Las negociaciones con Irán mostraron a un Estados Unidos que llegó en plan de aceptar todas las condiciones que el gobierno persa impuso para lograr la aceptación de su programa nuclear, a cambio de un proceso que parece, legitima y encausa hacia la regularización de relaciones entre la República Islámica y Washington, probablemente por buscar lograr apaciguar a aquella y lograr sumarlo a un esfuerzo para frenar al ISIS, monstruo surgido de la errada política de contención contra el resurgimiento persa ideada por Hillary Clinton, las monarquías árabes y Turquía, que siempre han temido que Teherán vuelva por sus fueros imperiales bajo un régimen religioso-democrático que ha resultado mucho más modernizador y ambicioso que los Pahleví, aquella dinastía de origen cosaca que brindó los dos últimos sucesores de los Aqueménidas, pero que fueron títeres viles de las potencias occidentales.
Pero un EUA que sacrificó ante los altares persas a su otrora aliado incondicional Israel y pone en peligro su alianza con las monarquías del Golfo Pérsico lideradas por un Rey Salman Saud que resultó tener muy pocas pulgas no es nada, lo que es realmente patético y muestra de decadencia del poder norteamericano es el triste papel desempeñado por el Presidente Barack Hussein Obama en la Cumbre de las Américas celebrada en Panamá, en que fungió como un saco de arena para ser golpeado verbalmente por los mandatarios del "Eje Bolivariano" sin meter las manos siquiera; por el contrario, la postura del también llamado Barry Soetoro fue de golpearse el pecho a nombre de su país y recitar un mea culpa por el terrible pecado de oponerse al brutal, tiránico y dinástico régimen de los Castro en Cuba desde 1962, y por, más recientemente, atreverse a ofender al régimen chavista en Venezuela, presidido por Nicolás Maduro y que se encamina a quebrar a la sociedad del país sudamericano para establecer un sistema totalitario a la vez que se convierte en el enclave de los intereses moscovitas en nuestro continente.
La fotografía con la que se abre la presente entrada es elocuente, puede verse a un Nicolás Maduro henchido de soberbia y satisfacción ante un Obama que casi inclina la cabeza ante él pidiendo perdón por las ofensas y por no darse cuenta que el represivo gobierno del antiguo chófer es en realidad un régimen que lucha por la libertad y la justicia, sobre todo por la igualdad al precipitar a todos los venezolanos a la miseria, de hecho, el Presidente norteamericano se retractó de haber catalogado a Venezuela como un riesgo para la seguridad de EUA, pese a que Caracas cada vez estrecha más sus lazos con Moscú y aumenta sus compras de armamento, además de proporcionar pasaportes venezolanos a militantes islamistas y difundir una propaganda antinorteamericana tercermundista y bananera además de visceral.
A esto hay que decir, que, efectivamente, un cese del intervencionismo norteamericano puede tener aspectos positivos en el ámbito de los países hispanoamericanos, ya que puede reforzar la libre determinación de nuestros países; el peligro es que no ocurrirá eso: los políticos de nuestros países están acostumbrados a tener tutores extranjeros: Maduro no está defendiendo la independencia de Venezuela, sino está cambiando de amo, cambia a Washington por Moscú, y lo mismo ocurre con los otros países del Cono Sur que están abriéndole las puertas no solo a Rusia, sino también a China y hasta a Irán; por otro lado, hemos de reconocer que los imperios son, --como diría Jean Baptiste Duroselle-- males necesarios, puesto que su función es la de establecer un orden más o menos estable; EUA no puede perder su hegemonía de golpe sin que esto nos lleve a un caos.
Caos que podemos empezar a ver en Medio Oriente, donde el debilitamiento de EUA y el empoderamiento de Irán, Arabia Saudita o Emiratos Arabes está llevando al regreso de luchas permanentes e incesantes por la supremacía regional, sin que exista ninguno con poder suficiente para sobreponerse a los otros y de esa manera restaurar un orden estable, por el contrario, las Primaveras Arabes, o aun antes, desde el derrocamiento de Saddam Hussein y la demolición que hizo el propio Estados Unidos del orden que había implantado en la región nos muestra cómo todo ha degenerado en una situación de guerra permanente, el reforzamiento del radicalismo islámico y el regreso del sueño imperial del Califato; la instauración de un imperio musulmán como ese sería, a pesar de todo, lo único que garantizaría un orden en un Mundo Islámico efervescente.
