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11 de abril de 2011

LA AGONIA DE UN IMPERIO/LA LECCION LIBIA

En una ocasión, Don Gaspar de Guzmán, Conde-Duque de Olivares, (en la imagen, retratado por Diego Velázquez) Primer Ministro de España bajo el reinado de Felipe IV (siglo XVII), fue interrogado respecto a la conveniencia de que la nación Ibérica hubiese entrado a la Guerra de los 30 Años, máxime cuando era palpable que la economía de la entonces todavía primera potencia mundial y dueña del imperio colonial más grande sobre la Tierra en esa época se encontraba sufriendo de gravísimos problemas, y que apenas contaba con los recursos para sufragar los enormes gastos militares que exigía la participación en aquél primer ensayo de lo que terminaría en el siglo XX en las Guerras Mudiales.

El hábil político español contestó "que debían de seguir luchando para mantener su reputación". Es decir, España se había inmiscuído en un conflicto fundamentalmente interno del fragmentado "Sacro Imperio Romano-Germánico" o más cortito y pa los cuates Imperio Alemán, surgido como consecuencia de la Reforma Protestante ocurrida un siglo antes y que había servido para que muchos príncipes y señores feudales germanos rechazasen la autoridad suprema del emperador justificándose en el Protestantismo que quebraba la Teoría de san Agustín de las "Dos Ciudades" que sustentaba la idea del imperio germano como continuador del romano, lo que llevaría a que Alemania vería retrasada su unidad nacional hasta 1870, en que el genio político de Bismarck y la fuerza de Guillermo I de Prusia unificarían a la Nación. Cuando los emperadores alemanes de la dinastía de los Habsburgo, tras el fracaso de Carlos V, quisieron hacer valer su autoridad e intentaron unificar Alemania, la Guerra estalló, los reyes Hispanos, pertenecientes a la misma familia real germánica intervinieron para ayudar a sus parientes, pero también Inglaterra y Francia, deseosos de evitar que Alemania se convirtiese en un centro de poder, (lo que fue el problema fundamental de la política europea hasta 1945, y en cierta medida, ha resurgido desde la reunificación en 1989) conectado además con España, se sintieron jubilosos de que este país mordiera el anzuelo, y de que Suecia, que aparecía como la "Potencia Sorpresa" de su siglo, acudiese a ayudar a los príncipes protestantes.

Aún así, España logró rutilantes victorias de la mano del hermano menor del Rey, el Cardenal-Infante (lo del cardenalato era más honorífico que real, jamás fue ordenado sacerdote, y aún así a veces tenía que usar los hábitos de su dignidad, conferida desde la cuna, y que le quedaban fatales, pues estaba más agusto con el uniforme rojigualda del ejército imperial español) Don Fernando de Austria, y de otros generales que encabezaban al entonces ejército más poderoso del mundo. Sin embargo, la situación empezó a cambiar, motivado por la falta de algo esencial para la guerra, según Napoleón: DINERO, lo que llevó al final que España perdiera la guerra en la Batalla de Rocroi y la hegemonía europea en favor de Francia, y a que Alemania permaneciera fragmentada, aunque la Paz de Westfalia consagraría la libertad religiosa y el sistema internacional sustentado en los Estados-Nación.

España siempre ha sido un país económicamente muy potente, pero que también, curiosamente, no ha sabido administrar su riqueza y eso lo ha precipitado, varias veces en su Historia, a la mediocridad y a la no explotación de toda su fuerza económica. (En la actualidad, el gobierno Zapatero ha demostrado precisamente esa vocación española al fracaso de las finanzas públicas de nueva cuenta). En este sentido, pese a contar en el siglo XVI con los mejores economistas, como Juan de Mariana y las primeras escuelas de esta ciencia en pleno sentido de la palabra, como los Arbitristas, España no supo manejar su riqueza ni controlar su gasto.

