Quizá de entre todos los países de Europa Occidental es España la que demuestra más claramente la realización de una política conducida por el ideario de Izquierda del que hablábamos en un post anterior. Como en ningún otro caso puede verse una acción gubernamental dirigida a transformar a la sociedad desde arriba a fin de lograr realizar el sueño marxista de una sociedad igualitaria y en la que desaparecen las diferencias: económicas, sociales, etc.
La realidad es que España está sufriendo un verdadero proceso de descomposición en que, por un lado, se está alentando el separatismo que lleve a una involución hacia la España medieval dividida en varias entidades políticas diminutas: la división territorial en comunidades autónomas ha derivado en la formación de regionalismos que peligrosamente avanzan hacia nacionalismos; algunos ya preexistentes, como el Catalán, surgido desde el siglo XVII y otros que surgieron al calor de las contiendas civiles del siglo XIX, como las Guerras Carlistas como es el caso del separatismo vasco, mientras que existen nacionalismos de plano inventados, y para ejemplo está el caso de Andalucía, a la que se identifica con la presencia islámica durante los 700 años de la Reconquista, pese a que la mayoría de los andaluces de hoy, si bien pueden ser producto de cierto mestizaje con la población árabe-bereber y judía medieval surge más bien de la colonización iniciada por los castellanos en el siglo XIII bajo el reinado de Fernando III el Santo.
El trasfondo de todo esto radica en que España está en manos de un fanático, de un individuo, secundado por la cúpula del PSOE igualmente ideologizada, no se encuentra gobernando con visión de Estado ni buscando lo que, objetivamente, sea mejor para su pueblo, ni con respeto a lo que es ese pueblo, su identidad o su ideosincracia, sino que se gobierna en pos de un ideal a conseguir: la destrucción de la "malvada sociedad burguesa" actual para después buscar edificar la sociedad perfecta, igualitaria y libre del Marxismo, sin la violencia revolucionaria del Comunismo radical, sino con la conquista democrática del poder y la transformación desde arriba mediante el empleo de las herramientas del Estado, tal y como Ferdinand La Salle, Gramsci y la Escuela de Franckfurt lo proponen.
Esto es lamentable, puesto que el PSOE había dado a España y a Europa un gran estadista en la persona de Felipe González, que si bien durante su gobierno se dieron algunos escándalos de corrupción a fines de la década de los ochenta, como el caso Alfonso Guerra y el tráfico de influencias, o el caso BANESTO y la polémica por la dura respuesta del Gobierno contra las actividades terroristas de la ETA con los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL) grupos paramilitares que actuaban igual que los extremistas vascos con el beneplácito de la administración González, es de destacar que fue una persona que con gran visión de Estado y pragmatismo, dejó la ideología colgada en el armario, planteó reformas económicas en España pro libre mercado y enterró el pasado: no había caso en seguir luchando y acusando a Francisco Franco por todos los males del país, después de todo, ya estaba muerto, y el abrir las heridas recién cicatrizadas por la trancisión no brindaba beneficio alguno y sí obstáculos en un momento en que el país ibérico se reinsertaba en Europa y en la escena internacional como un país de primer mundo y que por tanto necesitaba de unidad.
Felipe González también se mostró respetuoso con la Iglesia Católica que es parte fundamental de la españolidad, no puede negarse ni puede ignorarse que las grandes glorias de la primer súperpotencia de la Historia se hicieron bajo los estandartes de la cristiandad: la conquista y colonización de América, la luminosidad y las sombras del barroco o la defensa del continente entero contra la invasión musulmana.
Sin embargo, José Luis Rodríguez Zapatero no es ningún Felipe González, carece de esa visión del mundo y ha centrado su política en la defensa a ultranza de los postulados ideológicos de la Socialdemocracia y a hacer una labor de destructor de la identidad española en pos de la "progresía". En otras palabras, se da la diferencia entre un Estadista, que planea a largo plazo y obra en función del beneficio de la Nación y un Político, que solo trabaja a corto plazo (aunque quizá Zapatero sí tenga una visión a largo plazo, hacia el idilio socialista) y en pos de los intereses partidistas o individuales.
La entrada al poder de Zapatero va de la mano de los ataques del 11 de marzo del año 2004 y es a consecuencia del error histórico, garrafal y que siempre permanecerá sobre la figura de José María Aznar: el entonces líder del Partido Popular había hecho una magnífica gestión, había continuado en mucho la labor de González en materia económica y había logrado un crecimiento mucho mayor que el registrado durante los doce años de gobierno del PSOE. Pero lo hechó a perder todo embarcándose en la peligrosa aventura bélica de Bush en Afganistán primero, pues España es parte de la OTAN (otro logro de González, quien insertó a españa en la alianza militar en contra del comunismo, lo que demostró lo arrinconada que tenía su ideología) y sobre todo, en Irak.
