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26 de julio de 2011

LA FASCINANTE HISTORIA DE LOS HABSBURGO I


Fue a inicios de este mes cuando se anunció la muerte del Archiduque de Austria Otón (u Otto) de Habsburgo-Lorena a los 98 años de edad, hijo del último emperador de Austria-Hungría Carlos I, mismo que se encuentra en proceso de canonización, dadas sus grandes virtudes cristianas y ejemplo de hombre de familia, pero además porque buscó por todos los medios una salida pacífica a la Primera Guerra Mundial iniciada por su tío Francisco José, al que sucedió tras morir en 1916, y su preocupación por eliminar las tensiones étnicas al interior de su imperio, procurar a las necesidades de los trabajadores y más necesitados y que murió en la pobreza y olvidado en la isla de Madeira, Portugal, en 1922, apenas a 4 años de haber sido derrocado, víctima de una pulmonía que contrajo al ir caminando de la casa en el campo donde vivía con su familia y hasta el pueblo, a comprar una medicina para uno de sus hijos cuando le sorprendió un aguacero.

Otón es importante y recibió funerales casi de Estado en Austria antes de ser enterrado en la Cripta de los Capuchinos de Viena junto con sus imperiales antepasados (excepto su padre, que sigue sepultado en una pequeña iglesia en Madeira) por que, lejos de haber optado por conducir a los Habsburgo, como jefe de la dinastía, a la oscuridad como muchas otras ex-casas reales europeas, como los Hohenzollern prusianos o los Braganza portugeses-brasileños y las ramas que reclaman la legitimidad de los Borbón franceses, (ni qué decir de los Romanov actuales, dispersos y conflictuados entre sí) o dedicarse a la frivolidad y a aparecer en revistas de sociedad como "Hola", restauró con mucho el prestigio de su familia y la adaptó a los nuevos tiempos: los Habsburgo, actualmente se desempeñan tanto en Austria, como en Alemania, convertidos en ciudadanos comunes, interviniendo en los asuntos públicos como políticos y funcionarios, así como en el ámbito empresarial. Otón se formó como académico y logró ser catedrático en diversas universidades europeas, consiguiendo además recuperar muchas de las propiedades privadas de su familia, desde las décadas de los 30 y 40, la reconciliación con la moderna República Austriaca y que se le devolviera su nacionalidad y varios de sus bienes muebles e inmuebles, y tras la caída del comunismo consiguió lo mismo de los nuevos gobiernos, por ejemplo, la recuperación del Castillo de Bran, antigua residencia de Vlad Drácula, de quien ya se habló en este espacio y cuya familia emparentó con los Habsburgo; más allá de estos éxitos que permitieron a la antigua dinastía recuperar solvencia económica necesaria para participar en empresas y actividades productivas, Otón hizo que su familia se reconvirtiera de casa real en una saga de políticos modernos.


Otón (en la imagen) y sus hijos han sido diputados en el Parlamento Europeo, y se reconoce al archiduque por haber sido uno de los principales impulsores del papel de tal institución comunitaria y en general de la Unión Europea, como corresponde con el idealismo paneuropeo propio de su dinastía, columnista y analista político en diversos diarios y publicaciones, abogó siempre por la unidad de Europa y la conciencia de una identidad común a todo el viejo continente, e inspirando y promoviendo muchos proyectos de intercambios educativos y culturales entre los países miembros del bloque. Opositor a Hitler en su juventud y crítico del nazismo, oponiéndose a la unión de Austria a Alemania fue condenado a muerte por el dictador, logrando escapar a Estados Unidos desde donde continuó su labor de activista contra el fascismo y a favor de los derechos humanos, sin duda, significó para los Habsburgo todo un renacimiento y tuvo una vida aventurera e intensa, digna de sus principescos antepasados.

Hoy en día, la figura de Otón sin duda es el polo opuesto al terrorista noruego Breivick, el Habsburgo, por supuesto, se mostraba preocupado por la permanencia de Europa y de Occidente, pero él jamás se escoró hacia un radicalismo o a la violencia: fundó asociaciones, como Paneuropa, y programas tendientes a eliminar leyendas negras en torno a las Cruzadas y otros episodios históricos, tomar conciencia de los logros culturales europeos y los valores mismos de Occidente: cursos, becas, intercambios culturales, seminarios y conferencias; sin que por ello, se postulase la xenofobia o el racismo. Esta búsqueda de la preservación de la cultura occidental tiene una razón; simplemente observemos como los Habsburgo protegieron a pintores como Tiziano o Rubens, a científicos como Tycho Brahe o Johannes Kepler y el primer gran divulgador de la ciencia: Athanasius Kircher, y a músicos como Mozart y los Strauss. En mucho, esta familia colaboró a la construcción de Occidente como nadie.