Así, los Españoles pusieron en práctica un sistema económico conocido como "Mercantilismo Bullonista" que entendía por enriquecimiento la simple acumulación de metales preciosos en las arcas del Estado, y confiados en poseer las minas de oro y plata más ricas del mundo en su imperio Colonial: Potosí, Taxco, Zacatecas, Guanajuato, Fresnillo, etc. Se dedicaban alegremente a recibir los cargamentos de metales preciosos enviados periódicamente por las autoridades coloniales; a fin de mantener la mayor cantidad de estos tesoros dentro de sus fronteras y circulando en su mercado interno, el gobierno español, desde los Reyes Católicos restringió el comercio con el exterior y promovió los monopolios, pero aparte, no realizó ninguna reforma fiscal, y el sistema fiscal español era un verdadero desastre: en primer término, 700 años de lucha contra los musulmanes produjo una enorme cantidad de "héroes de guerra" que recibieron, como premio, títulos de nobleza, tierras y la exención al pago de impuestos a perpetuidad y hereditaria, además, la formación de España como una verdadera federación sujeta al mando de un único monarca hizo que pervivieran diferentes sistemas fiscales y no se creara un fisco nacional, quedando entonces una gran desigualdad, siendo Castilla la región que más aportaba al gasto público del reino, mientras Cataluña y Aragón, pese a sus nexos comerciales con Italia, era la que contribuía menos que nadie a la Real Hacienda.

Aparte, los Españoles habían recibido la herencia ideológica de los Romanos, en forma directa, de despreciar el trabajo manual, y confiados en las riquezas de su Imperio Colonial, no desarrollaron una industria nacional fuerte, por lo que ante las restricciones a comerciar con el exterior, se produjo una gran escaces de bienes de consumo y sobrevino la inflación y la pobreza, una pobreza, que irónicamente se denominó "pobreza dorada" y que encontramos descrita en "el Lazarillo de Tormes" o en pasajes del Quijote y otras obras de la época, y que fue casi como el mito del Rey Midas: la gente tenía dinero, hasta los bolsillos llenos, pero no tenía en qué gastar y por lo tanto, vivía pobre, pues no había bienes a su disposición; esto generó como solución, el Mercado Negro, la corrupción y el contrabando, así como una gran desigualdad social.

En lo fundamental, las fuerzas armadas de la España Imperial engullían la mayor parte del presupuesto: equipar, entrenar, organizar y alimentar a enormes fuerzas militares que se extendían por los cinco continentes no era sencillo: el Imperio Español estaba sobreextendido: en América, debieron fortificarse los principales puertos por temor a los ataques piratas (patrocinados por las potencias rivales) y así vemos La Habana, Cartagena, Acapulco, San Blas, Veracruz, Campeche con murallas y fuertes poderosos de avanzado y carísimo diseño, en las enormes extensiones del norte, despobladas y con riesgo de los ataques indígenas, y a la vez ambicionadas por Ingleses, Franceses y hasta Rusos, se fundaron los presidios o pequeñas unidades militares de acción rápida y efectiva contra los conatos de ataques, dispersas por toda la frontera. En Europa, los Españoles contaban con lo más granado de sus tropas, como los Tercios de Flandes, y habían librado una guerra de 80 años por mantener dentro del Imperio a Holanda, habían intervenido en los revueltos asuntos italianos alejando de la península a los Franceses, principalmente  y se preparaban para alejar una posible invasión islámica.

Aparte, las grandes flotas de guerra del Atlántico, Mediterráneo y Pacífico se encontraban en guerra permanente contra los piratas o contra la marina Otomana.Todo ello implicaba un gasto enorme y que quedara muy poco para invertirlo en el desarrollo y la mejora de las condiciones de vida de los Españoles, por el contrario, se produjo cada vez un mayor endeudamiento de España con respecto a prestamistas y financieros de la época como los Médicis o los Fugger, banqueros judíos Portugueses o Italianos y Españoles mismos de Sevilla, pues muchas veces había que comprar implementos como los mástiles de los barcos, al no haber Abetos Douglas en España, a los Suecos, y mecanismos a los Franceses, para luego usarlos en contra de ellos en las guerras.

El gobierno emitía documentos o títulos de crédito como los "Juros", una especie de Pagarés, siendo España pionera en este tipo de financiamiento, que incluso cotizaban en la Lonja (hoy sería la Bolsa de Valores) de Sevilla, al vencimiento, se pagabe el crédito recibido más un interés, sin embargo, llegó un momento, o varios más bien: el primero con Felipe II, tres veces con Felipe III y varias con Felipe IV en que se declaró la "Quiebra de la Hacienda Pública", esto es, no había dinero con qué pagar los créditos contratados. estos reyes españoles y sus ministros resolvieron la situación mediante una devaluación: empezaron a emitir una moneda de vellón, esto es, una aleación de cobre con baño de oro o de plata, lo que equivaldría hoy a imprimir cantidades bestiales de papel moneda, con un valor real inferior al nominal que ostentaba, con lo que se pagaba menos a los acreedores, éstos, por su parte, aceptaron cada vez menos la deuda española, pues se les pagaba con menos de lo que habían prestado, y el Gobierno Imperial tuvo que recurrir cada vez más a ñla presión fiscal para financiarse, pero no la aplicó en la Metrópoli, donde las Cortes rechazaban el aumento de impuestos, sino en las colonias americanas.

