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19 de julio de 2018

TRUMP, EUROPA Y RUSIA (PARTE 2): LAS CONTRADICCIONES DE ALEMANIA Y LA OTAN

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Ya lo he dicho aquí varias veces, pero uno de los mejores análisis de lo que ha acontecido del año 2001 a la fecha lo ha escrito un académico orgullosamente mexicano: Antonio Sánchez Pereyra, catedrático de la UNAM, en su libro Geopolítica de la Expansión de la OTAN, publicado en 2004 por la editorial Plaza y Valdés. El libro parece hasta profético, pero lo que dice y predice es consecuencia de un análisis de lo ocurrido en la década de los noventa tras la reunificación alemana, y las razones por las cuales, la última gran estadista británica, Margaret Thatcher, se opuso a la reunificación de Alemania tras la caída del Muro de Berlín.

Alemania, desde su aparición en la Edad Media como el Sacro Imperio Romano Germánico a partir del año 900 con la coronación de Otón I el Grande, ha sido fuente de problemas para Europa: desde la falta de fronteras naturales al oriente, ha tenido una vocación expansionista, mientras su pretendida herencia del Imperio Romano le dotó de pretensiones hegemónicas, la Reforma Protestante, además, hizo creer a los alemanes en una supuesta superioridad moral y la pretensión de corregir los errores de la Iglesia Romana, y por ende del pensamiento occidental vigente, de ahí que toda idea de revolución surge con Lutero para después pasar por Hegel, Marx o Freud (los morenazis se equivocan cuando achacan a las nocivas ideas de Marx, Freud o Reich un origen judío, son en realidad, parte del voluntarismo y subjetivismo germanos, esos pensadores, pese a ser de ascendencia judía, intelectual y culturalmente eran plenos teutones, su cultura hebrea era ya meramente vestigial y accesoria).

La Unión Europea e incluso la OTAN, han sido aprovechadas por Alemania, --que ha estado dirigida en estos últimos treinta años por apenas tres políticos: Helmunt Khol, demócrata cristiano, Gerhard Schroeder, socialdemócrata y finalmente Angela Merkel, la primer mujer en ocupar el cargo de Canciller y la primer persona nacida en la RDA (República Democrática Alemana o Alemania Oriental) en gobernar al país unificado y también afiliada a la Democracia Cristiana, pese a su política secularista y muchas veces pro-islámica, -- para lograr la tan buscada hegemonía sobre el continente; en mucho, el Brexit se explica por la tendencia natural de Inglaterra de desmarcarse de los poderes hegemónicos continentales: La Guerra de los Cien Años contra la supremacía francesa medieval, el Cisma Anglicano contra el predominio español, las Guerras Napoleónicas contra el conquistador corso y las Guerras Mundiales contra las pretensiones de Alemania; hoy nuevamente, la salida de la Unión Europea se enmarca ante la percepción del inglés promedio de que la Unión comercial y económica es un mero tinglado edificado a favor, nuevamente, de los alemanes, muchos creen que lo que impidió que el genial Christopher Nolan ganase el premio Óscar a la mejor película con la tremenda Dunkerque se debió a que dicho filme puede leerse como un mensaje anti alemán y a favor del Brexit.

Kohl, Schroeder y Merkel comprendieron lo que ni Guillermo II ni Hitler entendieron, en pocas palabras, se dieron cuenta, como lo hiciera el General Alvaro Obregón, que nadie aguanta cañonazos de $50,000 pesos. En pocas palabras, que el poder económico es más importante que el militar y que el control de las finanzas asegura el dominio político sobre los otros. Así que Alemania se ha dedicado a crear mercados cautivos gracias a la expansión de la Unión Europea y de la propia alianza militar atlántica, misma que debió desaparecer después de la caída del Muro de Berlín en 1989. En esto es contrastante que Alemania posee una de las mejores industrias militares del mundo, pero sus fuerzas armadas actuales, la Bundeswher, son una caricatura de lo que fueron la temible Wehrmacht del período Nazi, el Ejército Imperial de la Primera Guerra Mundial o el Ejército Prusiano de Federico el Grande, y hasta la Reichswher de la República de Weimar; la remilitarización de Alemania Occidental, aprobada en 1955 para que el país fuese miembro de la OTAN, era para que el país germano fuese el primero en la línea de defensa ante una posible invasión soviética a Europa Occidental, por su parte, los rusos aprobaron el rearme de la Alemania Oriental, igualmente dentro del contexto del Pacto de Varsovia, alianza militar del Bloque Comunista. Con la unificación en 1990 se dio cierta fusión de ambas fuerzas armadas, pero con el paso del tiempo, los gobiernos alemanes las dejaron caer, hoy por hoy, la Luftwaffe está muy lejos de ser aquella temible fuerza que comandaba Hermman Göring, y apenas cuenta con equipos de última generación o que simplemente, se encuentren operativos