Los Habsburgo son una familia que en sí misma encierra la Historia de Europa, he hablado en este espacio de otras familias que han ostentado u ostentan poder: los trágicos Kennedy irlandeses-norteamericanos, los fríos y estóicos Hannover-Windsor ingleses, los pragmáticos y ambiciosos Borbones francoespañoles y hasta los corruptos Hank germano-mexicanos, pero ahora se me hace interesante tratar acerca de la familia que sin duda, ha sido la más poderosa de todos los tiempos.

1.- El Origen:

La familia Habsburgo puede ser considerada, fundamentalmente como alemana, aunque su tierra natal se encuentra en lo que actualmente es una región germanófona de Suiza, donde, en el siglo X, un tal Radbot, perteneciente a una familia de la nobleza germánica desde tiempos de los Carolingios en el siglo VIII, obtuvo un feudo en esa zona de lo que hoy es Suiza, construyendo un pequeño castillo, pues no era un Señor Feudal muy rico. El castillo aún se encuentra en pie, y puede ser visitado por el turismo, y lo vemos aquí en esta foto.

El pequeño palacio recibió el mote de "Castillo del Azor", que en alemán es "Hapitchburg", pues Radbot se dedicaba, entre otras cosas, a la cría y entrenamiento de aves de rapiña, esto es, la cetrería, para la caza, contando con un buen número de azores y halcones, mismos que acompañaron siempre a la familia hasta el palacio vienés de Schöbburn en 1918, dice la leyenda que al ser derrocado Carlos I, los halcones se fueron, huyeron y jamás han vuelto ni al palacio, donde tenían sus halconeras, ni a los Habsburgo, como significando que su destino de realeza les había abandonado. A Radbot le gustó el nombre que la gente le daba a su fortaleza y, en una época en que los apellidos aún no se fijaban ni había normas al respecto, adoptó ese apodo como su apellido, mismo que deformado, se convirtió en Habsburgo. 

Los Habsburgo, por otro lado, se hicieron conocidos por tener una característica física que en las generaciones más recientes de la familia no ha aparecido, y que es el prognatismo, esto es, una mandíbula inferior saliente y el labio inferior abultado, lo que a veces les hacía parecer con una cara poco inteligente al no poder cerrar completamente la boca, pero que servía para encubrir, muchas veces un gran talento político y una extraordinaria astucia que demostraba lo contrario. El prognatismo era visto así, el sello de identidad de la familia y no como un defecto.

Los Condes de Habsburgo dependían a su vez, en relación de Suzeranía, es decir, de reconocimiento de un superior a quien se le juraba fidelidad, del Duque de Suabia, mismo que era feudatario del Sacro Imperio Romano Germánico. Esta entidad política pretendía ser la continuación del Imperio Romano en Europa Occidental y había sido antecedida por el Imperio de Carlomagno. Tras la disolución de éste, la parte oriental, o Reino de Germania o Alemania se convirtió en el núcleo alrededor del cual se constituiría este imperio, en un intento por aplicar las teorías políticas de San Agustín y lograr así, la unidad de la Cristiandad occidental y recuperar el ideal universalista romano. Desde el año 919, la corona real de Alemania recaía en la familia de los Duques de Sajonia, y en el año 936, el Duque y Rey, Otón, fue coronado por el Papa como Emperador de los Romanos en Occidente y Alemania se convertía en el centro de este nuevo experimento político, de ahí que hasta el día de hoy, el país germano haya adoptado como armas el águila imperial, aunque estilizada de acuerdo a su gusto particular; posteriormente, y al darse la caída de Constantinopla en 1453, se adoptaría el águila bicéfala, emblema que en Roma había sido adoptado por Diocleciano con la Tetrarquía: las dos cabezas representaban a los Augustos de occidente y oriente, y las garras a sus respectivos Césares o vice-emperadores, para representar que tras la caída del Imperio Oriental, se había recuperado la unidad del mundo romano bajo un solo emperador... Al mismo tiempo, Rusia adoptaba el mismo animal heráldico y las mismas pretensiones.

