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17 de enero de 2013

MALI, LA PRIMERA GUERRA DEL 2013



Como en un cuento de hadas, hace mucho tiempo, durante los siglos XIII a XVI de nuestra era, existió en Africa un poderoso imperio que ocupaba las orillas al suroeste del Desierto del Sahara, sus habitantes eran de raza negra, de etnia bantú y distaban mucho de ser comunidades de cazadores vestidos con pieles de leopardo como los prejuicios victorianos y racistas verían a los africanos en forma tradicional desde el siglo XIX,  (De hecho existieron otras civilizaciones negras bastante importantes: las ciudades-estado comerciales de los Swahili en el este africano, con la más famosa: Zanzíbar, el Imperio Zulu en los siglos XVIII y XIX en la hoy Sudáfrica, el Reino de los Faraones Negros en Nubia, la Etiopía judía y cristiana, regida por los Salomónidas desde el 980 a.C. y hasta los años setenta del siglo XX, y el Gran Zimbabwe en el sureste) no, se trataba de un pueblo con élites refinadas y cultas que habían creado una cultura bastante original y que habían asimilado algunas influencias del Mundo Mediterráneo situado al norte y del Medio Oriente, de donde habían recibido al Islam.

Aquella civilización hoy desaparecida y poco conocida debido al escaso interés que le prestan los historiadores occidentales era el Imperio de Malí, que para aquellos siglos era, probablemente, el Estado más rico de todo el Occidente de Europa y Africa. Su capital, de la que se hablaba en aquella época como un lugar fabuloso y lleno de riquezas era la ciudad de Timbuctú, aun hoy sinónimo de lugar remoto y escondido, lo que sí, y como muestra de ello, historiadores de la Economía han hecho estimaciones y han llegado a la conclusión de que su más grande Emperador: Mansa Musa I, (abajo, en la imagen) que murió hacia el año 1331 ha sido el hombre más rico del segundo milenio después de Cristo, con una fortuna personal (y que en mucho era también el tesoro público de su Estado, dado el concepto patrimonialista de su monarquía) que ascendería a $400,000 millones de dólares actuales.


La clave de esa riqueza estaba en que Malí era el enlace entre el Africa Negra y el Mediterráneo, y que todas las grandes abundancias de Africa pasaban por sus mercados y por la gran vía de comunicación que significó el Río Níger: marfiles, frutas, textiles, pieles, animales exóticos, sal, oro y diamantes, maderas finas, café, algunas especias y también el fabuloso negocio de los esclavos, --mismo que no fue una lacra impulsada por los europeos, sino una práctica de los propios africanos: los prisioneros de guerra y los deudores de entre ellos eran esclavizados y comprados y vendidos entre las diferentes tribus y reinos desde tiempos lejanos, nutriendo la servidumbre de Faraones, Reyes Babilonios y Persas, Emperadores Romanos y posteriormente Califas Musulmanes; posteriormente, Portugueses, Españoles, Ingleses, Franceses y demás potencias colonizadoras entrarían en el enjuague que ya era milenario para cuando voltearon hacia el "Continente Negro"-- y devengaba grandes ingresos fiscales para sostener la fastuosa corte Maliense, la construcción de monumentales obras públicas como mezquitas, fortalezas y palacios (algunos quedan en pie, como se ve abajo)  y un poderoso ejército que defendía las rutas comerciales.


Gran parte de esas rutas comerciales, en especial las que iban hacia el norte, hacia el Mediterráneo, a Marruecos, Argelia o Túnez, donde, en sus puertos, los productos africanos eran comprados por Venecianos, Aragoneses, Romano-Orientales, Sicilianos, Pisanos, Genoveses y Napolitanos estaban en manos de los Tuareg, un pueblo bereber (de raza blanca) nómada y también musulmán que recibían su nombre ("embozados" en lengua bereber) de que llevan la cara tapada com un velo para evitar respirar el polvo del desierto, la relación entre los Malienses, negros, sedentarios y refinados, con este pueblo nómada de comerciantes y contrabandistas, guerreros y ladrones, rudos hijos de las dunas, siempre fue de amor-odio y de mutua interdependencia: si bien los Tuareg podían atacar poblados en expediciones de saqueo dentro del Imperio, éste les necesitaba como aliados contra tribus del desierto enemigas o como distribuidores del importante comercio que era la base de la prosperidad del Estado africano, sin embargo, los Tuareg jamás fueron súbditos de la corona Maliense, pero sí sus socios, y ocasionalmente, enemigos.

