El sacerdote Augustino, ex-Arzobispo de Chiclayo, Perú, nativo de Chicago, Illinois, Estados Unidos de América, pero naturalizado peruano, Robert Francis Prevost Martínez, ha sido elegido en un cónclave rápido como el sucesor número 267 de San Pedro, pasando a ser el Papa León XIV, su figura, ataviada acorde con los ornamentos propios de su cargo: el hábito blanco papal, el alba, la muceta roja de seda y el estolón, así como el nombre elegido para su reinado, parece demostrar un retorno al orden, a una línea más moderada y conservadora que la seguida durante el polémico y desordenado pontificado de Francisco I, e igualmente, más respetuosa de la Tradición y de la Doctrina.
Queda claro el viraje de la Iglesia Católica al continente americano, iniciado con la elección de Jorge Mario Bergoglio, al haberse ahora elegido a un Papa que tiene vínculos con las dos regiones de nuestro hemisferio, nacido en el norte pero con una importante labor pastoral en el sur, siendo él mismo una muestra de la heterogeneidad de la composición de la población de nuestro continente, quizá más que Francisco I, quien era un italiano de pura cepa, acá se trata de alguien cuya madre era hija de inmigrantes españoles, y su padre, de ascendencia francesa e italiana, ya que toda América, no solamente Estados Unidos, es un crisol en el que se han fusionado culturas y personas provenientes de los otros continentes, y por supuesto, de los propios pueblos indígenas.
Además, América se convierte cada vez más en el baluarte de la Iglesia ante la irreligiosidad e islamización actual de Europa, y esta elección, de entrada, será un impulso enorme para el Catolicismo en Estados Unidos, pero además, en Hispanoamérica ante un Papa que tiene raíces hispanas y que ha adquirido la identidad peruana voluntariamente, y que obtuvo el cariño de parte de los feligreses chiclayenos, que se han lanzado a las calles a celebrar como si Prevost fuese, efectivamente un peruano nativo; todo lo cual no hace más que hablar bien de él y recalcar su gran labor episcopal, dirigida a la predicación y a la atención de personas menesterosas a las que auxiliaba ante la pobreza, la falta de oportunidades laborales o los desastres naturales.
Pero volviendo a su elección, la rapidez de la misma, al segundo día del Cónclave, y tras cuatro rondas de votaciones, queda claro que las supuestas divisiones ideológicas y políticas entre los Cardenales resultaron, muy probablemente, fantasiosas o muy exageradas por medios, tanto mainstream como alternativos que pretendieron explicar la sucesión Papal en los términos de un proceso electoral para la designación de un Presidente o Jefe de Estado, sujeta a campañas, proselitismos, debates e intrigas, impresión que incluso ha sido difundida por el cine hollywoodense, como en la reciente e infamante película con Ralph Fiennes. En realidad, parece que pronto se llegó a un consenso entre los electores y se fueron por un Papa que significaría, en todo caso, una posición "centrista". Ninguno de los presentados como "favoritos" para ocupar el solio pntificio fue electo, nadie realmente tenía a Prevost como papable, y los medios han quedado como difusores de mentiras y de fake news con los que pretendieron, más que nada, desinformar y confundir. Nuevamente, pasó lo que dice el dicho: "Quien al Cónclave entra como Papa, sale Cardenal".
El nombre escogido para reinar indica dos cosas: por un lado, es uno de los nombres "clásicos" o tradicionales del papado, y que remite a pontífices muy poderosos: San León I Magno, fue el único líder capaz de detener a Atila y su horda de Hunos cuando estuvo a punto de tomar y destruir a la antigua capital imperial, a inicios del siglo V. San León III, casi cuatrocientos años después, coronaría a Carlomagno como Emperador del que sería Sacro Imperio Romano Germánico, sentando las bases para la formación de Europa, León X Médicis, significaría la culminación del poderío de la familia florentina y enfrentaría el surgimiento del Protestantismo de la mano de Lutero; pero sobre todo, León XIII, quien pasó a la Historia por su encíclica Rerum Novarum, quien trazó la Doctrina Social de la Iglesia al tiempo que confrontaba al Comunismo y al Liberalismo extremo.
