Buscar este blog


19 de julio de 2013

RUSIA, ¿ESPERANZA O AMENAZA?


La imagen que escogí para iniciar esta entrada creo que muestra muy bien la doble cara del resurgimiento ruso que estamos viendo, aún más en los últimos días en que, con el escándalo Snowden se manifiesta, más que nunca, el rol geopolítico que el gigante eslavo nuevamente está desempeñando en el mundo, aún cuando le falta todavía mucho camino para recobrar el poderío que llegó a tener durante el siglo XIX, tras la derrota de Napoleón y hasta la I Guerra Mundial, y durante la Guerra Fría en el siglo XX. Hoy en día, Rusia fortalece por un lado su carácter de sociedad cristiana, y por otro su poderío militar y político, mas todavía no vuelve a retomar su rol de superpotencia que llegó a tener por su control sobre la mayor masa de tierra del planeta: el hinterland euroasiático.

Para muchos conservadores en Occidente, y tradicionalistas católicos, Rusia aparece como una esperanza de regeneración que puede contagiarse a nuestro hemisferio; en este sentido, Marine LePen pide un acercamiento de los movimientos conservadores al Kremlin, lo mismo que los Identitarios y otros grupos que ven en la política seguida por el Gobierno Ruso de Vladimir Vladimirovich Putin un ejemplo o una guía a seguir: por un lado, Putin ha reconocido el rol social y público que las religiones, y en especial, la Ortodoxa Oriental deben cumplir con tal de evitar un desmoronamiento o atomización al infinito en los individuos como está sucediendo en nuestras sociedades occidentales, y el mantenimiento o el impulso de valores morales, se ha implementado una legislación tendiente a la protección de la familia natural, la limitación del aborto y el combate ante perversiones que en nuestros países son consideradas muestras de "progreso" o "desarrollo", sin embargo, en mi opinión, no es oro todo lo que reluce ni fe sincera todo lo que se reza.

Lo anterior, sin embargo, no me parece obstáculo para admirar y reconocer la labor de Vladimir Putin al frente del oscuro palacio fortificado de murallas rojas, como un hombre valiente que busca lo mejor para su patria y se opone a los intereses de las elites políticas y financieras que han hecho pasto de los países occidentales y que en la década de los noventa buscaron destruir de plano, al Gigante Eslavo, si embargo, en su justa dimensión debemos observar que Putin no busca ser un redentor global ni un héroe de las masas hartas del progresismo, no, él trabaja en pro del interés nacional ruso y si se define como "defensor de la Cristiandad" lo es de lo que los rusos entienden por Cristiandad.

En Rusia lo que sucede es en realidad un intento de vuelta atrás a los fundamentos ideológicos: fuertemente anclados en la Religión Cristiano-Ortodoxa y la herencia del ideal del Imperio Romano Oriental, que originalmente sustentaron al Imperio Zarista tras el fracaso de su sustituto: el Marxismo-Leninismo tras setenta años de experimentación que culminaron en desastre económico y en vacío ideológico y espiritual para los Rusos, que quedaron durante la década de los noventa, sumidos en un caos político, la miseria más terrible y la carencia de sentido que tan bien fueron encarnados por un borracho dormilón como Boris Yeltsin. Pero Putin y la nueva clase dirigente del gigante eslavo, emanada de lo más fuerte del extinto régimen soviético: el aparato de inteligencia y seguridad, se decidieron a buscar alguna manera de revivir el orgullo y la razón de ser de la Santa Madre Patria.

En las elites rusas ha tomado fuerza nuevamente la tesis nacionalista y eslavista que siempre ha estado en confrontación casi dialéctica con la tesis pro-occidental y "modernizadora" desde los años de Pedro el Grande: las debacles rusas se han debido a la adopción de ideas, modas o formas occidentales que han debilitado al núcleo y la rígida estructura del Estado Ruso desde sus orígenes y que es necesaria para que él mismo pueda gobernarse y subsistir: como el historiador francomexicano Jean Meyer lo relata en un artículo de la Revista Nexos del 2009: Rusia y el Viejo Sueño Imperial, en que se ve que el primer régimen ruso: la Rus de Kiev y Novgorod fracasó por la adopción de un sistema feudal adoptado de Occidente y las injerencias de éste a través de la Liga Hanseática o los caballeros Teutónicos, todo lo cual llevó a la fragmentación del poder, después, la Rusia Moscovita fracasa ante los embates de Polacos y Lituanos a fines del siglo XVI y a la incapacidad de hacer frente a los Suecos hasta la llegada de Pedro el Grande, entonces, la Rusia Imperial de los Romanov desde Pedro I a Nicolás II fracasará por abrirse demasiado a las influencias occidentales, entre ellas, el Marxismo, que sin embargo, logra triunfar cuando Stalin lo interpreta con clave nacionalista y lo utiliza como nueva justificación para el ideal imperial ruso, para fracasar cuando ahora Gorbachov abre las puertas a la influencia del odioso Latinztvo como los rusos llaman a Occdiente (en alusión al Latín de la Liturgia Católico Romana) ahora a través de la idea de la Democracia y la Economía de Libre Mercado.