El caso es que, de acuerdo a las costumbres germánicas, los monarcas y por tanto, el emperador, no eran hereditarios, sino electos por los nobles más poderosos. El emperador, por otro lado, se entendía que delegaba su autoridad y el gobierno de sus territorios a éstos, que a su vez la cedían a otros, creándose la pitrámide feudal: de acuerdo con las tesis agustinianas, la Respublica Christiana tendría dos cabezas, el Emperador en la "Ciudad del Mundo" y el Papa en la "Ciudad de Dios", uno dedicado a las cuestiones temporales, el otro, a las espirituales de los cristianos. Esto se simbolizaba en que tanto la corona imperial como la tiara papal estaban cerradas, mientras que las mitras episcopales y las coronas reales y feudales estaban abiertas, como para simbolizar que en el Emperador y el Papa estaban los vértices de toda autoridad.

Aún así, los monarcas medievales, incluso el Emperador, distaban de ser absolutos, la Carta Magna Inglesa, por ejemplo, se emitiría para evitar que el Rey británico adquiriese ese poder, y volviese a ser "Primus Inter Pares", es decir, Primero entre los iguales y respetase los derechos de nobles y hasta del pueblo llano representado por sus ciudades o municipios, algo similar ocurría en ese "Primer Reich" alemán, donde se contaba con un órgano de representación: la Dieta Imperial o "Reichstag". Por otro lado, el carácter electo de los emperadores llevó a que no necesariamente se establecieran dinastías, aunque el hijo del emperador difunto (aunque podía ser destituído) gozaba de cierta preferencia para ser considerado como el primer candidato, lo que en la práctica llevó a que sí se constituyeran dinastías: la de Sajonia, la de Suabia y posteriormente los Hohenstaufen y en forma definitiva, quienes harían a un lado el caracter electivo de la dignidad imperial para hacerla totalmente hereditaria: los Habsburgo.

Pero Alemania sufriría las consecuencias de esto: por un lado, y aunque en teoría todos los demás reyes europeos, como el de Francia, Castilla o Inglaterra serían feudatarios del Emperador y se encontraban bajo su autoridad, el César reinaba directamente sobre Alemania, la creciente consolidación del poder de los reyes en esos territorios, las distancias y las turbulencias de la época dificultarían que el emperador ejerciese su potestad más allá de las fronteras germánicas y del norte de Italia y además, acorde a las costumbres todavía vivas de los germanos (estamos antes del redescubrimiento del Derecho Romano), el Imperio fue excesivamente feudalizado: incontable número de condes, duques, marqueses, ciudades libres, obispados y abadías recibieron tierras y autoridad regional. El emperador únicamente contaba con la ciudad capital de Aquisgrán y palacios dispersos por todo su Imperio, dependiendo para todo de los señores Feudales que le proveían de impuestos y de tropas. 

El Imperio era la principal potencia occidental, sin duda alguna, pero adolecía de los defectos propios de su conformación feudal y la tensión entre el Imperio y el Papado por las ambiciones de los monarcas germanos, sobre todo de la Dinastía Hohenstaufen que quisieron reconstruir el cesaropapismo de Constantino con la subordinación de la Iglesia al poder imperial, originándose la Querella de las Investiduras que abarcaría los siglos XI al XIII, que definió la separación Iglesia-Estado que hemos seguido en Occidente a diferencia de otras civilizaciones y que terminó con la caída de la familia francona del poder imperial alrededor de 1250, inaugurándose un periodo llamado el "Gran Interregno".

Los Habsburgo, entre tanto, se habían mantenido al margen de todos esos conflictos y se dedicaban a engrandecer su patrimonio: empezaron a aplicar una inteligente política de alianzas matrimoniales, que sería una de las claves de su engrandecimiento, y también se aprovecharon de la reorganización del reparto de tierras y gobiernos que se daba como consecuencia de los constantes conflictos al interior del Imperio, así, los Condes de Habsburgo, a fines del siglo XII ya gobernaran toda la parte de Suiza de lengua alemana y a mediados del siglo XIII poseían ya también algunas regiones de Austria.

Hacia 1273, la situación era ya desesperada, sla anarquía reinaba en toda Alemania pues a pesar de la elección de Conrado IV de Hohenstaufen como Emperador, éste no había sido reconocido por gran parte de los nobles alemanes y los candidatos pululaban por doquier, como el rey español Alfonso X "el Sabio", que alegaba derechos por estar emparentado, por vía materna, a los Hohenstaufen, finalmente, Conrado fue derrotado y muerto en una batalla, los nobles se reunieron y buscaron dar fin a todo el Interregno; sin embargo, no buscaron un noble poderoso para hacerlo césar o káiser en alemán, sino buscaron a un noble débil y que fuera manipulable: querían evitar que pasara lo que estaba sucediendo en Francia, en Castilla o en Inglaterra, donde los reyes se habían impuesto a los señores feudales y se encontraban estructurando fuertes Estados centralizados, así que se fijaron en el Conde de Habsburgo, al que eligieron y proclamaron Emperador. Sin embargo, al faltar la confirmación y coronación papal, al monarca electo se le aplicaba únicamente el título de "Rey de los Romanos".