En esta voluntad de crear un EUA más contemporizador cabría preguntarse qué la motiva: ¿Acaso la economía no va tan bien como se pinta y se trata de una nueva burbuja que puede estallar dejando numerosos damnificados? Los planes de la Reserva Federal por aumentar las tasas de interés a fin de hacer más atractiva la inversión en el coloso del norte resultaron frenados, al parecer, por la constitución que hacen China y Rusia de un Banco Internacional: el Banco Asiático de Inversión e Infraestructura, que al parecer, puede ser el inicio de la implantación de un orden económico paralelo al creado por los acuerdos de Breeton Woods en 1945 y que puede catapultar a las grandes economías emergentes como los BRICS a la cúspide de una nueva economía mundial. Lo peor para EUA es que varios de sus aliados, como Inglaterra, Italia o Australia se han sumado al experimento, quizá motivados por el control que de sus economías hacen muchos inversionistas provenientes de los emergentes cada vez más.
La perspectiva no resulta halagüeña: al interior se revela cada vez más el abuso de poder, corrupción e impunidad de las agencias de policía estatales y municipales, así como la latente tensión étnica existente entre Anglosajones, Negros e Hispanos; para colmo, se exhibe un enorme estancamiento político sumado a una radicalización tanto de Demócratas como de Conservadores.
2016: ¿Un nuevo duelo Clinton-Bush?
A esto hay que decir, que, efectivamente, un cese del intervencionismo norteamericano puede tener aspectos positivos en el ámbito de los países hispanoamericanos, ya que puede reforzar la libre determinación de nuestros países; el peligro es que no ocurrirá eso: los políticos de nuestros países están acostumbrados a tener tutores extranjeros: Maduro no está defendiendo la independencia de Venezuela, sino está cambiando de amo, cambia a Washington por Moscú, y lo mismo ocurre con los otros países del Cono Sur que están abriéndole las puertas no solo a Rusia, sino también a China y hasta a Irán; por otro lado, hemos de reconocer que los imperios son, --como diría Jean Baptiste Duroselle-- males necesarios, puesto que su función es la de establecer un orden más o menos estable; EUA no puede perder su hegemonía de golpe sin que esto nos lleve a un caos.
Caos que podemos empezar a ver en Medio Oriente, donde el debilitamiento de EUA y el empoderamiento de Irán, Arabia Saudita o Emiratos Arabes está llevando al regreso de luchas permanentes e incesantes por la supremacía regional, sin que exista ninguno con poder suficiente para sobreponerse a los otros y de esa manera restaurar un orden estable, por el contrario, las Primaveras Arabes, o aun antes, desde el derrocamiento de Saddam Hussein y la demolición que hizo el propio Estados Unidos del orden que había implantado en la región nos muestra cómo todo ha degenerado en una situación de guerra permanente, el reforzamiento del radicalismo islámico y el regreso del sueño imperial del Califato; la instauración de un imperio musulmán como ese sería, a pesar de todo, lo único que garantizaría un orden en un Mundo Islámico efervescente.
En esta voluntad de crear un EUA más contemporizador cabría preguntarse qué la motiva: ¿Acaso la economía no va tan bien como se pinta y se trata de una nueva burbuja que puede estallar dejando numerosos damnificados? Los planes de la Reserva Federal por aumentar las tasas de interés a fin de hacer más atractiva la inversión en el coloso del norte resultaron frenados, al parecer, por la constitución que hacen China y Rusia de un Banco Internacional: el Banco Asiático de Inversión e Infraestructura, que al parecer, puede ser el inicio de la implantación de un orden económico paralelo al creado por los acuerdos de Breeton Woods en 1945 y que puede catapultar a las grandes economías emergentes como los BRICS a la cúspide de una nueva economía mundial. Lo peor para EUA es que varios de sus aliados, como Inglaterra, Italia o Australia se han sumado al experimento, quizá motivados por el control que de sus economías hacen muchos inversionistas provenientes de los emergentes cada vez más.
