Para el día 5 de julio se celebrarán elecciones en México, proceso electoral destinado a renovar el Congreso Federal, los congresos estatales en varios estados y presidencias municipales, como en México, y en algunos otros estados se renovarán gobernadores.
Sin embargo, tras casi nueve años de haberse terminado el sistema de partido hegemónico que se había establecido tras la Revolución Mexicana, la Democracia mexicana hace aguas por todos lados, convertida en realidad en un sistema mediante el cual los partidos políticos se han convertido en una elite que ejerce el poder en forma absoluta y obrando para los propios intereses sustentándose o justificándose en la representación popular que ejercen, como si fuese una patente de corso o un cheque en blanco; todas sus acciones u omisiones siempre, según lo aducen, son en interés y beneficio del pueblo.
La realidad es que, tras el sexenio perdido de Fox, los sainetes de AMLO, los magros logros de Calderón y su sexenio, muy a pesar de él, que pasará a la Historiapor ser marcado por la violencia y el desastre, la corrupción omnipresente, las majaderías ostentosas e insultos al pueblo de parte del Gobernador de Jalisco, la ineficiencia y la inoperancia de las instituciones y los excesos de los partidos, así como el dispendio de recursos exagerado en los procesos electorales, agravado todo por la sensación de acoso y adoctrinamiento permanente propiciado por la omnipresente propaganda electoral y aparte, el bajo perfil o de plano pésimas características de los candidatos actuales que la gente está harta y ya está apareciendo un movimiento, que cada vez con mayor fuerza, está llamando a no votar o bien, a anular el voto en los próximos comicios.
Dicho movimiento ha estado haciendo su propia campaña: pintas en las que se insulta de plano a los candidatos y sus partidos, o se llama a la anulación del sufragio, o como se ve en las fotos con que se encabeza esta entrada, se les puso narices rojas de payasos a los candidatos y a los personajes de la propaganda de los organismos electorales. Al día siguiente de tal suceso, las narices habían desaparecido... curioso: los graffittis ordinarios, que tanto han dañado a propiedad pública y privada de nuestra ciudad de Guadalajara no desaparecen, pero estas protestas contra un sistema decadente y corrupto son eliminadas de inmediato.
La perspectiva es que habrá un enorme abstencionismo en dichas elecciones, lo que, esperemos, sirva como una fuerte llamada de atención hacia nuestra clase política que, como ha sido siempre en nuestros casi doscientos años de vida independiente, ha sido el peor enemigo del pueblo mexicano.
Pero esto no es exclusivo de México, la realidad es que en nuestro democrático mundo occidental los procesos electorales son constantes y la campaña nunca es interrumpida: elecciones en EUA, elecciones en España, elecciones en Ecuador, en Panamá, en Alemania y finalmente en los países de la Unión Europea a fin de renovar el parlamento continental... y en estas últimas elecciones el abstencionismo parece que será igualmente grande, además de que las quejas en contra de los partidos, algunos con propuestas realmente extravagantes, lo que demuestra que en los países desarrollados, en los que las personas gozan de un bienestar extendido y con las necesidades básicas satisfechas, el sistema democrático, para subsistir debe generar necesidades y propuestas de cambio, aunque lleguen a ser por demás extravagantes o de plano ridículas.
La realidad es que el sistema democrático occidental está haciendo agua por todos lados, no debe olvidarse la lección de la Historia: la Democracia siempre ha fracasado y siempre ha dado paso a regímenes más autoritarios, pero a la vez, más estables: las ciudades-estado griegos, tras una existencia de conflictos permanentes dieron paso a Alejandro y los reinos helenísticos que aunque mantuvieron la guerra prolongada como característica de su devenir, duraron tres siglos, y la República Romana que vivió en perpetua tensión social y enfrentamiento entre caudillos concluyó con la entronización de Octavio Augusto y la "pax romana", estableciendo un sistema que, a pesar de periodos de inestabilidad perduró del 27 a.C hasta el año 1453 en que Constantino XI, su último sucesor directo, fue muerto por los turcos.
En ese sentido, los atrevimientos de un Hugo Chávez, la complaciente disposición de un régimen castrista que ve crecer las probabilidades de la finalización del embargo norteamericano, el resurgimiento de una Rusia autoritaria, el ascenso imparable de China, la consolidación de Irán como potencia regional en Medio Oriente, la desfachatez de Corea del Norte y sus pruebas nucleares, e incluso la búsqueda de la reelección de Uribe en Colombia que se presentaría como un contrapeso al caudillo venezolano y a sus discípulos sudamericanos, todo ello puede dar indicios del inicio de una nueva era de regímenes fuertes, centralizados y autoritarios que se impondrán a los sistemas democráticos, corrompidos, inestables e ineficientes que por ahora, tenemos que soportar.
