El título "Padre de la Patria" es de origen romano (Pater Patriae) y generalmente se concedía a líderes militares o políticos que habían logrado el triunfo como Dictadores o Cónsules contra un peligro amenazante para la República, y posteriormente algunos de los emperadores lo adoptaron entre sus muchos títulos; así, ostentaron este apelativo, entre muchos otros: Pompeyo, Julio César, Augusto, Claudio y Trajano, además de que a los Senadores se les aplicaba el título en cuanto a que provenían de las familias más antiguas de Roma y por tanto provenían de los fundadores de la ciudad, de ahí que a su clase social se les llamara: Patricios, esto es, "los padres".
El título vino a aplicarse a ciertos héroes de las luchas de independencia en América, al primero que se le aplicó fue a George Washington, en forma un tanto impropia, puesto que si bien el militar participó en la firma de la declaración de Independencia y posteriormente lideró al ejército insurgente contra las fuerzas británicas para después presidir el Congreso Constituyente y finalmente ser electo para ejercer el Poder Ejecutivo en el nuevo Estado, siempre fue, simplemente, el brazo ejecutor de los verdaderos ideólogos y cerebros del movimiento independentista, como fue, sobre todo, Thomas Jefferson, inspirador de la declaración de emancipación y de la carta constitucional, quien realmente concibió a la nación, junto con Madison, Hamilton y Jay que le darían otra de sus características fundamentales: el sistema federal. Aún así, Washington lideró al ejército rebelde, y si bien sus cualidades como estratega han sido exageradas por los gringos, pues contó con la inestimable (y estúpida y suicida) ayuda de España y Francia, deseosas de que su rival imperial perdiera sus colonias americanas, venció y consumó la independencia al recibir la rendición de Lord Cornuallis en Yorktown.
En México el problema de a quién aplicarle el apelativo, se complicó enormemente, la realidad es que no tuvimos, a diferencia de los gringos, un solo movimiento de independencia, sino varios, empezando por el intento que protagonizó el Ayuntamiento de la Ciudad de México en 1808, encabezado por el biennintencionado regidor Francisco Primo de Verdad y Ramos y el corrupto y ambicioso Virrey Juan José de Iturrugaray, que quisieron aprovechar la invasión napoleónica para proclamar la separación respecto al Imperio Español, para posteriormente seguir la rebelión de Hidalgo en 1810, posteriormente el movimiento de Morelos de 1811 a 1815, las rebeliones locales en la Isla de Mezcala o en el Bajío (esta última encabezada por Pedro Moreno) el fugaz intento revolucionario de Xavier Mina en 1817 y finalmente la consumación lograda por Iturbide y Guerrero en 1821... son en total 6 movimientos, y sin contar previamente el intento de resucitar la independencia maya de Jacinto Canek a fines del siglo XVIII y las rebeliones indígenas en Nayarit por esa misma época.
En puridad el título habría de corresponderle a Iturbide, después de todo, él logró la Independencia y estableció un proyecto de Nación delineado en el Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba, sin embargo, las cuestiones políticas lo impidieron: Iturbide era Conservador y Católico, monárquico además, y cuando empezó a establecerse la versión oficial de la Historia de México, tras el triunfo de la República con Juárez y sobre todo bajo Porfirio Díaz, era bastante incómodo hacerle el padre de la libertad mexicana, cuando el poder era ejercido por sus contrarios ideológicos, interesados además en mostrarse como los genuinos representantes de las aspiraciones del pueblo mexicano, y por tanto, fijar una relación de continuidad con la Independencia.
