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3 de marzo de 2014

RUSIA: EL REGRESO DE LA SUPERPOTENCIA


Y mientras el oso mecánico, en la cancha del estadio de Sochi soplaba para apagar al pebetero derramando lágrimas, el Camarada Presidente de Rusia Vladimir Vladimirovich Putin, con gesto hosco apenas podía ocultar que por dentro lo consumían las flamas de la ira, algo raro para un hombre entrenado para esconder las emociones y los sentimientos tras su eterna cara de jugador de poker y carácter más frío que las nieves de las cumbres del Cáucaso a cuyos pies se encuentra la ciudad de Sochi, sede de la justa olímpica que terminó siendo una gran victoria en lo deportivo y aparentemente en lo económico para el gigante eurasiático.

No es para menos, el derribo del Gobierno de Víctor Yankunovich en Kiev resultó un gran revés para Putin que apenas una semana antes parecía estar complacido ante un acuerdo logrado por aquel y los líderes de ciertos grupos opositores; recordemos que, en diciembre de 2013, la movilización callejera comenzó cuando el hoy derrocado mandatario firmaba un acuerdo con Moscú para lograr la unión aduanera, en un proceso que sin duda va encaminado a reconstruir, sobre nuevas bases, al Imperio Ruso, desmembrado en 1989-1991, tras las reformas de Mikhail Gorbachov y el lastimoso intento de golpe de Estado encabezado por Gennadi Yanayev y otros Comunistas de línea dura que terminaron por debilitar el control del Gobierno Federal Soviético y empoderó a los caciques locales. Tras 20 años, en parte de los ucranianos se ha generado un nacionalismo propio que carece de bases históricas y culturales reales más allá del resentimiento por el holodomor y las purgas de los tiempos de Stalin que les han convencido de la perversidad innata de Moscú y de los ex-Comunistas, hoy ocupantes del Gobierno, por lo que prefieren ligarse a la Unión Europea y lanzarse a la incertidumbre de las consecuencias que pueda generar dicha alianza que regresar al redil del águila bicéfala.

Tal parece que Putin subestimó a la Administración Obama, ésta, puede ser torpe y pudo haber cedido ante sus estrategias en Siria, pero también pudo aprender de sus errores; Putin pensó que tras revelar las comunicaciones entre el embajador estadounidense en Kiev y la Subsecretaria de Estado, el tinglado se desmoronaría y eso permitiría negociar a su aliado o virrey Yankunovich con los opositores. No fue así, al parecer, los norteamericanos azuzaron a sus aliados en la Plaza Maidán para que radicalizaran el movimiento aún más, se diesen prisa y con lujo de violencia ocupasen los edificios públicos, derribando a la administración filorrusa en cuestión de unos cuantos días.

Sin embargo, era muy pronto para dar por derrotado a Putin, quien sin duda, también debe temer que el Gobierno de EUA, que ha adoptado con Obama la estrategia de promotor del caos con tal de hundir a rivales u oponentes a los cada vez más frágiles designios imperiales de Washington, le aplique la misma receta al interior de Rusia, pretextando, por ejemplo, la corrupción en la organización y desarrollo de los Juegos, --algo que es clarísimo que se daría hasta en Noruega, pues todo este tipo de eventos es en realidad la oportunidad para que políticos y empresarios hagan negocio, olvidémonos de las utopías de Coubertain-- pero también era seguro que el ex-agente de la KGB buscó la manera de tornar las cosas de nueva cuenta a su favor, sin quedarse con los brazos cruzados y contando con el apoyo de toda la parte oriental y sur de Ucrania que es favorable a Rusia. ¿Apostará por la partición del país en dos y la absorción por Moscú de la parte que se manifieste leal y antieuropea?

