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8 de enero de 2014

EL EJERCITO MEXICANO ¿PORQUE EL CENTENARIO EN EL AÑO 2013?


El otro día, un amigo mostraba en el Facebook la confusión que se ha dado entre mucha gente respecto a que este año que terminó se celebró el centenario del Ejército Mexicano, al preguntarse si el ejército fue fundado en 1913, a qué milicia pertenecieron entonces personajes como el General Ignacio Zaragoza, o también podríamos añadir a los Generales Porfirio Díaz, Antonio López de Santa Anna o Ramón Corona, si el ejército no existía antes. Bueno, aquí vamos a hacer un repaso a la Historia y entender porqué se celebran 100 años de haberse fundado nuestro actual instituto armado de fuerzas terrestres, puesto que la Fuerza Aérea fue fundada antes, en 1911 por Madero, quien abrió la primera escuela militar de aviación, dándose en México, además, el primer combate aeronaval de la Historia en 1913, entre un avión tripulado por partidarios de Villa, y el crucero Topolobampo, de la marina leal a Victoriano Huerta, en cuanto a la Armada de México, precisamente la misma nació en 1824 con una acción victoriosa como fue el asedio y toma del Fuerte de San Juan de Ulúa en Veracruz, última base militar española en nuestro territorio, por el Capitán de Fragata, ascendido a Almirante, Pedro Sáenz de Baranda.

¿Pero porqué el ejército hasta 1913? Bueno, la Historia es algo complicada, y tiene que ver con la sucesión de diferentes organizaciones militares que han sido encargadas de la defensa del Estado Mexicano; pero digamos que lo mismo ha ocurrido en otros casos: Rusia, por ejemplo, ha contado a lo largo de su Historia con diferentes cuerpos armados, así, no es lo mismo la milicia de corte medieval y feudal con equipamiento, estrategias y tácticas tomadas de los escandinavos, mongoles y romano-orientales con la que contaron los Grandes Príncipes de la Rus de Kiev o Nóvgorod como Alejandro Nevski, al ejército que constituyó Iván IV "el Terrible" en el Siglo XVI, que perdió su carácter feudal para estar bajo control directo del Zar, era el ejército de los Strelsy, que además contó con armas de fuego por primera vez, ejército que fue suprimido a inicios del siglo XVIII por Pedro el Grande, que basándose en el modelo prusiano creó al Ejército Imperial Ruso, que subsistió hasta 1918 en que fue disuelto y reorganizado --brillantemente, hay que reconocerlo-- por León Trotsky como el "Ejército Rojo de Campesinos y Soldados" que se mantuvo hasta 1946 en que fue sustituido por el "Ejército Soviético", hasta 1992, en que aparecieron las actuales "Fuerzas Terrestres de la Federación Rusa", a pesar de los cambios de nombre y de sistema político, desde el siglo XVIII a la actualidad se ha mantenido el mismo esquema de uniformidad del ejército en Rusia: verde olivo con vueltas y cuello en rojo y botones, entorchados y galones dorados, y hasta el apelativo de "Rojo", pues lo mismo que en el caso de la plaza principal de Moscú, en  ruso kraznoy significa tanto "rojo" como "hermoso".

O tenemos el caso de Alemania, en el que, en 1870, con la unificación bajo la égida prusiana se creó el Deutsches Heer "Ejército Alemán", que subsistió hasta la caída de Guillermo II con la derrota en la Primera Guerra Mundial, para ser sustituido por un cuerpo debilitado y reducido durante los convulsos años de la República de Weimar llamado Reichswher o "Guardia Imperial" (entendiendo Imperio por el Estado federal germano) hasta 1935, en que Hitler estableció a la Wermacht, "Fuerza de Defensa" que fue disuelto tras la derrota en la Segunda Guerra Mundial, hacia junio de 1945 por las potencias aliadas; Alemania Occidental no volvería a contar con un ejército sino hasta 1950, el actual Bundeswher "Guardia Federal", mientras que el ejército de la Alemania comunista, el Nationale Volksarmee "Armada Nacional Popular"existió de 1951 a octubre de 1990.

