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12 de julio de 2011

EL FIN DE LA ERA ESPACIAL/FACUNDO CABRAL



En estos días, el Transbordador Espacial Atlantis se encuentra desarrollando la que será la última misión espacial del programa de transbordadores espaciales, cerrando así toda una era en la exploración espacial, iniciada en 1981 con el despegue del Columbia, hoy destruido tras aquel espantoso accidente al reingreso a la atmósfera en 2004. Pero no solo eso, es de temer que con esto se cierre definitivamente la llamada "era espacial" iniciada por el vuelo del Sputnik-1 en 1957, o al menos, se termine definitivamente con los programas espaciales iniciados y dirigidos por el Estado, sujetos a los intereses políticos de estos y a sus avatares económicos.

La realidad es que el programa espacial norteamericano nunca logró sobreponerse del todo al durísimo golpe que representó la explosión del Challenger tras despegar en 1985, ciertamente después se siguieron dando éxitos, sobre todo de las misiones no tripuladas y la construcción de la estación espacial internacional, o la puesta en funcionamiento del telescopio Hubble, sin embargo, se trataron de misiones que se habían planificado desde finales de los años 70 y estuvieron en desarrollo por años antes de su concreción, y no fueron todas las que se tenían proyectadas, por cuestión de presupuesto Aunado a esto, el fin de la Guerra Fría supuso el final de un aliciente político a la carrera espacial... cuando en los años 60 el presidente Kennedy lanzó el programa espacial norteamericano y habló de la "Nueva Frontera" y se enfocó todo el esfuerzo nacional norteamericano en llegar a la Luna, existía el objetivo político claramente definido de demostrar superioridad por encima de la Rusia soviética.

Conquistada la Luna con el programa Apolo en 1969 y hasta 1971 (pese a los conspiranóicos y charlatanes que lo niegan) se había cumplido con el objetivo. Los Rusos, con su tecnología y naves de calidad inferior, no pudieron llegar al satélite natural de la Tierra, aparte de que el cerebro de su programa espacial, el científico Sergei Korilov murió prematuramente y sus sucesores al frente de la Agencia Espacial eslava carecieron de su visión. Los Norteamericanos, en cambio, contaron con la inestimable ayuda de Wherner Von Braun, quien había sido el genio detrás del programa de las "Wünderwaffe" (armas maravilla) de Hitler, y a quien le perdonaron sus crimenes contra la humanidad, su fidelidad al Nacionalsocialismo y ser el científico favorito del Fürher, con tal de que los llevara, como diría Buzz Lightyear, "al infinito y más allá". Así que mientras el cohete Saturno V resultaba ser la máquina espacial más avanzada del momento, a los rusos su cohete Protón les estallaba en la plataforma de lanzamiento una y otra vez, hasta que, agotado el presupuesto hasta el último kopec ante tanto fracaso, el Gobierno de Brezhnev se dió por vencido y canceló el proyecto.

Posteriormente, los Rusos tomaron ventaja con la construcción de las primeras estaciones espaciales realmente operativas y con permanencia de muchos años en órbita, como las estaciones SALIUT y MIR, que fueron antecedentes directos de la actual estación internacional, los norteamericanos, a su vez, desarrollaron los transbordadores, como un vehículo reutilizable y capaz de servir en labores de construcción en órbita; los soviéticos intentaron lo propio, pero la debacle de su imperio a fines de los 80 sepultó el proyecto, quedando su única nave, el Buran arrumbado en un hangar, hasta que la falta de mantenimiento provocó el derrumbe de éste y que lo que queda de la lanzadera ahora se encuentra desguazado en un deshuesadero. Los rusos, pese a que su lento renacimiento está permitiéndoles soñar nuevamente con las estrellas, al haber de nueva cuenta dinero con qué invertir en la exploración espacial, se han concretado últimamente a ser los principales enlaces con la estación internacional y siguen usando al viejo pero eficiente cohete Soyuz para transporte de personal y materiales.

Sin alicientes políticos, la exploración espacial quedaba sujeta a una inversión estatal tendiente únicamente en el corto y medianto plazo, únicamente a aumentar el acervo de conocimientos de la humanidad: como siempre se ha criticado, al estilo Mafalda, el que sepamos la existencia de la materia oscura, que captemos neutrinos salidos de la radiación del universo primigenio o que el Hubble tome fotos de la Galaxia de Andrómeda no resolverá el hambre en el mundo, ni siquiera podemos plantearnos, actualmente, la explotación de las inmensas reservas de hidrocarburos en Titán, la luna de Saturno, donde existe prácticamente un océano de gasolina, ni ponernos a hacer prospecciones minerales en el Cinturón de Asteroides... eso está muy lejano, y me atreverìa a decir que cada vez lo está más. La falta, por tanto de perspectivas de una explotación económica a corto o mediano plazo del espacio, salvo en las áreas de tecnología aerospacial, diseño de materiales, súperconductores, informática y algunas otras que se desarrollaron como resultado de los viajes espaciales, llevó a presupuestos más restringidos.

El accidente de 1985 planteó la inseguridad de las misiones tripuladas e hizo que renaciera el uso de sondas espaciales, como hemos dicho. Entre tanto, en Europa, la Agencia Espacial Europea ESA (por sus siglas en inglés) tenía proyectos ambiciosos, además de su cohete Ariane, lanzamiento de satélites y sondas de exploración no tripuladas, pues presentó el diseño del Hermes, un transbordador espacial. Sin embargo, nuevamente, la cuestión presupuestaria y la falta de acuerdos entre los miembros de la Unión Europea para la fabricación de partes de la nave, llevaron a la cancelación del proyecto. Hoy en día, la ESA se encuentra estancada, las sondas que ha mandado al cometa Halley, la Galileo, y a Marte, el Mars Express, entre otras muchas, han resultado en fracasos relativos, y ha tenido que acudir a Rusia o a EUA a fin de poner astronautas en el espacio.

