Para los lectores de más allá de México, por "Malinchismo" se entiende la costumbre o tendencia del mexicano a minimizar sus virtudes y aquellas cosas con las que cuenta para valorar y sentirse exageradamente atraído por aquello que proviene del extranjero, que de inmediato es considerado como mejor, solo por venir de fuera. La expresión viene de la joven intérprete y amante indígena de Hernán Cortés, llamada Malinalli, (manojo de hierba) tratada respetuosamente en náhuatl como Malitzin (en el náhuatl, igual que en japonés, a alguien a quien se dirige con respeto se agraga al final una partícula reverencial: "tzin" en náhuatl o "san" en japonés) y conocida por los españoles, tras su bautizo, como Doña Marina, al tener problemas para pronunciar correctamente el idioma indígena, en vez de Malitzin decían "Malinche". Para la Historia Oficial, esta mujer es algo así como una traidora y vendida a los extranjeros, pese a que en realidad no fue así y su historia es realmente fascinante y mucho más compleja.
Pero en fin, entendiendo por malinchismo esa preferencia desmedida por lo extranjero, tenemos hoy en día que esto se ha extendido a uno de los factores más divertidos, folclóricos y que renombre internacional incluso le ha dado a nuestra cultura popular: la lucha libre, de súbito, las televisoras y principales medios de nuestro país han dejado en un segundo plano a la lucha libre mexicana, misma que en 70 años de Historia ha logrado una raigambre popular y reconocimiento enormes, con figuras que saltaron incluso al celuloide en un chusco, y realmente malo, pero por tan malo que es bueno, género de cine de luchadores, con personajes como el Santo, Blue Demon, Huracán Ramírez, Rayo de Jalisco, Cavernario Galindo, Mil Máscaras, etc. etc., y recientemente, han tenido un gran éxito personajes como Octagón, La Parca, Máscara Sagrada, Atlantis, no nos olvidemos de Cien Caras, Perro Aguayo, y ya actualmente, Místico, Dr. Wagner Jr., el Perro Jr. y tantos otros, el uso de máscaras y de toda una parafernalia han hecho que sea México el único país donde los superhéroes que salían en cómics y cine, tenían una existencia real, al menos, sobre el ring.
En su lugar, le han dado entrada a los luchadores norteamericanos y a ese circo llamado WWE "World Wrestling Entertainment" de la mano de tipos de dos metros de alto y tremendamente musculosos, lo que les da la apariencia de ser fuertes, pero los esteroides suelen ser muy engañosos al respecto, como lo es el hecho de una lucha basada más que nada en palabrerías, fanfarronadas, y golpecitos suaves entre mastodontes que apenas se mueven pero que gritan como si los estuvieran azotando o crucificando, todo lo demás, la verdad, es logro de la mercadotecnia.
Es cierto, la lucha mexicana también es un teatro en un muy buen porcentaje, pero al menos, es mejor actuado y los luchadores, pese a la "panza de cervecero" de muchos de ellos, en la actualidad han mejorado mucho en el aspecto atlético, desempeñándose como verdaderos deportistas y no meras figuras de acción y dando un show que depende más en cómo se vociferan los unos a los otros, se retan o se sacan la lengua como sucede en la lucha norteamericana.
No en balde, luchadores mexicanos han triunfado en Japón y otros países de Asia, o incluso en Europa y en el mismo EUA, donde incluso han derrotado y feamente a las "estrellas" de la WWE, y por ello hasta las películas de luchadores mexicanos son consideradas piezas de culto en Francia y Japón.
Por ello, no es que uno esté a favor del "nacionalismo revolucionario", sino que, sabiendo los mexicanos que tenemos uno de los espectáculos deportivo-acrobáticos de mayor calidad en el mundo, lo despreciemos por el remedo o parodia del nuestro que es la WWE y sus farsas luchísticas, es un momento en que debemos darnos cuenta de lo que tenemos y que además, es algo que otros, incluso, nos quieren copiar, y de hecho nos copian y mal. No nos dejemos llevar aquí por el malinchismo y seamos auténticos con lo nuestro.