En el caso mexicano ha sido similar, veamos cada uno de los institutos armados con los que ha contado nuestro país:

1.- El Ejército Real de la Nueva España (1760-1821):

 La primera fuerza armada netamente mexicana, profesional y permanente fue el Ejército Real de la Nueva España, --conocido durante la Guerra de Independencia como los Realistas,-- constituido a partir de 1760 por el Virrey Marqués de Cruillas, de acuerdo con el plan de las Reformas Borbónicas y ante las rivalidades entre España, Francia e Inglaterra, que habían brincado de combatirse en Europa al Nuevo Mundo como fue en la Guerra de los 7 Años o en la Guerra de la Oreja de Jenkins, hasta entonces, sólo existían fuerzas permanentes en los puertos y los presidios o fuertes diseminados en la frontera del norte, el actual Oeste estadounidense, para la lucha contra los "chichimecas" o "pieles rojas", además de una milicia urbana que prestaba servicio como guardia personal del Virrey: los Alabarderos del Virrey, precisamente, lo demás, o eran tropas que iban y venían de Europa o se armaban milicias voluntarias, salvo algunos cuerpos policiacos como la Santa Hermandad o la Acordada, que tenían más permanencia.

Hacia 1760, con la llegada de dos regimientos españoles de infantería: El de Infantería Real de América y el de Voluntarios Catalanes, y uno de caballería, el Regimiento de la Reina, se empezó a estructurar un ejército al que se dotó de uniformidad y se aplicó la ordenanza de Carlos III, las tropas vestían igual que las peninsulares, con uniforme azul y vueltas y cuello rojos, salvo las tropas de los trópicos que usaban uniforme blanco con vivos en azul o verde; muchos de los cuerpos se levantaron con financiamiento de gremios de comerciantes e industriales, y algunos se clasificaron por la procedencia étnica de sus soldados, todos sin embargo, hombres libres --la esclavitud, en realidad, en la Nueva España, no era tan importante ni había una población servil grande-- y así había batallones de "morenos", "negros" y "blancos".



En general, se adoptó la organización regimental tomada por los Borbón de Francia, plasmada en la Ordenanza de Carlos III, y aunque no fue nunca una fuerza muy numerosa: nunca llegó a exceder más de 50,000 hombres (durante la Guerra de Independencia, que alcanzó su máximo, anteriormente había sido de 20,000)  repartidos en el inmenso territorio del Virreinato aunque concentrada en el centro del mismo, lo que equivalía a un corps d'armee de las fuerzas napoleónicas únicamente, era sin embargo una fuerza bastante bien entrenada y equipada, con gran potencia de combate, tal y como se demostró en los ejercicios militares desarrollados en el Cantón de Jalapa en 1808, donde se reunió el grueso de las fuerzas virreinales ante la probable invasión napoleónica y así lo atestiguarían los Insurgentes de Hidalgo en 1810, sobre todo en batallas como el Puente de Calderón y Aculco, contando además con mandos capaces españoles, destacando, sobre todo, jefes como el General de Brigada Félix María Calleja del Rey, después Virrey y artífice de las derrotas de Hidalgo y Morelos, el General de Brigada e Intendente de Nueva Galicia José de la Cruz o el comandante de caballería General Manuel de Flón, Conde de la Cadena y el General Manuel de la Concha. Dentro de este ejército se formaron oficiales criollos en la época de la Independencia, sin embargo, ninguno llegó a General, el máximo rango ostentado por un nativo de la Nueva España en dicha contienda lo obtuvo Iturbide, que fue ascendido a Coronel tras la derrota de Morelos; sin embargo, este ejército carecía de una verdadera formación profesional, no había una academia de oficiales permanente ni una formación en el mando, como lo entendió el General español Pedro García Conde y el propio Calleja, que habían sido profesores en España.

Pero además de que, sobre todo en el transcurso de la Guerra de Independencia se dio la formación de oficiales y jefes improvisados tanto en el bando virreinal como en el rebelde, el Ejército Real de la Nueva España arrastraba la tara de tener una concepción puramente defensiva; había sido creado para repeler ataques de los británicos, pero no para atacar las posesiones inglesas en el continente, y durante la intervención en la Independencia de EUA, con el Conde de Galvez, no se actuó con las tropas novohispanas, sino con tropas de la metrópoli partiendo de Cuba. De igual forma, se le contempló para contener y derrotar rebeliones internas, cosa que hizo efectivamente contra la rebelión maya de Jacinto Canek y posteriormente contra Hidalgo, Morelos y Mina; sin embargo, estas limitaciones las heredaría a su sucesor.