¿Qué sucede?, que para Alemania, la OTAN es un excelente negocio: vende armas a los demás países miembros, pero ella misma no hace su parte en la defensa común ante una presunta amenaza rusa, porque para eso está EUA y sus bases militares en territorio germano y en el de otros países europeos. Esto es lo que Sánchez Pereyra sostiene en su libro: tras la unificación, Alemania de inmediato buscó la hegemonía en Europa, y lo hizo generando mercados cautivos: endeudó a Grecia para qué ésta pudiera realizar proyectos de infraestructura con miras de celebrar los Juegos Olímpicos de 2000 o 2004, que finalmente provocaron el derrumbe de la débil economía helena, provocó la Guerra en Yugoslavia para fragmentar al país balcánico en mini-Estados que se convirtieran en sus clientes, y alentó a los Gobiernos de Clinton, Bush Jr. y Obama a expandir la OTAN hacia el este, mientras que igualmente orquestó la unión monetaria europea, cuya banca central se sitúa en Frankfurt, y amplió la unión con países empobrecidos de la vieja órbita soviética que igualmente dependerían de sus créditos e inversiones para salir a flote.

Hoy, Trump acude a la Cumbre de la OTAN y lo que hace es restregar las contradicciones alemanas y de la propia organización, que carece de objeto, y ante la retórica antirrusa de Angela Merkel, él señala que por el contrario, es Berlín quien tiene una relación de cierto sometimiento a los intereses moscovitas.



La realidad es que Alemania y Rusia tienen, desde el siglo XIII una relación de amor-odio, codependiente; el Gran Príncipe ruso Alejandro Nevski detuvo la colonización alemana impulsada por la Orden de los Caballeros Teutónicos, aún así, admitió la existencia de poblaciones alemanas al interior de Rusia; hoy tenemos por ejemplo al Obispo Athanasius Schneider, quien es un "alemán del Volga", y que Nizhni Novgorod fuera socia de la Liga Hanseática, más tarde, Pedro el Grande tomó como modelo para la creación del ejército ruso al ejército prusiano, y los Romanov casaban generalmente con princesas de familias reales alemanas, una de ellas, llegó a ser Zarina de Rusia: Catalina II, bautizada originalmente en el Luteranismo como Sofía Von Anhalt-Zerbst, ni se diga de Nicolás II, el último Zar, casado con Alejandra (Alix) de Hesse. Los rusos tomaron el comunismo del alemán Carlos Marx, y los cuadros de la Reichswher que más tarde invadirían las estepas rusas bajo el mando de Hitler estudiaron, entrenaron y enseñaron a sus después enemigos, comandantes del Ejército Rojo en esquemas de cooperación entre ambos países durante los años 20 y 30 del pasado siglo.

Al mismo tiempo, Rusia y Alemania se han disputado la hegemonía sobre Europa Oriental, hacia la cual ambas potencias, sin límites naturales, dirigen sus líneas de expansión, un área que se extiende desde el Elba hasta Finlandia por el Báltico y al sur hasta Grecia por los Balcanes, lo que les ha llevado a chocar, la última vez, con una enorme explosión de odio y de violencia en la Segunda Guerra Mundial; cuando se dio el colapso del poder soviético, la Alemania reunida no dudó en buscar llenar el hueco sobre los otrora satélites de Moscú que quedaron expoliados y a la deriva tras cuarenta años de sometimiento a Rusia y los dictadorzuelos apoyados por ésta.

Hoy en día, la Merkel se desgañita lanzando anatemas contra Putin y las políticas rusas en Medio Oriente o Ucrania y apurando a Trump a tomar medidas contra el Kremlin, pero al mismo tiempo compra y paga los hidrocarburos que Moscú vende a Berlín a través de un polémico gasoducto que existe desde 1982, en plena Guerra Fría y construido por el entonces Presidente Soviético Leonid Brezhnev. Gazprom, la gasera estatal rusa, es de los mayores aportes de inversión extranjera en Alemania y tiene como directivo en el país centroeuropeo ni más ni menos que al antecesor de Merkel: Schroeder, y hasta patrocina a la Bundesliga, mientras que las grandes multinacionales alemanas invierten y se encuentran cómodamente instaladas en el gigante eslavo.