Para Rusia el derrumbe de la URSS ocurrido entre 1989 y 1992 fue la mayor catástrofe de su Historia: la Unión Soviética abarcaba prácticamente todos los territorios del Imperio Zarista hasta 1914, con excepción de Finlandia y Polonia, aunque ejercía una influencia global junto con EUA y tenía, precisamente a Polonia y otros países de Europa Oriental, sometidos como satélites a su control, además de a Cuba en América, Vietnam, Camboya, Laos, Birmania o Myanmmar, Corea del Norte, Mongolia y en un primer momento a China en Asia y muchos movimientos independentistas en Africa. De un de repente, Rusia perdía no solo a sus satélites, sino también a partes que habían integrado su territorio, algunos desde el inicio, como Ucrania o Bielorrusia y otros desde los siglos XVIII y XIX: las demás ex-Repúblicas Soviéticas. Tras el vacío yeltsiniano, Putin tuvo que retornar al origen, a la raíz, para que los Rusos encontrasen sentido a la existencia de la Nación y a la búsqueda de un papel --protagónico-- en el mundo.

En ese sentido es que debe entenderse el retorno hacia el Cristianismo de parte de Moscú, más que un acto de fe sincera y de deseos de construir una verdadera sociedad impulsada por valores morales y espirituales definidos, se trata, nuevamente, del uso interesado de la Religión como motor ideológico para el Estado, algo típico en el cesaropapismo y que en mucho, fue el motor del expansionismo británico tras Enrique VIII e Isabel I, en que Inglaterra, definida como el adalid del Protestantismo, se lanzó a la aventura imperial para competir contra la España Católica, y en la cual, igualmente, sin romper con Roma, existió un control o una alianza muy estrecha entre el Estado y la Iglesia.

Por ello, yo no comparto tanto el entusiasmo que muchos Tradicionalistas Católicos tienen por Rusia, me alegra sin duda que Putin y su país aparezcan como un freno para la avalancha o el descarrilamiento de Occidente que se da sobre todo en terrenos de moral sexual y en la Economía dislocada que se está dando en nuestros países y para las locuras de la disfuncional política exterior norteamericana y europea, pero ojo: a Rusia no le importa lo que hagamos, ni tiene la más mínima intención de ayudar a nuestros países o a los movimientos conservadores salvo que los mismos le sirvan para sus fines en la estrategia del "Juego de Tronos" en que se encuentra participando, tal y como está ayudando a los nuevos regímenes autoritarios sudamericanos del "Eje Bolivariano" a los que apoya no porque comparta con ellos valores ideológicos o morales, sino porque comparte con ellos el objetivo de destruir el poderío norteamericano. Yo, por el contrario, soy de la opinión de que a Rusia la debemos ver con cierta esperanza pero también con mucha, muchísima precaución.

Por el contrario, leyendo en la red medios rusos como RT Noticias, RIA Novosti o Pravda, uno puede darse cuenta que nos ven con una mezcla de asco y desprecio, burla y perspectiva de alguien que pretende erigirse con una superioridad moral: "desde fines del siglo XVII me han visto como el bárbaro intruso, ahora yo digo que ustedes son los bárbaros", parecen decir entre líneas, contradictoriamente, han llegado a aparecer preocupados, por ejemplo, por la cuestión de los homosexuales en países occidentales y pidiendo respeto para ellos y sus pretensiones, a la vez que en Rusia se toman medidas para extirparlos y para combatirlos como una "enfermedad social" ¿porqué? Simple, desean que los pueblos del Latintzvo sean débiles, decadentes y corrompidos mientras ellos construyen una sociedad fuerte y sana para estar en condiciones de superarnos o para depredar sobre nuestros restos, sin duda.