Entonces ¿a quién considerar como el máximo héroe de la gesta libertaria? Guerrero tuvo una participación marginal en la consumación de la independencia, y los intentos oficiales desde entonces por mostrarlo como el consumador simplemente no se sostienen y de ahí la poca atención que el 27 de septiembre y el fin de la lucha merecen, pues Iturbide está vedado y Guerrero evidentemente no fue el héroe de ese día. Mina era español, y aparte de que su movimiento apenas duró 6 meses, su intención no era tanto la independencia de México como organizar un movimiento contra el absolutismo e ingratitud de Fernando VII perturbando su principal fuente de recursos: la riqueza minera de Nueva España. Morelos, por su parte, si bien buscó la Independencia y era partidario de las ideas de Soberanía Popular y del Constitucionalismo, era también sumamente conservador y defensor de la Iglesia, además de que su hijo, Juan Nepomuceno Almonte (nacido al parecer, pese a lo que defiende la Historia Oficial, antes de que ingresase al Colegio de San Nicolás a estudiar para sacerdote) fue de los principales líderes del Partido Conservador y apoyo de Maximiliano.
Así que se fueron por el que inició el primer movimiento violento de gran alcance por la Independencia, esto es, el cura de Dolores Don Miguel Hidalgo, aunque había un problema: también era sacerdote como Morelos; sin embargo, se aprovecharían de varias cosas:
1.- Los españoles borraron muchos de los registros sobre Hidalgo, e incluso, destruyeron sus retratos, puesto que había logrado conectar con clases populares, así que trataron de impedir la difusión de un culto hacia su personalidad; los retratos clásicos de Don Miguel, como el que encabeza este post, fueron basados en un sobrino nieto suyo del que decían, se parecía mucho a él y hay descripciones que lo refieren como pelirrojo en su juventud y de ojos verdes, así como de dientes prominentes, incluso, hay una descripción que señala que tenía un colmillo desviado que siempre asomaba por entre los labios.
2.- La existencia, en los archivos de la Inquisición, de una investigación de la que fue objeto a inicios del siglo XIX, junto con su amigo (y después opositor), el futuro Obispo de Michoacán Manuel Abad y Queipo, por poseer libros prohibidos, escritos por los enciclopedistas franceses y por faltas a sus votos sacerdotales, en los que se señalaba su supuesta relación con mujeres, muchas de ellas, menores de edad (lo que en el Padre Maciel es un pecado horrendo, y lo es, para los Liberales decimonónicos y la Izquierda actual, en el caso de Hidalgo y de Roman Polansky sería una virtud o si mucho, una extravagancia disculpable) el procedimiento se sobreseyó, pues no se encontraron pruebas de ninguna de las acusaciones en contra de ambos clérigos.
3.- La Historia de México escrita por Carlos María de Bustamante, historiador aficionado, muy culto, pero favorable a los Liberales, por un lado y proclive a basarse más en anécdotas, chismes, leyendas urbanas y rurales y dichos populares que en fuentes confiables, gracias a él hay cuentitos con los que nos han calentado la cabeza desde niños como el del "Pípila" o el del "Niño Artillero" o el "Abrazo de Acatempan" que no sucedieron en la realidad, imposibles de ser corroborados y muy bonitos, eso sí.
Con base en ello, se creó la imagen de un sacerdote influido por la Ilustración francesa, rebelde contra la Jerarquía católica y el gobierno imperial español, libertino en lo moral y heterodoxo en lo religioso... en pocas palabras, un precursor de Benito Juárez y de Melchor Ocampo, incluso llegando a circular la versión de que era masón; sin embargo, varios historiadores cuestionan esto, pues el Hidalgo que así se presenta es una construcción casi mítica útil a un régimen político, como lo plantea Jaime del Arenal, y nos dan una lectura diferente del hombre:
Ciertamente, Don Miguel no era un cura de pueblo cualquiera pues había llegado a ser rector universitario, del Colegio de San Nicolás en Valladolid, hoy Morelia, Michoacán, pero su condición de criollo, al provenir de familias de estirpe española y aristocrática, hijo del administrador de la Hacienda de Corralejo: Cristobal Hidalgo y Costilla y la hija del dueño de dicho latifundio: Ana María Gallaga, quienes además eran descendientes o estaban emparentados con los fundadores de Valladolid, Michoacán, hoy Morelia, por lo que era de una familia de alta posición social; sin embargo, las políticas adoptadas por los Borbón, con su criterio francés centralista y tendiente al absolutismo, en vez del criterio universalista, descentralizado y plural que fue, hasta 1918 la política Habsburgo, llevaron a que los altos cargos administrativos y eclesiásticos en el Imperio Español les estuvieran vedados a los criollos o hijos de colonos europeos nacidos en América, por ello, y pese a su gran inteligencia, que le había valido a los 17 años ya impartir clases de Latín y el apodo de "el Zorro", y su extraordinaria carrera académica, al terminar en su cargo de Rector fue enviado como párroco a varios pueblos pequeños, como Colima (hoy ciudad capital de su estado), San Felipe Torresmochas y Dolores, ambas poblaciones en Guanajuato... sin duda, esto fue fuente de frustraciones.
