(A la memoria de mi papá 20/XI/1995)
Olvidándonos por un momento de estas regresiones históricas a fenómenos que se creían superados hace mucho, como la piratería de la que hablábamos en el post anterior, y esperando que esto no lleve al regreso de las modas dieciochescas y tengamos que usar pelucas al estilo de los jueces y abogados británicos que aún hoy en día las usan, es momento de hablar de la Revolución Mexicana, de la cual se conmemora un aniversario más.
La verdad es que, desde 1789, las Revoluciones que se han registrado en Occidente, y por contagio en otras partes del mundo, no han creado un mundo más justo ni procurado el establecimiento de mejores formas de gobierno o una mayor equidad e igualdad entre las personas; los beneficiarios de estos movimientos siempre han sido los menos, y realmente, han venido a ser meras sustituciones de los gobernantes, tachados de déspotas y corruptos por otros aún peores... una de las mentes más potentes de todos los tiempos, la de Santo Tomás de Aquino, ya lo señalaba así, aunque no dejaba de reconocer el derecho a la Revolución cuando el pueblo se encontrara bajo un régimen injusto y en el que el régimen existía realmente para beneficio de los potentados que lo ostentaban, puesto que, finalmente, el Pueblo es depositario de la Soberanía recibida de Dios.
Así, el Aquinate recordaba en su "Opúsculo sobre el Gobierno de los Príncipes" una anécdota respecto al tirano Dionisio de Siracusa, odiado por sus súbditos pero a quien sólo una ancianita parecía apreciar, pues diariamente iba al templo a pedirle a los dioses del Olimpo por la vida y la salud del cruel monarca. Intrigado por ello, Dionisio llamó a la viejecita a su palacio:
--Me dicen, anciana--dijo Dionisio, orgulloso de encontrarse ante una "fan"--que tú diariamente acudes a los templos a pedir al providente Zeus, al valeroso Ares y a la sabia Atenea por mi vida y salud.
--Eso es cierto, majestad.--Contestó la anciana--y lo seguiré haciendo hasta el último día de mi vida.
--¡Vaya, eres la única en todo el pueblo que me apoya! Mereces una recompensa, pues has comprendido las razones de mi gobierno.--Podemos imaginarnos a Dionisio hinchado de vanidad.
--Se equivoca Usted, señor--Respondió la anciana con desdén hacia el gobernante--Mis verdaderos motivos para desearle prosperidad, paz y bienestar son los siguientes:
Cuando era niña, Siracusa era gobernada por unos aristócratas corruptos que estaban empobreciendo a la gente con sus elevados tributos y su mala gestión, de pronto, uno de los generales llamó a la rebelión proclamando que ¡ya basta de rateros! y el pueblo entusiasmado, entre ellos mi padre, se unió al movimiento y derrocó a los corruptos, los ejecutó y sustituyó por un gobierno encabezado por el general y los que lo habían seguido.
Pero este gobierno no tardó en mostrar su lado más oscuro: silenció toda oposición, no permitió críticas ni disensos, mi padre fue desterrado y los impuestos fueron más altos y la corrupción mayor. Entonces un grupo de los comerciantes más afectados por sus exacciones se levantó en armas, para entonces yo ya era una joven y mi marido se unió a ellos y se derrocó al gobierno.
Pero resulta que a poco, este gobierno siguió el mismo camino y hasta en forma peor que los anteriores: la gente nuevamente se hartó y empezó a protestar, pero el régimen inició una feroz persecución, impidió el regreso de mi padre del destierro, donde murió y encarceló a mi esposo. El despotismo y la violencia era la Ley y no había limitante a la codicia de los gobernantes. Nuevamente, estalló una rebelión, y el nuevo gobierno resultó ser mucho peor, muchas mujeres vimos como se ejecutaron a nuestros esposos e hijos, otros fueron reducidos a la esclavitud... sin duda estábamos ante el peor gobierno de todos los tiempos, encabezado por un verdadero delincuente que asesinó a los miembros de la asamblea para reinar y ha matado a cuantos se le oponen, roba impunemente y se construve palacios y goza de placeres mientras el pueblo sufre hambre y resulta, majestad, que ese gobernante ¡ERES TU!
Por eso todos los días pido a los dioses por tí, no vaya a ser que alguien se rebele en tu contra y te elimine, por que ese, sin duda, llegando al poder ¡Sería peor que tú!