Rusia no desea ni quiere nada con la Iglesia Católica, el resentimiento de los Ortodoxos y del propio Estado moscovita es enorme, tanto por agravios ya muy lejanos en el tiempo como el saqueo de Constantinopla por los Cruzados como por los recientes, como fue el papel del Papa Juan Pablo II en la caída de la Unión Soviética; los Rusos no lloran por el Comunismo, lloran porque perdieron el imperio. En esos mismos medios, a la vez que se enaltece la labor cristianizadora del Estado dirigido por Putin y el papel de los prelados ortodoxos, se ataca durísimamente a la Iglesia Romana, sea por los escándalos de pederastria, la corrupción en el "Banco Vaticano" o los elevados costos de la próxima visita de Francisco I a Brasil, contemplando al pontífice argentino con un enorme escepticismo, los Rusos, al parecer, no se tragan los "gestos de humildad" del actual Papa y parecen sentirse felices ante la crisis actual del Catolicismo.

Y es que los Tradicionalistas han caído en el error de esperar que Rusia un día tenderá la mano y acabará con los Progresistas de izquierda que tienen el poder en Occidente y devolverán a nuestras sociedades europeas y americanas su carácter cristiano... no es así, si se toma como base para ello las profecías de la Virgen María en Fátima en 1917, las mismas no han sido leídas correctamente: la Madre de Cristo dijo que había que consagrar a Rusia por el Papa en comunión con todos los Obispos a su Corazón Inmaculado, para que el gigante eslavo se convirtiera y no esparciera errores por el mundo; se creía que esos errores eran el Comunismo y el Ateísmo, no es así, el error principal es el mantenimiento del Cisma de Oriente, el régimen bolchevique en realidad fue mucho menos ateo de lo que parecía y mucho más nacionalista, y como lo dije en el post anterior, uso también a la Iglesia Ortodoxa como parte del sistema y ésta, gustosamente colaboró mientras atizaba las llamas de la persecución contra Católicos y Protestantes. Así, si se lee la profecía correctamente, primero Rusia debe ser "salvada" para que ésta pueda salvar al Occidente.

Rusia, en resumidas cuentas, no quiere salvar a Occidente ni a la Iglesia Católica, sobre el primero, quiere ejercer una política imperial, y espera pacientemente a que Europa Occidental y América se debiliten, para, en el primer caso, hacerla depender de ella en materia energética y de defensa, en el segundo, para acorralar a EUA y construir satélites con regímenes leales aunque los mismos sean dirigidos por orates y palurdos como Nicolás Maduro y Cristina Kirchner, por viejas reliquias de su imperio como los Castro o personajes folklóricos como Morales, sin importarle lo que estos tiranuelos hagan con sus pueblos, y respecto a la Iglesia, quizá el Kremlin ve con simpatía a un Papa como Francisco que se muestra favorable a la colegialidad del Papa y los Obispos, doctrina contraria al Primado de Pedro y que es seguida por los ortodoxos y su fragmentada jerarquía, donde el Patriarca Ecuménico de Constantinopla ejerce únicamente un "primado de honor" hueco y que nada representa, mientras el poder real por su número de fieles lo tiene el Patriarcado de Moscú y con ello, el mismísimo Kremlin, mientras que el resto de iglesias orientales son pequeñas y limitadas por las fronteras de los pequeños Estados a los que pertenecen: Rumania, Bulgaria, Serbia, Armenia, Georgia... todos ellos antiguos satélites o partes integrantes del Imperio, quizá desee una terminación del cisma pero bajo los términos moscovitas y sujetando a la primera Roma a los dictados de la tercera.

Sin embargo, el entusiasmo de algunos "Tradis" por Rusia llega a cosas extremas; por ejemplo, ahora que acaba de ser el aniversario del fusilamiento del último Zar Nicolás II y su familia, algunos ponen imagenes como esta:


Y hasta poniendo en latín el ora pro nobis dirigido a los santos... Nicolás II, Alejandra de Hesse y sus hijas Olga, Tatiana, María y Anastasia, así como el hemofílico zarevich Alexis (por cierto, resulta bastante anacrónico o curioso que se les represente vestidos con los ropajes nobiliares rusos propios de antes de las reformas de Pedro el Grande, habiendo vivido ellos hace 100 años, ¿o acaso supondrán que en el Cielo se mantienen en uso las vestimentas del siglo XVI ruso de fuertes influencias mongolas y romano-orientales?) fueron canonizados a fines de los 90 y haber sido encontrados sus restos donde los dejó la partida ejecutora de Yakob Yurovski, alegando que los Romanov fueron mártires de la fe. Resulta curioso que algunos, que protestan contra las canonizaciones de los Papas Juan XXIII y Juan Pablo II, quieran venerar a estos personajes que ni católicos fueron sino cismáticos ortodoxos, y en el caso de Alejandra, luterana de nacimiento, seguidores además de alguien como Rasputín, un stárets (hombre santo) perteneciente a la herética secta de los khlisti (secta ortodoxa gnóstica que predicaba de un culto orgástico para pecar y luego pedir perdón a Dios por ello).

