Primero que nada, no voy a defender a Lucero Hogaza, conocida en las marquesinas únicamente con su nombre de pila, porque en sí misma ella siempre me ha parecido una más de las tantas prostitutas que el monopolio televisivo ha convertido en "estrellas" del espectáculo en México, se me hace una persona repugnante y vulgar, indigna y frívola, de lo que ha dado sobradas muestras públicas en ocasiones anteriores, lo que le ha llevado incluso, a perder el fervor de las masas ignorantes que constituyen el grueso del público de sus telenovelas, obras teatrales y que compra sus discos de insulsas e intrascendentes baladas; si antes, desde su adolescencia, era considerada como la representación misma de la ternura y de la belleza de la mujer mexicana, desde aquel incidente en que su guardaespaldas agredió a miembros de la prensa en forma injustificada y hasta los amenazó con un arma, para después justificarlo de forma prepotente y soberbia, la tipa se ha ido volviendo poco a poco la "villana" de la farándula cuartomundista con la que Televisa alimenta y destruye los cerebros de las audiencias mexicanas.
Lo que sí, me parece una exageración y una estupidez el linchamiento mediático que se hace de ella en las redes sociales por haber participado, junto a su actual amante, el empresario Michel Kuri, en la cacería de una cabra montés, porque de inmediato, resulta que la muerte de ese animal es un pecado y un crimen más grave que si hubiésen participado en el asesinato, se me ocurre, del cantante Manuel Mijares, ex esposo y ex amigo respectivamente de la pareja fotografiada junto a la presa. Algo similar ocurrió hace como un año, cuando el Rey Juan Carlos I de España fue descubierto, tras sufrir un accidente, cazando elefantes en Africa con su amante; ahí lo reprobable no fue que el monarca rehuyera sus responsabilidades como Jefe de Estado en el momento más álgido de la crisis económica en el país europeo, ni que abiertamente quedara al descubierto el humillante trato que le da a la Reina Sofía y sus vergonzosas infidelidades conyugales entre todos los demás hechos que muestran la enorme corrupción de los Borbón españoles, sino que cazara paquidermos, cuando en países como Uganda o Tanzania, de no permitirse la caza del Loxodonta Africana, éste destruiría no solo cultivos, sino deforestaría inmensos ecosistemas ante el enorme número de individuos que conforman sus manadas sin tener depredadores suficientes, a no ser los hombres, que controlen su población.
En contraste, tenemos el caso de la también cantante mexicana Gloria Trevi, quien hace algunos años fue perseguida por la Justicia ante su implicación en una terrible trama de trata de blancas y abusos sexuales, así como el asesinato de su pequeña hija en Brasil presuntamente en prácticas de satanismo u ocultismo, junto a su entonces pareja, el compositor Sergio Andrade, (quien también estuvo presente en los inicios de Lucero en los años 80) siendo que al final y tras un enorme escándalo mediático, la pareja fue exonerada pese a las pruebas evidentes y hasta públicas de sus delitos y la mujer reinició su carrera, gozando hasta el día de hoy de una inmerecida imagen de víctima incomprendida y perseguida y de popularidad, llenando conciertos y vendiendo discos entre la misma plebe que sigue a Lucero.
Pero esto es solo parte de una tendencia, preocupante, creo yo, que se da en todo el mundo y está creciendo: poco a poco se habla de los "derechos de los animales" basándose en que estos son seres animados y sensibles, lo cual es aberrante: la juridicidad la proporciona que la persona se encuentra dotada de razón y voluntad, lo que le hace ser susceptible de contraer obligaciones y por tanto, gozar derechos, pues ambas cosas son correspondientes. Hasta el día de hoy, resulta imposible que una orca celebre un contrato para presentar espectáculos con Sea World u otro acuario, y se han dado casos en que no respeta la integridad física o la vida del entrenador, ni tampoco se puede celebrar un contrato con un perro doberman para que cumpla labores de vigilancia a cambio de un salario consistente en chuletas y otras prestaciones como alojamiento en una perrera adecuada.
Lo que ocurre es un abandono cada vez mayor del uso de la razón y un cada vez mayor uso del sentimentalismo: ahora hasta se habla de la injusticia de montar a caballo o de las carretas arrastradas por animales, ambas cuestiones que tuvieron que ver con el desarrollo tecnológico primitivo que, a la larga, desembocó en las redes sociales por las cuales se difunden ideas e imágenes como los perros que salvan niños, los gatitos tiernos en el piano, la mamá cerda amamantando un cachorro de león y cosas similares, que tienden a incidir en la sensibilidad de las personas, de igual manera, la influencia cultural anglosajona y por ende de su mentalidad jurídica: casuística y primitiva, incapaz de elaborar teorías generales y sin nexos con la Filosofía y la Moral, ha llevado a esto, como también una tendencia quizá heredada lejanamente desde los Celtas y otros pueblos primitivos de la Europa Germánica que encontraban o pretendían encontrar rasgos humanoides en los animales, como ha pasado con gran parte de los personajes de dibujos animados norteamericanos desde Walt Disney y Tex Avery, o aún antes, en los tenebrosos cuentos de los hermanos Grimm. Entre tanto, crece el olvido hacia la dignidad de la persona y un desprecio cada vez mayor hacia la vida humana.
