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8 de noviembre de 2009

BERLIN, 20 AÑOS DESPUES

Recuerdo bien las imágenes de lo acontecido hace 20 años, en la TV, en el noticiero nocturno de la entonces IMEVISION, hoy TV AZTECA, ver cómo la multitud se encaramó a lo alto del Muro de Berlín y con piolets, picos, cinceles y martillos o mazos, empezaron a romper esa barrera, símbolo del cruel castigo impuesto a Alemania tras su derrota en 1945 y de la división del mundo en 2 bloques tras la victoria alcanzada por los dos monstruos heredados de Napoleón: el Imperio Ruso disfrazado de "Unión Soviética" que alcanzaba su apogeo bajo el mando del feróz y férreo José Vissarionovich Stalin, con conquistas jamás logradas por los Romanov o antes que ellos por los Riurikovich y por el otro por la potencia nueva, EUA, que surgía con una fuerza industrial y económica inmensas e iniciaba el jugoso negocio de la reconstrucción con el "Plan Marshall".
En 1989, Rusia se desmoronaba, víctima de las propias contradicciones del sistema comunista que desde 1917 había concentrado en el Estado toda la actividad económica y eliminado toda la iniciativa y libertad individual en aras de la utopía diseñada por Marx de una sociedad sin desigualdad; sin embargo, Marx sólo dio las recetas para la destrucción de lo que él consideraba la nefasta sociedad burguesa-capitalista, mas nunca dijo cómo construir al nuevo mundo más que con la "Dictadura del Proletariado" que en la práctica resultó un infierno y en el que surgieron nuevas clases sociales: en Rusia, la "Nomenklatura" conformada por los altos cargos del Partido Comunista se convirtió en una nueva nobleza, habituada a los lujos y a la buena vida, mientras el resto del pueblo seguía viviendo en la misma pobreza que en la época zarista, un poco mejorada por la gran extensión de la educación y los servicios médicos, mientras que en los territorios "liberados" por los rusos del nazismo, se establecieron gobiernos títeres controlados desde Moscú y en los que se estableció un sombrío régimen de pobreza y atraso, así como se convirtió a esos países en verdaderas cárceles para sus propios ciudadanos, al establecerse en ellos el tradicional totalitarismo moscovita agravado con el que exigían las doctrinas pseudorreligiosas de Marx, cuyo mensaje de salvación solo podía ser efectivo si no existía ideologías competidoras.
Así, en Alemania Oriental se tenía el régimen del sátrapa Erich Hönecker, fanático del comunismo más estricto que no aceptaba las reformas que iniciaba Gorbachov. Este individuo, por otro lado, y al igual que todos los líderes comunistas como los Castro en Cuba o la familia Kim en Corea del Norte, o Ceaucescu en Rumania, tenía a su pueblo viviendo en la más absoluta miseria, aspirando por un Trabant, el famoso auto de cartón, como máximo logro a alcanzar, en desvencijados departamentos de concreto gris, mientras él sustraía recursos del erario público y los depositaba en cuentas bancarias en Suiza y usaba trajes italianos y su avión personal, un Antonov ruso, ahora es hotel de lujo, pues cuenta con lavabos de llaves de oro y otras lindezas. Hönecker además de ser un traidor a su pueblo, pues siempre estaba solícito y servil a las órdenes que surgieran del siniestro palacio del Kremlin, ordenó tirar a matar contra todo aquel que intentara escapar burlando el muro.
La gente se hartó, se cansó de vivir bajo un régimen que estableció una opresión espantosa y que apenas dejaba respirar, que, como se ve en la película "La Vida de los Otros", espiaba a sus propios ciudadanos y les impedía la libertad de elegir cómo vivir, que vestir, que ser en el futuro y viajar o moverse para buscar mejores oportunidades de vida, en aras de una serie de ideas irrealizables, fruto de la justa indignación de Marx, pero también de su propia psique desequilibrada de un envidioso y resentido social; no cabe duda que, hasta el día de hoy, los Izquierdosos siempre sean ese tipo de personas; si hicieramos un detallado análisis de cómo son personajes como el Ché Guevara (éste fue un psicópata asesino que encontró en el comunismo la justificación perfecta para dar rienda suelta a su ferocidad), la Poniatowska, Ebrard, Monsiváis, Saramago y demás que presumen de comunistas pero viven y son como todo lo contrario nos encontraremos con gente que desde la infancia fue rebelde, mal educada y caprichuda y que núnca tuvo la necesidad de trabajar para ganarse la vida.