Al finalizar el siglo XVI el Imperio de Malí entró en decadencia: el descubrimiento de América y el comercio transatlántico hicieron que ya no fuera tan importante para los europeos el obtener los productos que podían encontrar en Africa, excepto, claro, el comercio de esclavos negros, cuyo monopolio también perdió Malí al aventurarse los europeos más al sur y entrar en contacto, por ejemplo, con los Ashanthi, otra tribu africana, más meridonial que pronto se asoció a los Portugueses en tan infame mercado y depredó a las poblaciones malienses para surtir las necesidades crecientes de los Lusos y Británicos que necesitaban mano de obra barata para las plantaciones y minas en América. La pérdida, por tanto, de ingresos, se reflejó en el empobrecimiento del Imperio, la esplendorosa Timbuctú perdió población y la capitalidad, a la par de que se dieron guerras entre los nobles y se engrandeció el vecino Reino de Songhay que llegó a apoderarse de lo que quedaba del menguado imperio.

Finalmente, vino el colonialismo francés, los Galos se apoderaron de Argelia en 1830 e inmediatamente marcharon hacia el sur, convencidos de llevar consigo la civilización, la "carga del hombe blanco" como la denominaría Rudyard Kipling, y conquistaron con facilidad el Occidente Africano, incluyendo lo que alguna vez fueran los orgullosos dominios de Musa, y absorbiendo a los Tuareg; estos, que jamás se habían inclinado ni ante la magnificencia de Musa y sus herederos, estuvieron también muy lejos de someterse al dominio parisino de Carlos X y después Napoleón III y la Tercera República, plantaron cara a los europeos y ofrecieron una tenaz resistencia; los franceses crearon el legendario cuerpo de la Legión Extranjera, tan míticamente retratada por el cine y la literatura: dirigida por oficiales francos, se trata de una parte del ejército compuesta por voluntarios no franceses que se enlistaban a cambio de un salario y un plan de retiro al terminar el servicio: la Legión, como es sabido, se llenó con rufianes de todo el mundo, prófugos de la justicia en sus países de origen, indigentes dispuestos a matar y a morir por un pan y un techo, africanos de las más diversas tribus desarraigados de las mismas ante la depredación colonial europea, bohemios y dolidos por el desamor, aventureros impulsados por el romanticismo de la época y mercenarios carentes de escrúpulos, que lucharon valientemente contra los no menos aguerridos nómadas sin conseguir someterlos ni convertirlos en sedentarios: lo que más valoran los Tuareg, después del agua, que para ellos en el desierto es más valiosa que el oro, es su libertad y su vida errante sin someterse a gobiernos ni leyes escritas, viven en grupos familiares, clanes y tribus dirigidas por los más ancianos de entre sus propios príncipes y su nobleza, a veces enfrentados entre ellos, a veces, formando confederaciones, como las que formaron para luchar contra los invasores europeos.(una de las pocas películas buenas de Jean Claude Van Damme: Legionario retrata muy bien la combatividad de la Legión y sus enfrentamientos contra los Tuareg, verdaderos amos del Sahara).

Cuando, después de la Segunda Guerra Mundial, la deshecha Francia tuvo que ir desmoronando su Imperio Colonial, a veces muy a su pesar y tras recibir contundentes derrotas militares, como en el caso de Argelia o de Vietnam, vino también la independencia de un enorme territorio que era el "Africa Occidental Francesa", misma que quedó dividida en varios Estados, el criterio para crearlos, fue en base a las divisiones administrativas coloniales, mismas que no correspondían a la realidad étnica ni histórica del continente y ha sido una de las causas más importantes para la eterna inestabilidad de esos países. Así, a mediados de los años 60 se dio la independencia del moderno Malí, que, como se ve en el mapa con el que inicia la entrada, solo en parte coincide con el antiguo territorio del Imperio negro. Bajo criterios totalmente extraños secularmente para los africanos, se encorsetó en el nuevo Estado a parte de los antiguos Malienses con sus enemigos de Shongay y Ashanti además de los Tuareg, para estos últimos, la experiencia no pudo más que resultar traumática: los Tuareg no conocen de fronteras ni de límites, van y vienen y no ven sino como una idiotez que a medio desierto exista una línea dibujada con una cerca de alambrado que diga que de un lado es Malí y del otro Argelia, cuando para ellos el Sahara es un todo, y es el mundo.