Por lo tanto, lo único que hizo Trump fue decirles que él no nació ayer y no se traga el cuento de la "amenaza rusa", en realidad, los alemanes no pueden desear una guerra contra Moscú sin que eso afecte sus intereses directos, como tampoco es deseable para Berlín que la tensión disminuya y haya un entendimiento con los rusos: de eso viven, la paranoia antirusa es una fuente de negocios para su industria de armamentos y los planes de crédito que ofrecen a los antiguos satélites rusos en Europa Oriental para obtener los recursos necesarios para participar en la Alianza Atlántica y obtener las armas y equipos necesarios para enfrentar a la siempre permanente "amenaza bolchevique" ahora encarnada por Putin, quien comente el tiránico y perverso pecado de prohibir la propaganda de la homosexualidad en su país, muestra innegable de ser un nuevo carnicero como Stalin.

Y por otro lado los cuestionó: ¿si les importa o le temen tanto a un posible ataque ruso, porqué no invierten más en defensa y en la propia OTAN y no, como en la actualidad, le dejan toda la carga a Estados Unidos de América? En pocas palabras, Trump ha desenmascarado a una Alemania que ha venido a construir un Cuarto Reich sustentado en su peso económico y encubierto tras la fachada de la Unión Europea: Frankfurt dicta la política económica seguida desde Lisboa hasta Atenas o Estocolmo, mientras Berlín ordena a Madrid, Roma o París la apertura de las fronteras y permitir la llegada de las oleadas de refugiados norafricanos y musulmanes. Por ello, no cesó en señalar los peligros de la inmigración descontrolada hacia el Viejo Mundo, siendo realmente incómoda su presencia en Europa en estos días pasados. De igual forma, concluye que la OTAN, actualmente, ya no tiene ningún sentido, se decía que la Alianza Atlántica había surgido to keep Americans in, Russians out, and Germans down de Europa, pero en realidad, la misma ha servido para forzar a los Americanos a estar abajo, como sirvientes fieles o empleados que acudan a prestar sus servicios de defensa al primer llamado, a los Rusos afuera, pero como pretexto para continuar con la alianza, mientras entran con sus hidrocarburos e inversiones, y a los Alemanes arriba de todo el esquema, dirigiendo todo según su capricho.

Pero además, Trump dijo una conclusión sorprendente para muchos: dijo que la Unión Europea es un enemigo, antes que un aliado, para Estados Unidos... y tiene toda la razón: el Bloque Continental europeo se ha convertido en el principal difusor del "progresismo" que es percibido acertadamente por el neoyorkino como lo que ha dividido a la sociedad norteamericana, y así fue durante el mandato de Obama y con el accionar de personajes como Al Gore, George Soros, Hollywood, los Rockefeller, Bill Gates, Zuckerberg y demás magnates de las redes sociales o las finanzas, todos beneficiarios de la Globalización. En esto, coinciden con él algunos gobernantes europeos, como el Primer Ministro de Hugría: Viktor Orban, y el gobierno polaco actualmente presidido por Andrzej Duda y la Primer Ministro Beata Szydlo, a los que se suma recientemente el nuevo gobierno austriaco, encabezado por el joven Canciller Sebastian Kurz, quien ha decidido suprimir las mezquitas que se habían construido, con dinero saudita, e incluso iraní, dentro del territorio del país alpino. Todos ellos, están llamando al rechazo a la política migratoria impuesta por Merkel, desean una mayor independencia económica respecto de Alemania; ellos pueden convertirse en los nuevos aliados de EUA contra una destructiva hegemonía germánica.

Pero sin duda, quizá la imagen que más refleja la decrepitud y la decadencia de la Unión Europea y de la OTAN juntas sea la del Presidente de la Comisión Europea, el luxemburgués Jean Claude Juncker, que apareció públicamente, durante la cumbre celebrada hace unos días, al parecer totalmente ebrio, aunque dijeron posteriormente que no era eso, sino que se encuentra padeciendo ciática.