Además, convencidos del cesaropapismo condenado en Occidente por San Gregorio VII desde el siglo XI, existen grandes dudas sobre la fidelidad conyugal de Alejandra, e incluso sobre su papel durante la Primera Guerra Mundial, si bien no hay pruebas concluyentes de que la Zarina fuese amante de Rasputin, tampoco las hay de lo contrario, lo mismo de que no influyese en su marido y el alto mando ruso para tomar decisiones nefastas para las armas rusas y beneficiosas para las alemanas, siendo ella germana de origan; incluso, sus más benevolentes biógrafos, como Robert K. Massie en su imprescindible Nicolás y Alejandra,  no se atreven a afirmar nada en un sentido u otro sobre las relaciones entre la emperatriz y el "monje loco" o su país de origen, aunque sí muestra cómo se le entregó de facto el poder al charlatán religioso  y no deja de entrever que si Alejandra accedió a los lujuriosos deseos del siberiano probablemente fue convencida de que con ello aliviaba los males de su enfermo hijo.

Pero tanto Massie como Marc Ferro y otros autores, no dudan de que Nicolás fue un buen hombre y un abnegado padre de familia, pero que fue uno de los peores gobernantes habidos y por haber en la Historia: débil, manipulable por su mujer y las intrigas palaciegas, falto de carácter, pero sobre todo, permanecía totalmente ajeno a la terrible realidad de hambre y pobreza en que vivía la mayoría de sus súbditos, para los que era totalmente indiferente mientras vivía anestesiado por los lujos de los Palacios de San Petersburgo y el boato del Kremlin, y a los que arrastró a dos guerras desastrosas, en 1905, contra Japón y en 1914 a la primera guerra mundial. Necio y desconfiado, no deseaba ni un secretario particular que le ayudase a archivar la correspondencia o los expedientes de Estado porque hacerlo era demostrar debilidad y falta de confiar en su misión divina como gobernante absoluto, pese al discurso que manejaba era totalmente ajeno a la realidad rusa, habiendo sido educado como un británico y por genética era más bien un alemán o danés (debido a los sucesivos matrimonios de los sucesores de Pedro I con parejas provenientes de las casas reales escandinavas y germanas, los Romanov eran más en realidad, la misma dinastía que todavía hoy gobierna Dinamarca: los Holstein-Gottorp,  y parte de la gran familia real europea tejida en torno a Victoria de Inglaterra) que imperaba sobre una población muiltiétnica a la que no entendía. En definitiva, cometió muchos pecados de omisión que, tal como lo dijo el Conde-Duque de Olivares al referirse al mediocre Felipe III de España, son más graves en un gobernante que cualquiera que pudiese cometer como hombre.

Por último, Nicolás II y su familia no fueron ejecutados como mártires por odio al Cristianismo, sino por motivos políticos, e incluso, de urgencia: prisioneros en Yekaterinburgo, los reales prisioneros serían juzgados por un Tribunal ante el que Trotsky pensaba actuar como fiscal, se pensaba juzgar únicamente a los soberanos y no a sus hijos, y se les acusaría de corrupción, alta traición y de arruinar la economía nacional, así como de crímenes de guerra al arrastrar a Rusia a guerras totalmente destructivas para el país; muy probablemente el Juicio iba a culminar con la sentencia de muerte en contra de Alejandra, a la que se acusaba de pasar información a Alemania y de traficar con influencias para dar el poder a Rasputín, su amante, según la acusación que Trotsky estaba construyendo, en cuanto a Nicolás y sus retoños, muy posiblemente se les enviaría a destierro al lejano oriente ruso, después de todo, había la clara imagen de que el Zar había sido un títere de "la Alemana" y sus intrigas, algo que no era muy descaminado de la realidad y se le consideraba una especie de idiota inofensivo que ya no representaría peligro sin la nefasta y fanática mujer detrás, y los hijos bien podrían ser reeducados en el socialismo, lo que les habría permitido ostentar enormes trofeos propagandísticos a los revolucionarios; sin embargo, al encontrarse Rusia en medio de una Guerra Civil entre Bolcheviques por un lado y Monarquistas por el otro, y estos estar obteniendo victorias que les permitieron acercarse a Yekaterinburgo, lo que les hubiera permitido liberar a la familia prisionera para con el Zar constituir un "Gobierno Blanco" que bien hubiera podido obtener el reconocimiento internacional, no tuvieron más que decidir la ejecución.

