Tuve la oportunidad de conocerlo y el privilegio de saludarlo en una Feria Internacional del Libro aquí en Guadalajara, hace ya unos 10 años, cuando el ex-presidente se desempeñaba como Director del Fondo de Cultura Económica, editorial a la que había llevado a altas cotas de calidad, a incluso editar e imprimir libros en España, Perú y Argentina y conseguir espléndidos autores, sobre todo en la colección de obras de "Política y Derecho", así como también de Historia, para que publicasen bajo el sello de esta casa editorial paraestatal, además de fundar librerías directamente de la misma que se extendieron más allá de la capital de la República, así, aquí en Guadalajara se estableció la librería "José Luis Martínez" o "Joseluisa", como coloquialmente se le conoce, el FCE dejó de ser una editora pequeña y dedicada a publicar meros clásicos literarios o libros que nadie leía para enfocarse a un espectro mucho más amplio de públicos y lectores bajo su administración.
Lo recuerdo muy bien, caminando por el stand de la editorial, con las manos cruzadas a la espalda, vestido elegantemente con un traje oscuro, camisa blanca y corbata roja, como supervisando que los libros que se exhibían estuvieran bien colocados en las estanterías, sin guardaespaldas ni seguridad, como cualquier persona, a grado de que nadie parecía darse cuenta de su presencia; pero yo le ví y reconocí al momento y no pude más que acercarme y saludarlo:
--¡Licenciado de la Madrid!--le dije--Qué gusto poder saludarlo.
--El gusto es mío, joven--y me dió la mano.
Será lo que sea, pero siempre queda sobre la persona del Jefe del Estado, aún bajo un sistema republicano un aurea de respeto y de "encarnación de la Nación" si se le puede decir así, que el ver a la persona que ha ostentado tal cargo siempre impresiona; pude preguntarle qué había sentido al ser presidente, si prefería ser editor, rodeado de los libros a los que siempre amó, pues es bien sabido que Don Miguel poseía una de las bibliotecas privadas más vastas e impresionantes del país, lo que indicaba su enorme cultura y su calidad, aparte de hombre de Estado, de académico; sin embargo, no acerté a decirle nada más.
Don Miguel de la Madrid Hurtado y su periodo presidencial, de 1982 a 1988 quizá sea el menos comprendido de la Historia reciente del país y por mucho, el más desconocido y al que menos caso se le hace; se le ha tildado de "gris", de "mediocre" o de no haber respondido en 1985 al terremoto que asoló la Ciudad de México, acontecimiento al que, con mentalidad "chilangocentrista" se le achaca haber sido el origen de la conciencia cívica y de la sociedad civil mexicana, efectos que yo considero, han sido muy exagerados y nuevamente muestran la mentalidad centralista: "lo que sucede en la antigua Tenochtitlan afecta a todo el país", o que dicha urbe es toda la Nación, cosa que considero olvida muy despreciativamente a los 31 estados que integran la República Federal o nos considera a los que vivimos en ellos incapaces o parásitos que no aportamos nada al conjunto nacional.
A él le tocó recibir la Presidencia en medio de un desastre económico que, en retrospectiva, no parece muy diferente de lo que actualmente le está pasando a los países europeos: los Presidentes Luis Echeverría y José lópez Portillo, sus inmediatos predecesores, habían virado del modelo del "Desarrollo Estabilizador" aplicado desde Lázaro Cárdenas y hasta Gustavo Díaz Ordaz (de 1934 a 1969) que habían logrado enormes transformaciones de México tras la tragedia revolucionaria: de un país de caudillos a uno de instituciones y de un país fundamentalmente rural a uno en pujante industrialización, pero manteniendo un sistema autoritario, el del PRI, que también había tenido grandes cambios: de ser un partido de jefes militares y caciques coaligados, se transformó en una especie de aristocracia de tecnócratas y académicos como el propio Don Miguel, quien además procedía de una de las más linajudas familias del estado de Colima. Echeverría y López Portillo habían adoptado un régimen meramente keynesiano de "Estado de Bienestar", socialdemócrata y costoso, habían establecido muchas medidas proteccionistas de la industria nacional y habían cerrado las fronteras a las mercancías extranjeras, además de que el Estado se había vuelto propietario de empresas que fabricaban hasta bicicletas, llantas, automóviles y electrónicos.