Al final, la crisis económica permanente precipitaría la decadencia del Imperio Español, y si bien los Borbón, tras la aplicación de sus reformas trataron de conducir a España hacia el liberalismo y sanearon hasta cierto punto la economía, la sobreextensión y los excesivos gastos militares llevaron nuevamente al aumento de las cargas fiscales sobre las colonias, lo que precipitaría la Independencia, hemos mencionado ya como los efectos de las reformas fiscales de Carlos IV-Manuel Godoy en 1804 provocaron descontento entre muchos criollos ricos, como Don Miguel Hidalgo.

Esta breve descripción de los problemas económicos de la España Imperial viene a colación porque el viernes 8 de abril estuvimos a punto de ver a EUA declarar, por primera vez en la Historia, algo similar a la "Quiebra de la Hacienda Pública" de los reyes de la Casa de Austria, al no haber acuerdos entre Republicanos y Demócratas en el Congreso en torno al presupuesto para el nuevo año fiscal, que en EUA no empieza y termina con el año natural como ocurre en México, sino empieza en octubre y termina en septiembre, además de que el Gobierno Federal Norteamericano había agotado los recursos para sufragar el gasto para estos meses que faltan, por lo que era necesaria la aprobación de recursos extraordinarios para hacer frente a la angustiosa situación del tesoro público por este tiempo.

Corresponde ahora a Hillary Clinton representar el triste papel de Olivares y a Obama ponerse al lado de Felipe IV, (aunque contrastaría mucho por lo extremadamente blanco y rubio del monarca español), nos encontramos, en el caso del Conde-Duque y de la Clinton ante políticos capaces y astutos, conocedores del entorno internacional bastante conflictivo y de las acuciantes necesidades internas de sus países en los momentos en que les tocó vivir, y ante dos Jefes de Estado que empezaron siendo populares y queridos, reconocidos por su capacidad y voluntad de trabajo, pero también nos encontramos ante circunstancias que van más allá de lo que puedan hacer, pues en ambos casos y épocas, España y EUA se encuentran cercados o amenazados por potencias emergentes descontentas con la hegemonía desplegada y deseosas de ejercer o conseguir iguales cotas de poder.

Al interior, ambas potencias, como todos los demás imperios a lo largo de la Historia, presentan retos serios; evidentemente EUA tiene una economía industrial desarrollada que no tiene nada que ver con el Mercantilismo ibérico, mas sin embargo, comparten un gasto público desmedido, una sobreextensión de su influencia e intereses que requiere de enormes gastos militares y además de ello, una serie de medidas tendientes a paliar los efectos de la crisis: el rescate de la banca y de la industria automotriz, la reforma al sistema de salud, que aumentaría la intervención del gobierno en la misma, y sobre todo, el endeudamiento que para tapar el agujero o la brecha entre los ingresos efectivos del gobierno y los gastos del mismo. En el caso de EUA, el déficict público o nivel de endeudamiento alcanza ya los 14 millones de millones de dólares,  y amenaza con escalar mucho más, como la influencia de China, el principal acreedor.

La solución de Obama va por el mismo camino que la de los tres Felipes españoles: imprimir papel moneda y devaluar el dólar para pagar menos de lo que se pidió; el riesgo, que es muy alto, es que los acreedores ya no deseen deuda americana, se hunda la calificación crediticia del país y se tenga que recurrir a medidas fiscales de presión sobre los contribuyentes; pero Obama cuenta que para entonces, que además ya habría estallado una hiperinflación, él ya no será presidente, quizá podría mantener la situación disfrazada por otros 4 años, y de ahí que busque la reelección, pero no más allá, como dijo Luis XV ante un panorama igual de adverso: "Después de mí, el Diluvio", o como dijo Nerón cobardemente: "Que todo se queme y abrase, pero hasta que yo muera".