Hoy en día, la gente se preocupa más por los perros callejeros que por los indigentes, se escandaliza por la muerte de un elefante pero en el aborto ve un simple procedimiento clínico, exige la prohibición de los circos con espectáculos de animales pero disfruta las sangrientas y crueles luchas de artes marciales mixtas en jaula y cosas similares. Pide hasta el cese de la compraventa de animales a favor de la "adopción" de cachorros, mientras el secuestro y la trata de personas para el comercio sexual crece, la gente desea "adoptar" un perro, lo miman y lo cuida, mientras los hijos son "no deseados" o son maltratados o se tiene una irresponsabilidad hacia ellos, y lo mayor es que las personas aceptan humillarse ante un perro limpiándole sus heces fecales y dejándose arrastrar por ellos (cuando los sacan a pasear) mientras rechazan la perspectiva de calentar biberones y cambiar pañales de un niño.
¿Porqué pasa esto? Bueno, la clave nos la da Diógenes uno de los más representativos de la escuela de los filósofos cínicos (del griego kynis o "perro") que hace 2,300 años en una época similar de decadencia, en aquel tiempo de la Civilización Griega, decía: "entre más conozco a los hombres, más quiero a mi perro", Diógenes tenía una pésima idea del ser humano y esa es la que exactamente se tiene hoy en día, y me atrevería a decir que el ser humano nunca se ha odiado tanto a sí mismo ni ha tenido una peor idea de sí mismo que ahora, eso explica el porqué hoy en día se han extendido las adicciones que no son más que conductas autodestructivas de las personas que se detestan a sí mismas y detestan su realidad. No es para menos, el egoísmo, las envidias y el frenético modo de vida actual han hecho crecer la desconfianza mutua entre las personas, y lo hecho en el siglo XX con las dos guerras mundiales, la bomba atómica, Corea, Vietnam, las ideologías genocidas como el Comunismo y el Nazismo, las crisis económicas, todo eso parece llevarnos a ver que el ser humano es pura maldad, y no es así, el ser humano, tiene también un gran potencial para el bien, para lograr la belleza y para el amor que no lo tiene ningún otro ser. El perro, como lo dice el propio César Millán, el famoso Encantador de Perros, no demuestra en realidad afecto o amor hacia el dueño, sino la lealtad instintiva hacia el que considera "lider de la manada", la gente, sin embargo, no lo entiende así porque se va por el sentimiento.
El ser humano, al menos en el mundo occidental, se ha olvidado de su dignidad y se ha olvidado de sus fundamentos espirituales en el Cristianismo, no en balde, parece que regresamos al paganismo y por ello vemos proliferar tatuajes, escarificaciones y piercings a la manera de Celtas, Mayas o tribus africanas de la antigüedad. Estamos caminando por la misma senda que los antiguos hindúes tras las invasiones arias o germánicas en que crearon un sistema social: las castas, diseñado para mantener humillado a aquellos que, descendientes de los pueblos nativos del subcontinente indio, los Drávidas, se les hizo creer que eran basura, lo más bajo que hasta eran intocables por impuros, y se les impuso que los animales, divinizados, valían más que ellos, se les impuso una dieta vegetariana para mantenerlos malnutridos y hasta el día de hoy, la situación de los animales en libertad por las ciudades, --no solo las vacas-- genera gravísimos problemas de salud pública. Los hindúes poco a poco despiertan de esos atavismos milenarios, como es ahora ante las oleadas de violaciones masivas que enlazan con la hipersexualización ancestral también derivada del Brahamanismo, y buscan un cambio hacia una sociedad racional. Nosotros, en cambio, vamos a la inversa.
¿Hacia dónde vamos? A veces creo que llegaremos a lo mismo que la India y se prohibirá el comer carne y productos de origen animal --las plantas no se salvan, a pesar de que están tan vivas como los animales y hay animales tan sésiles como las plantas, como es el caso de corales, hidras o esponjas-- mientras se mantiene al ser humano degradado con las drogas, desnutrido por el veganismo y enajenado por espectáculos idiotas, sometidos con un pesimismo antropológico y una concepción de sí mismos pesimista y humillante, mientras las élites, como los brahamanes, se dan la gran vida.
Aclaro que no estoy a favor de la crueldad con los animales --que la más de las veces es preludio de la crueldad hacia los hombres-- y sé que hay circos en que tienen en pésimas condiciones a los animales, soy antitaurino porque creo que es un espectáculo primitivo el divertirse con la muerte de un animal y la posible muerte de ese gladidador llamado torero, aunque una columna de Luis González de Alba da que pensar: si se prohiben las corridas, el Toro de Lidia, descendiente directo del poderoso Uro, hoy extinto, también desaparecería. El ser humano tiene un deber de buen trato sobre la Naturaleza y los demás seres, mas eso no implica derechos para ellos que jamás pueden adquirir.
Pero en fin, mientras Rusos, Islámicos y Chinos se fortalecen, nuestro mundo occidental está perdido en discusiones bizantinas sobre la homosexualidad, los "derechos" de los animales y se deshumaniza poco a poco.
Definitivamente, tengo pocas razones para ser optimista para el futuro...
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¿Y a quién escogieron como anti-Lucero y defensora de los animales? ¡A otra de su calaña: Kate del Castillo! No es de extrañarse, dicha actriz tuvo relevancia hace como un año con declaraciones realmente bestiales que muestran su inhumanidad...
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