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12 de noviembre de 2011

OTRA VEZ. LA TRAGEDIA EN EL GOBIERNO DE CALDERON


Igual que hace 3 años, la tragedia vuelve a gravitar directamente sobre la Administración que encabeza Felipe Calderón en nuestro país, al igual que en 2008, un--hasta ahora, oficialmente llamado así--accidente aéreo se ha llevado la vida del Secretario de Gobernación (Ministro del Interior) Francisco Blake Mora, como en su momento sucedió con Juan Camilo Mouriño.

Igual que en aquella vez, el golpe ha sido demoledor para el propio mandatario mexicano: al ser nuestro sistema político de corte presidencialista, desde 1824 en que los republicanos que derrocaron al Imperio de Iturbide decidieron convertir a este país en un triste remedo de EUA, se copió también el sistema político diseñado en la Constitución de Filadelfia de 1787; sistema que además es hasta cierto punto una copia del esquema británico bajo los primeros Hannover: los Jorges I, II y III, mismo que inspiró a la teoría de Montesquieu de separación de poderes, en que el Presidente no es más que un Rey temporal que encabeza el Gobierno a la vez que representa al Estado; entendido que el Poder Ejecutivo es unipersonal, los ministros vienen a ser en realidad "secretarios", personas de su entera confianza que trabajan para él y responden directamente a él, por ello, lo más frecuente es que en un sistema asi, los miembros del gabinete sean personas de la entera confianza del mandatario, e incluso, con una relación muy cercana en términos de amistad.

En el sistema político mexicano, el puesto más importante del Gabinete nombrado de esta forma es el de "Secretario de Gobernación"; a diferencia de EUA, donde la dirección de la política interior y exterior se encuentra concentrada en el "Secretario de Estado" (Hay un Secretario del Interior, pero su función es más bien administrar los bienes muebles e inmuebles del patrimonio del Estado), en México, ambos aspectos se encuentran separados en  la Secretaría de Gobernación y la de Relaciones Exteriores; dado el tradicional ensimismamiento de México a nivel exterior y su agitada política interna 

La pérdida de Mouriño significó para Calderón y para el Partido Acción Nacional un duro golpe: perdieron a quien, sin duda, en este año estaría siendo postulado para ser candidato del partido a la presidencia, para el mandatario michoacano, el joven hijo del propietario del club Deportivo La Coruña del Fútbol español era una especie de discípulo, sucesor natural y sobre todo, colaborador estrecho y mano derecha. Tras el espectacular "accidente", que sospechosamente pareció más bien en un ataque con misiles Stinger o Strella al Learjet en el que viajaba el funcionario, ya antes, en el 2005, el entonces Secretario de Seguridad Pública bajo la presidencia de Fox, Rodolfo Martín Huerta, murió en circunstancias similares.

Ahora, ante la pérdida de Blake, nadie se cree la historia del accidente, que nos fue repetida en los casos anteriores; pues es demasiada la coincidencia de que en un mismo sexenio, hayan muerto a causa de accidentes aéreos dos Secretarios de Gobernación, dependencia que tiene a su cargo la seguridad nacional entre otras funciones, en plena guerra contra el crimen organizado, desatada por el Presidente desde que tomó posesión en el año 2006.

No podemos asegurar la causa de la tragedia, pero si esto fuese una venganza de las bandas criminales por la detención reciente de personajes importantes de las mismas, sería una situación realmente grave, pues mostraría la debilidad completa del Estado Mexicano, que dos veces, casi seguidas, no ha podido evitar la muerte del más alto funcionario, después del Presidente, del Gobierno Mexicano, lo que implicaría un alto grado de infiltración dentro de las instituciones y el conocimiento de información sobre los intinerarios y viajes de los altos servidores públicos que debería ser estrictamente confidencial por razones de elemental seguridad.

Se trata además del cuarto Secretario de la cartera en lo que va del sexenio, algo que muestra la tremenda inestabilidad en la que se encuentra inmerso el Gobierno de Calderón, que parece estar al borde del naufragio. La situación de México contrasta ahora con Colombia, donde se acaba de dar la eliminación de Alfonso Cano, último líder de la narcoguerrilla de las FARC, y donde el Estado muestra cada vez mayor fortaleza y estabilidad mientras el país se encuentra encarrilado en el camino del desarrollo económico.

¿Qué ha hecho bien Colombia? Pensar a largo plazo. Desde hace poco más de 20 años, en que tras haber logrado la paz con el grupo armado M-16, y llegó a la Presidencia César Gaviria, y la muerte del mítico líder del Cártel de Cali, Pablo Escobar, se inició un proceso de limpieza de las instituciones y desarme de grupos armados tanto de la Izquierda como la Derecha para fortalecer el papel del Estado y que éste reasumiera el monopolio de la violencia, capacitación y reorganización de la policía, ejército y del Poder Judicial, lo que se hizo a través de reformas en la Ley Penal, Fiscal y Administrativa; todo lo que ha sido posible por la unidad que ha demostrado la clase política colombiana y la continuidad a todos los esfuerzos sin importar las diferencias entre partidos y personalidades... Algo que en México, donde el triunfo electoral es la obsesión de todos los partidos y se espera llegar a él mediante la suciedad que se arroja contra el rival y se espera con ansias su fracaso, se ve lejano.

¿Y si no fue ataque, sino un simple accidente? Entonces qué mala fortuna la de Calderón... y qué mala, pésima suerte, la de México...

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