En Geopolítica se conoce con el término "Estado-tapón" a los países, generalmente pequeños y de escasa influencia en el ámbito internacional, cuya función primordial es separar a dos grandes potencias que resultan ser vecinas, a fin de evitar el choque directo, en Asia, Nepal y Bhutan cumplen esa función respecto a la India y a China, que si no existieran compartirían una extensa frontera, y en América, Uruguay y Paraguay surgieron con toda la intención de servir de "zonas de buffer" o territorios neutrales entre Brasil y Argentina, la historia de Uruguay es clara a este respecto: la banda oriental del Río de la Plata era un territorio en disputa entre los imperios español y portugués y posteriormente habría servido al naciente pero potente y expansionista Imperio de Brasil para amenazar Buenos Aires, por lo que una solución fue darle la independencia a fin de que fuese un territorio neutral entre las potencias sudamericanas, volviendo a Asia, la razón por la que se mantiene el régimen comunista de Corea del Norte es la misma: China necesita de un "estado tapón" entre ella y Japón y también ante la floreciente Corea del Sur, y Japón necesita de lo mismo respecto a China y a Corea del Sur.
No siempre, sin embargo el Estado-tapón funciona, pues a veces puede ocurrir que el país ideado como zona neutral se sale de su papel y pretende ejercer poder por sí mismo aprovechando circunstancias favorables, como ocurrió con Paraguay en el siglo XIX, que empezó a tener un alto desarrollo económico tras las dictaduras del Dr. Francia y los López, lo que llevó a que Brasil y Argentina (contando con la ayuda de Uruguay) se lanzaran a la sangrienta Guerra de la Triple Alianza, que terminó con la completa destrucción de Paraguay en uno de los conflictos armados más crueles, feroces y devastadores de la Historia, aunque es poco recordado, o también, como es en el caso de Bélgica, sobre el que hablamos hoy, porque una de las potencias a las que se pretende frenar le viene valiendo la neutralidad del tapón y le pasa por encima para enfrentarse a su rival.
En el caso de Europa, Bélgica es el ejemplo más claro de lo que es un Estado-tapón, junto con la Polonia resucitada en el Tratado de Versalles en 1919 para que sirviese de tapón entre Rusia y Alemania, o toda la oleada de independencias respecto al gigante eslavo, Yugoslavia y Checoslovaquia en los noventa, que creó multitud de Estados-tapón respecto a Rusia y Europa Occidental. Sin embargo, Bélgica es el ejemplo más claro de un Estado creado artificialmente con el único objeto de evitar conflictos y separar dos potencias: Francia y Alemania.
La idea de Bélgica empezó a gestarse en el Congreso de Viena en 1815 tras la derrota de Napoleón, aunque su independencia y constitución como Estado independiente no se daría sino hasta 1830, pero para entender cuál es su papel, debemos irnos atrás en la Historia y comprender cómo surge el "problema belga".
Durante la Edad Media, lo que hoy son tanto Holanda como Bélgica y Luxemburgo constituían la región conocida como "Países Bajos" en general (nombre que actualmente es oficial de Holanda, la Holanda propiamente dicha es uno de ellos, junto con Zelandia, Frisia, Limburgo y por supuesto Flandes, Brabante y Wallonia, estas tres partes integrantes de la actual Bélgica, el nombre deviene de encontrarse a nivel del mar o incluso bajo ese nivel, producto de la laboriosidad de los habitantes, que desde el siglo XIII, con la llegada del molino de viento que accionaba bombas y obras hidráulicas, ganaron tierra al mar para aumentar la superficie cultivable y dónde asentar poblaciones.
Todas estas regiones eran parte integrante del Sacro Imperio Romano Germánico, (Alemania) sobre todo en la parte norte, asentándose gente de origen germano de cuyo dialecto alemán se derivó el Neerlandés, mientras que en los países del sur, la población era de origen latino, francófona y perteneciente al poderoso Ducado de Borgoña, que en los siglos XIV y XV se convirtió en el rival más temible de los reyes de Francia. Tras la victoria de los reyes de la dinastía de Valois en la Guerra de los Cien Años, la mayor parte del ducado pasó a manos de la monarquía gala, integrándose al naciente Estado-Nación Francés, mientras que la parte norte, correspondiente a la Bélgica actual, pasó por matrimonio entre la hija de Carlos el Temerario, último Duque, y Maximiliano I de Habsburgo, emperador alemán, a las posesiones de esta poderosa familia noble.