El caso es que, finalmente, la recesión económica que empezó a presentarse desde el 2000 en EUA como una desaceleración, y una recesión abierta a partir de 2008 y por último, la virtual quiebra de la Hacienda Pública del otrora país líder en la exploración espacial ha llevado al truene del programa espacial norteamericano: la NASA se enfrenta a recortes presupuestales y al despido de un gran número de científicos y técnicos. El proyecto que se presenta como siguiente etapa en lugar del transbordador es todo un retroceso: regresar a cápsulas tipo el programa Gemini de mediados de los sesenta, y una difusa propuesta de un mini transbordador a construirse en el futuro. No hay recursos para más; el regreso a la Luna aparece lejano y el viaje a Marte será algo que probablemente no verán las generaciones actuales.

La alternativa es el conceder la exploración espacial a inversionistas privados, pero ¿qué pueden hacer? a éstos no les interesan cuestiones puramente científicas que no devenguen una posible ganancia mercantil, salvo la explotación turística del espacio, y así, los Rusos fueron pioneros vendiendo boletos para viajes al espacio; los norteamericanos aún no se rebajan a tanto, y son empresarios, como el británico Sir Richard Branson y su Grupo Virgin quienes en el ámbito occidental preparan la primera línea de aviones transatmosféricos para viajes exclusivamente turísticos en órbita, y se habla de que el excéntrico millonario británico desea poner (o si no sus herederos) un hotel en la Luna. La posibilidad de establecer minas de hierro en Marte, colonizarlo y proceder a su terraformación es una cuestión de ciencia ficción, lo mismo que poner minas e industrias en los asteroides como en aquella película de Sean Connery "Atmósfera Cero".

Actualmente, China se encuentra en la misma etapa de la exploración espacial que Rusia y EUA a inicios de los 60 con el programa Mercury: ha enviado ya dos hombres al espacio y tiene ambiciosos planes de ir a la Luna y construir una estación espacial propia, cuenta con una agencia espacial gubernamental y ha desarrollado satélites y una sonda de exploración que se ha dirigido a la Luna, precisamente; mientras dure la bonanza económica del Celeste Imperio, y exista el estímulo político de demostrar que la tecnología y la ciencia chinas han llegado a un nivel alto de desarrollo, capaz de superar incluso a rusos y norteamericanos, seguirá desarrollando un programa espacial clásico financiado y dirigido por el Estado.

La verdad, ni el modelo privado ni el gubernamental son los más óptimos para continuar con la exploración espacial, en un caso, está sujeto a los intereses económicos y comerciales que, hasta ahora, son pequeños; el segundo, depende de las posturas y las metas políticas, así como las siempres cambiantes condiciones económicas de los Estados, y es que falta un tercer factor, y quizá el más importante: la cooperación internacional.

La exploración espacial no es tarea de un solo país o de una empresa, debe ser tarea conjunta de toda la humanidad, deberían intervenir tanto gobiernos como entidades privadas, pero para ello, habría que abandonar tantos intereses mezquinos que actualmente dominan el panorama internacional. Solo mediante la unión de tecnologías, financiamiento y una visión a largo, larguísimo plazo, se trata de distinguir entre lo urgente y lo realmente importante. El futuro de la humanidad está más allá, en las estrellas, pero eso no lo entienden nuestros políticos y gobernantes, muy preocupados todos ellos en cuestiones pequeñas, microscópicas para el tamaño del Cosmos, de dinero y de poder, ellos nos harán seguir con los pies en esta Tierra, o como decía Carl Sagan, a la orilla del vasto océano del universo.

Mientras tanto, cuando aterrice el Atlantis aterrizarán también los sueños de muchos de mi generación, que en los años 80 escribíamos al Jet Propulsion Laboratory de Pasadena para obtener fotos y reportes sobre el estado de las misiones tripuladas y no tripuladas y que nos llenamos de tristeza con la explosiónd el Challenger. Los efectos de esa explosión han llegado a nuestros días y han terminado por estallar completamente, pulverizando el programa espacial norteamericano definitivamente.
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Facundo Cabral:





He de reconocer que nunca fuí fan de Facundo Cabral, como toda la trova, su música me aburría; aún así, lo que me agradaba del personaje era su llaneza, su fino sentido de la ironía que se expresa en este video sobre uno de sus monólogos acerca de los "pendejos", pero sobre todo su humanismo y su espiritualidad cristiana, misma que lo llevó a trabar amistad y colaborar con la Madre Teresa de Calcuta.

El sábado pasado, como es bien sabido, fue asesinado; daño colateral en las acciones del crimen organizado que fue en contra del empresario y promotor artístico que le había organizado los conciertos en Guatemala cuando lo llevaban al aeropuerto para continuar con su gira por Centroamérica. Una vícitma más de la delincuencia y de esos pendejos a los que tanto temía su abuelo, verdaderos idiotas que como él decía, sin talento ni valor para vivir, buscan obtener lo que quieren de los demás a través del abuso, la violencia y la muerte. Por desgracia y como decía el abuelo de Cabral según este monólogo, los pendejos son muchos, y cada vez son más...

DESCANSE EN PAZ.






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