Sin embargo, tras casi nueve años de haberse terminado el sistema de partido hegemónico que se había establecido tras la Revolución Mexicana, la Democracia mexicana hace aguas por todos lados, convertida en realidad en un sistema mediante el cual los partidos políticos se han convertido en una elite que ejerce el poder en forma absoluta y obrando para los propios intereses sustentándose o justificándose en la representación popular que ejercen, como si fuese una patente de corso o un cheque en blanco; todas sus acciones u omisiones siempre, según lo aducen, son en interés y beneficio del pueblo.
La realidad es que, tras el sexenio perdido de Fox, los sainetes de AMLO, los magros logros de Calderón y su sexenio, muy a pesar de él, que pasará a la Historiapor ser marcado por la violencia y el desastre, la corrupción omnipresente, las majaderías ostentosas e insultos al pueblo de parte del Gobernador de Jalisco, la ineficiencia y la inoperancia de las instituciones y los excesos de los partidos, así como el dispendio de recursos exagerado en los procesos electorales, agravado todo por la sensación de acoso y adoctrinamiento permanente propiciado por la omnipresente propaganda electoral y aparte, el bajo perfil o de plano pésimas características de los candidatos actuales que la gente está harta y ya está apareciendo un movimiento, que cada vez con mayor fuerza, está llamando a no votar o bien, a anular el voto en los próximos comicios.
Dicho movimiento ha estado haciendo su propia campaña: pintas en las que se insulta de plano a los candidatos y sus partidos, o se llama a la anulación del sufragio, o como se ve en las fotos con que se encabeza esta entrada, se les puso narices rojas de payasos a los candidatos y a los personajes de la propaganda de los organismos electorales. Al día siguiente de tal suceso, las narices habían desaparecido... curioso: los graffittis ordinarios, que tanto han dañado a propiedad pública y privada de nuestra ciudad de Guadalajara no desaparecen, pero estas protestas contra un sistema decadente y corrupto son eliminadas de inmediato.
La perspectiva es que habrá un enorme abstencionismo en dichas elecciones, lo que, esperemos, sirva como una fuerte llamada de atención hacia nuestra clase política que, como ha sido siempre en nuestros casi doscientos años de vida independiente, ha sido el peor enemigo del pueblo mexicano.
Pero esto no es exclusivo de México, la realidad es que en nuestro democrático mundo occidental los procesos electorales son constantes y la campaña nunca es interrumpida: elecciones en EUA, elecciones en España, elecciones en Ecuador, en Panamá, en Alemania y finalmente en los países de la Unión Europea a fin de renovar el parlamento continental... y en estas últimas elecciones el abstencionismo parece que será igualmente grande, además de que las quejas en contra de los partidos, algunos con propuestas realmente extravagantes, lo que demuestra que en los países desarrollados, en los que las personas gozan de un bienestar extendido y con las necesidades básicas satisfechas, el sistema democrático, para subsistir debe generar necesidades y propuestas de cambio, aunque lleguen a ser por demás extravagantes o de plano ridículas.
La realidad es que el sistema democrático occidental está haciendo agua por todos lados, no debe olvidarse la lección de la Historia: la Democracia siempre ha fracasado y siempre ha dado paso a regímenes más autoritarios, pero a la vez, más estables: las ciudades-estado griegos, tras una existencia de conflictos permanentes dieron paso a Alejandro y los reinos helenísticos que aunque mantuvieron la guerra prolongada como característica de su devenir, duraron tres siglos, y la República Romana que vivió en perpetua tensión social y enfrentamiento entre caudillos concluyó con la entronización de Octavio Augusto y la "pax romana", estableciendo un sistema que, a pesar de periodos de inestabilidad perduró del 27 a.C hasta el año 1453 en que Constantino XI, su último sucesor directo, fue muerto por los turcos.
En ese sentido, los atrevimientos de un Hugo Chávez, la complaciente disposición de un régimen castrista que ve crecer las probabilidades de la finalización del embargo norteamericano, el resurgimiento de una Rusia autoritaria, el ascenso imparable de China, la consolidación de Irán como potencia regional en Medio Oriente, la desfachatez de Corea del Norte y sus pruebas nucleares, e incluso la búsqueda de la reelección de Uribe en Colombia que se presentaría como un contrapeso al caudillo venezolano y a sus discípulos sudamericanos, todo ello puede dar indicios del inicio de una nueva era de regímenes fuertes, centralizados y autoritarios que se impondrán a los sistemas democráticos, corrompidos, inestables e ineficientes que por ahora, tenemos que soportar.