Resulta muy curioso que en México, como ya en repetidas ocasiones lo ha señalado el periodista Eduardo Ruiz-Healy, y precisamente desde la época de Juárez, se hable en el discurso político de la forma de gobierno republicana como de algo sagrado, un dogma de fe inalterable y de la "austeridad republicana" cuando resulta que cuesta mucho menos al Estado Británico o al Español el sostenimiento de sus respectivas casas reales que al Estado Mexicano, al Norteamericano o cualquier otro "democrático", el sostenimiento de la Oficina de la Presidencia; para colmo, el llamado índice de desarrollo humano es mucho más alto en los países monárquicos, pensemos, por ejemplo en Los países escandinavos, en Japón, en Inglaterra y en las Petromonarquías del Golfo Pérsico, que en aquellos que han adoptado un sistema democrático y representativo para la designación del Jefe del Estado.
Sin embargo, esto no quita que las Monarquías de hoy en día, al menos las Occidentales, se encuentren en crisis, siguiendo la espiral de decadencia de todo nuestro hemisferio.
1.- Inglaterra, la incertidumbre:
Con gran júbilo para los británicos se produjo el nacimiento del Principe Jorge Alejandro Luis de Windsor, Príncipe de Cambridge e hijo de los Duques y Príncipes Guillermo y Kate Middleton, en apariencia, la sucesión de la actual monarca reinante en el trono de Guillermo el Conquistador está más que asegurada y estable, con el Príncipe Carlos de Gales, Guillermo y ahora, Jorge, los futuros Carlos III, Guillermo V y Jorge VII, esto claro, si para entonces la monarquía subsiste, y más que nada, si el Estado Británico se mantiene vivo también.
La realidad es que el Estado Británico descansa en la institución monárquica, la sustitución de la misma por una República devengaría en una catástrofe institucional y jurídica de dimensiones apocalípticas, puesto que es, hasta el día de hoy, probablemente el único Estado en el que el concepto de la "Soberanía Popular" no ha calado como fundamento de la constitución, siendo también el único en que no existe una constitución escrita propiamente dicha, por el contrario, se estima que la Soberanía sigue siendo un atributo propio del monarca y que éste la ha delegado en los demás órganos del Estado; aún así, la institución se ha devaluado y la mantiene a flote el enorme prestigio de Isabel II, quien sin embargo, así como ha demostrado continuar ejerciendo los resortes de la vida institucional del país, también muestra ya, en esta etapa final del reinado, un gran cansancio y la búsqueda de evitar conflictos que puedan representar un deterioro o un conflicto de la monarquía con sectores de la sociedad y los partidos políticos en los que la institución encuentra su sostén. Esto explica porqué la soberana no vetó la Ley que autorizaba los "matrimonios" entre personas del mismo sexo.
Y es que tras el episodio de la Princesa Diana, que causó un daño severo a la figura de la realeza británica, ésta se vio avocada a reforzar la estrategia de la imagen en un mundo mediático, a fin de evitar verse nuevamente superada por alguien con habilidad en el campo y siguiendo con la tendencia marcada por la propia Isabel de cierta alianza con la farándula. Ya no basta con la existencia de un fundamento constitucional, sino que se requiere de una imagen atractiva, "progresista" y grandes relaciones públicas para mantener la corona en un mundo que ya no acepta el derecho divino como sustento de la autoridad, y en el que el constitucionalismo se avoca más a la defensa de los derechos, caprichos y antojos de los gobernados que a normar el ejercicio y la distribución del poder por el Estado. Por ello, la Reina ha optado por ennoblecer y rodearse de los bufones del espectáculo, algo que ya mencionaba en este espacio el año pasado en ocasión del jubileo real, así, tiene que condescender con ellos en sus vicios y tendencias a fin de garantizarse el apoyo ya no para ella, sino para la institución, lo mismo que de los partidos políticos, avocados todos al Progresismo (porque el membrete de Conservador de David Cameron es eso, un membrete), como ya lo dije, Isabel ha sabido administrar la decadencia británica evitando lo que ocurre en otras viejas potencias, como España.
Esto lo hace porque sabe que sus sucesores no se caracterizan por demostrar tener los tamaños para encabezar al Estado Británico y el panorama luce peligroso: el Príncipe Carlos no ha trascendido más allá de las páginas de la prensa del corazón, como Duque de Cornualles y a cargo de dicha región, el Príncipe de Gales no ha hecho más que evidenciar más su frivolidad y su escasa habilidad para interactuar con el pueblo y los medios; entre tanto, Guillermo se ha mostrado como un accesorio de su esposa, la popular Kate Middleton; en una relación que recuerda mucho los inicios del desgraciado matrimonio entre sus padres, con la suspicacia de las ambiciones de la Kate, de origen clasemediero y repentinamente elevada a las más altas esferas que no son solo sociales, sino políticas del Reino Unido, aunque fuera de la isla nos parezcan cosas frívolas.