Como se ve, tampoco fueron mártires.

Si los críticos a las canonizaciones de Juan XXIII y Juan Pablo II esgrimen que las mismas son una especie de gesto político, lo hecho por la Iglesia Ortodoxa Rusa al canonizar a Nicolás II y familia fue algo más motivado por la política que otra cosa: fue un gesto de reconciliación con el pasado, algo que Putin ha estado haciendo de manera inteligente y muy a diferencia de México, donde hemos tejido una Historia maniquea de héroes y villanos, en Rusia se está construyendo una Historia que recupera los aportes de todos y juzga a la vez los errores de todos: se ha reivindicado el papel de estratega maestro de la política internacional de Stalin y la industrialización que vivió el país bajo su mandato o su defensa de la independencia contra las ambiciones de Hitler, a la vez que se censuran sus crímenes, y también se muestra la innegable importancia del pasado zarista y se reconoce el papel que jugaron en la Historia Nicolás, Alejandra, las Grandes Duquesas y el Zarevich, por quien se ha venido a sentir una merecida gran compasión. Quizá eso se represente en el hecho de que sobre donde alguna vez se levantó la casa Ipatiev en la que la familia fue fusilada, ahora se levanta la Iglesia que recuerda el hecho en Yekaterinburgo, mientras el Oblast o provincia de la que dicha ciudad es capital se sigue llamando Sverdlov, esto es, con el apellido del Gobernador Comunista que ordenó la ejecución.

Así, no confundamos, Rusia no va a salvar a Occidente, por el contrario, su interés nacional es contrario al de Europa y América, es un Imperio, siempre lo ha sido y siempre obrará como tal, no debemos esperar a que un día lleguen los MiGs o los T-95 por las calles para detener a Obama, a los magnates de Wall Street, impedir las leyes pro-gay o pro-aborto que se legislen en nuestros países o corregir las cada vez más preocupantes derivas y actitudes de Francisco I en el Vaticano. No lo harán. Al contrario, los rusos nos dejarán caer y presenciarán con una sonrisa nuestro derrumbe. Si Occidente ha de salvarse, habrá de salvarlo su propia gente que exija y logre cambios políticos y sociales profundos, si ha de haber una restauración del Catolicismo y del Papado en particular, esta habrá de darse desde dentro con la llegada al solio de San Pedro de un nuevo San León I Magno o un nuevo Gregorio VII y un resurgimeinto de la fe; del Kremlin, por el contrario, no podemos esperar nada, nada positivo, al menos.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

El error que menciona Fátima sin dudas es el comunismo.

Anónimo dijo...

¿Donde dice que Rusia va a salvar Occidente? Rusia debe convertirse.

Anónimo dijo...

La restauración se hubiese dado sin dudas si hubieran hecho la consagración, aunque me parece que eso ya no va a pasar. Salvo un milagro. Usted poco confía en el poder intercesor de María si duda de la restauración de Rusia y Europa. Solo con esa consagración se hubiera logrado.

Anónimo dijo...

http://conferencias-catolicas.blogspot.com/2012/03/fatima-misericordia-y-justicia.html

Anónimo dijo...

http://conferencias-catolicas.blogspot.com/2012/03/fatima-misericordia-y-justicia.html

Anónimo dijo...

Buen artículo y acertada posición respecto de la Rusia actual; mis amigos tradicionalistas están obnubilados con este canto de sirena que, si no me equivoco, está a punto de rugir como león en Siria.
En cuanto al asesinato del zar y su familia por supuestas razones "de urgencia", me permito recordarle que TODA la familia imperial fue asesinada, incluyendo a quienes no estaban cerca del frente de los blancos o algunos que ni siquiera tenían derecho al trono ni ponían transmitir derechos dinásticos, como las mujeres, lo cual dejaría su interpretación sin un resorte fundamental.
Mi cordial saludo
L. b-C

Anónimo dijo...

estoy deacuerdo rusia debe ser detenida de inmediato antes que se conviertan en el azote del mundo y sus fauces lleguen demasiado lejos,este imperio del mal liderado por putin ni tiene nada de hermandad ni solidaridad con el mundo,estos rusos son una verdadera amenaza para la humanidad, se debe de frenar a toda costa su avance y su desarrollo politico,militar antes que sea demasiado tarde para aquellos que creemos en la libertad...

Anónimo dijo...

http://www.devilsfinalbattle.com/span/ch5.htm

http://www.devilsfinalbattle.com/span/ch6.htm

la última batalla del diablo
fatima.org/es