Así, es de mi parecer que en su presentación, y con la selección de nombre, León XIV se muestra como un Soberano Pontifice que por un lado, será defensor de la doctrina y de la Liturgia, resulta interesante un tweet posteado por el Cardenal Raymond Burke, uno de los principales representantes del llamado Tradicionalismo, y de los más tenaces críticos del Papa Francisco I, en que felicita y aplaude la elección del estadounidense-peruano. Pero, por otro lado, es claro que comparte las posturas en torno a la Justicia Social del argentino y las doctrinas en la materia del que anteriormente escogiera el mismo nombre, así como un continuador de las reformas administrativas al interior de la Curia o en la descentralización de la estructura de la Iglesia (la sinodalidad) igualmente impulsadas por Francisco I.
Me resultó bastante notorio que en la Plaza de San Pedro, la gente se encontraba sumamente entusiasmada, más que en los cónclaves anteriores que he podido presentar: la elección de Benedicto XVI, en que el pueblo no se mostraba particularmente entusiasmado ante la muerte del carismático Wojtyla y la designación del intelectual e introvertido Ratzinger, ni tampoco se emocionó especialmente ante la ascensión de Bergoglio, máxime ante el desconcierto ocasionado por la renuncia del alemán al papado y la aparición de un Papa que de entrada, despreciaba las insignias de su cargo en aras de una humildad... que presumía al más puro estilo demagógico. Pero ahora, desde antes del anuncio de su designación, tras haber salido la fumata blanca, era perceptible incluso por TV la emoción del público, quizá, --me imagino-- esperanzada en encontrar firmeza y certeza tras un pontificado lleno de ambigüedades, una especie de populismo y sequedad, pero una vez que fuera anunciado, y sobre todo, que saliera al balcón de la loggia de la Basílica de San Pedro, revestido de los ornamentos propios de su cargo y pronunciara su discurso, mismo que leía por haberlo escrito él mismo, que la masa se enardeció. León XIV, desde el inicio, ha despertado ya el cariño y la admiración de muchos ante una autenticidad, humildad sincera que no radica en las vestiduras, sino en la actitud, que parece emanar, así como un carisma ya demostrado en su labor misionera en tierras andinas.
La verdad, he de confesar que me siento optimista y confiado en que se ha elegido a un Papa que cumplirá la difícil misión de conducir la Iglesia en los convulsos tiempos actuales, como San León I, le toca una época de cambios repentinos y de crisis, y que dirigirá su política eclesial a terminar con la confusión doctrinal para confirmarnos en la fe. De igual manera, creo que, contrario a lo que Trump pudiese desear, León XIV será un contrapeso a las pretensiones de poder universal que tiene el neoyorkino, pero a la vez, en su calidad de norteamericano, puede contar con el apoyo del propio mandatario estadounidense en aquellos puntos que coincidan, y en este caso, quizá emule a León III, pero también, será una presencia que no dudará en señalar los excesos de los poderosos y de las ideologías, como lo hizo León XIII.
La muerte de Francisco I y el ascenso de León XIV, representan un cambio de época igualmente en la Iglesia: el final de una etapa woke o condescendiente con el mundo, y el inicio de otra crítica con éste, que es el cumplimiento de la misión de la Iglesia y del propio Romano Pontífice. Por lo pronto:
Oremus pro Pontifice nostro
LEÓNE
Dominus conservet eum, et vivificet eum
et beatum faciat eum in terra,
et non tradat eum in animam inimicorum eius.
Deus, omnium fidelium pastor et rector,
famulum tuum Leonem,
quem pastorem Ecclesiae tuae praeesse voluisti,
propitius respice:
da ei, quaesumus, verbo et exemplo,
quibus praeest, proficere:
ut ad vitam, una cum grege sibi credito,
perveniat sempiternam.
Per Christum, Dominum nostrum.
Amen.
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