Lejos de ser un cura politizado y desinteresado en su labor pastoral, existen evidencias de que Hidalgo siempre se desempeñó con un gran compromiso, siendo solicitado en muchas ocasiones para celebrar la Misa, como en la consagración del Templo de San Felipe Neri en Querétaro y siendo muy apreciado por la alta sociedad colonial, haciendo amigos tanto en la alta jerarquía eclesiástica como entre las autoridades españolas, como el Intendente de Guanajuato: Juan Antonio Riaño y por supuesto, los capitanes Allende, Aldama y Abasolo, así como los Corregidores de Querétaro: Miguel Domínguez y Josefa Ortiz. Culto y refinado, tuvo preocupaciones sociales basadas no en la Ilustración Francesa, sino en la Doctrina Social de la Iglesia aprendida con los Jesuitas, cuya expulsión también hubo de lamentar y causó en él, como en muchos otros en el Virreinato, una gran indignación, si hablaba francés fluidamente y representó al Tartufo de Moliére en su parroquia de Dolores no por criticar a la Iglesia, sino para prevenir a sus feligreses respecto a lo que es ser un falso creyente y un hipócrita. De igual forma, incentivó la realización de actividades económicas a fin de que las personas progresaran por sí mismas, como la elaboración de seda y de cerámica en Dolores.
Pero entonces ¿de dónde le vino lo rebelde? ¿buscó realmente la independencia?
El impulso a la Independencia, lo mismo que en EUA, no vino del surgimiento de una nueva identidad, misma que ciertamente se encontraba y se encuentra en formación, sino del pragmatismo de una elite de origen europeo que se veía excluida del poder, pese a poseer la riqueza del territorio, pero que tenía que someterse a las autoridades venidas de España y a las que tenían que pagar impuestos y diezmos, por supuesto, en un clérigo de vocación y talento como Hidalgo, el verse excluido de ser elegible para una mitra y conformarse con ser cura de pueblo debió influir en cuestionarse el dominio ibérico, como también la pésima administración que como hijo mayor tenía de la herencia paterna que lo llevó a endeudarse con el fisco imperial y a perder, mediante embargo, numerosas propiedades, sobre todo tras la reforma hacendaria que se hizo en 1804 por la administración de Manuel Godoy, el polémico primer ministro de Carlos IV en todo el Imperio Español, le generó, evidentemente, una gran animadversión por los españoles como a casi todos los criollos. Además es de recordar que los Borbón habían iniciado reformas económicas, como la supresión de encomiendas y puestos públicos hereditarios, concesiones, monopolios y privilegios que habían favorecido a los criollos como descendientes de conquistadores y primeros colonos, tendientes a la liberalización y poner fin al Mercantilismo.
En cuanto a los planes de Independencia, es muy probable que el plan original, mismo que se empezó a gestar en 1808 con la invasión napoleónica a la Península Ibérica y como el que se planteaba por los conjurados del Ayuntamiento de la Ciudad de México, no fuese muy diferente al finalmente esgrimido por Iturbide en Iguala: autonomía de la Nueva España, con su propio gobierno y Poder Legislativo, pero reconociendo en forma directa a Fernando VII como Rey, postulando un orden que protegiera o resucitara a los intereses y privilegios criollos dañados por las reformas borbónicas y que amenazaban con perderse con la adopción de un ideario liberal por los miembros de las Juntas de Gobierno en España que asumieron el mando ante la prisión del Rey en manos de Napoleón (Iturbide sería más liberal, pues reconocería a la Constitución de Cádiz en el Plan de Iguala).