Al parecer, Putin tenía previsto un escenario como el presente y está actuando en consecuencia; se ha aprobado por la Cámara Alta del Parlamento Ruso el uso de fuerzas militares fuera de las fronteras a fin de proteger la vida de los Rusos étnicos que habitan en Ucrania y constituyen la mayor parte de la población de Crimea, hay que recordar que dicha península pasó a depender administrativamente de Ucrania, entonces una entidad federativa más de la URSS, por decisión de Nikita Kruschev, entonces titular del Ejecutivo Soviético, que había nacido en la "Pequeña Rusia", cuando la península, desde su adición a los dominios moscovitas por Iván IV el Terrible, había pertenecido a la Rusia propiamente dicha. En las consideraciones de Kruschev había pesado el que se consideraba que la "Unión de todas las Rusias" era indisoluble y que el nacionalismo entre los ucranianos era inexistente, él mismo, al igual que su predecesor Stalin, que era georgiano, se sentía ruso y no había lugar a excesivos amores por el terruño, su decisión obraba en función de facilitar una administración inmediata desde Kiev y no desde la lejana Moscú sobre los importantes puertos del Mar Negro.
 
 
Ahora bien, lo que ocurre no es un producto de una conspiración en las sombras contra Rusia --esto lo digo por aquellos supuestos "tradis" conspiranóicos que ven en esto un ataque contra Moscú erguida en defensora de la Cristiandad, impulsado por Judíos, Masones y Anglosajones-- es algo que ya estaba planteado desde la caída del Muro de Berlín en 1989 y en el que existen numerosos intereses en juego: uno de los libros que más me ha impactado y que explica todo lo que estamos viendo tanto en Medio Oriente como en Europa Oriental es la obra del investigador de la UNAM Antonio Sánchez Pereira Geopolítica de la Expansión de la OTAN publicado en el año 2003 por la Editorial Plaza y Valdés, y que ya en otros artículos en este post he mencionado. Sin visiones metafísicas o proféticas, sino un simple estudio de la realidad política y económica a partir de 1989, el autor preveía que era de interés tanto para norteamericanos como para europeos el expandir tanto la Alianza Militar, cuya función, desde su origen ha sido "mantener a los norteamericanos dentro, a los alemanes abajo y a los rusos afuera" del continente, como la Unión Europea hacia el oriente, a fin de ejercer una contención permanente sobre Rusia y evitar un resurgimiento de su poderío imperial, mismo que desde 1815 ha sido temido por los Occidentales.

En términos similares, las obras escritas por el exasesor de Seguridad Nacional de Washington: Zbignieb Brezwinzky El Gran Tablero Mundial o el libro del ex-Canciller alemán Helmunt Schmidt Las Grandes Potencias del Futuro señalaban que una política de seguridad efectiva norteamericana y europea tenía que pasar por evitar una nueva expansión rusa. Todo esto se planteaba a plena luz del día y abiertamente, sin ambages ni dobles discursos, incluso se reconocía que la pérdida de Rusia de sus 14 provincias imperiales había servido para reducir su capacidad geopolítica y su acceso a recursos naturales importantes, entre ellos el petróleo y el gas natural, que en Ucrania tenían un importante punto de producción como de tránsito hacia el oeste.

Igualmente, se señalaba que el que buscaría un beneficio total con esto sería Alemania, que desde su reunificación ha buscado, liderada por la generación de los hijos de los vencidos --y resentidos sobre todo con la dominación rusa de la parte oriental del país-- volver a tener una oportunidad para la hegemonía sobre Europa, ahora sobre los terrenos económicos, cosa que aparentemente ha logrado: la expansión hacia el oriente y los Balcanes de la Unión Europea le ha permitido ganar a Berlín una serie de economías débiles a las que ha convertido en una especie de séquito de clientes: países a los que tiene sujetos con créditos y de los que obtiene tanto mano de obra barata como mercados cautivos: Croacia, República Checa, Eslovaquia, Grecia, Hungría, Eslovenia, Bosnia, Rumania, etc. Ninguno de estos países aporta una solución a la situación económica del bloque continental para el que constituyen verdaderos lastres con su subdesarrollo y escasa producción, pero para Alemania son bazas para el ejercicio de su poder sobre un mercado común que no .

Así que no es de extrañarse que de algún modo, la ex-República Soviética constituya una codiciada presa para los germanos, la situación económica de Ucrania evidentemente la colocará en una condición de sometimiento ante el bloque continental y en específico, de Alemania o instituciones financieras internacionales; para la Unión, la expansión hacia el este supone más economías débiles que mantener y subsidiar, pero para Alemania significa mercados cautivos, mano de obra barata y deudores.