2.- El Ejército Trigarante (1821-1853):

Con el Plan de Iguala, se formaba un ejército destinddo  a defender la independencia del recién nacido Estado Mexicano: el Ejército de las Tres Garantías (Religión Catolica-Independencia Nacional-Unión de todas las etnias que conformaban al pueblo mexicano) en su mayor parte se conformó con las fuerzas realistas que apoyaron a Iturbide y llevaron al logro de la independencia mexicana, y en ello entraban tanto oficiales y soldados mexicanos como europeos, a los que Iturbide agregó a las fuerzas insurgentes que aún combatían, escondidos y en forma muy precaria en el sur, bajo las órdenes de Vicente Guerrero.

Pero además, Iturbide reconoció los rangos de generales y oficiales del bando rebelde que, por supuesto, no habían tenido formación profesional militar alguna: de súbito, Guerrero, Nicolás Bravo, Guadalupe Victoria, Juan Alvarez, Ignacio López Rayón y otros, se convirtieron en generales de división, máximo rango que se fijó para la jerarquía militar mexicana, abandonando la compleja jerarquía española, misma que se había basado en la francesa con la introducción de las reformas borbónicas en el siglo XVIII, así, un rango inferior al de General: Teniente General, desapareció, así como los superiores a General de División: Capitán General, Mayor General y Mariscal de Campo.

De igual manera, y ante la partida de la mayoría de los Generales Españoles que militaban en las armas del Rey, quedando sólo algunos como José Antonio Echávarri, García Conde y Pedro Celestino Negrete, Iturbide convirtió en también Generales de División  y de Brigada a muchos oficiales criollos de la noche a la mañana: el hasta entonces Capitán Antonio López de Santa Anna, el médico militar Anastasio Bustamante, Manuel Gómez Pedraza, Luis Quintanar, etc.

Ante esta situación, se sembraron las bases para que el ejército se convirtiera en la principal fuente de problemas, al conceder mando militar a jefes de dos bandos que habían estado enfrentados y que muy poca estima debían de tener entre sí, pero además, sobrepobló al instituto armado de Generales, jefes y oficiales, con sueldos muy elevados, aparte de que al admitir en la milicia tanto a antiguos soldados realistas como insurgentes, el ejército se convirtió en algo enorme para la debilitada economía del recién independizado Imperio: de los 20,000 hombres con los que hacia 1820 contaba el Ejército Real de la Nueva España, ahora se trataba de unos 80,000 efectivos.

Al proclamarse la República y caer el Emperador, no se buscó modificar esto, sino que se mantuvo, el ejército, lejos de ser un instrumento para la defensa del país contra amenazas exteriores, se convirtió en el principal medio para hacer política en el país; Además, lejos de ser una fuerza permanente, entrenada y profesional como se había concebido en el siglo XVIII siguiendo el modelo europeo de "Ejército Regular" y el reclutamiento o servicio militar ciudadano en caso de emergencia nacional, se creó una infame manera de enlistar voluntarios: la leva o reclutamiento forzoso, con la que los generales que armaban un golpe de estado o un motín enrolaban en su división o regimiento o facción a más gente y la incorporaban después, como premio, al ejército, para que recibiesen sueldos seguros. Además de esto, en el sistema federal adoptado, varios estados, como Zacatecas, formaron ejércitos propios muy potentes que les permitía desafiar al poder del Gobierno Federal, y luchar por los intereses de los Gobernadores convertidos en poderosos caciques regionales.

Pero la figura central de este periodo de las fuerzas armadas mexicanas fue Antonio López de Santa Anna, quien dio sentido al caótico periodo de 1824-1853, y quien realmente gobernó el país tras bambalinas y 11 veces como presidente actuante, soñándose una especie de "Napoleón criollo", Santa Anna hizo que el ejército adoptase uniformes y apariencia tomadas del ejército francés napoleónico, con extravagantes cuerpos como los húsares de la Guardia Presidencial y los Coraceros de Tulancingo poco eficaces en el clima y la geografía mexicanas. Sin embargo, todo este ejército que daba lustre en los desfiles demostró no servir para nada: con un presupuesto que se iba en sueldos, sobre todo para la masa de oficiales, jefes y generales que era inmensa, con armamento viejo, nulo entrenamiento y lealtad al Jefe antes que a la Patria, el ejército mexicano fue vergonzosamente derrotado por los rebeldes anglosajones texanos en 1836, a duras penas pudo contener la primera invasión francesa, la "Guerra de los Pasteles" en 1838 y fue prácticamente barrido por los norteamericanos en la Guerra de 1846-1848. El propio Santa Anna lo reconocía: él y todos los Generales Mexicanos "no llegaban a cabos", aún así, su única verdadera y gran victoria fue la Batalla de Tampico, en 1829, en que se derrotó un intento de reconquista español encabezado por el oscuro General Brigadier Isidro Barradas, en la que Santa Anna aprovechó al clima y la espantosa situación sanitaria en la que se encontraba la costa del Golfo para debilitar a los hispanos.