Hoy en día, las catastróficas ideas de Marx siguen vivas, ya no encarnadas en un régimen brutal y cleptómano como el de Hönecker, pero sí en las ideas de la Izquierda actual que sólo buscan destruir: por ello se apoya a los homosexuales, la eutanasia o el aborto, el feminismo extremo o el ecologismo radical mientras se mantiene a la economía de mercado; finalmente, lo que se busca es la destrucción de la "sociedad burguesa" para implantar después una utopía que ni ellos mismos saben cuál es. Estos nuevos regímenes, aunque tienen métodos más dulces y respetan las contiendas electorales, siguiendo los dictados de los fundadores de la Socialdemocracia: Ferdinand La Salle o Antonio Gramsci, postulan las mismas ideas liberticidas y genocidas de Marx, Lenin y Stalin, o sirven de pretexto perfecto para que en Sudamérica, estén llegando al poder dictadores folklóricos pero con deseos de ser los amos absolutos de sus países como son Chávez, Correa o Morales, que, les aseguro, no se creen nada de las doctrinas de los fundadores del Comunismo, pero lo ven como el instrumento ideal para consolidar su poder personal.
En estos 20 años además, el Capitalismo queda lejos de ser triunfante, tiene sus aspectos positivos, como la defensa de la libertad individual, y la necesaria libertad de comercio y empresa, así como la competencia como medios necesarios para lograr el desarrollo y el bienestar de la población, sin embargo, padece de los mismos males que el Comunismo: su materialismo, falta de humanidad y desprecio profundo hacia toda clase de valores morales; en ambos sistemas, el fin (la sociedad o el lucro) justifica los medios.
Pero además, lo acontecido hace 20 años sin duda delineó al mundo de hoy en día. Ese 9 de noviembre de 1989 finalizó realmente la II Guera Mundial y se dieron por terminadas sus secuelas. El mundo bipolar dió paso a una década unipolar en que EUA, triunfante tras la Guerra Fría se erigió como el gendarme mundial mientras Rusia se desmembraba y volvía a sus fronteras del siglo XVII y se declaraba una especie de tregua mundial en la que se originaron muchos reacomodos, como lo fueron los conflictos étnicos en los Balcanes, el Cáucaso y Africa, se desbarataron alianzas y surgieron otras, sin duda, dentro de algunos siglos habrá polémica por determinar cuál fue realmente el parteaguas, si esa fecha del otoño de 1989 o el ataque al World Trade Center en 2001. El último, sin duda, es consecuencia de la primera fecha, y el desórden mundial que no nuevo orden que nació está configurando hoy en día una nueva estructura de poder mundial: Rusia resurge sobre nuevas bases y camina de regreso al totalitarismo ante el caos yeltsiniano de los noventa. Irán se consolida como potencia en el Medio Oriente, Brasil y la India crecen como potencias regionales, y China confirma y corrige algunas de las lecciones aprendidas en Berlín: La Democracia no es necesaria para el desarrollo económico, pero el Socialismo fue incapaz de lograrlo.
Entre tanto, nuestra región, Hispanoamérica, sigue como siempre: oscilando de democracias corruptas a dictaduras igualmente corruptas e ineficientes. En definitiva, seguimos perdiendo el tiempo.
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Para entender cómo Stalin pudo engullir a Europa Oriental y establecer su régimen dictatorial sobre los países de esa región, es que debe tomarse en cuenta que Churchill y Roosevelt fueron sus cómplices en forma desvergonzada. Por un lado fueron unos ingenuos que se tragaron los anzuelos tendidos por el dictador ruso-georgiano, y por otro, arteramente le concedieron todo lo que les pidió con tal de ganárselo para su causa anti Hitler, lo peor del caso fue la traición alevosa contra Polonia, país por el cual inició la guerra al fin de librarlo de la tiranía nazi, pero al que también los rusos habían invadido sin que les declarasen la guerra, y al que finalmente entregaron en manos del Kremlin sin respetar al gobierno polaco exiliado en Londres y a los soldados polacos que lucharon por la libertad de su país enrolados en las armas británicas y americanas, además de que se hicieron de la vista gorda ante la matanza de Katyn perpretada por los rusos y negada por ellos hasta el día de hoy.
A pesar de todo esto, Putin y Medvedev tienen el cinismo y el descaro de proclamar que su país es el "libertador de Europa".

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