El problema belga iniciaría al morirel hijo de Maximiliano: Felipe I "el Hermoso", rey de Castilla por su matrimonio con Juana "La Loca" y pasar los Países Bajos enteros, tanto la parte norte, integrada al imperio alemán, como el sur perteneciente a Borgoña a manos de su hijo Carlos I, rey de España en 1516 y Emperador germano a partir de 1521, con el ordinal de Carlos V, con el que es más conocido. La irrupción de la Reforma Protestante serviría de combuistible para un naciente sentimiento de nacionalismo que llevaría al inicio de un larguísimo conflicto entre España y los holandeses que lucharon por su independencia durante 80 años con el apoyo de las potencias rivales, principalmente Francia, que además chocaba con los alemanes aliados de los ibéricos. Entre tanto, crecieron las diferencias entre los Holandeses que lograron su independencia en 1648 como fruto de la Guerra de los Treinta Años, de cultura germánica, calvinistas y puritanos en su mayoría, y los Belgas, latinizados, católicos y con una gran población francófona.
Con el cambio de dinastía reinante de los Habsburgo a los Borbón en España, ésta tuvo que ceder sus posesiones en Europa a fin de concluir con la Guerra de Sucesión, pasando los Países Bajos Españoles (Bélgica) a control austriaco, esto es, siguieron siendo dominio de la familia real austriaca, mas ya no del Imperio Español. Esta situación se mantuvo hasta que estalló la Revolución Francesa y vino Napoleón, así como se había dado el engrandecimiento de Prusia, por lo que los vencedores, en el Congreso de Viena en 1815, decidieron que el Reino de los Países Bajos contuviera tanto a la parte protestante (Holanda), como a la católica (Bélgica) a fin de evitar el choque directo entre lo que temían se convirtiera en una Alemania unida y fuerte y Francia, de la que se temían sus ambiciones imperiales, manifestadas tanto bajo el Rey Sol como bajo el Corso. Sin embargo, las rivalidades y diferencias marcadas entre católicos (bastante discriminados) y protestantes, llevaron a que surgiera un movimiento que buscó la separación del sur respecto a Holanda, lo que se consumó en 1830 con el apoyo de algunas potencias, por lo que se pactó que Bélgica no sería absorbida por Francia, ni Flandes se volvería parte de la Confederación Germánica, sino se haría un Estado Independiente al que se le dotó de un sistema democrático, parlamentario y constitucional, gracias a la influencia de masones y otros elementos liberales, coronándose a un príncipe alemán emparentado con los Orleans franceses, Leopoldo I de Sajonia-Coburgo (padre de nuestra desventurada e incomprendida Carlota) no como Rey de Bélgica, sino como Rey de los Belgas, en clara alusión a la idea de la soberanía popular... y quizá también a que Bélgica en modo alguno era algo natural y existente, se trataba en realidad de un Frankenstein político que sirvió de modelo 90 años después para construir otros como Yugoslavia o Checoslovaquia.
Las diferencias son enormes entre las dos grandes regiones: Flandes ha contado, por su parte, con una cultura urbana y muy rica, floreciente durante la Edad Media y el Renacimiento con ciudades como Amberes o Brujas, que fueron parte de la Liga Hanseática y desarrollaron una Economía industrial, principalmente en el ramo textil y también con una identidad de raíces germánicas muy propia, mientras que Wallonia, al sur, siempre ha sido más pobre, con una economía agrícola, ciudades más pequeñas y no ha sido culturalmente más que una extensión de Francia. Tras la Segunda Guerra Mundial se buscó establecer un sistema federal como garantía de igualdad y autonomía entre las dos zonas, y dotando al Rey de un papel neutro y arbitral como cabeza del Estado, ejercido responsablemente por quizá el último gran monarca europeo: Balduino I que contrastó enormemente con uno de sus antecesores, Leopoldo II, hombre corrupto (Bélgica conquistó al Congo, Leopoldo, como Jefe de Estado se otorgó a sí mismo la concesión para colonizarlo como particular, aunque por supuesto, invirtiendo dinero del erario para ello, generándole ganancias que no pasaron al Estado), racista y de crueldad inaudita que le enriqueció personalmente con la colonización de el Congo en el centro de Africa y la explotación del caucho.
Pero desde la muerte de Balduino en 1993 Bélgica ha caído en una crisis institucional cada vez más grave, en primer lugar, la tensión entre el conservadurismo (representado por el mencionado monarca, opositor valiente al aborto y demás medidas "progresistas") y la Izquierda ha fracturado a la sociedad: el Catolicismo, antes elemento unificador entre flamencos y valones, se ha debilitado debido, principalmente a una Jerarquía que asumió las posturas más radicales de la Teología de la Liberación (no en balde el Presidente Ecuatoriano Correa recibió su marxismo trasnochado y su posición antiglobalización mientras estudiaba el Doctorado en Economía por la Universidad Católica de Lovaina) y del progresismo, que le llevó a tolerar y aceptar desde la homosexualidad, aborto, eutanasia y la pederastria, lo que ha desembocado en un escándalo mayúsculo por la colusión habida entre autoridades eclesiásticas y civiles en el pasado reciente para ocultar este delito y hasta promover perversiones en el sistema educativo, con un clero además bastante rebelde respecto a la autoridad del Vaticano.