Resulta triste que el nacimiento del pequeño Príncipe Jorge saque prácticamente de la sucesión al probablemente mejor prospecto para ocupar el trono de San Eduardo: el Príncipe Harry. Muchos se sorprenderán ante esta afirmación, pero la verdad, Harry muestra ser un verdadero noble, alguien de sangre real al estilo clásico medieval: cierto que es mujeriego y parrandero, pero es alguien que muestra mucha empatía con el pueblo, aparte, tiene don de mando y ha demostrado su valía en el combate, compartiendo sufrimientos y victorias en Irak y Afganistán con sus soldados, y asiste con más asiduidad que su hermano a los servicios religiosos anglicanos, la Iglesia de Estado y ha actuado con gran acierto en actos oficiales en los que ha acudido en representación de su abuela, recuérdese la clausura de los Juegos Olímpicos de Londres en 2012, acompañado por su cuñada, Kate Middleton.
El futuro de la monarquía británica luce incierto, Carlos ha anunciado que de llegar al trono, le dará a su reinado un cariz multicultural, borrando el fundamento cristiano de la monarquía, por lo que es probable que la entronización de los futuros reyes británicos ya no sea según el rito heredado del Imperio Romano tardío a través de los Carolingios y los Normandos, todo a fin de condescender sobre todo con la cada vez más poderosa e influyente comunidad islámica en la isla; para colmo, el nacionalismo escocés crece y la economía se debilita, ahora bajo el control de extranjeros: musulmanes rusos y chinos, principalmente. Por ello, y a pesar de que el nacimiento del Príncipe Jorge de Cambridge, el panorama no es tan positivo para la subsistencia de la Monarquía Británica, cuyos fundamentos, hoy en día, lucen debilitados.
2.- España, el Reino de la Corrupción:
En España nadie duda que el sistema político surgido de la transición post-franquista y encarnado en la Constitución de 1978 está en decadencia y arrastrando numerosos problemas que ya estaban latentes desde la promulgación de dicha carta constitucional: partidocracia, un Estado excesivo con la indefinición de las Comunidades Autónomas y el nacionalismo o regionalismo que las mismas impulsaron o sustentaron, la tentación de la corrupción y una cada vez mayor dependencia de la Unión Europea. Los resultados están a la vista: la corrupción campea por todos los aspectos del Estado, desde los funcionarios locales hasta la propia Casa Real, la crisis económica ha sido provocada por el euro y el bloque continental.
El escándalo Urdangarín destapó las cloacas de los negocios sucios que se cocinan bajo la complacencia o complicidad del propio Juan Carlos I de Borbón, quien llegó al trono, según se dice, con lo que traía puesto y ahora amasa una enorme fortuna gracias a una serie de negocios en los que, aprovechando su carácter de Jefe de Estado, ha favorecido a empresarios españoles y extranjeros en sus negocios y a cambio se ha llevado una jugosa comisión, o ha garantizado, como en el caso del yerno y su hija, la Infanta Cristina, impunidad para evadir al fisco y realizar fraudes.
Pero no todo queda en la Casa Real, donde queda claro que los Borbón no han perdido las malas mañas de sus antepasados en el trono español o en el francés, ni las ganas de provocar su derrocamiento, la realidad es que todo el esquema diseñado en la carta constitucional de 1978 está podrido y es ineficiente, caro, y ha sido manipulado en interés de los partidos políticos y los regionalismos: el escándalo Bárcenas y la doble contabilidad del Partido Popular, por un lado, el tráfico de influencias y el despilfarro por parte del PSOE, del otro, hacen que la mayoría de los Españoles tampoco considere viable la adopción de un sistema republicano que llevaría a que la Jefatura del Estado también quedara en manos de las intrigas y corruptelas partidistas, a la campaña electoral permanente, la confrontación interminable, y la figura del Rey, que ha sido el pegamento que ha mantenido la cohesión de los reinos que se unificaron hace 500 años en torno a la figura de un monarca único, pese a su desgaste, es el único garante de mantener la unidad nacional, erosionada por los regionalismos tanto catalán como vasco, pese a que los mismos son también tapadera de las pésimas administraciones locales, que también se han destacado por el dispendio y el robo, usando el discurso nacionalista como pretexto para distraer a la población a la vez que se pide a Madrid dinero para tapar los agujeros.
Los malos recuerdos de las experiencias republicanas en 1870 y 1936, la última culminada en Guerra Civil, disuaden a muchos de seguir por el camino ya andado y que en dos ocasiones terminó en desastre, la última, en verdadera hecatombe. Entre tanto, la Unión Europea arrastró al país a una verdadera catástrofe económica, aunque las recientes tensiones sobre Gibraltar con el Reino Unido demuestran que el bloque continental se está fracturando y esto es cada vez más evidente.
