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20 de septiembre de 2010

LA GÜERA RODRIGUEZ, HEROINA OLVIDADA

A la inmensa mayoría de los mexicanos, el nombre de Doña María Ignacia Rodríguez de Velasco no les dice nada, y el mote de "la Gûera Rodrìguez" suena a leyenda; sin embargo, es muy probable que haya sido la heroìna fundamental de la Independencia de México, muy por encima de Doña Josefa Ortiz de Domínguez o de Doña Leona Vicario, y esto se debe a que cometió un pecado mortal para los Historiadores Oficiales o de Izquierda en México y es el haber participado en la Conspiración de la Profesa en 1820 y haber sido la impulsora definitiva de Iturbide para la consumación de la independencia mexicana.

Esto no deja de ser curioso, pues muestra la increíble hipocresía y poca parcialidad de los historiadores oficialistas: liberales e izquierdistas que han narrado la Historia de México hasta hoy, en este año han aparecido multitud de biografías y hasta novelas sobre Leona Vicario, presentándola como la heroína por antonomasia de la Independencia; contadas todas desde una imposible clave feminista, cuando la fidelísima y enamorada esposa de Andrés Quintana Roo (mal poeta, pionero del periodismo y propagandista activo de la Independencia y colaborador estrecho de Morelos) tuvo realmente una actuación casi marginal en la lucha, excepto que proveniendo de una familia de alta posición económica prestó mucho dinero a la causa insurgente, que después, desde 1821, exigió al Estado Mexicano se reconociera como parte de la deuda pública y se le pagara puntualmente, lo cual se realizó y Doña Leona obtuvo dinero, honores y latifundios en la rica zona pulquera de Apan, en el hoy Estado de Hidalgo. En cuanto a Doña Josefa, sus taconazos de aviso al alcalde Pérez para que diera aviso a Allende (con quien se dice, ella tenía una relación amorosa) han eclipsado a la figura de su marido, con todo y que Miguel Domínguez, si bien se acobardó al momento de que la conjura fuese descubierta, tambièn sufrió prisión y terminada la lucha hizo algo que los liberales y demás deberían aplaudirle, pues estuvo entre los masones conspiradores contra Iturbide y entre los fundadores de la República Federal de 1824, siendo además el primer Ministro Presidente de la Suprema Corte de Justicia.

Pero además resulta risible que estos liberaloides no idolatren a la Güera, mujer hermosísima, que seguramente padeció de algún trastorno psicológico que la llevó a ser adicta al sexo y prácticamente a prostituirse en la alta sociedad, fue sin embargo, una mujer de cultura enorme, como una Pompadour o una Madame Stäel, de familia aristocrática y de gran riqueza pero con una gran sensibilidad y simpatía por el pueblo y por los pobres a los que ayudaba, casó 3 veces y tuvo 4 hijos en su primer matrimonio, sin perder la figura y tuvo una enorme pléyade de amantes, entre los que se pueden contar a un adolescente Simón Bolívar que viajaba rumbo a Europa y pasó por México, al científico alemán Alexander Von Humboldt, incluso a algún canónigo e inquisidor y a Agustín de Iturbide, en otras palabras, debería ser el ícono de mujer liberada e independiente, pero a la vez que era todo esto, era también una personalidad contradictoria, que a diferencia de la Vicario núnca buscó recompensa ni que se le repusiera el dinero que aportó, desde la época de Hidalgo, a la causa de la Independencia y que después de la Guerra entraría a la Tercera Orden de San Francisco, dedicada a la devoción y a las obras de caridad. Por esto último y por haber apoyado a Iturbide y al bando conservador, se le ha destinado al olvido completo y absoluto; en vez de ello, los izquierdosos ahí andan calumniando a Hidalgo y como muestra está la película de Demián Bichir, donde vemos a un "Padre de la Patria" de aires juveniles, atlético y galante, al que sólo faltaba que lo hubieran puesto que se iba de antro a Cancún cada fin de semana, y poniéndolo como enamorado de Josefa Quintana, quien, según Jaime del Arenal y otros historiadores, fue una oportunista que tras la guerra de Independencia llegó ante el gobierno mexicano con sus hijas, dijo que las mismas eran de Hidalgo y vivió de lo lindo a cuenta del erario en adelante.

Esa discresión y desinterés de la Güera hará que nunca se sepa el alcance completo de su participación en la Independencia; se sabe, sin embargo, que logró formar una oculta red de financiamiento para los movimientos de Hidalgo y Morelos, así como cierta intervención en la red de espionaje conocida como "Los Guadalupes", y es cierta su participación en la conspiración de la Profesa, misma de la que no sabremos nunca, por la destrucción que los propios conjurados hicieron de sus documentos y el juramento de no revelar nada de lo tratado, que cumplieron, si realmente fue para defender privilegios y prebendas, o bien, que retomaron el proyecto originalmente planeado en Valladolid y Querétaro y decidieron instrumentarlo una vez extinguida prácticamente la rebelión insurgente, pues Guerrero, escondido en las selvas del sur, ya no representaba peligro alguno; fue la Güera y no el oidor Bataller, como lastimosa y falsamente lo presentaron en la miniserie de Televisa quien propuso a los conspiradores a Iturbide como el hombre idóneo para llevar a cabo el plan de independencia.

Sin embargo, la Güera no tiene monumentos, ni calles, ni escuelas, ni plazas, ni su nombre en letras de oro en el salón de sesiones del Congreso, ella no pidió ningún honor ni aplauso, para ella bastó la recompensa que le dió Iturbide: el 27 de septiembre de 1821, el Ejército Trigarante entró a la Ciudad de México y  la columna pasó frente a su casa, por iniciativa de Iturbide, llevando el caudillo un sombrero con las plumas tricolores, mandado hacer por la propia Güera, ahí, ella fue saludada por su entonces amante y sus tropas, aquella muestra de gratitud y reconocimiento a una mujer que supo ser, en la discresión y la sombra, la más firme impulsora de la causa de la libertad de su país, fue suficiente para ella, lástima que su pueblo, al que tanto amó, no la recuerde.

Y nuevamente, qué lástima que se haya perdido la oportunidad, en este bicentenario, de replantear la Historia de nuestro país, que seguirá oculta entre las nieblas de la ideología y de los mitos.
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Ayer falleció en Londres, Inglaterra, el Ministro de la Suprema Corte José Gudiño Pelayo, quien se encontraba en esa ciudad europea gozando del puente vacacional por el bicentenario (y de nuestros impuestos), los comentarios vertidos en Internet, según pude ver, confirman la pésima imagen que guarda el máximo tribunal del país y que tienen sus integrantes ante la mayoría del pueblo con motivo de las polémicas decisiones tomadas en los últimos tiempos; yo le conocí y platiqué con él en varias ocasiones, siendo estudiante como ya maestro, cuando el ministro venía a dar conferencias a la Universidad Panamericana, aquí en Guadalajara; la verdad, me dio la impresión de ser un hombre conservador y tranquilo y un gran conocedor del Derecho Constitucional, su adscripción a tesis "liberales" a mi parecer, más tenían que ver con la línea dictada desde arriba o desde las sombras a nuestros máximos juzgadores que, lamentablemente, han preferido los intereses políticos o de facción a las convicciones propias y al Derecho.

Desde aquí, mi más sincero pésame y que esto sea oportunidad para reflexionar a sus compañeros ministros, que deben recordar que algún día comparecerán ante dos juicios implacables: el de Dios y el de la posteridad.