Estos presidentes, cuyos mandatos reciben el burlón apelativo de "la docena trágica", sostenían tanto una ambiciosa política asistencialista como a una serie de empresas paraestatales poco competitivas y de pésima calidad, en las que imperaban la corrupción y los malos manejos, en base a los créditos contratados con el extranjero, suponiendo que la riqueza petrolera de nuestro país era la forma de pagar o garantizarlos; sin embargo, al inicio de la década de los 80, los precios del petróleo se desplomaron, y como el petróleo era el único producto de exportación con el que contaba nuestro país, los ingresos se redujeron, pero la deuda era inmensa, de ahí que a la deuda externa se le conociese como la "deuda eterna", pues parecía imposible de pagar o negociar.
Ante el desastre, y para evitar que el país se desmoronara o que ocurriese una conmoción social, se aplicó una terapia de choque, como la nacionalización de la banca, pero no sería sino De la Madrid quien, llegado a Los Pinos, y conservando la calma, que contrastaba con la histeria, el pánico y la impotencia que significó el final del mandato de Don José López Portillo (igualmente un académico muy respetado de la UNAM, profesor de Teoría del Estado y de Historia del Pensamiento Económico, culto y aristócrata, pues los López Portillo fueron una familia noble hispana llegada a estas tierras a fines del siglo XVII, y desde entonces, sus integrantes han ocupado puestos públicos y eclesiásticos, o han destacado como literatos) estableció un programa económico caracterizado por la reducción del gasto público, el combate a la corrupción que se saldó con la detención del poderoso Jefe de la Policía capitalina: Arturo Durazo, y del ex-Director de la petrolera estatal PEMEX: Jorge Díaz Serrano; incluso, a Don Miguel le preocupó la evidente cuesta abajo de la moralidad o comportamiento ético en la sociedad mexicana que ya en esa época se empezaba a ver, por lo que habló de la necesidad de la "renovación moral de la sociedad". Lamentablemente, mucho de ello quedó en exhortaciones y discursos, pero no en la creación de instrumentos realmente efectivos para el combate de la corrupción.
Porque aciertos tuvo, lo mismo que errores: acierto fue conducir a México a un proceso de apertura económica, fundamentalmente al Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT), antecedente de la Organización Mundial de Comercio, lo mismo que fue un acierto haber hecho de México un mediador importante para poner fin a las guerras civiles centroamericanas, y haber mantenido la paz social al interior del país. Error fue no haber actuado con prontitud ante la emergencia desatada por el terremoto del '85 en la Ciudad de México, ante la carencia de estructuras y medidas de protección civil, ciertamente, no todo fue su culpa, el DF se encontraba lleno de edificios viejos construidos en tiempos anteriores a la existencia de normatividad antisísmica y que fueron los que se cayeron, pero ya habían existido tragedias durante su gobierno que bien hubieran podido impulsar la creación de medidas de prevención, como fueron las explosiones de los tanques de almacenamiento de gas natural en la localidad de San Juanico, cercana al DF o la erupción del volcán Chichonal en Chiapas; pero un acierto fue modificar las normas de construcción y desarrollar los cuerpos de protección civil que ahora existen. Acierto también fue el hacer un compromiso con la transparencia, y casi al final de su sexenio emitió un documento titulado: "Las Razones y las Obras" que podía adquirirse en cualquier librería, y en el que se señalaban las obras públicas realizadas bajo su administración, justificándolas con las razones por las que se habían hecho y desglosando, punto por punto, los presupuestos y gastos para su construcción. Acierto fue también comprometerse a organizar la Copa del Mundo de Fútbol en 1986, reemplazando a Colombia que pasaba por sus horas más negras y con la que empezó a abrirse la ventana y la puerta a nuestro país tras 16 años de cerrazón y que demostró nuestra capacidad para levantarnos tras el terremoto y la crisis económica.