Sin capacidad ofensiva, sin entrenamiento ni jefes capaces que además estaban enfrentados entre sí, siendo un instrumento de facciones políticas e intereses mezquinos, el ejército trigarante fue un fracaso absoluto como defensor de la Nación.

En 1824 sin embargo, se había creado el Colegio Militar, que sirvió de base para el sugimiento de la generación más brillante de jefes militares en México, desgraciadamente enfrentados entre ellos:

3.- Los Ejércitos Conservador y Liberal (1853-1867):



Con la Revolución de Ayutla, iniciada por los Generales de División Juan Alvarez y de Brigada Ignacio Comonfort en contra del último mandato de Santa Anna en 1853, debido a que éste planteaba reorganizar el país en forma centralizada, y a Alvarez aquello no le convenía, dado que el estado de Guerrero, creado exprofeso para él, su primer gobernador, era su cacicazgo feudal personal, una gran parte del ejército se puso de parte de ellos, miembros del Partido Liberal y la Logia Masónica Yorkina, mientras que otra parte del ejército, se mantuvo fiel al Dictador hasta que éste decidió dimitir y exiliarse.

El régimen liberal, heredó los restos del Ejército Trigarante y con sus fuerzas triunfantes "surgidas de las masas populares" --en realidad levadas y llevadas al combate por fuerza o con la promesa de botín-- y aunque disolvió al primero, retuvo a muchos de los Jefes, que eran conservadores pero no habían ni levantado un dedo para salvar a Santa Anna, éste, había regresado al Gobierno tras ser llamado por Conservadores y Liberales ante el débil gobierno del Moderado Mariano Arista, ante las medidas del mandato con plenos poderes del General, dejaron de apoyarlo.

Sin embargo, cuando del Régimen Liberal surgió la Constitución de 1857 anticlerical, contraria a los derechos de las comunidades rurales e indígenas, los Conservadores se alzaron contra lo que era en realidad, una imposición por parte de una facción minoritaria apoyada por los intereses de EUA, y así lo vio incluso el Presidente Comonfort, quien, sin embargo, renunció ante lo que decía no era una constitución, sino una receta para el caos y la ingobernabilidad, la división entre Conservadores y Liberales se hizo patente, los primeros, dueños de la capital, se hicieron con el poder, nombrando como Presidente al General de División Félix Zuloaga y después al joven General Miguel Miramón.

En el bando Conservador, el mando político y militar quedó en las mismas manos, tras el fallecimiento de su líder ideológico: Don Lucas Alamán en 1852, este mando era una camada de jóvenes jefes militares, todos ellos de carrera y egresados del Colegio Militar, como Miramón, Zuloaga, Leonardo Márquez y otros, en el caso de los Liberales, el mando político estaba compuesto por una camada de viejos intelectuales y masones aristócratas como Juárez, Ocampo, los hermanos Lerdo de Tejada, Guillermo Prieto o Ignacio Ramírez, sostenidos por una camada igual de jóvenes militares, algunos de formación profesional, otros improvisados pero que contaron con un inusual talento para las armas: Porfirio Díaz, Ramón Corona, Mariano Escobedo, Jesús González Ortega, Vicente Riva Palacio, Antonio Rosales o Leandro Valle, así como el peor comandante militar de la Historia de México y quizá del mundo: Santos Degollado.

El ejército de los conservadores estaba conformado por la mayor parte del Ejército regular y tenía mejor entrenamiento y un mando más capaz: Miguel Miramón ha sido considerado el mejor comandante mexicano que ha existido, siendo un magnífico táctico de la Guerra de movimiento, usando ataques relámpago con la caballería y un manejo de la infantería en contragolpes, tal y como lo demostró en su última victoria en la Batalla del Cimatario en Querétaro, contrario por lo seguido por los militares mexicanos anteriores, con una visión estática y defensiva adquirida del Ejército Virreinal; en el bando Liberal, hubo jefes similares, fundamentalmente Díaz, Corona y Escobedo. Al final, los Liberales vencerían en la Guerra de Reforma en 1860 con la toma de la Ciudad de México; el bando Conservador continuó vivo y atrajo al Imperio de Maximiliano con el apoyo de la Francia de Napoleón III, después vendría la derrota absoluta del bando Conservador y, con el Ejército Liberal triunfante, gracias sobre todo a los fondos monetarios y al armamento proporcionado por Estados Unidos, se inició la construcción de un nuevo ejército nacional.