Para muchos, la esperanza de renovación y salvamento de España está en que Juan Carlos abdique en favor de su hijo, el Príncipe Felipe... muchos apuestan que el príncipe asumiría el papel de Rey con más seriedad y limpieza, aunque siendo Borbón, hay muchas dudas.
3.- Noruega, el Emirato del Norte:
Si hay un país que parece haber perdido la cordura, tanto los gobernantes como los mismos ciudadanos, ese es Noruega. Una extraña política exterior guía al antiguo reino escandinavo que se separara de Suecia a inicios del siglo XX, aunque tiene una explicación: hoy día este país, sobre el que reina una rama de los Holstein-Gottorp daneses desde 1905 ha signado alianzas estratégicas con Irán, con las petromonarquías del Golfo Pérsico y hasta a dado asilo a miembros de grupos como Hamas y Hezbollá, a quienes considera "luchadores por la Democracia", como también a la peligrosa banda terrorista vasca ETA. ¿Esto porqué? Por los intereses petroleros. (Sobre la ETA, se habla que desde los atentados del 11 de marzo del año 2004 tiene colaboración con el terrorismo radical islámico).
Noruega vive de su poderosa industria petrolera que vive explotando al petróleo Brent del Mar del Norte, el de mayor calidad y más caro, que le ha permitido ser autosuficiente y a la vez, desligarse de la Unión Europea y acercarse más a los países con los que comparte intereses petroleros; el combustible es explotado por una empresa estatal, pero existe la coinversión privada, y los ingresos han servido para, sobre todo tras la Segunda Guerra Mundial, financiar un Estado de Bienestar en que el Gobierno subvenciona todo, subsidia, beca y paga, no en balde, las administraciones desde entonces han sido encabezadas por los Socialdemócratas que aplican un esquema económico totalmente keynesiano.
El resultado es un populismo que se caracteriza por ver a los reyes montados en bicicleta, subidos al autobús o departiendo con los vecinos, o un Primer Ministro, como en la imagen, haciendo de taxista para "conocer las necesidades del pueblo", un pueblo que parece vivir en un país de cuento de hadas donde no existe ningún problema, todo está perfecto y la gente no tiene necesidades. Sin embargo, lo ocurrido hace dos años con la matanza perpetrada por Anders Breivik demostró que no todo está tan bien en esta especie de "emirato petrolero" nórdico, incluso, parecería a veces que el hecho fue un montaje del propio gobierno para hacerse la víctima --murieron 69 de los militantes juveniles del partido de Izquierda que prácticamente ha monopolizado el poder desde los años 50-- a fin de evitar una caída en su votación, y es que resulta un poco contradictorio presentar al asesino como un "extremista cristiano" cuando orgullosamente se ostentaba como masón y anticristiano en su sitio de Internet.
La realidad es que Breivik con su atentado muestra la crisis ocultada por el gobierno y la monarquía, de una sociedad que poco a poco se ve desplazada por la migración africana y musulmana, un país que parece estar estancado, pues fuera del petróleo, las demás industrias y actividades han quedado relegadas a un nivel muy secundario y que a diferencia de sus socios y aliados del Medio Oriente, parece no buscar desarrollar otros campos, la gente, totalmente entregada a un modo de vida hedonista y despreocupado, vive la fiesta, mientras su gobierno los mantiene y su Rey se pierde en frivolidades, como el contar con un yerno diseñador de modas, alcohólico, drogadicto y extravagante. Entre tanto, muchos noruegos viven inmersos en un tedio y un aburrimiento existencial terribles, no tienen nada porqué luchar, nada qué buscar, y no es de extrañarse que el índice de suicidios sea muy alto.
Esperemos que el despertar del sueño no sea muy duro...
4.- Bélgica y las largas sombras de Leopoldo II y Balduino:
Para los Neoconservadores católicos, la figura del Rey Balduino de los Belgas es un ejemplo de gobernante cristiano del siglo XX por haber vetado una legislación a favor del aborto y su fidelidad matrimonial a la española Reina Fabiola, sin embargo, esto es una visión parcial. En realidad, Balduino aplicó una moral selectiva, que mientras protegía la vida de los no nacidos en su país ordenaba el reprimir a sangre y fuego las insurrecciones en el Congo a favor de la Independencia, en un largo y destructivo conflicto que se llevó la década de los sesenta y buena parte de los setenta, ya con él en el trono; incluso, se menciona que tras haberse consumado la independencia del país africano, ordenó el asesinato de Patrice Lumumba, el ideólogo y líder del movimiento, tras haberse ganado a sus rivales por el poder en el nuevo país y garantizado excelentes concesiones sobre los recursos naturales del país con los que la situación no cambió nada, los gobiernos de los dictadorzuelos que han azotado al país africano han continuado beneficiando no a Bélgica, sino directamente a la familia Sajonia-Coburgo.
