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13 de julio de 2009

LECTURAS DE VERANO


El día de hoy comentaré dos libros que he leído en lo que va de estos meses de junio y julio, que creo, serán del interés de todos.

1.- Imperios del Mundo Atlántico, de John H. Eliott:

Para los que están interesados en la Historia, y más de un periodo tan interesante y fundamental de México, pero que casi siempre es minimizado o ignorado como es la época colonial, este libro es ampliamente recomendable, pues aborda en forma comparativa al Imperio Español y al Imperio Británico, en forma bastante objetiva y balanceada, aunque al final, el autor como buen inglés, se decanta por ensalzar el modelo británico-norteamericano: protestante, liberal y democrático, frente al español: católico, tradicional y autoritario. Sin embargo, no deja de mostrar también los defectos y grandes problemas históricos de lo que después sería EUA y los aspectos positivos de Hispanoamérica.
La realidad es que no somos tan diferentes en cuanto a que somos sociedades que arrastran un pasado colonial con características diversas que nos han llevado a ser lo que somos, como yo ya lo he dicho antes, el gran problema de México es que desde 1821 hemos querido copiar a norteamericanos o europeos y no hemos aprendido a seguir nuestro propio camino, condicionado por el pasado colonial y el precolombino; así, durante la colonia, en México se creó una sociedad incluyente que manifestó en el mestizaje su desprecio a las diferencias raciales y la conformación de una identidad nacional única, EUA por su parte, ha venido arrastrando el estigma del racismo (de ahí la importancia histórica de Obama y una de las razones del culto hacia su figura) y la carencia de una identidad propia, pues más bien es un conglomerado de muchas identidades étnicas, nacionales, religiosas y políticas en tensión permanente.
México posee una identidad y una sociedad homogénea a la que artificialmente se le ha intentado diversificar a fin de que sea aplicable el sistema democrático-representativo; por ello han sido nuestras numerosas guerras civiles, las faltas de acuerdos, los caudillismos y los conflictos, y recientemente, nuestro nefasto sistema de partidos; entre tanto, EUA ha seguido un camino en sentido contrario: una sociedad diversa que ha tratado de unificarse en sus 233 años de vida independiente, la Guerra Civil y la figura de Lincoln aparecen en el momento definitorio entre la tendencia a la fragmentación y la intencionada búsqueda de unión, es recomendable leer o ver la película "Dioses y Generales", nos puede parecer incluso ridículo en México el ver que las razones de Lee o "Stonewall" Jackson, a quienes repugnaba el concepto de la esclavitud, para liderear al ejército rebelde no fue más que el amor hacia la patria chica, a Virginia y su falta absoluta de conciencia nacional y de visión más allá de sus haciendas algodoneras o tabacaleras, pero es indicativo de ese origen fragmentado que ha venido luchando durante más de dos siglos por volverse algo homogéneo.
Esa diversidad y fragmentación propiciaron el éxito del sistema democrático norteamericano, pues esas características obligaron a constituir un sistema que busca lograr consensos y tomas de decisiones colectivas, finalmente, es propio para esas características, pero inaplicable a nuestra realidad o a la de otros países del mundo como China o Medio Oriente.
2.- "Archipiélago Gulag" de Alexandr Solzhenitzyn:
El recientemente fallecido Solzhenitzyn (Se pronuncia Solyenitzin) narra en esa obra su experiencia como "sek" (véase su foto al encabezar este post) o prisionero en los campos de concentración erigidos como islas dispersas en la inmensa geografía de Siberia durante los años del gobierno de Iosif Vissarionovich Stalin en la Unión Soviética, donde bastaba cualquier pequeña queja, crítica o broma sobre el dictador o el sistema comunista para ir a parar a estos campos, administrados por la "Dirección General de Campos Penales de Trabajo" GULAG por sus siglas en ruso, y que según parece, continúan existiendo bajo el régimen de Pútin para castigo de oligarcas como Khodorovski o de nacionalistas chechenos, donde, bajo un clima polar que en sí mismo es un castigo, los prisioneros debían trabajar largas jornadas construyendo vías férreas, en las minas o en cavar silos para misiles nucleares, y recibían a cambio 100 gr. de pan negro diarios, y un plato miserable de sopa de verduras, y a veces una ración de un vaso de agua al día.
La narración de Solzhenitzyn revela lo peligroso de las utopías, como la de Marx, que ante su imposibilidad de realización terminan convirtiéndose en pretextos para asesinar, torturar y destruir con una crueldad infinita, máxime al tratarse de un sistema ateo en el que la dignidad de la persona y su trascendencia no existen, como tampoco los límites morales ni de conciencia, solo importa el poder que se ejerce sobre los súbditos y el terror que es necesario implementar para lograr su sometimiento absoluto.
Hasta eso, el autor utiliza cierto sentido de la ironía que evita que la narración sea un denso recuento de atrocidades; para los que tenemos un sentido del humor negro, no podemos evitar esbozar una sonrisa cuando Solzhenitzyn refiere la importancia de una cubeta dentro de las celdas y como la carencia de ella podía convertirse en la más simple pero a la vez, más espantosa forma de tortura.
En definitiva, quien lo lee termina sorprendido de que mientras el nacional-socialismo o el fascismo son ideologías prohibidas y la figura de Hitler estigmatizada, todavía existan partidos socialistas o comunistas, exista una imagen santificada de la izquierda y personajes desequilibrados y asesinos como el Ché Guevara sean alabados como héroes. Sin duda hará reflexionar y pensar, algo a lo que precisamente, la Izquierda tiene fobia.