Rodolfo, aunque ya era un hombre mayor, cercano a los 60 años, lo que en la Edad Media era ya una gran longevidad, pronto demostró no ser un alfeñique, no acudió a Roma a ser consagrado como sucesor de Augusto en Occidente, pues se dedicó a consolidar la posición de su familia como una de las grandes casas del Imperio y así, asegurar que sus descendientes pudiesen mantenerse como permanentes aspirantes al trono imperial, quizá buscó, a semejanza de lo hecho por los monarcas de los nacientes Estados occidentales, edificar una base de poder territorial y económico que le permitiese estructurar un Estado centralizado. La ocasión se la puso el Rey Otokar de Bohemia (hoy República Checa) que también formaba parte del Imperio con su población combinada de germanos y eslavos, y que se opuso a su elección. Rodolfo le venció y le despojó de algunos de sus dominios: Austria, de la que los Habsburgo se nombraron Duques, Estiria y Carniola, regiones hoy húngaras, y que pasaron al control del hijo de Rodolfo: Alberto. Este, a la muerte de su padre, no encontró oposición y fue igualmente electo emperador, o Rey de los Romanos, como Alberto I, el camino parecía ya pavimentado para el engrandecimiento de la familia de halconeros, aunque conocerían un gran revés.

Un campesino suizo al pasar en compañía de su hijo por la plaza de su pueblo, no realiza el homenaje feudal que como vasallo, estaba obligado a hacer, ante la toca o sombrero nobiliario del Rey de los Romanos, Duque de Austria y Conde de Habsburgo, dentro de cuyos dominios personales habitaba el campesino. El legado del Señor, al ver esto, somete al campesino a un desafío como castigo: deberá traspasar con una flecha la manzana colocada sobre la cabeza de su propio hijo. El campesino, de nombre Guillermo Tell, vence el reto, y señala que tenía otra flecha, para en caso de fallar, matar al legado, el cual se irrita y ordena la aprehensión del insolente siervo; quien sin embargo escapa, mata al legado e inicia una sublevación en contra de los Habsburgo: inicia la guerra de independencia de la Confederación Helvética, mejor conocida como Suiza.

Alberto lanza a las tropas imperiales a detener la revuelta, pero la campaña pronto es un desastre: los suizos, olvidando sus diferencias lingüísticas constituyen unas efectivas guerrillas que se esconden en los Alpes, provocan avalanchas que sepultan a las tropas alemanas y las ballestas refrendan su reputación de "armas diabólicas" prohibidas por la "Paz de Dios" en el siglo XII: atraviesan las pesadas armaduras y eliminan uno a uno, a los caballeros germánicos que no pueden formar en línea de ataque en el agreste paisaje montañés. Alberto entonces decide dirigir la guerra él mismo, pues la situación suiza hace tambalear su posición en el trono imperial, pero es asesinado por un ambicioso sobrino: Juan de Suabia "el Parricida" que al descender de Otokar deseaba recuperar los domicios de éste. Entre tanto, Suiza obtiene su independencia y conforma el primer régimen republicano y federal de Europa Occidental.

Los Habsburgo se ven separados del trono imperial hasta el siglo XV, entre tanto, consolidan su engrandecimiento sobre todo hacia el sureste europeo: los Habsburgo dirigen en mucho la colonización y la influencia germánica en Hungría y los Balcanes. El Imperio pasa entre tanto por las manos de los Nassau, los Luxemburgo y la casa de Baviera;  se intentó brindar órden con un documento constitucional: la Bula de Oro que reguló la elección del emperador dando el carácter de elector a los 7 nobles más poderosos del Imperio, y la Pragmática Sanción que simplificó las cosas al señalar que bastaba la elección para conferir la dignidad imperial y que la coronación or el Papa era una mera formalidad extra.

La familia no volvería al trono imperial sino hasta el siglo XV, esta vez para quedarse hasta 1918, ára entonces, habían ya conformado la base de su poder: Austria; por ello, ese país, pese a su cultura y lengua germánicas, mantendrá una identidad propia y diferente a la alemana, pese a que Hitler intentó borrarlas.

En un próximo post hablaremos del auge y la caída de los Habsburgo.



2 comentarios:

Ana De la Torre dijo...

Excelente Publicación maestro

Unknown dijo...

Me gusto entre aquí para saber mas de mi esposo Alemán, que viene de la familia Habsburg Hohenzoller lontrenberger