Bélgica es un país inventado, artificial, creado en los otrora Países Bajos Españoles que se mantuvieron bajo el control de Madrid tras la separación de la Holanda protestante y que después de la Guerra de Sucesión Española pasaron a Francia, tras la derrota de Napoleón, y ante la necesidad de crear un amortiguador del choque entre la creciente Prusia y la todavía potente Francia, se decidió por las grandes potencias crearlo, fusionando a los franceses que vivían en la región de Valonia con los neerlandeses de Flandes bajo un monarca de una, hasta entonces, débil casa nobiliar alemana: los Sajonia-Coburgo con Leopoldo I, naciendo además como una monarquía constitucional y parlamentaria acorde con los ideales de la Revolución Francesa.
Su hijo Leopoldo II dirigió la colonización del Congo no como una colonia para el país, sino como una posesión personal, aunque financiada con fondos públicos que nunca reintegró; este monarca, probablemente con problemas de enajenación mental similares a los de su hermana Carlota, emperatriz de México, se destacó por una crueldad fuera de todo límite: sádico y brutal, ordenó el exterminio de comunidades enteras, tortura y muerte de rebeldes o una forma de incentivar el trabajo de los nativos a los que puso a trabajar en grandes plantaciones de caucho o en minas de diamantes con los que amasó una enorme fortuna: cortando las manos de aquellos que no llegaban a la cuota diaria de productividad sin importar la edad, pues también ordenaba el trabajo infantil. Leopoldo ha pasado a la Historia como quizá el mayor genocida del siglo XIX y precursor de los campos de concentración que luego aplicarían los Ingleses en Sudáfrica con los Bóers y después Stalin y Hitler.
Balduino simplemente continuó con lo hecho por su antepasado, protegió la herencia familiar; sin embargo, mantuvo a Bélgica como un país con tradiciones arraigadas y con más estabilidad moral que Holanda, su vecino, rival y socio. En un país en que el Rey cuenta con enormes facultades ejecutivas por ser garante de la unidad nacional, el monarca condiciona y dirige mucho de la política interna del país. Balduino murió sin hijos, y le sucedió su hermano Alberto II, quien, mucho menos inflexible que su hermano mayor y de vida libertina, abrió la puerta a la secularización y al Progresismo, gobernando con la Izquierda a la que siempre ha apoyado y con la que hizo grandes y jugosos negocios. Aunque no todo ha sido malo: Alberto ha podido sortear la crisis de desgobierno que vivió el país hace poco, debido al conflicto nacionalista entre francófonos y flamencos, ejerciendo la conducción del país con mucho acierto y evitando su desmembramiento, e instando a los políticos de ambas etnias a ponerse de acuerdo para formar una administración.
Finalmente, ha renunciado a favor de su hijo Felipe I (en la foto, con su esposa Matilde), quien ha asumido el trono, al parecer, lo hizo antes de que estallara un escándalo por su enorme corrupción y su desordenada vida amorosa; sin embargo, el nuevo monarca, según se dice, es un homosexual "de clóset" y con él, Bélgica pronto será igual que Holanda, si no es que ya lo es, según se plantea.
Otras monarquías:
Ya no hablaré ahora de Suecia, donde reina la única dinastía de las hechas por Napoleón de sus mariscales, amigos y parientes que sobrevive: los Bernardotte, con su plebeyismo y legitimidad dudosa, cuyo Rey Carlos XVI Gustavo es más conocido por sus orgías con prostitutas y su ecologismo ridículo que por su labor como Jefe de Estado, y de Holanda ya hablé en su momento, donde el Rey Guillermo Alejandro ha asumido el trono tras la renuncia de Beatriz.
Pero no cabe duda, la institución monárquica se encuentra hoy en día en crisis, pero también las democráticas, los gobiernos son inoperantes, corruptos e ineficientes en nuestro Occidente y es hora de que replanteemos los fundamentos políticos del mismo, heredados de la Revolución de 1789 y aún antes, del racionalismo imperante en los siglos XVII y XVIII, es hora de buscar algo mejor.
2 comentarios:
Estimado Yorch, muy buen artículo. De verdad, poco podemos esperar hoy de las (otrora) grandes monarquías europeas. Sin embargo, permítame remarcar un par de Príncipes cristianos que sí merecen nuestro respeto: el Gran Duque Enrique de Luxemburgo y el Príncipe Luis de Liechtenstein.
Muy buen análisis, ya que las monarquías europeas son un reflejo más de la galopante y absoluta decadencia moral de Occidente. Y eso también es extrapolable a regímenes republicanos de ambos lados del Atlántico. Saludos desde España.
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