Acierto fue meter a México en la era espacial, con los satélites Morelos I y II y el envío del Dr. Rodolfo Neri Vela a bordo del transbordador espacial norteamericano, lamentablemente, el esfuerzo para que nuestro país colaborara con EUA o Europa, como el lo quería, en ese rubro, no fue continuado, ni por Salinas (quien sin embargo, lanzó el satélite Solidaridad), Zedillo, Fox o Calderón, con quien ahora se planteó, con muy poca seriedad por las cámaras y con la politización en todo lo alto, la creación de una Agencia Espacial.
Error fue no haber hecho reformas económicas profundas ni haber podido detener la inflación, pero acierto fue el haber establecido los "Pactos de Solidaridad" o de "Estabilidad y Crecimiento Económico" que frenaron la inflación y la hicieron gradual, evitando el crecimiento exagerado de precios y la caída de los salarios, lo que contribuyó a evitar conflictos y descontento sociales. Error fue también el no haber tenido claridad en el proceso electoral de 1988, lo que al parecer, ya no importa a los afectados por ello, como es el hoy Partido de la Revolución Democrática y su entonces abanderado: Cuauhtemoc Cárdenas Solorzano, pues ambos han perdonado al entonces responsable de los comicios: Manuel Bartlett y hasta lo han postulado a un puesto de elección popular en este 2012, esa hipocresía no tiene que ver nada con De la Madrid, sino con sus, más que críticos, calumniadores que han aparecido en ese partido y en el PAN. Don Miguel, por su parte, siempre tuvo el valor de reconocer sus errores.
Don Miguel de la Madrid fue de una casta de políticos que ya no existen, que ni siquiera están presentes en su partido, el PRI (recordemos a Peña que no supo decir qué libros había leído): cultos, con paso como docentes por las aulas de clase, autores de libros de Historia o tratados de Economía o jurídicos (recuerdo haber consultado para parte de mi tesis profesional un libro de Historia del Derecho Constitucional de su autoría, didáctico y a la vez profundo) y con una preparación académica enorme, un respeto por las formalidades y por la misma investidura que ostentaba, que ejerció el cargo con una seriedad ajena a chabacanerías, populismos y búsqueda de quedar bien con los medios de comunicación, todo lo contrario a la actualidad, en que vemos a la vida política reducida a una campaña publicitaria permanente, a insultos y descalificaciones, a encuestas de popularidad y anuncios estúpidos, plantones, mítines, calumnias, periodistas vendidos a uno u otro partido, redes sociales que solo sirven para ser antisocial, convertidas en campos de batalla con lodo y mierda, intolerantes que exigen tolerancia y demás lacras que hoy vivimos.
Para mí, los años de su gobierno fueron los de mi feliz infancia, años en los que los colegios privados y las escuelas públicas mexicanas eran de calidad reconocida, años en los que se podía jugar en la calle sin temor al robo de infantes, a las balaceras o los secuestros, años en que Guadalajara tuvo un enorme desarrollo, apareciendo numerosos centros comerciales y aumentando su población y las oportunidades de negocios en ella, cuando nuestra ciudad era la segunda del país y era llamada la "Ciudad Amable" o la "Ciudad de las Rosas" por ser entonces la de más áreas verdes, sin graffitties, con limpieza en las calles, sin agresividad ni malas caras entre sus ciudadanos; fueron los años de que el Gobierno y hasta Televisa fomentaban la cultura entre los ciudadanos, que los narcocorridos eran algo marginal y subterráneo, igual que los grandes capos de entonces, que aunque ya eran admirados por algunos, como Caro Quintero, no eran omnipresentes como ahora en el discurso y en la vida, fueron los años que incluso, la televisión mexicana produjo obras premiadas y reconocidas internacionalmente, incluso siendo telenovelas: "el Maleficio", "Cuna de Lobos", "Senda de Gloria" porque Azcárraga padre, a pesar de que decía hacer una TV para jodidos demostraba tener una autoestima baja, pues sus producciones parecían ser dirigidas más bien para una audiencia inteligente, y tras la telenovela o el fútbol del domingo (que en esa época nuestro balompié mostraba tener probablemente el nivel más alto de su Historia), aparecía un programa con Juan José Arreola u Octavio Paz hablando de literatura, arte, filosofía o ciencia. Años en los que se desarrolló el rock en nuestro país y no existían porquerías populacheras como la "onda grupera" "el pasito duranguense" o se había pervertido la música tradicional de la banda sinaloense, todo ello comenzó a crecer después, impulsado por la "cultura del Narco" y el cada vez más bajo nivel educativo de la población. Lo más populachero era el tabasqueño (también ya fallecido) conocido con el pseudónimo "Chico-Ché" y su grupo "La Crisis" y aún así sus canciones eran inteligentes pues encerraban agudas y divertidas críticas sociales.