Pero ante todo esto, Putin es un hombre inteligente y de liderazgo sobrado, y está demostrando que contrario a lo que se pensaba, esta en el momento de iniciar la reconstrucción del Imperio Ruso, es el momento propicio, mientras la crisis golpea al Latintzvo y este carece de líderes relevantes: No está ya Ronald Reagan, sino un mulato engrandecido por la propaganda que participa en campañas publicitarias frívolas contra la obesidad promovidas por su dominante y corrupta esposa, no está ya Juan Pablo II que desde la sede petrina impulsó a los europeos orientales a enfrentar con valor el aparentemente poderoso sistema comunista impuesto por Rusia, sino un demagogo de discurso hueco y sentimental, flexible hasta la cobardía. Ya no está una Gran Bretaña de Damas de Hierro, sino una anciana senil en el trono y un timorato indeciso en el 10 de Downing Street, no está un Mitterrand que pese a todo, era un símbolo de la Socialdemocracia, sino un hombre atribulado, dominado por sus pasiones sexuales y frivolidades en el Palacio del Elíseo, y en la ONU ya no hay un defensor del Derecho Internacional o valiente opositor a los intereses imperiales como U Thant o Pérez de Cuellar, sino un corrupto impulsor de aberraciones sexuales incapaz de darle seriedad a su trabajo.

No debe dudarse que los casos de Assange y Snowden hayan tenido impacto en la toma de decisiones del ocupante del Kremlin: las revelaciones hechas por ambos de información filtrada desde Washington debieron ser de un alcance poco conocido respecto a la fortaleza real del aparato militar norteamericano y las en realidad tirantes relaciones con los Gobiernos europeos; hace unos días, por otro lado, el Pentágono anunció la reducción del personal militar ante la falta de recursos económicos para mantener un ejército tan grande y en actividad permanente. La carencia de objetivos y organización clara además, propició el fracaso de las Primaveras Arabes en Medio Oriente, e hipotéticamente propiciaría el caos en Ucrania, se puede derribar un gobierno contrario a los intereses de Washington, pero no se puede establecer un nuevo régimen leal a estos al obrar impulsando tantas facciones que resultan ser rivales entre sí.
 
 
Ante este escenario, no es de extrañarse que en Ucrania ya van varias ciudades, más allá de la península de Crimea que enarbolan la bandera tricolor rusa en vez de la auriazur propia, y van cinco altos mandos militares y sus fuerzas, entre ellos el comandante en jefe de la Armada ucraniana, junto a toda la flota, que juran lealtad al gobierno de Crimea que no oculta la intención de pedir su anexión a Rusia, lo que demuestra la artificialidad del nacionalismo ucraniano y su carácter reciente. A pesar de las amenazas de la OTAN y advertencias de Washington, de excluir a Rusia del G8 --cuya inutilidad seguramente no le quita el sueño a Putin-- o de bloquear lazos comerciales, que tampoco le preocupan, cuando tiene como socios a mercados tan inmensos como China y la India, nadie moverá un dedo por Ucrania ni, yendo más allá, por Venezuela. De hacerlo, apuesto que los chinos, aliados de Moscú en este "asalto al poder" del BRIC que se está desarrollando en este 2014, congelarán créditos y fondos occidentales, mientras que Rusia cerraría el suministro de gas y petróleo a Europa.

Todo parece que Putin podría anexarse toda Ucrania, si no lo hace, será por una especie de pudor de actuar con políticas del siglo XVIII en pleno siglo XXI, pero ante el panorama actual, Moscú bien podría demostrarle al mundo que el orden mundial post 1945 "democrático" y "liberal" no tiene sentido ya, y se encuentra caducado; y que ahora, es el regreso de los imperios asiáticos masivos, del control territorial y el juego de alianzas y contralianzas.
La Superpotencia ha regresado, hace 20 años nadie lo habría pensado, pero hoy, Rusia ha vuelto y el Imperio se reconstruye; como una aplanadora a la que nadie se atreve a parar; la Guerra Fría no terminó con la caída de una pared, ha continuado y además, parece que Moscú va ganando.
 
Vivimos tiempos interesantes, sigamos atentos a ellos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy interesante. Y agrego. Si bien Rusia tal vez podría no lograr renacer como superpotencia. Es casi predecible que ha logrado la caída de un imperio americano. Y tanto rusia como usa. Serán países comunitarios dentro de un mundo multipolar. Una vez más, una potencia ha caído al meterse con un hueso duro de roer como lo es rusia.