Ha terminado la Copa Mundial de Fútbol celebrada en Brasil, con un resultado muy justo: el campeonato para Alemania. En un torneo que pasará a la Historia como el más polémico y el que exhibió un nivel irregular, por no decir, mediocre de parte de muchos de los equipos considerados "grandes", la escuadra germana fue la única que mostró jugar verdaderamente al Fútbol, con grandes jugadores que no se las dan de divas ni son considerados como estrellas rutilantes al estilo de Cristiano Ronaldo, Neymar, Messi o Balotelli, sin embargo, ahí tenemos a Miroslav Klose que se ha convertido en el máximo goleador de la Historia de las Copas del Mundo con 16 tantos sin la mercadotecnia detrás.
Nos quedará el recuerdo de los arbitrajes cuestionables, que no parecieron errores, sino de plano amaños a fin de lograr que los "mismos de siempre", el club de los 8 únicos campeones mundiales, salvo España que llegó sin nada y quedó eliminado vergonzosamente en la primera ronda, y una Inglaterra que lleva ya 48 años revolcándose en su mediocridad y sus complejos, avanzaran más en las instancias del torneo. Resultó triste que selecciones nacionales que demostraron una enorme calidad y un mayor desarrollo en su fútbol en los tiempos recientes como Chile, Costa Rica, Colombia o Bélgica fuesen eliminadas, mientras que se dio el pase a octavos de final de equipos que no aportaban nada y no representaban nada como Grecia y Suiza.
Como nunca, quedó patente la inmensa montaña de corrupción que liga a la FIFA con gobiernos y patrocinadores en esta justa mundialista: desde el apoyo descarado a Brasil que sólo fue cortado por la propia incapacidad del equipo verdeamarelo en aras de ayudar a la administración de Dilma Rousseff a superar la crisis política y social que vive en su país y que desenmascara la corrupta realidad del régimen de Luis Inázio "Lula" Da Silva y su Partido de los Trabajadores (PT) que si bien, aprovechando circunstancias internacionales favorables y haciendo alianzas inteligentes con Rusia, la India, China y Sudáfrica ha constituido el bloque de los BRICS, ha hecho que el gigante amazónico se convirtiese en la quinta economía del mundo y una de las potencias emergentes y ciertamente, sacó a 40 millones de brasileños de la miseria, pero no calculó que esto tenía sus consecuencias: fundamentalmente un pueblo brasileño deseoso de vivir mejor, de contar con servicios superiores, poner fin a las favelas y su clima permanente de violencia, inseguridad y delincuencia, y que sobre todo, desea un Gobierno y una clase política que deje de ser tan corrupta.
El enorme fracaso de la selección brasileña de fútbol en el campeonato, quedando en un humillante cuarto lugar y tras haber recibido 10 goles en sus últimos dos partidos se explica por ello, el deporte de las patadas ha dejado de ser prioritario para los brasileños, que ahora se han dado cuenta de que existen cosas más importantes, que no deseaban la celebración del campeonato en su país y el astronómico despilfarro en elefantes blancos como el estadio de Manaos que ahora hace compañía al Teatro de la Opera del Amazonas, el sueño del loco Fitzgarraldo, como una de las construcciones más majestuosas e inútiles de la Historia, en una ciudad que carece de equipo de primera división y de accesos carreteros en medio de la jungla, pero que permitió a políticos y constructores embolsarse grandes cantidades de dinero. Los brasileños desean en serio que su país sea desarrollado y sea una potencia de verdad, y no un país que gana trofeos en un juego, pero cuya población vive en la miseria y encuentra en dicho juego la manera de salir de la pobreza.
De igual manera, la justa mundialista nos deja la verdadera dimensión de las estrellas del fútbol actual: puede que haya todavía quien siente el orgullo de portar sus colores nacionales y está dispuesto a todo por defenderlos, como lo demostraron los holandeses y los mismos alemanes, incluso con los naturalizados o de origen extranjero como Özil, Khedirá, Boateng y Mustafi, (Klose y Podolski, nacidos en Polonia, son germánicos de raza, descendientes de los alemanes que habitaban las regiones de Prusia Oriental cedidas al país eslavo por Stalin en la borrachera de la victoria sobre Hitler) pero existen otros que quizá prefieren guardarse para los campeonatos de liga europeos y de ahí el pobre desempeño que mostraron Cristiano Ronaldo, Wayne Rooney, Mario Balotelli y el propio Lionel Messi, injustamente ganador del trofeo del "Balón de Oro" como mejor jugador del torneo, quizá por efecto de las componendas entre la FIFA y la marca de ropa deportiva Adidas, patrocinadora del premio, por no decir la misteriosa epidemia de lesiones que sufrieron muchos estelares antes de iniciarse el campeonato y así no se presentaron con sus selecciones. Cabe señalar sin embargo, que en las ligas europeas los calendarios son tremendamente exigentes y desgastantes, todo en pro del negocio que hace que todo el año, todos los días, casi, haya partidos de algo, lo que desgasta muchísimo al jugador actualmente y mantiene una competitividad de altísimo nivel.
Este Mundial, además, ha sido un parteaguas en EUA, país que ha sido tradicionalmente contrario al fútbol soccer, pero que ahora se paralizó para ver jugar a su seleccionado, donde la Liga de Fútbol, la MLS, cuenta cada vez con más seguidores e incluso, amenaza con rebasar por momentos, como ahora en el Mundial tanto al béisbol como al basket-ball en popularidad y audiencia, lo cual es un fenómeno digno de estudio: en mucho, puede estar relacionado con la pérdida de preeminencia de la república del norte, como lo lamenta la columnista estadounidense Ann Coulter, pero era de esperarse, la propia sociedad norteamericana ha sido "víctima" de la Globalización y por ello se ha unido a la hinchada del fútbol en detrimento de los deportes tradicionalmente norteamericanos que eran usados y vistos como un sello propio o marca de la casa que los diferenciaba de los demás, a medida de que EUA pierde ese lugar preponderante y ocupa un lugar más en el concierto de las naciones, su sociedad igualmente se integra al todo global y pierde ese excepcionalismo que desde su origen les hacía pensar en ser algo mejor o superior al resto, y la creciente afición por el fútbol es muestra de ello.
En cuatro años, la justa se celebrará en Rusia, como muchos dicen, --desconociendo la gran tradición y pasión rusa por el fútbol, sin embargo-- el campeonato se celebrará en el gigante eslavo gracias a los negocios de la FIFA, que con Blatter ha llegado al culmen de lo iniciado por Havelange en los años 80, y convertido al fútbol en un negocio de 200 mil millones de dólares al año, tomando decisiones con base en las ganancias y no en otra cosa, para nadie es ya un secreto que tanto Rusia como Qatar "compraron" la sede a base de sobornos, dádivas y favores a los directivos de la federación deportiva.
¿Seguiremos viendo cómo el fútbol cae de nivel, quedando en la leyenda aquel Mundial de México 70, probablemente el de mejor nivel deportivo de la Historia, o aquellos míticos equipos brasileños, precisamente de 1970 y de 1982 que hacían del fútbol arte? ¿Habrá al fin algo que pare la enorme corrupción de la FIFA? ¿seguirá la política metiéndose en el deporte? Soy pesimista y me respondo a mi mismo en sentido afirmativo.
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