En medio de tensiones étnicas, el Malí de hoy dista mucho de ser como el glorioso Imperio medieval, es un país extremadamente pobre y con conflictos periódicos por el poder y tensiones étnicas brutales en que los golpes de Estado, las matanzas y el crimen organizado en pandillas de narcotraficantes son cosa de todos los días, Timbuctú es un pueblo pobre y expuesto a las tolvaneras, donde se conservan la Mezquita principal y las ruinas de los palacios imperiales cuyos adobes se erosionan día con día ante el olvido y la incuria, mientras los propios habitantes ignoran que en el pasado aquella ciudad era considerada una de las más ricas del mundo, para ellos la realidad ha sido siempre la miseria y el abandono. Pero eso sí, los dictadorzuelos que, con la bendición del Qua D'Orsai, el Ministerio de Exteriores parisino, con frecuencia toman el poder en Bamako , la actual capital (abajo), una ciudad mugrienta y desordenada que fuera construida por los franceses, han soñado con delirios de grandeza en igualar o superar las hazañas de los emperadores del ayer.


Durante la pasada década, los gobernantes de Malí se lanzaron en una campaña por someter a los Tuareg y volverlos sedentarios dentro del esquema dogmático de Estado-Nación importado de Francia. Los nómadas empuñaron nuevamente las armas y se organizaron en un movimiento que exige el respeto y pleno reconocimiento a su forma de vida y por supuesto que invocaron a Allah y al Islam como soporte de su causa, aunque muchos dudan de que, como se alegó por el gobierno maliense, hayan obtenido desde u principio el respaldo de Al-Qaeda en el Magreb o el movimiento tuviera el carácter de fundamentalismo islámico, ciertamente, muchos miembros de esta división de la organización terrorista que fundara Osama Bin Laden son Tuareg y por ahí hay parentezcos, inevitables en las sociedades tribales, entre comandantes del grupo paramilitar y líderes del movimiento nómada. Si en un principio, ambos movimientos podían ser ajenos y hasta contrarios, hoy en día, el desnortado Presidente Francés Francoise Hollande puede que esté haciendo todo lo posible por unirlos y convertirlos en una fuerza formidable que represente un gran peligro para la precaria situación del Continente Negro y aún para el Mundo Mediterráneo, como lo atisba el columnista norteamericano Justin Raimondo.

Y es que hace un año, los Tuareg estaban derrotando al gobierno Maliense, el ejército regular, ante lo que veían era una pésima dirección del Presidente Amadou Toumani Touré, dio un golpe de Estado y estableció un régimen militar, con el apoyo y consentimeinto, por supuesto, del entonces mandatario galo: Nicolás Sarkozy, y es que Francia, pese a la independencia dada a sus colonias africanas, sigue interviniendo en la región y es quizá, el mayor factor externo que causa la inestabilidad en el continente, ¿porqué? Porque muchas empresas francesas, en esa unión corrupta de iniciativa privada y Estado que he descrito en el post anterior, explotan las riquezas petroleras, de oro, gas natural, sal gema, maderas y demás productos y materias primas que en el pasado eran la base de la riqueza de la corte timbucteña, en el caso de Malí, y que fueron la base para que Francia se convirtiese en un país desarrollado. Ya desde entonces, Sarkozy denunció la intervención de Al-Qaeda en el país africano y la necesidad de combatirlo. Así, financió a los generales malienses y esperó a que obtuviesen la victoria contra los molestos nómadas bereberes. Después de todo, Sarkozy fue el principal promotor de la Guerra Civil en Libia y sin duda el instigador de la muerte de Gaddaffi, también derribó un gobierno en Costa de Marfil para imponer "democráticamente" a un nuevo Presidente conveniente a sus intereses, por lo que muchos de los políticos franceses sonreían contentos, con crisis económica y todo, se da la apariencia de que estamos ante un "Tercer Imperio Francés" y una nueva generación de Bonapartes, (que solo tienen en común con el corso la baja estatura)...