En la foto de arriba se ve a un soldado conservador-imperial con su esposa, abajo, una foto del pelotón de fusilamiento de Maximiliano en 1867 y puede verse la diferencia de los uniformes de ambos bandos, los Conservadores usaban vueltas y cuello verdes o amarillos y por eso les decían la "chinaca verde" los liberales mantuvieron el esquema azul con vueltas y cuello rojos, aparte de cuerpos de caballería vestidos como los soldados de Garibaldi en Italia con camisas rojas, por lo que les llamaban la "chinaca roja". En el extremo derecho, el entonces jovencísimo sargento Aureliano Blanquet que comandó el pelotón, que 46 años después, como General de División y a cargo de la Guardia del Palacio Nacional, traicionaría y haría cautivo al Presidente Francisco I. Madero, para después ser quien directamente dio la orden de matarlo al policía rural Francisco Cárdenas:



4.- El Ejército Federal (1867-1914):

Tras la victoria, Juárez constituyó un nuevo cuerpo armado, al que se denominó "Ejército Federal Mexicano", licenció a la mayoría de las tropas por lo incosteable de su sostenimiento y lo organizó con un sentido geográfico, por Ejércitos y estos a su vez en Cuerpos y Divisiones, es decir, adoptando un esquema francés heredado de Napoleón: el Ejército del Norte a cargo de Escobedo, el de Oriente, a cargo de Díaz, el de Occidente bajo el mando de Corona, y el del Centro a cargo de Miguel Negrete.

Sin embargo, el ejército siguió siendo causa de disturbios e inestabilidad, debido a la persistente sobrepoblación de Generales que además tenían presencia y poder regional como Jerónimo Treviño en Nuevo León o Manuel González en Tamaulipas y Ramón Corona en Jalisco, y no sería organizado debidamente sino hasta la llegada al poder de Porfirio Díaz en 1876 tras la rebelión del Plan de Tuxtepec con la que derrocó al sucesor de Juárez: Sebastián Lerdo de Tejada.

Díaz construyó, por primera vez, un ejército profesional y tecnificado, que fue el sostén de su régimen de 33 años e instrumento para la pacificación del país, pues también fue el primero que se mantuvo no como la constante amenaza al Gobierno constituido, sino sometido a éste.


El ejército contó con mandos capaces preparados académicamente: Bernardo Reyes, Manuel Mondragón, Victoriano Huerta, Felipe Angeles entre otros, que incluso tuvieron estudios en Europa, principalmente en Francia y Alemania y adoptaron las técnicas bélicas para la guerra industrial; sin embargo, este ejército, en el que por primera vez se adoptó una doctrina y un poderío ofensivo, --se cree que Díaz llegó a plantear invadir y anexarse Guatemala-- se encontró con limitantes: sus altos mandos, como el propio Díaz, eran veteranos de las Guerras de Reforma y contra el Imperio de Maximiliano y obstruyeron la renovación de los cuadros altos, por lo que fueron envejeciendo y muriendo, y los que quedaban se mantenían casados con una forma decimonónica de entender la guerra, de igual modo, el ejército se centró en campañas para sofocar rebeliones internas como contra los Mayas, derrotando al fin a los constantes alzamientos de esta etnia conocidos como la Guerra de Castas que iniciaron con el levantamiento de Canek en el siglo XVIII contra el régimen imperial español, y contra los Yaquis en Sonora, su oficialidad estaba conformada por jóvenes aristócratas poco dados a las privaciones y disciplinas militares y aunque formados en academias, carecían de experiencia práctica, un muy importante vicio presente en los institutos armados de México desde la época virreinal.

