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30 de agosto de 2008

11 agosto
RUSIA Y GEORGIA
RUSIA Y GEORGIA
(Escrito el viernes 8 de agosto del año 2008 por la noche)Hoy se inauguraron los Juegos Olímpicos de Pekín (que no Beijing: esa es la transliteración del nombre de la capital china al inglés) y justo cuando se daba la ceremonia y se pronunciaban discursos exhortando a la paz y a la hermandad entre los pueblos, se daba la noticia de que el otrora poderoso Ejército Rojo de la Unión Soviética, hoy Fuerzas Armadas de la Federación Rusa, ingresaba con una columna de tanques al territorio de la región de Osetia del Sur, parte integrante de la ex república soviética de Georgia pero habitada por una mayoría étnica de rusos, producto de 200 años de colonización rusa sobre el país caucásico.
Esta intervención armada se da como respuesta a la brutal (y traicionera) actuación del ejército georgiano en contra de los separatistas osetios, que piden desprenderse de la patria chica de Stalin para unirse al gigante eurasiático que, desde que Vladimir Vladimirovich Putin tomó el poder de manos de un siempre alcoholizado, enfermo y débil Boris Yeltsin en 1999 se encuentra en fase de reconstrucción y de recuperación de un rol imperial que muchos creían, se había derrumbado con el muro de Berlín en 1989; incluso y como relata Zbigniew Brezynski, durante la década de los 90 no faltaron los planes de parte de la administración Clinton, expresados a través de Madeleine Albright, entonces secretaria de Estado y del gobierno de Jiang Zemin, en ese tiempo presidente chino, para repartirse los inmensos territorios siberianos en una serie de pequeñas repúblicas clientes a fin de rematar al oso ruso y asegurarse que jamás se volviera a levantar.
Sin embargo, Putin ha sabido manejar la principal carta de Rusia: sus recursos naturales, y en especial los hidrocarburos, con lo que ha logrado mejorar la situación económica del pueblo y del erario, lo que sin embargo, lo ha llevado a repetir la constante de los gobiernos rusos desde Pedro el Grande hasta Brezhnev: invertir en construir un poderoso aparato bélico, creyendo que el poder militar es el único componente del poderío nacional y así poder intervenir en los asuntos de Europa, donde Rusia siempre ha sido vista como un intruso, como un pueblo asiático salvaje y atrasado, dominado eternamente por autócratas y habitado por una población de esclavos sumisos. Así, la prioridad del régimen de Putin, en palabras del presidente Dimitri Anatolievich Medvedev, quien no es más que un testaferro a través del cual el ex agente de la KGB ejerce un poder personal cada vez más absoluto, es la creación de nuevos misiles intercontinentales, como el Topol M para modernizar el poder nuclear y contrarrestar el escudo antimisiles norteamericano, desarrollar una nueva generación de helicópteros de asalto, construir el novedoso tanque T-95 y llegar a equipar a la armada rusa del Norte con 3 o hasta 5 portaaviones.
Y también la prioridad rusa es evitar verse encerrada por Estados Unidos, la OTAN y sus aliados que la lleguen a rodear y amenazar para evitar su resurgimiento. Putin comenzó por chantajear a las antiguas provincias rusas y a los antes satélites miembros del "Pacto de Varsovia" e incluso a Europa Occidental con el precio del petróleo y del gas natural, y buscó, como en los años dorados de la Guerra Fría, aliados en el "patio trasero" de un Estados Unidos que ya no es el mismo que en los esplendores de la era Clinton ni de la era Reagan o ni siquiera de los sesenta: así, y ante una eventual caída del régimen castrista, vio en Hugo Chávez un nuevo aliado, aunque en las semanas pasadas se han dado intentos por reactivar las relaciones comerciales y sobre todo, militares entre Cuba y Rusia, que prácticamente habían desaparecido con la distensión habida con Gorbachov y la indolencia y sumisión hacia occidente de Yeltsin. Como prueba de lo cerca que estamos de una nueva guerra fría o de lo decidido que está Rusia a reconstruir una esfera de influencia como la que tuvo a través del COMINTERN o del COMINFORM, tenemos que hace unos días un Hugo Chávez que había anunciado buscar mejorar las relaciones con Colombia y con Washington, tras el rescate de Ingrid Betancourt que demostró que las FARC están en vías de extinción, cambió de opinión tras una visita al Kremlin: tal parece que tras las rojas murallas de tan siniestra e imponente fortaleza se operan cambios repentinos de personalidad y de opinión, y anunció la firma de un acuerdo de cooperación militar y de seguridad entre Moscú y Caracas para "defenderse de probables intentos de invasión".
Ahora, Rusia invade Georgia, provocada, es cierto, por la infame actuación del gobierno de este país del Cáucaso, que atacó a los separatistas horas después de que el presidente Shakashvili hubiera anunciado una tregua y su voluntad para negociar; y lo que es peor, atacó a civiles y hasta a un hospital, y atacó a las "fuerzas de paz" rusas apostadas en la zona de conflicto; sin embargo, lo que en realidad pasó es que mordió el apetitoso anzuelo que Putin le lanzó, Georgia ataca a los osetios y a las tropas rusas que, ciertamente, están ahí para alentar el separatismo y no para guardar la paz y el orden, pero Georgia cometió el error de creer que contará con el apoyo incondicional de europeos y norteamericanos, y lo que es peor, inició las hostilidades justo en el momento que resultaba mejor para Rusia, con la opinión pública mundial distraída por las olimpiadas, al momento de la ceremonia inaugural, donde, al menos, Putin tuvo la delicadeza de avisar a los presidentes Bush y Hu sobre lo que estaba sucediendo.
Nadie en occidente meterá las manos al fuego por Georgia: Estados Unidos, con su economía dañada y ocupado por las guerras de Irak y Afganistán y con la tensión en aumento con Irán no está en condiciones de intervenir; Europa por su parte, estará más dispuesta a cederle a Rusia este capricho imperial a cambio de no quedarse sin petróleo ni gas y así Rusia y sus gigantes energéticos Lukoil y Gazprom estarán felices de haber arruinado los negocios y proyectos de oleoductos y gasoductos norteamericanos y europeos que supuestamente pasarían por el Cáucaso sin entrar en Rusia.
Por supuesto que Rusia cuidará las formas y no se anexará todo el territorio georgiano, salvo Osetia del Sur y Abjazia, pero seguramente impondrá un régimen pro-Moscú que aceptará colocarse bajo la tutela y protección de Rusia y su ejército y que romperá sus contactos con Occidente, incluso la inclusión de Georgia en la Unión Europea.
En fin, al igual que en el caso de China en que cada intento de provocación o de generarle una leyenda negra al gobierno de Pekín se salda con el fortalecimiento del nacionalismo chino y el aumento de la hostilidad del pueblo chino hacia occidente, cada medida tendiente a destruir o a disminuir todo posible resurgimiento ruso termina fortaleciendo a la "Tercera Roma" y Estados Unidos cada vez mas se parece a la España del siglo XVII: acosada en diversos frentes simultáneamente y disminuida en su poder económico, lo que devino en el deterioro de su poder militar, lo que nos indica que cada vez más estaremos ante una potencia a la defensiva.
Y mientras, preparémonos… vienen los imperios asiáticos…

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