A decir verdad, quien parece continuar con las conspiraciones es ni más ni menos que el Camarada Presidente de la Federación Rusa Vladimir Vladimirovich Putin; después de todo, las verdaderas conspiraciones que modifican los escenarios políticos mundiales se cocinan en los gabinetes estratégicos de los Jefes de Estado y los ministerios de relaciones exteriores y de defensa; es el proceso de toma de decisiones y su ejecución.
Los Rusos siempre, desde tiempos zaristas, han dado la impresión de ser adictos a una política conspirativa y extremadamente calculadora; probablemente, la falta de ese cuidado por Nicolás II orilló a que su conducción de la Primera Guerra Mundial fuera desastrosa y llevara a Rusia a ser prácticamente derrotada por Alemania, en algo que influyó decisivamente en la Revolución de 1917 y la caída del régimen Romanov. Se dice que Lenin recuperó a Moscú como capital permanente del país, rango que había perdido en favor de San Petrsburgo, por varias razones: una de ellas, que la europizada ciudad fundada en el norte por Pedro el Grande nunca fue popular ni querida por los rusos, que la sintieron siempre ajena y extraña a su carácter, el retorno del Gobierno central a la "Tercera Roma" fue todo un signo de restaurar el designio del monje Filoteo, por un lado, un gesto populista por otro y también, el aprovechar al recinto amurallado del Kremlin para dotar a la toma de decisiones tanto del debido secreto como inspirar temor reverente entre los ciudadanos con las imponentes paredes de ladrillos rojos. El Palacio Alejandro, el de Invierno, el Atchinkov e incluso el reclusivo Gátchina, taqn acorde al duro carácter de Alejandro III, con sus estilos barroco, rococó o neoclásico no inspiraban, como lo hace el gigantesco, viejo y puramente eslavo palacio moscovita (pese a las reformas de Catalina II o soviéticas con estilos europeos o modernos en partes) la sensación de secreto, de distancia entre gobernante y gobernado ni se imponen como lo hace el Kremlin ("recinto amurallado" en ruso), al brotar en medio de la Plaza Roja.
No en balde, en tiempos de la Guerra Fría, todos aquellos que intentaban estudiar la política rusa o soviética recibían el nombre de kremlinólogos, quienes trataban de dilucidar los misterios de la toma de decisiones de los dirigentes del Gigante Eslavo. Esta subespecie de la Ciencia Política nació con George F. Kennan y su famoso "telegrama largo" publicado después en Foreign Affairs con el título Las Fuentes de la Conducta Soviética, considerado el documento fundacional de la Guerra Fría con su descripción de la "Teoría de la Contención", cabe decir que salvo el genial diplomático y politólogo norteamericano, sus colegas en el estudio de las decisiones de gobierno rusas fueron las más de las veces desacertados; todavía cuando Gorbachov ya asumía el Ejecutivo soviético, aconsejaban a Reagan dudar de las reformas impulsadas por aquél, y proyectaban a una URSS en bonanza económica y poseedora de grandes y poderosos avances tecnológicos y militares que hasta eran tema de películas: recuérdense aquellas escenas de un Iván Drago entrenando con la ayuda de computadoras mientras Rocky Balboa golpeaba reses en el rastro o arrastraba cargas de leña o a Clint Eastwood siguiendo la pista de un avión cazabombardero furtivo, invisible al radar, fabricado en Siberia en el excelente filme Firefox.
Cuando cayó el régimen comunista, se demostró que mucha de esa fantasía o sobreestimación del poder soviético descansaba en el absoluto secreto y la desinformación que el propio Kremlin difundía. La realidad era mucho más prosaica: el transbordador espacial Buran sólo logró hacer un vuelo de prueba a control remoto antes de ser abandonado a manos de la herrumbre y la incuria en un campo aéreo para ser finalmente aplastado por un hangar derruido: la URSS no tenía dinero para continuar con el proyecto.
Tras ese tiempo muerto que fue la administración Yeltsin, con Putin la Kremlinología parece resucitar, y ante los hechos, cualquiera, como su servidor, parece estar tentado a meterse a su estudio. Hoy en día, podemos ver que efectivamente, Rusia se encuentra avocada a un plan de reconstrucción de sus derechos históricos y su fuerza geopolítica: las provincias orientales ucranianas como Donetsk o Jarkov están proclamando su separación de Ucrania e incluso, sus intenciones de unirse al Estado federal ruso, pasando por un periodo previo de federalización étnica de Ucrania, algo que, en casos similares como el yugoslavo, fueron antecedentes de la disolución del Estado.
Aunque Moscú lo niegue, es evidente que detrás de los Ucranianos prorrusos debe estar el apoyo del Kremlin; además claro, de una grande y espontánea dosis de nostalgia por los tiempos soviéticos e imperiales, cuando Ucrania (la pequeña Rusia), formaba un todo con el gigante eslavo y el temor a las represalias de los Ucranianos étnicos, o más bien pro-occidentales (dado que las diferencias entre rusos y ucranianos son mínimas) en su contra, tras el derribo del Gobierno Yakunovich al que apoyaron; esto por supuesto, parece sentar las bases para un nuevo conflicto europeo, similar a lo ocurrido durante los 90 en Yugoslavia; después de todo, Ucrania aparece también dentro de la región a la que Zbigniew Brerzinzcky llama "los Grandes Balcanes" y que abarcaria desde la península europea de ese nombre hasta el Cáucaso y las costas del Mar Negro.