En efecto, desde el siglo XVIII los jefes militares mexicanos solían ser también grandes potentados y parte de la muy, pero muy alta sociedad del país, como incluso lo retrata con habilidad y acierto la productora de telenovelas Karla Estrada en esa magnífica teleserie: Amor Real, ambientada en la época de la Revolución de Ayutla contra Santa Anna. No es de extrañarse, por ejemplo, que el primer gran industrial mexicano en la época independiente, fundador de un gran consorcio textil que empezó con la explotación intensiva de la fibra del henequén fuese el Almirante Pedro Sáenz de Baranda, el fundador de la marina mexicana y héroe de San Juan de Ulúa. No en balde, muchos abrazaban la carrera de las armas como opción segura de ascenso económico y social y lo lograban, muchas veces a base de corrupción, nepotismo e influencias, como también puede verse en la mencionada telenovela.  El ejército del porfiriato, en apariencia poderoso y moderno, en realidad estaba corroído por dentro por estos vicios.

La prueba de fuego vino con el alzamiento de Madero el 20 de noviembre de 1910, aunque "los federales" contaban con los medios materiales necesarios para poner fin a la revolución y aplastarla, sin embargo a los mandos porfirianos, con todos los vicios señalados, se les complicó la lucha y no pudieron sofocar con prontitud el levantamiento cuando todo estaba a su favor, con la toma de Ciudad Juárez por los rebeldes, lo que les aseguraba el recibir suministros de EUA, Don Porfirio se dio cuenta que la guerra sería larga, por lo que, patrióticamente prefirió renunciar y exiliarse, pensando que así pondría fin a la discordia.

Como sabemos, no fue así, de inmediato surgieron las semillas de la división entre los rebeldes, y así, ante la decisión de Madero de mantener vivo al ejército federal, en vez de disolverlo y crear nuevas fuerzas armadas con las tropas de los rebeldes, tal y como lo sugería Emiliano Zapata al atribulado e inepto Presidente, lo mantuvo y también a todos los generales y mandos que pocos meses antes le habían combatido, creyendo en su lealtad institucional, como el año pasado lo comentamos en este espacio, eso fue lo que orilló al golpe militar y derribo de Madero conocido como la Decena Trágica, Victoriano Huerta se apoyaría en el ejército en medio de una desatada y sangrienta guerra civil, que concluiría con el triunfo de Venustiano Carranza y el sucesor del ejército federal, mismo que se disolvió en los acuerdos de rendición del régimen huertista en 1914.

5.- El Ejército Constitucionalista/Ejército Mexicano (1913- )

Sería Venustiano Carranza el creador de las fuerzas terrestres actuales del Estado Mexicano, el Barón de Cuatro Ciénegas era un terrateniente millonario de Coahuila que poco antes de la Revolución de 1910 había sido elevado a la gubernatura de ese estado, habiendo sido siempre un destacado porfirista. Hacia 1902, el General Don Bernardo Reyes, Secretario de Defensa, había organizado un proyecto de instrucción militar para la población civil, con la formación de cuerpos de reservistas voluntarios; Carranza, entonces senador y ya entrado en años, se inscribió y según narraban, era divertido ver al viejo y adinerado cacique marchar y hacer prácticas de tiro y combate con cierta torpeza pero mucho entusiasmo, rodeado de veinteañeros.

Sin embargo, el viejo hacendado aprendió bien del proyecto de reservistas, como otros muchos que aplicaron lo aprendido en la Revolución, en vez de como era la intención de Reyes y Díaz, de preparar un ejército poderoso para ciertos fines expansionistas. Carranza, así, cuando decidió levantarse contra Victoriano Huerta, una vez asegurado el apoyo de Woodrow Wilson contra el Presidente Huichol, decidió crear un nuevo ejército con una organización diferente y sobre todo un carácter distinto.

El Plan de Agua Prieta, de marzo de 1913, en el que Carranza delineaba las intenciones de su movimiento, creaba al "Ejército Constitucionalista Mexicano" clamando por la defensa y en su caso reforma de la carta magna de 1857 a fin de recuperar el Estado de Derecho, violentado presuntamente por Huerta (y en realidad, por Madero desde 1910) y le daba una organización no por ejércitos ni cuerpos, sino por divisiones según la geografía y designaba comandantes reconociendo el grado militar a diversos caudillos que originalmente se habían unido a Madero y estaban contra Huerta: División del Norte: General Francisco Villa, División del Noroeste: General Alvaro Obregón, División del Noreste: General Pablo González, División (aunque insistió en mantener su nombre de "Ejército Libertador" y se adhirió después al Plan tras haber coqueteado con aliarse a Huerta) del Sur: General Emiliano Zapata. Carranza entre tanto, no adoptó el grado de General pero se proclamó como "Primer Jefe" del ejército y encargado provisionalmente del Podr Ejecutivo del Estado en defecto del "usurpador" Huerta.


