo, la evasión (mediante drogas y alcohol), el dinero o el poder y en pocas palabras, el placer; por eso, no me extraña que en Italia quieran prohibir el crucifijo en las escuelas, y es que el Cristianismo, hoy en día, sigue siendo tan subversivo como lo era hace 2000 años para Nerón, Decio o Diocleciano, pues simplemente cuestiona nuestra estupidez y no nos gusta que nos hagan ver lo imbéciles que somos.
¿Estaremos a tiempo de salvarnos o seguiremos a los mayas al sepulcro de la Arqueología?
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