Samuel Huntington consideraba que toda esta zona conforma una "línea de fractura" que marca la división entre civilizaciones: de un lado, la Occidental, del otro la Eslavo-Ortodoxa centrada en Rusia, y al sur, por si fuera poco, se encuentra el Islam, toda la zona de los Balcanes al Cáucaso, y aún más, toda la zona al oriente del Rhin es una amalgama de etnias, pueblos y rivalidades difíciles de separar dado a la carencia de fronteras naturales claras salvo algunas como el Río Dniéper que claramente divide en dos a Ucrania, entre la zona rusófila y la occidentalizada, y los Urales que marcan la división entre Asia y Europa, y el Cáucaso que diferencia por el sur, en su extremo marcado por el Monte Aararat, a Europa Oriental del Medio Oriente Asiático.
Así, Ucrania no ha sido más que una construcción artificial con los despojos de imperios y Estados que han quedado como saldo de las Guerras de la expansión rusa y las dos contiendas mundiales del siglo XX, tal y como lo podemos ver en el siguiente mapa, además, su edificación ha sido obra de los mandatarios rusos desde los Romanov:
Lo que hace Putin es volver por los fueros históricos rusos: ya se recuperó el área morada, que fue cedida a Ucrania por Khruschev, y ahora, se busca recuperar el área azul que fue concedida a Ucrania, como parte del Estado Federal creado en 1922, --en México y su federalismo disfuncional han ocurrido cosas similares: Jalisco, en 1824 al nacer la primera República Federal, comprendía un enorme territorio correspondiente al Reino de la Nueva Galicia de la época imperial española, mismo que después fue desmembrado entre el Jalisco actual y los estados de Aguascalientes, Colima, Zacatecas y finalmente Nayarit-- la parte verde, que le fue entregada por Stalin corresponde en realidad a territorios otrora polacos y húngaros, sobre los que ambos Estados europeos mantienen ambiciones un tanto soterradas pero presentes.
La situación es tensa, pero parece ceñirse a los planes que han sido reseñados por Aleksandr Dugin a los que me he referido en artículos anteriores en este espacio, por un lado, el nuevo gobierno ucraniano es una coalición de grupos disímbolos en forma similar a lo ocurrido en Libia en la Primavera Arabe que impulsara también Obama en forma previa, y entre los que abundan los roces que prefiguran una gran inestabilidad, y pueden llevar a que el nuevo régimen no sea capaz de consolidarse, por otro, no parece capaz de controlar el cada vez mayor sentimiento prorruso de las regiones orientales y del sur, la única opción que parece quedarle, antes de permitirle a Putin quedarse con mayores recuperaciones territoriales es la guerra y el ataque a las zonas rebeldes, solo así el gobierno apoyado por Occidente podría consolidar su posición y ganar credibilidad; de lo contrario, mostraría su debilidad, su falta de capacidad para mantener la unidad nacional y que es presa fácil de las ambiciones expansionistas de Moscú.
¿Qué pasará entonces? Las opciones son pocas y el conflicto parece amenazar con extenderse más allá, en algo muy, pero muy peligroso: EUA ha aumentado su presencia militar en el Mar Negro y Putin ha enviado aviones de combate a hacer misiones de reconocimiento que parecen provocaciones, tal parece que el Presidente ruso apuesta con que Washington no se atreverá a dar un paso en defensa de sus títeres de Kiev, porque el paso sería uno que tendría consecuencias espantosas. ¿Tendrá razón en ello? u Obama ante su debilidad, y su figura cada vez más cuestionada en casa, ¿se atreverá a ejercer fuerza para demostrar que no es tan timorato y que tiene valor?
La situación no es sencilla ni el panorama parece tan halagüeño, por lo pronto, la guerra de sanciones ha escalado a otros niveles y se ha filtrado que el Kremlin ha iniciado la llamada Operación Aguila Bicéfala, en combinación con los demás BRIC, destinada a golpear económicamente a EUA mediante la sustitución gradual del patrón dólar por el patrón oro y el empleo de otras divisas en las transacciones internacionales, en particular las referentes a hidrocarbros. Ante esto, los mercados bursátiles europeos empiezan a reaccionar negativamente ante una situación que amenaza por convertirse en una escalada muy similar a la ocurrida hace 100 años en 1914... Esperemos a que llegue agosto.
Rusia e Israel ¿aliados?
Los conspiranóicos en sus innumerables contradicciones y en ese odio --o en realidad admiración desbocada y amor-- que sienten por los Judíos, ven con sospecha los aparentes gestos de alianza entre Rusia e Israel: tiene su lógica y no es que Putin ahora sea instrumento del "todopoderoso" e "infalible" sionismo, (ahora de repente ¿se volverán porristas de Obama y de EUA, al que considerarán opositor a los planes hebreos?) simplemente Rusia se da cuenta que EUA bajo las administraciones de Bush Jr. y Obama se ha estado acostando cada vez más con las monarquías del Golfo Pérsico y han convertido al fundamentalismo islámico en su principal aliado para las Primaveras Arabes, e incluso, contra Rusia como se vio tras los atentados en Volgogrado el pasado diciembre, si EUA ahora rechaza a Israel, Moscú puede ver en el Estado Judío un nuevo aliado que le sirva, con grandes dosis de pragmatismo, para apuntalar a Bashar el Assad en Siria y combatir a los islamistas apoyados a su vez por Occidente.
Por otro lado, el declarar ilegal la negación del Holocausto en Rusia es también lógico: si Hitler con su invasión a Rusia provocó la muerte de más de 20 millones de soviéticos, dudo que los moscovitas quieran construirle un monumento y la Iglesia Ortodoxa canonizarlo como ejemplo de príncipe cristiano, como a veces parecen quererlo varios de los paranóicos sudamericanos con quienes me he topado por la red, en el Juego de Tronos que contemplamos: las alianzas y contralianzas, simpatías y fobias se toman siempre con carácter estratégico y sentido práctico, y todo es mucho más complejo que las simples visiones maniqueas de los conspiralocos.
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