A pesar de que los políticos actuales o los medios vendidos a ellos han tratado de denostar a Don Miguel, creo que él falleció con toda tranquilidad, (y resultó bastante patético ver al Presidente Calderón atragantarse mientras pronunciaba un elogio fúnebre de su antecesor, que enmedio de las campañas electorales puede llevar a que los jóvenes, que no vivieron los años de De la Madrid, a inclinarse por el PRI al comparar lo dicho por el propio Calderón sobre los logros de aquél con la realidad actual) mientras que de a seis se han de haber quedado muchos que vieron en sus funerales una clara ostentación de su fe cristiana y católica, mantenida siempre en forma discreta y austera, sin estandartes guadalupanos o tomándose fotos con prelados, derrumbando el mito de la supuesta filiación masónica de todos los presidentes priístas (algunos si lo fueron); resulta muy claro el mensaje póstumo que nos ha dejado al pedir que sus restos reposen en una iglesia en particular: la Parroquia de Santo Tomás Moro, el canciller inglés martirizado por Enrique VIII... santo patrono de los políticos.
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Jorge Carpizo McGregor:
(1944-2012)
Nacido en Campeche y descendiente del legendario clan escocés de los McGregor, del cual muchos de sus representantes al haber apoyado las pretensiones de los Estuardo contra los Orange por el trono de Gran Bretaña (recuerden por ejemplo, a Rob Roy) encontraron refugio en los dominios de la Corona Española en el siglo XVIII, Don Jorge Carpizo fue un personaje extraordinario, probablemente una de las mentes más brillantes de México en los últimos tiempos, por sí solo, justifica que a la Universidad Nacional Autónoma de México se le llame "la máxima casa de estudios".
A él no lo conocí, pero sí trabajé con personas que a su vez habían colaborado con él en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM: Jurista de talento indudable, fue director de dicho instituto, autor de cientos de artículos y 21 libros, además de colaborador o coordinador en libros donde se desarrolló la jurisprudencia mexicana, sobre todo en torno al Derecho Constitucional; posteriormente, y muy joven, a los 41 años, fue nombrado rector de su alma-mater a la que empezó a despolitizar y orientar hacia la excelencia académica como nunca antes, fomentando la investigación y los programas de postgrado y los convenios de intercambio con universidades extranjeras. Posteriormente, sería Ministro de la Suprema Corte de Justicia, primer presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Procurador General de la República y Secretario de Gobernación, además de Presidente del Instituto Federal Electoral y embajador en Francia, no ejerció ningún cargo de elección popular, pues él no fue político ni estaba afiliado a ningún partido, era un Jurista, y logró dichos cargos por sus méritos y su pericia en el derecho.
Estaba al frente de la Procuraduría, cuando, en 1993 ocurrió la desgraciada muerte del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, Arzobispo de Guadalajara, en el aeropuerto de esta ciudad. Carpizo condujo las investigaciones y determinó que la muerte de tan querido y egregio pastor de almas había sido a causa del fuego cruzado entre pistoleros de diferentes bandas de narcotraficantes. El jurista había desarrollado su investigación objetivamente; pero las desafortunadas declaraciones del Dr. Mario Rivas Souza, Jefe del servicio forense tapatío, respecto a que los disparos recibidos por el purpurado habían sido directos empezaron a generar los rumores de un asesinato premeditado contra él, cuando el recibir impactos directos no implicaban necesariamente que el Cardenal hubiera sido el blanco principal del atentado.