Pero lo más importante es la creciente tensión étnica entre flamencos de lengua holandesa y alemana y valones de lengua francesa y las diferencias económicas entre una región y otra, tras dos veces haber servido, en la Primera Guerra Mundial y en la Segunda, de paso de las tropas alemanas en contra de Francia, con el contraste entre el heroísmo del Rey Alberto I que defendió su país y la cobardía completa de su hijo Leopoldo III que se sometió a los Nazis, y finalmente, la conformación de la Unión Europea y la desaparición de la rivalidad entre Alemania y Francia, el papel de Bélgica como tapón ha dejado de tener razón de ser, por lo que su existencia resulta hoy en día innecesaria y de ahí brotan los deseos de independencia entre ambas regiones, la aparición de partidos políticos nacionalistas en ambas zonas y un sistema electoral a modo de los nacionalistas, que impide que los partidos valones sean votados en Flandes y viceversa, llevan a que el escenario de la ruptura se haga cada vez más probable.Solo la monarquía, ahora bajo el cetro del comparsa de las Izquierdas y débil Alberto II ha garantizado la continuación del país; de hecho, en los últimos 2 años Bélgica no ha podido conformar un gobierno estable dada la división marcada en el electorado que es a la vez, una división étnica.Recientemente, como han ido más flamencos a votar que valones, los nacionalistas flamencos ganaron y están por formar Gobierno, lo que se estima será el inicio de la partición del país.
La ruptura de Bélgica puede tener consecuencias graves en cuanto a propiciar la división de otros países multiétnicos como España, especialmente en el caso de Cataluña, donde la población en su mayoría es favorable a cierta autonomía lingüística y mantenimiento de su identidad cultural, mas no de una independencia que sólo favorecería a unos políticos que ya no desean ser cola de león, sino cabeza de ratón y hacerse con el control de la región como negocio privado, o del Reino Unido con Escocia, pese a que su identidad celta se ha diluído tras cuatro siglos de unión con los anglosajones de Inglaterra.El fantasma de las luchas interétnicas que hizo una espantosa y sangrienta aparición en los Balcanes hace ya casi 20 años amenaza, ahora, a una Europa Occidental deprimida y convulsa ante la crisis económica y social que la afecta.
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Sudáfrica:
Habrá nuevo campeón del mundo tras una Copa Mundial llena de sorpresas: los dos miembros del grupo de "campeones de siempre" como Uruguay y Alemania fueron eliminados en semifinales, y disputarán mañana el triste partido por el 3er lugar: que aporta medalla de bronce y 4 millones de dólares al vencedor, mientras que Holanda, que busca que la tercera sea la vencida, y España, con el mejor equipo de su historia, que empezó decepcionando ante Suiza pero ha ido a más, disputarán el campeonato, logrando la consagración de sus añejas e importantes tradiciones futbolísticas, el caso de Holanda es, por otro lado, significativo de la política antiinmigrante que está adoptando, pues por contraste a recientes encarnaciones de la "Naranja Mecánica", desde fines de los 80 en que primaron los inmigrantes o sus descendientes de color, generalmente procedentes de Surinam, antigua colonia llamada "Guyana Holandesa", y actual república sudamericana vecina de Brasil con la que Holanda tiene un acuerdo mediante el cual los surinameses tienen reconocida la nacionalidad holandesa y viceversa, el actual equipo muestra una mayoría abrumadora de elementos holandeses nativos, señal que han fomentado la formación de jugadores nacionales en detrimento de extranjeros y naturalizados, todo lo contrario a Francia o incluso a Alemania, a Italia y a Inglaterra.
Igualmente, España ha logrado llegar tan lejos porque aunque los extranjeros son piezas importantes en los grandes equipos de la liga ibérica, se ha incentivado la formación de una gran generación de jugadores locales que están en plano de igualdad con las estrellas foráneas... quizá los esquemas holandés y español deben ser seguidos por México si quiere tener futbolistas de alto nivel y dejar de traer a tanto extranjero segundón.
Por otro lado, es curioso, pero estos 4 equipos mejores del mundo todos son, en este año de los bicentenarios, parte también en un modo u otro, de la comunidad hispánica: Alemania y España compartieron un monarca: Carlos V, y Holanda y Uruguay fueron parte del Imperio Español... curioso, ¿no? Quizá no solamente la ironía de la Historia, sino también la suerte favorezca a España y sea campeón, aunque no he de ocultar que Holanda también me produce simpatía por la calidad de futbolistas que ha producido: Cryuff, Gullit, Neeskens, Van Basten, Rijkard, los gemelos de Boer, Koemann, Seedorf, Kluivert, Bergkampf y muchos más que estarán en espíritu en la cancha del Soccer City, como también lo estarán Butragueño, Sanchíz, Rafael Moreno "Pichichi", Hierro, Michel, Buyo, Zubizarreta, Raul González y demás.En definitiva, será un juego para la Historia y QUE GANE EL MEJOR!!
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