No cabe duda que este mes de junio ha sido rico en acontecimientos inesperados e importantes, desde la muerte de Jackson (de la que hablábamos en el post anterior) y de la hermosa Farrah Fawcett, íconos de mi niñez y con los que se cierra una era cultural, las protestas postelectorales en Irán, el deterioro progresivo, como si de una enfermedad terminal se tratara, de nuestra "Democracia" mexicana, el discurso histórico de Obama en el Cairo, la cumbre del BRIC en Ekaterimburgo, el fracaso de las elecciones europeas y ahora, el golpe de Estado en Honduras.
Esta es una evidencia clara de lo que hemos planteado en este espacio: la Democracia, siempre, históricamente, termina por fracasar y es sustituída por regímenes autoritarios más estables y, en muchos casos, más eficientes; el discurso de Obama en el Cairo, como lo habíamos dicho, terminó por tranquilizar a todos aquellos que deseaban sustituir regímenes en los que, si bien había alternancia en el poder, también había corrupción, inoperancia e ineficiencia, pero que no lo hacían ante el temor de la imposición por la fuerza del llamado "Consenso de Washington" en el que se establecía la democratización como requisito previo a negociaciones comerciales y a ser considerado como igual por parte del Gobierno Norteamericano (con sus excepciones, como China o la monarquía saudita), ahora, que el presidente afroamericano ha hablado de la no-intervención, las manos están libres y los pueblos o países pueden tener una evolución política propia, y los nuevos poderes globales y regionales: China, Rusia, la dictadura Chavista y sus adláteres Correa, Morales y Ortega pueden moverse con mayor libertad o con un gran pragmatismo, como hace Brasil, a quien hace poco le criticaban la poca importancia que da al tema de los derechos humanos, e incluso, en forma libre, algunos podrán actuar por su cuenta para evitar la influencia de esos poderes externos.
En el caso de Manuel Zelaya, su alianza con Chávez le cobró factura, le ganó el descontento de sectores de la población y del ejército: no importó la legalidad constitucional ni la legitimidad democrática, el ejército hondureño y gran parte de la clase política, como se demuestra por la actuación tanto del Tribunal Superior como del Parlamento, prefirieron actuar así antes de ver a su país convertido en un lastimoso satélite bolivariano, por lo que estamos ante un golpe de Estado muy sui géneris, diferente a lo antes visto en Latinoamérica, en este caso, el ejército no ocupa el poder, simplemente saca de la presidencia a un gobernante ante una resolución tomada por él (lanzar la consulta pública para que se aprobara su reelección) que es declarada inconstitucional por el Tribunal Supremo
De esta forma, se trata de un golpe que no es militar, es una determinación tomada por los poderes públicos a fin de defender el orden interno y la estabilidad de un país ante la amenaza de Zelaya de empezar a establecer su autoritarismo personal plebiscitario al estilo chavista, claro, la respuesta es un autoritarismo institucional, que al menos, tiene la ventaja de ser más neutro y no sujeto a la voluntad de un caudillo. Por su parte, Chávez no puede alegar que esto es otra conspiración del (decadente) Imperio, el gobierno de Washington reconoce a Zelaya como Presidente y se encuentra en proceso de mejorar sus relaciones con el Teniente Coronel de Paracaidistas. Una cosa es segura: si se reinstala a Zelaya en la Presidencia de Honduras, Chávez entonces se convertirá en el hombre más poderoso de América, incluso con capacidad de poner a EUA bajo su influencia; después de todo, la revocación de la resolución de la OEA de expulsar a Cuba se vió como un triunfo del venezolano, resultará curioso que para sancionar a los golpistas hondureños citarán la cláusula o carta democrática del 2001, misma que pasaron por cierto monumento parisino (el arco del triunfo) para volver a invitar a Cuba... ¡qué contradictorio, pero en fin, en política esto no es sorprendente!
Veamos que sucede en los próximos días, y también qué repercusiones pueda tener en México y en Latinoamérica en general, con su gran tradición golpista y la consolidación de gobernantes que buscan establecer regímenes personales de larga duración, no solo en la Izquierda: Uribe anda en lo mismo.
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El régimen que venció a Twitter:
El movimiento opositor a Ahmadinejad se apaga, sin el auxilio de Occidente y sin un amplio apoyo en las clases populares de la sociedad iraní, además del empleo de avanzadas técnicas de policía electrónica que neutralizaron el efecto que las redes sociales: Twitter y Facebook tenían en el alzamiento.
Tanto Rafsanjani como Mousavi parecen entenderlo y ahora se desdibujan, dejando a sus seguidores en el limbo, sin dirección y sin objeto; no es de dudarse que luego aparezcan, como disciplinados miembros de la elite religioso-política que dirige a la antigua Persia, reconociendo que si bien hubo irregularidades, ellos estaban equivocados y que por bien de la nación, hay que dar todo el apoyo a Ahmadinejad, quien, sin duda, saldrá tremendamente fortalecido de esta situación.
Israel se ha quedado solo; en el horizonte Irán aparece como un nuevo actor importante (a grado tal de que acudirá al G-8) y Ahmadinejad como un personaje clave en los próximos años.