Esa es la triste realidad: nuestros Insurgentes no buscaron, salvo Morelos, establecer un orden social más justo, sino perpetuar un orden --el que se estableció en la colonia bajo los Habsburgo, en los siglos XVI y XVII-- que se tambaleaba por la irrupción del liberalismo en Europa, en el que ellos eran los dueños del país, así que no cabe más que aplaudir a Riva Palacio, Bustamante, Chavero, José María Iglesias y Luis Pérez Verdía porque hicieron una manipulación histórica excelente para hacer creer que los Insurgentes, como Hidalgo, fueron liberales... bueno, la realidad es que ni Juárez ni los arriba citados lo fueron, ya hemos hablado que incluso los proyectos económicos y sociales de los "Conservadores" eran más avanzados que los de ellos, en parte fueron aplicados por Porfirio Díaz y de ahí el avance del país durante sus 30 años de gobierno.
Pero el proyecto, orquestado en la casa de los Corregidores queretanos en 1810 sin duda iba a ser en general muy similar a lo hecho por Iturbide en 1821, pues se contaba con la suma al mismo de muchos oficiales criollos del ejército español residente en el Virreinato, pero el tiempo se les vino encima con el descubrimiento de la conspiración de Querétaro.
En el próximo post, hablaremos acerca de lo que fue el movimiento de Hidalgo y su desastrozo final.
Ciertamente, Don Miguel no era un cura de pueblo cualquiera pues había llegado a ser rector universitario, del Colegio de San Nicolás en Valladolid, hoy Morelia, Michoacán, pero su condición de criollo, al provenir de familias de estirpe española y aristocrática, hijo del administrador de la Hacienda de Corralejo: Cristobal Hidalgo y Costilla y la hija del dueño de dicho latifundio: Ana María Gallaga, quienes además eran descendientes o estaban emparentados con los fundadores de Valladolid, Michoacán, hoy Morelia, por lo que era de una familia de alta posición social; sin embargo, las políticas adoptadas por los Borbón, con su criterio francés centralista y tendiente al absolutismo, en vez del criterio universalista, descentralizado y plural que fue, hasta 1918 la política Habsburgo, llevaron a que los altos cargos administrativos y eclesiásticos en el Imperio Español les estuvieran vedados a los criollos o hijos de colonos europeos nacidos en América, por ello, y pese a su gran inteligencia, que le había valido a los 17 años ya impartir clases de Latín y el apodo de "el Zorro", y su extraordinaria carrera académica, al terminar en su cargo de Rector fue enviado como párroco a varios pueblos pequeños, como Colima (hoy ciudad capital de su estado), San Felipe Torresmochas y Dolores, ambas poblaciones en Guanajuato... sin duda, esto fue fuente de frustraciones.
Lejos de ser un cura politizado y desinteresado en su labor pastoral, existen evidencias de que Hidalgo siempre se desempeñó con un gran compromiso, siendo solicitado en muchas ocasiones para celebrar la Misa, como en la consagración del Templo de San Felipe Neri en Querétaro y siendo muy apreciado por la alta sociedad colonial, haciendo amigos tanto en la alta jerarquía eclesiástica como entre las autoridades españolas, como el Intendente de Guanajuato: Juan Antonio Riaño y por supuesto, los capitanes Allende, Aldama y Abasolo, así como los Corregidores de Querétaro: Miguel Domínguez y Josefa Ortiz. Culto y refinado, tuvo preocupaciones sociales basadas no en la Ilustración Francesa, sino en la Doctrina Social de la Iglesia aprendida con los Jesuitas, cuya expulsión también hubo de lamentar y causó en él, como en muchos otros en el Virreinato, una gran indignación, si hablaba francés fluidamente y representó al Tartufo de Moliére en su parroquia de Dolores no por criticar a la Iglesia, sino para prevenir a sus feligreses respecto a lo que es ser un falso creyente y un hipócrita. De igual forma, incentivó la realización de actividades económicas a fin de que las personas progresaran por sí mismas, como la elaboración de seda y de cerámica en Dolores.