Aznar cargará siempre con ese mancha, no solo por haber dado su aval a una intervención militar a todas luces injusta y genocida, movido por quién sabe qué negros intereses, pues a España la situación en la antigua Mesopotamia bien poco le afectaba, sino por haber abierto la puerta a la toma del poder en España a un partido copado por radicales, extremistas y fanáticos de Izquierda tan peligrosos o más que los fundamentalistas musulmanes capitaneados por el Sr. Zapatero. Antes de los atentados, las encuestas favorecían a su delfín, el mediocre y gris Mariano Rajoy, pero después de los atentados, la balanza se inclinó inmediatamente a favor del PSOE que llegó así a la posiblidad de encabezar un experimento social ambicioso y de largos alcances que apreciamos hoy. Sin la ayuda de Aznar, no lo habrían logrado.
Siempre gravitarán las sospechas sobre cómo Zapatero alcanzó el poder; para una parte de los españoles, el PSOE tuvo acceso a información privilegiada acerca de la inminencia de los atentados del 11-M , y tuvo además conocimiento de los nexos o el presunto apoyo logístico que habría dado la ETA a sus colegas levantinos, pero como ya había concertado con esta organización la posibilidad de iniciar un proceso de negociación en caso de llegar al poder no denunció nada y solapó los hechos, según manejan estas teorías, por lo que además, según también dice este "run-run" se habría de alguna manera preparado que los atentados ocurriesen pocos días antes de las elecciones generales y se manejaría como propuesta central de la plataforma electoral socialista el retiro de tropas de Irak y la reducción de la intervención en Afganistán a un carácter simbólico, a fin de respetar su membresía en la Alianza Atlántica.
Eso explicaría lo que ocurre hoy: el Gobierno Zapatero no cesa en sus ataques hacia el Catoliscismo, subvencionando incluso exposiciones supuestamente artísticas en las que se denigran símbolos cristianos con motivos eróticos o descaradamente pornográficos, pero a la vez se critican las caricaturas de Mahoma publicadas por un diario danés. Se plantea el retiro de símbolos cristianos de plazas públicas e incluso se plantea la prohibición de los tradicionales juramentos ante un Cristo de los nuevos ministros del Gobierno o hasta prohibir las antiquísimas y fastuosas procesiones de Semana Santa, pero el Presidente del Gobierno defensor del Estado laico acude a los festejos de Ramadán en Turquía. Se busca evitar la enseñanza religiosa en las escuelas, pero se enseña el "catecismo socialdemócrata o de izquierda" en la asignatura de Educación para la Ciudadanía. Se promueve el aborto como núnca antes, pero en el colmo de los ridículos que parece confirmar aquello que se dice que los chistes de gallegos son en realidad anécdotas se plantea, con toda seriedad ante el Parlamento que se les reconozcan derechos humanos a los simios o primates superiores dado nuestro parentezco evolutivo y genético.
Si bien la sociedad española se embarcó desde la muerte de Franco en una borrachera de libertad que desembocó en el libertinaje más extremo, superado solo por Holanda, con los famosos botellones y el aumento de la drogadicción, uniones libres y la homosexualidad, nunca se le había dado un apoyo desde arriba a ese proceso, con la excepción de la "Movida Madrileña" de los años ochenta de la cual surgieron grandes faranduleros como Almodovar o la mexicana radicada en España Alaska y que fue apoyada por Enrique Tierno (el apellido da qué pensar) Galván entonces presidente de la Comunidad de Madrid. Hoy en día, Zapatero dirige su experimento social con el apoyo de los faranduleros, desde Bosé o Bardem (es muy buen actor, pero un completo hipócrita que primero llama cerdos a los gringos y después va a trabajar a Hollywood y a ganar el oscar por su interpretación de un matón de ridículos peinado y métodos, como el matar con un cilindro de aire comprimido) Penélope Cruz o Víctor Manuel y de los medios de comunicación en especial el Grupo Prisa y su influyente periódico "El País".
Al negociar con ETA, Zapatero dio fuerza a los nacionalismos y cayó con toda su ingenuidad en la trampa de estos radicales que sólo ganaron tiempo y repusieron fuerzas, ahora atacan con todo, y además, gozan del apoyo indudable del gobierno local vasco que con su lehendakari Ibarrexte buscan la independencia, mientras en Galicia y Cataluña se busca prohibir la enseñanza del Castellano y la imposición del gallego y el catalán como lenguas únicas. (Resulta curioso, cuando entrevistan al mencionado presidente vasco o a cualquier catalán, hablan en castellano, y con acento propio de español, nunca con el acento del eúskera o del catalá, que por otro lado, son lenguas que no tienen más repercusión que en sus respectivas regiones, y sólo el castellano logró convertirse en el ESPAÑOL, y ninguno de esos idiomas o dialectos logró producir una obra de alcance universal como el Quijote). En la Europa de la formación de miniestados: Kosovo, Ossetia, Abkhazia y el probable quiebre de Bélgica, esto es muy peligroso.
En resumidas cuentas, el caso español nos ilustra cuan destructivo puede ser el fanatismo político cuando llega al poder, es un peligro real y que no escatima en acciones ni se detiene para lograr la utopía con la que se encuentra ensoñada... veremos en qué termina todo esto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario