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4 de abril de 2015

LOS INTRIGANTES ORIGENES DEL ISLAM




Ante el ascenso del Islam radical tras los atentados del 11 de septiembre del año 2001 (han pasado 14 años casi, pero estamos instalados en la era histórica que se abrió con ellos) creció el interés por el estudio histórico del Islam en cuanto a civilización que es --no puede reducirse el mismo a una sola doctrina religiosa, sino que se trata de un todo integral que se conforma por un credo, un sistema jurídico, un sistema o una serie de doctrinas políticas, formas de organización social, costumbres, arte, etc.-- y lo que le hace tan diferente y a la vez, opuesto a nuestra Civilización Occidental.

Sobre todo, se ha dado una creciente búsqueda por conocer los periodos tempranos del Islam, esto es, la época de su predicación por Mahoma y la subsecuente unificación de las tribus semitas que habitaban la península arábiga bajo su mando, y los pasos iniciales de la conquista y construcción de un Imperio con pretensiones globales bajo sus inmediatos sucesores. Los estudios que se comenzaron a hacer en este tenor no están exentos de polémica ni de intentos de hacer uso de los mismos como propaganda sobre todo de parte de ciertos sectores políticos en EUA, tachados algunos de "isalmófobos" bajo el Gobierno de Bush Jr. que sobre todo buscaban tachar al Islam o dirigirle sus acusaciones como una ideología por sí misma violenta y tendiente al expansionismo imperial; postura que, por cierto, no es muy descaminada.

En este tenor, resulta interesante un libro que compré hace poco y que no he terminado de leer aún: Bajo la Sombra de la Espada del historiador británico Tom Holland, de quien previamente leí su interesante estudio sobre las Guerras Médicas: Fuego Persa, en el que ahora se dedica a estudiar la época en que surge el Islam, en la coyuntura de los siglos VI y VII, calificándolo como un acontecimiento realmente revolucionario que fue, en definitiva, el que marcó decisivamente, más aún que la caída del Imperio Romano de Occidente a manos de Odoacro en el año 476, el paso de la Antigüedad a la Edad Media.

Holland nos hace notar que, mientras historiográficamente existen grandes lagunas acerca de la Judea de los tiempos de Jesús, --no así del mundo romano en el que se encontraba insertada-- pero remarca que es indudable su existencia histórica (su estudio lo hace desde un punto de vista meramente terrenal y agnóstico) respecto de la época de Mahoma y del Medio Oriente en que se dio la prédica de su doctrina hay muchas más fuentes y muchos más conocimientos, mas, mientras es indudable la historicidad de la predicación del Evangelio por San Pedro y San Pablo desde el siglo I o la redacción de los Evangelios y el resto del Nuevo Testamento por esos años, respecto de la persona misma de Mahoma y aún sobre sus primeros sucesores existen muchísimas incógnitas que chocan con la "Historia Oficial" contada por los Musulmanes, incluso respecto a la escritura del Corán. Holland nos dice que no hay prueba de que el Islam fuese tal y como lo conocemos, sino hasta los siglos XII-XIII, previo a ello, hubo una evolución de un texto primitivo que fue modificado muchas veces, mientras que la vida y dichos de Mahoma fueron enriquecidos por los hadices, que en realidad fueron pronunciados por clérigos y juristas posteriores en las cortes de los Califas de Damasco, Córdoba, Bagdad y el Cairo. El Islam que reconoceríamos como tal existiría ya a partir de que los Otomanos asumiesen el poder en el mundo musulmán sunnita a partir de los siglos XV y XVI.

La narración oficial nos dice que Mahoma era un comerciante de la tribu de los Quoriaschíes, descendiente directo de Ismael, hijo de Abraham, que a los 40 años tuvo una revelación en la cueva de Hera cerca de la ciudad de La Meca, en Arabia, dicha revelación le fue dada por el Arcángel Gabriel y la empezó a predicar, los ricos comerciantes de la ciudad, temerosos de que el monoteísmo iconoclasta predicado por el profeta resultase contrario a las peregrinaciones y al culto que se tributaba en el templo de la Kabba a diversas deidades semitas, le persiguieron: Mahoma huyó a la ciudad de Medina y ahí comenzó la construcción de un Estado que a través de la guerra y tras la derrota de los Mecanos, logró unificar a todas las tribus árabes, dejándolas listas para la conquista imperial más allá de la península.

Sin embargo, esta historia tiene muchas contradicciones: primero, no hay muchas relaciones acerca de la Meca en esa época, que estaba muy lejos de ser un punto neurálgico del comercio como la historia islámica oficial lo pinta, al parecer era un punto prácticamente desconocido; en aquel entonces, si bien los árabes tenían escritura, usaban más la tradición oral para conservar historias, y éstas se modificaban de generación en generación inevitablemente. De igual forma, Arabia no quedó exenta de la influencia helenística y romana como exhiben sus  vestigios pre-islámicos a los que el gobierno saudita poco da a conocer, muy similares a los de los Arabes Nabateos, (los actuales Jordanos) en Petra.


Hacia la época de nacimiento del Islam, y por medio de la influencia del comercio, los cambios en el panorama religioso que habían afectado al Imperio Romano también se habían extendido al Levante, el Cristianismo había llegado y así las comunidades ahora perseguidas y en peligro de exterminio por el ISIS son muestra de lo que fueron las diócesis más antiguas de la Iglesia. Sin embargo, la región, que siempre ha sido una encrucijada estratégica se prestó para la mezcla de cultos y credos de lo más variopintos: al este, en Persia, la religión dominante era el Zoroastrianismo, mismo que convivía con la religión astronómica heredada de los Partos Arsácidas, y además los cultos misteriosos de Mithra y el Maniqueísmo derivados de estos cultos iránios. Como sea, desde el siglo III las provincias romanas de Siria, Mesopotamia y el Asia Menor, zonas con las que los árabes tenían contacto directo, estaban en plena efervescencia religiosa.

En este caos de cultos, el Cristianismo desde sus orígenes se vio presa de divisiones y escisiones, su origen y expansión representó una verdadera revolución en la Filosofía y el pensamiento entero. En oriente, las disputas religiosas llegaron a protagonizar verdaderas guerras civiles. Entre todas esas variaciones del Cristianismo, hubo una combinación con cultos mistéricos que existieron en el paganismo grecorromano, como los Misterios de Eleusis o los de Delfos, o el culto a Orfeo, y más tras la combinación con cultos como el de Mithra o los dioses egipcios tras las conquistas de Alejandro Magno en el Periodo Helenístico, hizo surgir la tradición gnóstica, misma que se concibe como aquella en que se pretende que la auténtica revelación de la divinidad pertenece a un grupo de escogidos o gente especial que debe mantener como secreto ese conocimiento y no revelarlo a la mayoría del pueblo; contrario a la doctrina de la Iglesia, que es pública y de enseñanza abierta.

El gnosticismo es una tradición religiosa que llega hasta nuestros días, durante la Edad Media, por ejemplo, se tradujo en el Catarismo, y más tarde, en la Masonería, e incluso, ciertos movimientos religiosos actuales, como la Cienciología o el New Age, cuentan con elementos claros heredados del gnosticismo. Así, la tesis que plantea Holland y que también esgrimen algunos estudiosos alemanes, es que los orígenes del Islam deben encontrarse en doctrinas cristianas gnósticas y heréticas que fueron rechazadas por los primeros concilios ecuménicos pero que pervivieron en zonas apartadas en el desierto árabe; algo que no sería extraño: los Nestorianos, una secta herética que viene de esos tiempos y que predica un monofisismo en que la naturaleza humana es la única de Cristo, se refugió en los páramos de Irán y el Centro de Asia, siendo el primer cristianismo con el que topó y protegió Genghis Khan.

Para empezar, Holland cita fuentes que nos dicen que los Quoriaschíes, la tribu de la que surgió Mahoma, no era una tribu árabe del Hedjaz ni de La Meca, sino de la llamada "Arabia Pétrea", esto es, la actual Jordania, siendo parte de los Nabateos, aliados antiguos de los Romanos; Nabateos y Latinos fueron aliados desde que Octavio luchó contra Marco Antonio y Cleopatra, instaurando al final la monarquía imperial, uno de sus principales jefes de caballería no fue otro que Herodes el Grande, a quien elevó al trono de Judea en detrimento de los Asmoneos, pese a ser Nabateo era de religión judía. Los Arabes Nabateos se mantuvieron fieles a los Césares hasta la época de Justiniano, aunque entre ellos influyó mucho el gnosticismo.

De esta manera, se plantea que el Corán original en realidad vendría a ser un texto cristiano gnóstico compuesto en arameo en Siria y que habría sido asumido por los Quoriaschíes, mientras que el nombre de Mahoma, o más bien Mohamhed, que significa en árabe Amado del Señor, es un epíteto aplicado en realidad a Cristo. De esta manera, el Profeta fundador del Islam no habría existido, sino como una figura distorsionada de Jesús de Nazareth, y su libro sagrado, en realidad un texto apócrifo con doctrinas gnósticas basadas en el cristianismo.

De esta manera, se plantearía que el origen del Islam se daría en realidad cuando los Quoriaschíes aprovecharon el debilitamiento tanto del Imperio Romano de Oriente como del Imperio Persa Sasánida después de la brutal guerra entre Heraclio y Cosroes II para lanzarse a la conquista del resto de tribus árabes y llenar el vacío de poder dejado por las coronas romana e iránia en Medio Oriente tras haberse destrozado mutuamente. De mi parte, creo que puede tener bastante de razón, aunque yo sí consideraría a Mahoma como un líder histórico que buscó la unidad de las tribus árabes y la constitución de un Estado, aprovechando tal hueco, basándose en una doctrina cristiana-gnóstica llena de elementos paganos zoroastrianos y semitas que con el tiempo fue evolucionando a lo que conocemos hoy como Islam.

La tesis no deja de ser interesante, más cuando la enlazamos con otras cuestiones que estos estudiosos al parecer no han tomado en cuenta: las fuentes medievales que conocieron directamente a los Musulmanes en las Cruzadas nos retratan un Islam muy diferente al que conocemos: basta con leer cantares de gesta o novelas de caballería escritas desde la época de Carlomagno hasta el siglo XII, para encontrarnos que se describe a los islámicos como adoradores de una especie de trinidad integrada por Tervagán o Trimagante como dios supremo, Mahoma y Apolo, de quienes se veneraban imágenes. Basta leer el Cantar de Roldán para encontrarnos con esto --es curioso, pero el Poema de Mío Cid no menciona para nada las costumbres ni la religión de los musulmanes, pese al contacto inmediato entre Españoles y mahometanos-- esto es importante: el nombre de la deidad suprema hace eco a Hermes Trismegisto, un personaje semilegendario, que probablemente fue el arquitecto, científico y arquitecto Imhotep, que vivió durante la IV dinastía de faraones y construyó la pirámide de Saqqara, Egipto, y que fue divinizado como Thot: dios de la sabiduría y ciencia y que fue muy importante en los cultos gnósticos; el númen griego Apolo, que ocuparía el lugar del Espíritu Santo fue también una divinidad clave en el gnosticismo por su papel como dios de la sabiduría y titular del oráculo de Delfos, mientras que Mahoma en el lugar de Dios Hijo, sería una versión distorsionada de Cristo, propia también de la gnosis.

El Islam que conocemos, con un concepto monoteísta y unipersonal de Dios,  casi abstracto, denominado como Alá, (una advocación del dios lunar semita Baal) no aparece ya sino hasta fuentes medievales tardías, a partir del siglo IX y no se generaliza sino ya hasta el siglo XV.