Pero entonces ¿de dónde le vino lo rebelde? ¿buscó realmente la independencia?
El impulso a la Independencia, lo mismo que en EUA, no vino del surgimiento de una nueva identidad, misma que ciertamente se encontraba y se encuentra en formación, sino del pragmatismo de una elite de origen europeo que se veía excluida del poder, pese a poseer la riqueza del territorio, pero que tenía que someterse a las autoridades venidas de España y a las que tenían que pagar impuestos y diezmos, por supuesto, en un clérigo de vocación y talento como Hidalgo, el verse excluido de ser elegible para una mitra y conformarse con ser cura de pueblo debió influir en cuestionarse el dominio ibérico, como también la pésima administración que como hijo mayor tenía de la herencia paterna que lo llevó a endeudarse con el fisco imperial y a perder, mediante embargo, numerosas propiedades, sobre todo tras la reforma hacendaria que se hizo en 1804 por la administración de Manuel Godoy, el polémico primer ministro de Carlos IV en todo el Imperio Español, le generó, evidentemente, una gran animadversión por los españoles como a casi todos los criollos. Además es de recordar que los Borbón habían iniciado reformas económicas, como la supresión de encomiendas y puestos públicos hereditarios, concesiones, monopolios y privilegios que habían favorecido a los criollos como descendientes de conquistadores y primeros colonos, tendientes a la liberalización y poner fin al Mercantilismo.
En cuanto a los planes de Independencia, es muy probable que el plan original, mismo que se empezó a gestar en 1808 con la invasión napoleónica a la Península Ibérica y como el que se planteaba por los conjurados del Ayuntamiento de la Ciudad de México, no fuese muy diferente al finalmente esgrimido por Iturbide en Iguala: autonomía de la Nueva España, con su propio gobierno y Poder Legislativo, pero reconociendo en forma directa a Fernando VII como Rey, postulando un orden que protegiera o resucitara a los intereses y privilegios criollos dañados por las reformas borbónicas y que amenazaban con perderse con la adopción de un ideario liberal por los miembros de las Juntas de Gobierno en España que asumieron el mando ante la prisión del Rey en manos de Napoleón (Iturbide sería más liberal, pues reconocería a la Constitución de Cádiz en el Plan de Iguala).
Esa es la triste realidad: nuestros Insurgentes no buscaron, salvo Morelos, establecer un orden social más justo, sino perpetuar un orden --el que se estableció en la colonia bajo los Habsburgo, en los siglos XVI y XVII-- que se tambaleaba por la irrupción del liberalismo en Europa, en el que ellos eran los dueños del país, así que no cabe más que aplaudir a Riva Palacio, Bustamante, Chavero, José María Iglesias y Luis Pérez Verdía porque hicieron una manipulación histórica excelente para hacer creer que los Insurgentes, como Hidalgo, fueron liberales... bueno, la realidad es que ni Juárez ni los arriba citados lo fueron, ya hemos hablado que incluso los proyectos económicos y sociales de los "Conservadores" eran más avanzados que los de ellos, en parte fueron aplicados por Porfirio Díaz y de ahí el avance del país durante sus 30 años de gobierno.
Pero el proyecto, orquestado en la casa de los Corregidores queretanos en 1810 sin duda iba a ser en general muy similar a lo hecho por Iturbide en 1821, pues se contaba con la suma al mismo de muchos oficiales criollos del ejército español residente en el Virreinato, pero el tiempo se les vino encima con el descubrimiento de la conspiración de Querétaro.
En el próximo post, hablaremos acerca de lo que fue el movimiento de Hidalgo y su desastrozo final.
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