Como innovación, el Ejército Constitucionalista adoptó en forma definitiva el uniforme caqui en vez del de corte todavía napoleónico o decimonónico que seguía siendo de amplio uso en el Ejército Federal, de casaca y pantalón azul marino, botones dorados con puños y cuello rojos y chacó alto de charol negro con pompón rojo, lo cual era a la par de lo que ocurría en Europa, e igualmente, fue la primer fuerza en utilizar el poderío aéreo en contra de objetivos navales y terrestres, incluso a nivel mundial, con el ataque al crucero Huertista Topolobampo. 

Tras la derrota de Huerta en la Batalla de Zacatecas, los Constitucionalistas entraron a la Ciudad de México y pronto, empezó la rivalidad entre ellos. Disuelto el Ejército Federal, quedaron dos bandos claramente enfrentados: la visión campesina de los Villistas y Zapatistas contra la visión urbana, modernizadora y burguesa de los norteños Carranza y Obregón. Sometido Villa y asesinado Zapata, Obregón se volteó contra Carranza y lo asesinó, pero esto no fue el fin de las asonadas y alzamientos militares.

El nuevo Ejército, que a partir de 1917, con la emisión de una nueva Constitución cambió su nombre a "Ejército Mexicano" tras consolidarse el régimen que los norteños implantaron y que daría origen al sistema del PRI seguía siendo instrumento de las intrigas políticas, por lo que se llegó en 1934, con el General Lázaro Cárdenas a la búsqueda de darle otro carácter al ejército y reducir su intervención en la vida política; el que instrumentaría esto sería el General Joaquín Amaro, Secretario de Defensa.


Amaro dividió al país en pequeñas áreas geográficas en vez de los grandes territorios a cargo de también grandes cuerpos de ejército bajo el mando de muy poderosos comandantes, así, se crearon las actuales zonas o regiones militares, se redujo el número de efectivos y se redujeron los sueldos de los militares, con lo que la profesión de las armas dejó de ser atractiva para los aristócratas que si bien podían tener el poder económico y acercarse a la política, se veían disuadidos de entrar al ejército, se creó el servicio militar obligatorio para todos los ciudadanos de 18 años de edad, la más de las veces más simbólico que real, pero eliminando la odiosa práctica de la leva y se incentivó el papel del ejército como cercano al pueblo a través de campañas educativas, de asistencia social o apoyo humanitario que continúa hasta hoy. El ejército se fue colocando al servicio del Estado y no como un hacedor y destructor de gobiernos, que pasaron a ser civiles, el último militar en ocupar la Presidencia de la República, así, fue el General Manuel Avila Camacho en el periodo 1940-1946.

El ejército además, redujo su poderío de fuego y combate; aunque en general la opinión pública mejoró hacia el instituto armado como nunca antes, llegó a ser causa hasta de chistes y burla: todavía en los años 60, las órdenes se daban con corneta, y en los años 80 se mantenían cuerpos de caballería que se entrenaban a combatir con sable y escopeta como húsares en 1815, y la mayoría de los soldados tenían pésima forma física, una pobre disciplina y muy mal entrenamiento; era claro que un ejército así no serviría para maldita la cosa ante un conflicto internacional, aunque pudo funcionar para la represión de movimientos radicales de Izquierda en 1968 y la década de los 70 con la llamada "Guerra Sucia", que al ser minoritarios y marginales no representaron realmente un gran riesgo a la seguridad nacional.

No sería hasta la década de los 90 en que el Ejército Mexicano comenzaría un proceso de empoderamiento y a obtener una mayor presencia social: quizá lo incentivó el movimiento zapatista en Chiapas en 1994 y también el cada vez mayor riesgo que representó el Crimen Organizado. Se modernizaron armamentos, se crearon fuertes grupos de blindados en vez de la caballería antigua que quedó relegada a ser ceremonial, como ocurre en todo el mundo, mandos y oficiales fueron capacitados en EUA, Israel y hasta Libia en tácticas y estrategia, se crearon cuerpos de fuerzas especiales de élite, y hoy podemos ver que tenemos un ejército realmente profesional y que da respeto. En encuestas de opinión, el ejército, junto a la Iglesia Católica, es la institución más respetada por los mexicanos, según se hacen encuestas.