No es la primera vez que cunden los rumores acerca de la adicción al alcohol del mencionado líder paneuropeo, ya en el 2013, la actitud del mismo político en otra cumbre fue claramente extraña y poco digna de quien se supone, tiene la máxima representación de un bloque supranacional:



Como sea, la imagen de los líderes europeos más "progresistas" deja mucho que desear: lucen macilentos, avejentados y titubeantes. Los que no están así, como los jóvenes Pedro Sánchez de España o Emmanuel Macron de Francia, aparecen sin embargo como dóciles títeres de Berlín y del Globalismo, o tratan tímidamente de desmarcarse, como pasa con el Presidente galo, sin que las circunstancias y los medios con los que cuentan les permitan hacerlo. Evidentemente, no pueden ser aliados de un poder global como EUA, ni por supuesto, pueden hacer frente a una potencia resurgente como Rusia, con un líder como Putin que, a sus 65 años es presentado y visto por muchos, como la encarnación de la virilidad misma.

En el próximo post, hablaré finalmente de Rusia, que junto con Croacia, fueron los verdaderos vencedores de la Copa Mundial de la FIFA.

3 comentarios:

MIKE dijo...

La “mujer más poderosa del mundo” ya no sólo ve su influencia desplomarse en la alianza transatlántica o la europea, sino que hasta en casa su poder cada vez se ve reducido.

La canciller ha sobrevivido al último intento de rebelión dentro de su coalición de gobierno, otorgando algunas concesiones en el tema de inmigración a su ministro del interior Horst Seehofer, quien lidera el ala bávara de su partido, pero lo que es peor, la gente de Seehofer prefiere hacer campaña con Orbán y Kurz que con ella, y todo esto se debe a que el partido “Alternativa para Alemania” amenaza con ser un dolor de cabeza en Baviera y a nivel nacional, ya han alcanzado al partido socialdemócrata, que es responsable de muchas de las calamidades que azotan a todo el mundo occidental moderno, en intención de voto. Sin duda a la Merkel no se le recordará como una estadista o una líder patriota sino como la mujer que condenó a su nación a la extinción y con ella a buena parte del viejo continente.

YORCH dijo...

Creo que mucho de lo que ha pasado viene de antes de la Merkel y va más allá de sus inclinaciones personales. En mucho, los alemanes traen el trauma del racismo y el nacionalismo radical de Hitler y el NSDAP, el abrir la puerta a la migración y unirse a la globalización implica tratar de demostrar lo contrario, de que los alemanes son más abiertos con el resto del mundo y respetan y hasta aceptan volverse una Nación multiétnica y multicultural; por otro lado, los intereses de las grandes empresas germanas, ávidas de mano de obra barata, también influyen. Por otro lado, es probable que conserve muchas ideas marxistas bajo las que fue educada en la RDA, pese a que su padre fuera pastor luterano.

Baviera que es el estado alemán más rico y desarrollado y además, el bastión católico del país, es el que está plantando cara a las políticas de Berlín, y haciendo obligatorio el lucir los crucifijos en los edificios públicos, contrarrestando las medidas secularistas y pro-islámicas del gobierno federal alemán; si en 1870 en vez de Luis II, que como es sabido, padecía de una grave enfermedad mental, Baviera hubiera tenido un gobernante sano, es posible que no hubiera aceptado el régimen luterano prusiano y hubiera permanecido independiente, lo que habría cambiado la Historia de Europa radicalmente.

misteryhouse dijo...

La Europa moderna no es ni la sombra de las antiguas potencias imperiales que surgieron en ese continente. De todos los países del Viejo Continente, el que me desagrada más es Alemania a pesar de que el mexicano promedio piensa que ese país es lo máximo. El gobierno de Alemania se me hace (y en este espacio se ha dicho en demasiadas ocasiones) que es un usurero desgraciado que únicamente se ha aprovechado de la expansión de la UE para obtener hegemonía en el continente. Voy a aclarar que no soy una persona fanática del cuidado del medio ambiente, mejor dicho todo lo contrario, pero exigir a Donald Trump el no abandonar el acuerdo de París mientras en Alemania se destruye un pueblo completo para hacer una mina de carbón y con unas empresas automotrices que han incumplido las normas ambientales de varios países en los últimos años es una incongruencia mayúscula mientras ciudades como Hamburgo tratan de llegar a la Utopía estúpida de "ciudad sin coches" y se pretende hacer el transporte público gratuito para cumplir las leyes ambientales idiotas impulsadas por la Unión Europea. Definitivamente por esto es por lo que Alemania se me hace un país bastante estúpido hasta para mencionar. Y eso solo es una muestra de lo incongruentes que son.