La perspectiva no resulta halagüeña: al interior se revela cada vez más el abuso de poder, corrupción e impunidad de las agencias de policía estatales y municipales, así como la latente tensión étnica existente entre Anglosajones, Negros e Hispanos; para colmo, se exhibe un enorme estancamiento político sumado a una radicalización tanto de Demócratas como de Conservadores.
2016: ¿Un nuevo duelo Clinton-Bush?
En el inicio de las precampañas dentro del Partido Demócrata y Republicano parece perfilar quiénes serán los aspirantes que el próximo año competirán por sustituir a Barry Soetoro en la Oficina Oval: por un lado la ex-Primera Dama y ex-Secretaria de Estado Hillary Clinton y por el otro: Jeb Bush, ex-Gobernador de Florida.
El hecho que los dos precandidatos más fuertes de los dos grandes partidos políticos estadounidenses pertenezcan a dos familias que llevan ya casi 30 años en la cúspide de la política norteamericana, una que ya brindó un Presidente y la otra dos, es para mi, un signo preocupante: la maquinaria de ambos institutos políticos muestra su incapacidad actual para formar nuevos liderazgos (de Obama ni hablemos, su mandato ha sido un tercer y cuarto mandato de los Clinton, saliendo de la Casa Blanca, me parece que el ¿afroamericano? ¿keniano? ¿indonesio? volverá a la oscuridad de la que salió misteriosamente hace unos diez años para llegar a ocupar una senaduría y después la Presidencia de la República), y también muestra como la política se ha terminado por convertir en propiedad de un grupo reducido: estamos ya ante un sistema oligárquico, con un Estado hipertrofiado e invasor hasta en la vida privada de los ciudadanos a través de los métodos de espionaje electrónico revelados por Assange y Snowden que puede degenerar en un sistema autoritario o de plano despótico veladamente.
Además de ello, debemos ver la cuestión ideológica que anima a ambos aspirantes: Hillary Clinton y su marido han sido grandes representantes del progresismo, de la Socialdemocracia nacida de la Escuela de Frankfurt originada en el Marxismo y que plantea la "reingeniería social" es decir, se busca cambiar una estructura social, familiar, económica, natural del mundo por una más justa, ya que todo es subjetivo y relativo, por lo que hay que cambiarlo todo para lograr crear un mundo perfecto; de ahí que venga el apoyo al ecologismo extremo, al homosexualismo, el ateísmo militante, el feminismo radical o el aborto y la eutanasia; del otro lado, el Partido Republicano demostrará que, pese al surgimiento de movimientos populares como el Tea Party, los Neoconservadores mantienen el control, y con él, su ideología nacida en el Marxismo Trotskista y el ideal de crear una "Revolución Mundial" que implante la Democracia y el Capitalismo como garantías de libertad y desarrollo, bajo la dirección de una "Vanguardia" que es la clase política norteamericana Neoconservadora.
La Clinton continuaría con su "intervencionismo humanitario" para transformar al mundo en su Utopía democrática e igualitaria como lo hizo con las Primaveras Arabes, lo que llevaría al caos y aun debilitamiento mayor de EUA ante enemigos cada vez más fuertes y coligados que le catalogarían como un peligro a la paz mundial; los Neoconservadores creo, tratarían de hacer de EUA de nuevo una potencia fuerte y tratarían de frenar el crecimiento de los rivales emergentes con violencia, lo que igualmente, llevaría al enfrentamiento contra nuevas potencias aliadas en su contra.
Ante esto, el panorama no luce prometedor para EUA, para un país como México, que se mantiene a su sombra y depende de su economía, nada podría ser peor. Sigamos viendo la evolución de los acontecimientos.
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