Desgraciadamente, desde los 90 y ante las enormes carencias de nuestros cuerpos de policía e instituciones de Justicia, se fue involucrando al ejército en la lucha contra la delincuencia, siendo el punto culminante a partir del 2006 y la Guerra desatada por Calderón contra las mafias sin ton ni son; evidentemente, el ejército no cuenta con la preparación para el combate al delito, pues ese no es su fin, y por ello, el cúmulo de abusos y violaciones a los derechos fundamentales por los militares se ha vuelto cosa del pan de cada día, poniendo en riesgo la buena imagen y reputación del instituto armado entre la población; pero además, ante el cada vez mayor descontento e ineficiencia del sistema político democrático en México, plagado de corrupción y demagogia de los partidos, existe el riesgo de que entre los actuales jefes militares vuelva a crecer la idea de asumir el control político como forma de salvar al país.

La pregunta es: ¿es realmente riesgo o amenaza? --la verdad, no puedo ocultar que yo simpatizaría con un régimen autoritario pero efectivo, y como yo, muchos más.

Pero en fin, espero este brevísimo resumen de la Historia del Ejército haya aclarado el porqué celebramos el centenario del Ejército, como sea, es triste ver que no ha tenido páginas gloriosas, puras derrotas, victorias parciales y sobre todo, la contienda entre mexicanos siempre presente... ¿nos urge acaso, tener un papel más agresivo al exterior? ¿lo podremos hacer algún día,ahora que el poderío norteamericano se debilita poco a poco?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Respecto a la parte de la "guerra contra las mafias sin ton ni son que desató el gobierno de Calderón" un link que demuestra la cruda realidad:

http://www.neoliberalismo.com/10-Mitos.htm

Está largo el escrito pero es muy interesante.

Aquí un extracto del mismo:

"Sólo quien no haya leído periódicos anteriores a 2007, puede suponer que la detención y abatimiento de narcos empezó con la administración de Felipe Calderón. Y todo esto en modo alguno es un fenómeno privativo de México. Muy por el contrario es un fenómeno universal y muy viejo.

Pero es obvio que ante un “riesgo profesional” que los narcos siempre han sabido que corren, no están reaccionando como antes. No todo es igual que siempre, algo ha cambiado, eso es obvio: no en balde hay 50 mil soldados fuera de sus cuarteles y en 6 años de la administración de Calderón fueron asesinados casi 6 mil agentes del orden, más del doble de los asesinados en todo el sexenio de Vicente Fox.

Lo que ha cambiado es la reacción de los capos ante la persecución que siempre había existido. Los capos ahora creen que con su capacidad de violencia pueden impedir su caída, conquistar rutas y territorios o defenderlos de sus rivales. La causa de este cambio es que desde la administración de Carlos Salinas los gobernantes decidieron dejar que los narcos se maten entre sí, en lugar de intentar controlar esa violencia. Y si Calderón de veras intentó controlar esa violencia, pues no pudo. Y esta incapacidad de la administración calderonista para frenar la violencia retroalimentó la presunción en cada capo de que podía hacer su voluntad, sin que importe mucho el parecer de los gobernantes (lo que hubiera sido impensable hasta finales de los años ochenta)."

"Estados Unidos enfrentó entre mediados de los años sesenta del siglo XX hasta inicios de los noventa, una ola de delincuencia y violencia. En los últimos 20 años los delitos violentos cayeron en 70% y los delitos contra la propiedad en un 63%.

Este enorme éxito no fue resultado de la aplicación de las teorías y políticas criminales socialistas, de construir centros comunitarios, impartir cursillos de resolución no violenta de los conflictos o darle becas a los pandilleros o más subsidios a toda suerte de vividores de los contribuyentes. Lo que hizo el cambio posible fue el que la policía tirara a la basura la noción socialista de que ella no podía hacer nada para controlar al crimen, pues éste estaba determinado por supuestas causas socio-económicas. Cuando la policía se aplicó, cuando la permanencia en el cuerpo se hizo depender de resultados en la reducción del crimen en el área de responsabilidad de cada quien y mejoró la capacidad punitiva del sistema de justicia penal, entonces los índices se desplomaron.

Eso es lo que hay que aprender de Estados Unidos.

En suma, esta explicación de que la violencia es provocada porque el gobierno detiene o abate capos es mero sofisma (construido, por cierto, con poca habilidad), en el que los datos se acomodan para aparentar que sustentan conclusiones adoptadas de antemano."

Saludos

Anónimo dijo...

Están bien las fotos, espero que sí sean realmente del Imperio mexicano y sus distintos cambios de uniforme militar