Pero, no fue así, nuevamente, los Tuareg, apoyados por Al-Qaeda, ahora sí, se sobrepusieron a las ofensivas lanzadas por el régimen militar y empezaron a ganar terreno; ante esto, Hollande, necesitado de válvulas de escape ante la creciente tensión en el país, de la que hablaba en la anterior entrada, y necesitado de riquezas que permitan levantar algo la decaída economía que se aproxima a una fase crítica, ordenó la intervención directa en Malí, lo que ha hecho sonar las alarmas del otro lado del Atlántico, en el palacio presidencial blanco de la ciudad de Washington.

 No es la primera vez que Francia, dirigida por su orgullo que no le hace darse cuenta de su decadencia, mete en problemas a EUA, la Guerra de Vietnam comenzó por la terquedad de los franceses, maltrechos tras la Segunda Guerra Mundial y la ocupación nazi, de mantener a Indochina dentro de su imperio colonial, el resultado fue una aplastante y humillante derrota de los galos ante el General Vo Nguyen Giap y el líder Ho Chi Minh, quien si bien abanderaba el Marxismo, lo hacia con la intención de obtener los apoyos ruso y chino para una causa eminentemente nacionalista, los Franceses alertaron de la "amenaza comunista" a su aliado norteamericano y le enjaretaron el problema: el resultado, un sangriento armaggedón que dejó marcada a la sociedad estadounidense para siempre y la independencia de Vietnam que ahora es una economía emergente en Asia y que hasta ha tenido en años tasas de crecimiento más altas que China y la India, teniendo de Comunista solo el nombre.

El levantamiento en Libia contra la Dictadura de Gaddaffi, con quien EUA se había reconciliado y tras muchos esfuerzos y cinismo de perdonarle la voladura del avión de Panam en Lockerbie, Escocia en 1988, convertido en un aliado regional para contener el fundamentalismo islámico en el Norte de Africa, hizo que EUA viera desmoronarse su estrategia, tener que patrocinar las "Primaveras Arabes" queriendo ver en ellas la lucha por crear sistemas democráticos de corte occidental cuando, en realidad, es el triunfo de los radicales que, se suponía, eran los enemigos y tener que apoyar el movimiento en contra de Bashar el Assad en Siria, otro medio de contención del Islamismo en Medio Oriente y al que están, torpemente, socavando.

Ahora, la estupidez pasmosa de Hollande puede desembocar esto en un mayor fortalecimiento del radicalismo musulmán en el Norte de Africa y extenderlo al centro: ya hemos visto cómo han secuestrado a trabajadores occidentales y argelinos en un yacimiento petrolero precisamente en Argelia y es clara la alianza entre los Tuareg y los islamistas. ¿Qué sigue? ¿el despertar de movimientos radicales en todo el Magreb que se unan en apoyo a los ahora blanco de la aviación gala? ¿Atentados en Francia y Europa? ¿El envolvimiento de EUA y su economía que está al borde de terapia intensiva (con amenaza de quedar en suspensión de pagos) en un conflicto lejano y que a todas luces le es ajeno?

Hollande está muy lejos de fortalecer de alguna manera a su país con esto, por el contrario, está agravando la crisis política del mundo islámico y generando peligros para Occidente. Si a las amenazas contra el orden natural de la sociedad que representa el mandatario y la Izquierda francesa, como lo dije en el anterior post, se suma ahora que crea una crisis mundial y riesgos a la seguridad misma, no cabe duda que no quedaría otra opción para identitarios y todos aquellos que el domingo pasado se manifestaron contra el Presidente y toda la clase política francesa en general, -- el corrupto de Sarkozy y los supuestos Conservadores incluidos-- buscar la dimisión y el derribo de ese vividor que ocupa el Palacio del Elíseo y el cambio total de sistema político, es eso, o arriesgarse a un cataclismo al que al parecer, los están conduciendo.

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