Sin duda estamos ante un tema fascinante, en el que no se están sino dando los primeros pasos, y que sería clave entender para comprender las razones que motivan que el Islam sea una ideología imperialista, bélica y violenta, así como la oposición perpetua que tiene contra Occidente. Comprendiendo las causas políticas y sociales que le dieron origen al Islam así como el trasfondo filosófico y teológico que le dio sustento, tendremos oportunidad de entender a los fundamentalistas y también de contrarrestarlos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

"De mi parte, creo que puede tener bastante de razón, aunque yo sí consideraría a Mahoma como un líder histórico que buscó la unidad de las tribus árabes y la constitución de un Estado, aprovechando tal hueco, basándose en una doctrina cristiana-gnóstica llena de elementos paganos zoroastrianos y semitas que con el tiempo fue evolucionando a lo que conocemos hoy como Islam"

En otras palabras el Islam es una religión estatal (la unión de Iglesia y Estado, la religión entregada a los "poderes temporales", o la bestia de la Tierra del Apocalipsis de Juan)... igual que muchas otras que, a través de los siglos ha utilizado el poder político (la bestia que surge del mar del Apocalipsis de Juan, según la interpretación de la tradición católica) para doblegar a sus ciudadanos.

No me sorprende, no es la primera vez que ocurre...

Los jefes espirituales del protestantismo se dirigieron desde el comienzo a las castas dominadoras de sus países, cuyo auxilio les pareció ineludible para asegurar la victoria a su causa.

Lutero apelaba a Pablo para demostrar que los príncipes no están bajo la tutela de la Iglesia, sino que están llamados a imperar sobre sacerdotes y obispos. En su llamado A la nobleza cristiana de la nación germánica intentó probar que, de acuerdo con las enseñanzas de las escrituras, no puede haber de ningún modo una clase sacerdotal, sino sólo una función sacerdotal, a la cual están llamados todos los que disponen de la capacidad necesaria y de la confianza de su comunidad. Pero de ahí concluyó que la Iglesia no tenía ningún derecho a ejercer un poder temporal y a aparecer como tuteladora del Estado. Según la concepción de Lutero todo el poder debía encarnarse en el Estado, a quien Dios mismo había destinado para proteger el orden público. En realidad se agota en esa interpretación toda la significación política del protestantismo.

El protestantismo tenía la seguridad de libertar a los hombres de la tutela de la Iglesia romana; pero sólo para entregarlos al Estado. A eso y sólo a eso se reduce la misión protestante de Martín Lutero, que se llamaba a sí mismo el siervo de Dios, y, sin embargo, no ha sido nunca otra cosa que el siervo del Estado y de sus oficiantes.

En todas partes el protestantismo traicionó al movimiento del pueblo e hizo de la Reforma una cosa de los príncipes y de las capas privilegiadas de la sociedad.

Enrique VIII rompió con la Iglesia papal y confiscó sus bienes, se convirtió él mismo en cabeza de la nueva Iglesia del Estado, que estaba completamente bajo la soberanía del poder temporal (anglicanismo).

http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/politica/nacionalismo/6.html

O sea que el protestantismo (y sus variantes) también son religiones estatales, cuyos "obispos y sacerdotes" son simples burócratas y están financiadas vía contribuciones e inclusive impuestas por medio de la fuerza estatal a la ciudadanía.

Y si no ha impuesto una religión, el mismo Estado se ha convertido en la religión (estatolatría)

"La gente erróneamente habla de la separación de la Iglesia del Estado siendo que el Estado mismo se ha convertido en una Iglesia y en un objeto de adoración y culto".

https://www.lewrockwell.com/lrc-blog/american-statolatry/

"Cuando el hombre no se ha querido arrodillarse voluntariamente ante Dios, los políticos lo han obligado a arrodillarse ante el Estado".

Crisbio