Más o menos así va la historia, no nos dice Santo Tomás que pasó después con la valiente abuela, pero ilustra muy bien el porqué desaconsejaba el ejercicio del derecho a la Revolución violenta: esta las más de las veces no soluciona los problemas ni transforma el sistema social para bien, antes, agrava las cosas y provoca que los codiciosos y desequilibrados asciendan al poder y lo usen para satisfacer su crápula.
El caso es que todas las Revoluciones se traicionan y vuelven al punto donde comenzaron: la Revolución Francesa derribó a Luis XVI, un déspota bienintencionado que gobernaba rodeado de una camarilla corrupta encabezada por su esposa María Antonieta y que no supo responder a graves desafíos económicos, mismos que en mucho fueron engrandecidos por agitadores, pero terminó, tras un baño de sangre, imponiendo a Napoleón, que no se conformó con ser Rey, sino se volvió Emperador, hizo reyes a sus hermanos y a su cuñado Murat, en un un evidente acto de "naquez" de nuevo rico y de soberbia expresada en el nepotismo, fue infinitamente más déspota que cualquier Borbón antes que él y cubrió a Europa de sangre y fuego durante 15 años.
Recientemente ha habido cuestionamientos a la verdadera naturaleza de la Revolución Francesa y a sus consecuencias, y no viene de círculos monárquicos o ultracatólicos, vienen de grupos liberales, partidarios del sistema económico y político que supuestamente se derivó de tal movimiento político, si no, véase el siguiente artículo, donde además se habla del poco conocido genocidio de La Vendeé, el primero en la historia occidental:
http://www.liberalismo.org/articulo/428/74/inventos/absolutismo/asambleario/durante/revolucion/
Francia no saldría de la inestabilidad política y de los vaivenes violentos entre monarquías y repúblicas sino hasta 1870 tras la Guerra Franco-Prusiana, la caída de Napoleón III y la tragedia humana que fue la Comuna de París.
Francia no saldría de la inestabilidad política y de los vaivenes violentos entre monarquías y repúblicas sino hasta 1870 tras la Guerra Franco-Prusiana, la caída de Napoleón III y la tragedia humana que fue la Comuna de París.
La Revolución Rusa comenzó con el derrocamiento de un inepto mayúsculo como era Nicolás II, preocupado únicamente por su vida familiar y la atribulada Alejandra, hundidos moralmente por la hemofilia de su hijo Alexei y habiendo entregado abiertamente el gobierno a un corrupto y libertino como Rasputin, para terminar estableciendo un régimen tanto o más brutal que el de los zares: la dictadura soviética en el que pese a la promesa de terminar con las clases sociales se creó una nueva aristocracia y se eliminó todo resquicio de libertad que los Zares no habían suprimido. Hoy en día, Rusia apenas se repone de los genocidios brutales de Lenin y Stalin que se cree, provocaron la muerte de 22 millones de personas.
Lo mismo ocurrió en el caso de China, apenas ha habido diferencia entre el régimen imperial y el régimen "comunista" existente desde 1949: el mismo despotismo, las mismas censuras, y actualmente la misma libertad económica existente bajo las dinastías Tang y Ming.
El caso de México, es además divertido, como divertida ha sido toda su historia, que se nos presenta oficialmente rodeada de solemnidad y de heroísmo. Quizá nada ha sido tan poco heróico como la Revolución Mexicana, en realidad, no fue más que una brutal lucha por el poder, traiciones y más traiciones, rivalidades personales, una "bola" o masa de gente llevada a pelear sin saber por qué e incluso líderes populares (recuérdese a Demetrio Macías de la inmortal novela de Mariano Azuela "Los de Abajo") que tampoco lo sabían.
Tan no hubo revolución que por ejemplo, se pretende dar una continuidad entre el régimen emanado de la Revolución (el Priísta) y el Liberal iniciado por Juárez, pero que fue, precisamente, contra el que se dió el movimiento, pues Porfirio Díaz, a quien por supuesto, le tocó pagar los platos rotos y ser catalogado como uno de los villanos de México, no hizo más que continuar con la obra del "Benemérito". Así, la contienda no fue una lucha ideológica, fue la lucha por una silla y una oficina en el Palacio Nacional.