Tras la salida del poder del Presidente Salinas de Gortari y su inmediata "villanización" por su sucesor: el Dr. Zedillo, quien buscó cómo lavarse de la culpa del llamado "error de diciembre" y de la crisis económica que afectó a México al iniciar 1995 y que generó el llamado "efecto Tequila" o un desplome de varios mercados financieros ligados al mexicano, resultó muy redituable para determinados grupos políticos el convertir a Salinas en el culpable de todos los males del país, así, el ex-presidente que si bien no fue un santo inmaculado, también buscó el desarrollo del país y su inserción en el mundo globalizado, pasó a engrosar la lista de los villanos junto a Iturbide, Miramón, Maximiliano y Porfirio Díaz, mientras los nefastos son los héroes, una añeja tradición de la historiografía mexicana; así, el PAN, y en particular los grupos católicos Neo-Con (uso aquí la terminología utilizada en foros católicos españoles y sudamericanos para referirse al tipo de posturas político-religiosas surgidas en diversos grupos católicos del post-Concilio Vaticano II, a la Derecha del espectro ideológico y opuestos a los teólogoliberacionistas, situados a la Izquierda) adscritos a él, como el "Yunque", procedieron a culpar al expresidente de la muerte del Cardenal Posadas, teniendo como voceros principales de dichas teorías al notorio líder del neoconservadurismo católico mexicano: el Cardenal Juan Sandoval Iñiguez, sucesor de Posadas en Guadalajara y su aliado dentro del PAN: Fernando Guzmán, actual candidato a la gubernatura de Jalisco. Ya en su momento, Carpizo había defendido la objetividad de la investigación del magnicidio con una simulación por computadora a la que se conoció como el "nintendo" en los que se explicaba el porqué de los disparos directos recibidos por el eclesiástico.
Sin embargo, esto no detuvo a yunquistas y neo-cones, ni mucho menos a Sandoval, que insisto, ha sido el peor Arzobispo que ha tenido la Arquidiócesis de Guadalajara en toda su Historia, desde el siglo XVI, una vergüenza y verdadero enemigo interno de la Iglesia Católica en nuestro país, para calumniar, denostar y atacar a Carpizo por el resto de sus días.
Carpizo respondió a ello con su integridad, con su vida dedicada hasta el final al estudio y la investigación, viviendo sencillamente en un departamento tapizado de libros, a su muerte, y a petición suya, fue velado en una funeraria del ISSSTE, el instituto de seguridad social para los burócratas federales, como un servidor público más, y también pidió que sus cenizas reposen en el campus o ciudad universitaria, de la UNAM, para manifestar su gran amor, su pasión por la academia y por la Universidad en la que se formó como abogado, como profesor e investigador.
Hemos perdido dos personajes grandes, extraordinarios... no hay nadie capaz de llenar sus zapatos.
DESCANSEN EN PAZ.
Sin embargo, esto no detuvo a yunquistas y neo-cones, ni mucho menos a Sandoval, que insisto, ha sido el peor Arzobispo que ha tenido la Arquidiócesis de Guadalajara en toda su Historia, desde el siglo XVI, una vergüenza y verdadero enemigo interno de la Iglesia Católica en nuestro país, para calumniar, denostar y atacar a Carpizo por el resto de sus días.
Carpizo respondió a ello con su integridad, con su vida dedicada hasta el final al estudio y la investigación, viviendo sencillamente en un departamento tapizado de libros, a su muerte, y a petición suya, fue velado en una funeraria del ISSSTE, el instituto de seguridad social para los burócratas federales, como un servidor público más, y también pidió que sus cenizas reposen en el campus o ciudad universitaria, de la UNAM, para manifestar su gran amor, su pasión por la academia y por la Universidad en la que se formó como abogado, como profesor e investigador.
Hemos perdido dos personajes grandes, extraordinarios... no hay nadie capaz de llenar sus zapatos.
DESCANSEN EN PAZ.
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