Así, el viernes estuvo a punto de quedar paralizado el Gobierno Federal Norteamericano al no haber recursos para que continuase funcionando; a regañadientes, Obama debió aceptar los recortes impuestos por los Republicanos, a fin de garantizar el acuerdo entre las dos únicas fracciones partidistas presentes en el Capitolio, sin embargo, y contrario a lo que los Historiadores de la Economía Paul Kennedy y Niall Ferguson recomendarían, no se propuso ni se implementò una reducción sustancial de los gastos militares, principal fuente, en la mayoría de los casos, de las condiciones de decadencia económica de los Imperios, desde Roma, a España y de ésta a Inglaterra y la URSS.

Impresiona la enorme hipocresía de los políticos norteamericanos (la verdad, presente en todos lados) los Republicanos se oponen al aborto, pero no ven ningún problema en que los bombarderos norteamericanos maten a cientos de personas con sus bombardeos o en que se compren y vendad libremente armas que terminan en manos de criminales o psicópatas, los Demócratas, todavía peores, no solamente apoyan al más cobarde de los asesinatos que ocurre en el vientre materno, sino han manejado una retórica en pro de la paz y en contra de la belicosidad de la pasada Administración Bush, y hasta un discurso ea favor del control de armas, pero en realidad, han resultado tan belicosos como los Neoconservadores, aunque claro, siempre lo disfrazan todo con los ideales de Woodrow Wilson, a qien citan con sus ideas de "intervención humanitaria" y "defensa de los derechos humanos" sin que realmente entiendan lo que el internacionalista, académico y presidente planteara hace casi 100 años y también han resultado dóciles mascotas de la industria armamentística norteamericana.

Ahí es donde encontramos las lecciones que nos enseña el caso Libio, por un lado, nos vuelve a refrendar que el Premio Nobel de la Paz otorgado a Obama es probablemente el menos justificado de toda la Historia, sino que EUA se ha visto obligado a tomar un papel bastante secundario en las operaciones, dada la falta de recursos, sino que, al igual que los Españoles con Olivares, los Estadounidenses han acudido al llamado a las armas de una Hillary que hace hasta lo imposible por mantener la reputación de su país. Al igual que el Cardenal-Infante, Petraeus y los otros generales gringos podrán tener éxitos brillantes en irak, Afganistán o Libia, pero la derrota está por dentro, en el bolsillo.
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La OTAN había pensado que estaba librando una Guerra contra un Milosevich en Libia, éste era un banquero metido a líder militar, o contra un Saddam que de matoncillo y porro estudiantil se transformó a sí mismo en Mariscal de los ejércitos iraquíes y pretendía compararse con Nabucodonosor, el gran monarca conquistador de Babilonia. En el caso de Gaddafi, pese a las muchas condecoraciones autootorgadas o conferidas por sus aliados soviéticos, cubanos, venezolanos y demás, se trata de un hombre que pese a sus excentricidades y delirios es ante todo un militar de sólida formación y conocimientos, que no se ha ascendido más allá de su rango de Coronel, y que aplicó su habilidad militar para entrenar terroristas durante años.

Ahora, Gaddafi ha provocado los errores de los aviones de la OTAN que han atacado a los rebeldes al sustituir los tanques por camionetas civiles, lo que provoca la confusión. Los europeos, por su parte, parecen estar perdiendo el interés en un conflicto interno del país norafricano, y que generará más problemas: tenían a Gaddafi en el bolsillo, era su socio comercial más importante en la región, había cerrado su apoyo a los terroristas, y hasta había invertido en Europa, ahora, una vez termine de derrotar a los rebeldes, y llegue a un acuerdo de paz bajo los auspicios de la Organización para la Unidad Africana, (no de la OTAN ni de la Unión Europea ni de EUA) el Coronel sin duda volverá a su retórica antioccidental y a patrocinar el terrorismo, porque de que habrá represalias, las habrá.

Es otra más de las lecciones libias: la influencia occidental se reduce y ha quedado patente su debilidad; cierto, Sarkozy ha logrado derrocar al gobernante de Costa de Marfil, y apoyar a otro más de los pretendidos caudillos pro-democracia de Africa que en su momento, se volverá otro dictador cruel y sanguinario con el que Francia hará negocios como siempre lo ha hecho, pero ha quedado claro para todo el conjunto de potencias rivales de EUA y de Occidente que la principal debilidad de nuestras potencias y países es la falta de unidad, de acuerdos y de objetivos, mientras que queda también claro que EUA tiene un liderazgo cada vez menor, igual que le pasó a España durante el siglo XVII.

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