Así, resulta curioso ver hoy conmemorados al mismo tiempo a Madero y a Zapata, o a Villa con Carranza y a estos junto a Obregón y Calles... ¡si todos fueron enemigos! Zapata secundó a Madero, pero como éste no hizo caso ni a sus advertencias (muy razonables por cierto) en cuanto a la conformación de su gobierno y del ejército, ni a sus demandas agrarias, mismas que jamás tuvieron alcance nacional, sino se referían solo a la situación en Morelos, donde sí se les había despojado a las comunidades indígenas de sus propiedades colectivas reconocidas desde tiempos prehispánicos, por el temor del Coahuilense a romper con la legalidad, proclamó el Plan de Ayala y se rebeló. Villa fue un genio militar, y contó con el apoyo de un genio aún mayor como Felipe Angeles, pero nunca dejó de ser un simple bandido que no tuvo núnca clara una causa por la que luchar que no fuera su resentimiento particular contra los "catrines" a tal grado es evidente su falta de ideal agrario, que tanto se le endilga, que aceptó la Hacienda de Canutillo y vivir como latifundista, algo que supuestamente, habría detestado.
Villa a diferencia de Zapata le fue leal a Madero, después de la muerte de éste hubo una alianza entre todos los caudillos contra Victoriano Huerta, que se derrumbó al caer el alcohólico general huichol del poder. Después el caos: Carranza contra Villa y Zapata, a quien asesinan, al otro, lo mandan a su hacienda, Obregón se lanza contra Carranza al no ser tomado en cuenta como sucesor, y por si las dudas, hecho ya con el poder, manda matar a Villa, pone como heredero a Calles, luego busca la reelección y Obregón muere presuntamente a manos de un fanático religioso, pero se le encuentran 14 balas de diferentes calibres y tipos, Calles toma el poder, comete una de las mayores estupideces de la historia al perseguir a la Iglesia Católica y dar el pretexto para volver a ensangrentar al país nomás por los caprichos de la albañilería celestial y sus patrones gringos que a fuerzas empezaron a meter a las sectas protestantes en el país para dividirnos más de lo que ya estábamos, y después, tiene la genial idea de, para evitar que los caudillos se sigan peleando y matando entre sí, crear al PRI para unificarlos a todos y arreglar la cuestión sucesoria mediante los consensos y en realidad por los dedazos: a una dictadura personal como la de Díaz siguió una dictadura institucional del partido.
Empezaba este post recordando a mi padre, no sólo porque murió un día como hoy, sino porque él, como hombre de campo que era, presenció durante su vida como las promesas de la Revolución nunca se cumplieron, sino que el campo se hundió en la improductividad y el abandono, al ser utilizado sólo como instrumento político por el régimen: eran contrastantes las historias que él me contaba y que a su vez le contó a él su padre, a quien le había tocado ver aquello, respecto de las enormes bodegas de la Hacienda de San Nicolás el Grande en los Llanos de Apan, Hidalgo, de la fortaleza que era la Hacienda de Ometusco, San Isidro Tetlapayac y otras muchas que producían pulque, cebada y ganado en enormes cantidades y que nutrían a los ferrocarriles que movían al país.
Hoy en día, el pulque es una reliquia, el ferrocarril prácticamente inexistente, lo cual es otra de las más grandes idioteces, pues este país, casi del tamaño de Europa Occidental debería moverse sobre rieles y no sobre el costoso e inseguro asfalto, y la antigua prosperidad agraria de aquella región hidalguense un recuerdo histórico.
Han sido regiones que se han olvidado de las promesas revolucionarias las que han prosperado, como los Altos de Jalisco o algunas zonas de Guanajuato, Sinaloa y Zacatecas, donde la propiedad individual de la tierra ha permeado más que un colectivismo aplicable solo a las zonas indígenas, y en donde tampoco se ha vendido la tierra para sembrar concreto, ni se ha legalizado el "paracaidismo" y el despojo como es en el caso de la zona que rodea a Guadalajara, donde solo se han sembrado males, fraudes y contaminación.
Y es que nuevamente, las verdaderas revoluciones que han brindado prosperidad y progreso a la humanidad han sido las del pensamiento: la aparición de la Filosofía en Jonia en el siglo VI a.C., la expansión del Cristianismo en los siglos I-IV d.C., el Renacimiento (s. XV-XVI), la Revolución Industrial en los siglos XVIII y XIX, y la Revolución Informática iniciada en la década de 1950 y que nos ha llevado al Internet hoy en día. Las Revoluciones políticas como las que quieren hoy en día los Izquierdosos, Hugo Chávez y otros similares, solo producen sangre, lágrimas y frustraciones que son fermento para futuros conflictos, que en un círculo vicioso, nunca encuentran solución.
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Por si quedan dudas entre la similitud que se está dando entre Somalia y Jamaica, Ciudad del Carmen, la Isla de la Tortuga y otros enclaves piratas de los soglos XVII y XVIII, tan bien descritos por el cine, y últimamente a nivel nacional por Karla Estrada en "Pasión" con sorprendente y muy aplaudible exactitud, puede verse este artículo: