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23 de diciembre de 2021

UCRANIA, UN PAÍS INVENTADO

 Una ofensiva aérea y de artillería pesada. Así es el plan del Kremlin que  tanto teme Ucrania

En Europa Oriental, la tensión crece ante la amenaza de una posible invasión de Rusia a Ucrania, con el despliegue de fuerzas militares que ha ordenado el Presidente Vladimir Putin cerca de la frontera entre ambas antiguas repúblicas soviéticas, una tensa manera de terminar un año tenso y marcado por la continuación de la Pandemia del Coronavirus.

Para muchos, se trata de un intento de Rusia por reanexarse a Ucrania, recordando que la URSS no era más que la transfiguración, bajo un régimen comunista, del Imperio Ruso, del que había heredado la mayor parte de sus territorios; en el caso de Ucrania, la realidad es que hasta antes de haberse estructurado como una de las entidades federativas que integraban a la Unión Soviética, jamás había existido como un territorio determinado, ni mucho menos como un Estado Independiente; desde el siglo XVIII, se había denominado a una región de extensión y demarcaciones indefinidas en los límites entre los dominios zaristas y los Imperios Austriaco y Otomano, y también territorios prusianos y polacos como Ukranija, que no significa otra cosa, en ruso, más que "la frontera", por supuesto, por su misma ubicación en la que chocaban el mundo Eslavo de religión Cristiano-Ortodoxa que choca con los territorios donde la Iglesia Católica es dominante, la extensión más oriental a la que llegó el Protestantismo y la colisión con las conquistas musulmanas en los Balcanes y el Cáucaso, sin que hubiese obstáculos naturales que limitasen los movimientos de población, o las expansiones imperiales, ha motivado que sea una zona de gran variedad étnica y cultural.

Lo cual hace que en realidad, una identidad ucraniana, auténtica y exclusivamente ucraniana no exista, para empezar, debemos entender que en Ucrania se encuentra el origen de lo que llamamos Rusia, como Nación y también como entidad política soberana; fue en ese territorio al que llegaron los Varengos o Vikingos suecos liderados por Riurik quien se convirtió en gobernante de las tribus eslavas que deseaban un liderazgo guerrero y firme que los unificara, quien fundó Novgorod al norte, pero cuyos hijos se instalaron en Kiev, fundándose el primer Estado Ruso: la Rus de Kiev en el siglo X. Ahí, la dinastía de los Riurikovich gobernó los extensos territorios de la actual Rusia Europea, limitada al este en los Montes Urales, hasta que se fragmentara por su compleja política familiar y la invasión mongola la destruyera, ahí llegó la labor misionera y la influencia cultural de Constantinopla y el Imperio Romano de Oriente, que extendió la Religión Cristiana Ortodoxa Oriental y sentó las bases de la cultura rusa. Incluso, el emblema nacional adoptado por Ucrania: el tridente, fue el escudo personal adoptado por Riurik y sucesores, tomado a su vez de la influencia Grecorromana emanada del Quersoneso Táurico, es decir, de Crimea, que era sede del Reino del Bósforo, cliente del Imperio Romano y convertido en provincia del mismo a partir de Justiniano y hasta el siglo XIII en que llegaron Mongoles, Venecianos y Genoveses. 

Cierto, ante el cisma de Oriente, algunos permanecieron fieles al Primado de Pedro, y se les conoció como los Rutenos, Polonia se expandió desde el noroeste y los Tártaros o Mongoles se expandieron por Crimea, y el nuevo y definitivo Estado Ruso que tuvo su epicentro en Moscú, fue creciendo y recuperando terreno tras el debilitamiento del poder de la Horda de Oro y la decadencia de los herederos de Genghis Khan. Los Cosacos nacieron como pioneros eslavos con mezclas tártaras que fueron enviados desde el Principado de Moscovia a recuperar tales tierras, las cuáles son sumamente fértiles y que hacían de ellas el granero tanto del Imperio Zarista como después del Soviético; para después adquirir un espíritu independiente, reacio a someterse a las órdenes de Zares Rusos o Sultanes Otomanos; pero finalmente, la mayor parte del territorio que hoy se conoce como Ucrania, pasó a ser parte del Imperio Ruso bajo los reinados de Pedro I el Grande y sus sucesoras hasta Catalina II la Grande, quienes fueron destruyendo los sueños imperiales suecos, desbaratando y finalmente sometiendo a la Mancomunidad Polaco-Lituana, repartiéndose al país eslavo católico con Prusia y Austria.

El idioma Ucraniano si bien tiene algunas diferencias con el Ruso, éstas no son tan grandes como para que se trate de lenguas plenamente diferenciadas y que no sean entendibles para unos y otros, sino que podría calificarse de un dialecto del moscovita, lo mismo que ocurre con el Bielorruso, realmente, el nacionalismo o separatismo de Ucrania, y la propia concepción de la existencia de una Nación y un Estado denominado así, no surge sino a partir de la Revolución Rusa de 1917 y el derrumbe del sistema zarista.

Fue hasta entonces que apareció un movimiento para crear un Estado en la región, misma que había quedado dentro de los territorios ocupados por los Alemanes tras el Tratado de Brest-Litovsk; recuérdese que en la I Guerra Mundial, Rusia fue derrotada por las Potencias Centrales, incluso de manera humillante, Alemania fue quien aceleró el proceso de derrumbe del avejentado e ineficiente régimen de Nicolás II con el impulso al movimiento revolucionario, con la introducción de Lenin, que se encontraba exiliado en Suiza y derrocó al Gobierno Provisional presidido por el menchevique Kerensky que neciamente había decidido continuar con la intervención en la contienda.

Ante el caos desatado en la Guerra Civil Rusa, varias de las provincias y regiones, sobre todo aquellas que habían sido incorporadas en tiempos más recientes al Imperio, buscaron obtener independencia, cuando no, motivados por su oposición al Comunismo, se impulsaron a separarse del Estado Ruso, en plena transformación hacia el sistema comunista implantado por los Bolcheviques. Cabe señalar que Lenin, ante la amenaza de separatismos en el Imperio Ruso, que pudo contener con su victoria en la Guerra Civil, adoptó para el país un sistema federal, que brindara cierta satisfacción a las ansias de autonomía de etnias y regiones, por lo que la Rusia Comunista pasó a constituirse por 15 Repúblicas federadas en un ente que tomó un nombre oficial neutral: Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, pese a que todo mundo seguía, coloquialmente, refiriéndose al mismo como Rusia; tal federalismo, sin embargo, con Stalin fue frenado y convertido en un  régimen fuertemente centralizado. Así, entre las entidades federativas creadas, se encontraba Ucrania. En el caso de ésta, que había sido una de las zonas más leales al último Zar y semillero de Rusos Blancos, es de entenderse que, pese a que también varios de los líderes revolucionarios y después cuadros del Partido Comunista, eran originarios de la región, la misma también fue de las más afectadas por la durísima represión que desató el nuevo régimen, y así se explica el llamado Holodomor, la hambruna provocada por Stalin a inicios de la década de 1930, propiciada por la colectivización o nacionalización de las tierras agrícolas y el acaparamiento que hizo el Estado Soviético de las cosechas que exportó, a fin de obtener recursos qué invertir en los acelerados proyectos de industrialización desatados por el caudillo georgiano (quien, sin embargo, siempre se concibió a sí mismo como ruso), pagando créditos y técnicos occidentales, incluso norteamericanos, que financiaron y asesoraron una enorme construcción de infraestructuras. Como respuesta, durante la II Guerra Mundial, Ucrania fue nido de colaboracionistas con los invasores Nazis, destacando Stephan Bandera, un sanguinario líder nacionalista conocido por su crueldad y venerado como héroe por el régimen europeísta instalado en Kiev desde 2014.

Así, la represión desatada por el régimen soviético contra los ucranianos fue el principal factor de que se desarrollara un sentimiento nacionalista, o separatista en Kiev opuesto al gobierno federal asentado en Moscú. Lo que terminó por motivar más esa tendencia fue, sin duda, el accidente nuclear de la central de Chernóbil en 1986, pues se acusó al sistema, en aquel momento presidido por Mikhail Gorbachov, de corrupto e ineficiente, y que por ello motivó el accidente. Así, cuando se vino el derrumbe de la URSS a finales de los años 80, tras los procesos de la Perestroika y Glasnost y el intento de golpe de Estado por políticos del ala más dura del PCUS en contra de Gorbi, como se le decía en Occidente, las potencias occidentales, particularmente EUA y Europa, tuvieron dónde influir e impulsar el separatismo, no solo de Ucrania, sino de los países Bálticos y el resto de las Repúblicas Soviéticas o entidades federativas que conformaban la Unión, incluso, la Rusia propiamente dicha, que declaró, prácticamente, su independencia respecto de su propio imperio.

¿De dónde aparecieron las banderas azul-doradas ucranianas perfectamente confeccionadas en las protestas y movimientos? Lo mismo que las viejas banderas tricolores zaristas en el caso de Rusia, muy diferente el caso de Rumania, donde se veían las banderas nacionales perforadas a fin de que no lucieran el escudo nacional impuesto por el régimen comunista lleno de simbología marxista. Sin embargo, pocos meses antes, la mayoría de la población ucraniana, lo mismo que la mayoría de las demás repúblicas, se había manifestado en un referéndum a favor del mantenimiento del Estado unificado, e incluso, ya se había signado un nuevo pacto federal, esto es, un nuevo tratado de la Unión.

¿Qué se esconde tras la fragmentación de la Unión Soviética? ¿Qué hay detrás de impedir una reconstrucción o un replanteamiento de la estructuración de un Estado Federal verdadero? ¿Porqué pensar que regiones que jamás existieron históricamente como Estados independientes, como las repúblicas islámicas del centro de Asia, o la propia Ucrania o Bielorrusia y que fueron estructuradas por la presencia del Estado Ruso desde el siglo XVII-XVIII, como regiones administrativas del mismo, pueden serlo hoy en día, desligándolos de sus claras raíces y circunstancias compartidas con los Moscovitas?.. Por la nefasta herencia de Woodrow Wilson, por un lado, y por otro, por la necesidad, de Europa Occidental y de EUA, de debilitar a Rusia, a la que regresaron a sus fronteras al terminar el reinado de Pedro el Grande.

Pero además, el crecimiento de la OTAN hasta las mismas puertas de Moscú, para evitar el engrandecimiento del Gigante Eslavo, permitió el nacimiento de Estados artificiales como Ucrania, a quien quieren incluir tanto en la Unión Europea, a fin de convertirla en otro mercado esclavo de las finanzas e industria alemanas, así como de la mencionada alianza militar, para emplazar armas que amenacen directamente a Rusia.

Sin embargo, las tornas parecen ir cambiando para Rusia, al menos desde la llegada al Kremlin de Vladimir Vladimirovich Putin... a veces, yo me pregunto si el ascenso del antiguo agente de la KGB y con él de toda una oligarquía emanada de los anteriores servicios secretos soviéticos, que se ha hecho con el poder político y económico en el país, no se explica sino como una especie de "Plan B" o respaldo que fue echado a andar ante el colapso del régimen soviético, buscando la recuperación no solo de la estabilidad interna, sino, a la larga, de los territorios perdidos y del estatus de súper potencia desaparecido en diciembre de 1991. La postura de Putin hacia ese sentido está siendo cada vez más clara. Incluso, ya se han dado los primeros pasos con el desgajamiento de Ossetia del Sur y de Abkhazia respecto de Georgia en 2008 y su inclusión como protectorados de Moscú, una situación similar que se vive en Transnistria respecto de Moldavia y posteriormente, la recuperación de la Península de Crimea, misma que hizo sonar las alarmas en Occidente, que ha tupido a Rusia de sanciones económicas, que de alguna manera sortea con apoyo de China. Igualmente, es claro que avanza un proceso pacífico de reinserción de Bielorrusia dentro de Rusia, con lo que el Gigante Eslavo volverá a tener fronteras directas con Polonia, más allá del enclave de Kaliningrado.

Por otro lado, el momento actual parece ser cada vez más propicio para los fines fijados por la administración del Presidente Putin. Realmente, no hay certeza sobre el impacto que la pandemia del COVID haya tenido en Rusia, como tampoco lo hay sobre China y la efectividad de las vacunas desarrolladas en ambos Estados asiáticos, lo que sí es cierto, es que en Occidente la presencia del coronavirus ha desatado una verdadera histeria, sobre todo entre los políticos, que ha llevado a la imposición de medidas restrictivas de las libertades individuales cada vez más duras, a enormes pérdidas económicas y el crecimiento de tensiones sociales. Es evidente el ascenso de la Izquierda, al menos en el continente americano, incluyendo a Estados Unidos, y el establecimiento de liderazgos débiles al exterior, pero al mismo tiempo autoritarios al interior y que pierden el tiempo en frivolidades, ya sea el caso de Joe Biden en EUA o de AMLO en México, o como ahora, el triunfo de un radical como Gabriel Boric en Chile. La difusión de temas como la Ideología de Género, ha dividido internamente a las sociedades occidentales; y curiosamente, parece parte de un plan o estrategia que ya un desertor de los servicios de inteligencia soviéticos, Yuri Bezmenov, denunciaba en los años 80.

¿Qué puede pasar? Yo creo que, tarde que tempreno, Rusia se lanzará a recuperar Ucrania, y quizá, poco a poco, otros territorios perdidos, y lo logrará no porque Putin haya logrado que su país haya vuelto a ser tan poderoso como en la Guerra Fría o bajo los Zares en el siglo XIX, sino porque Occidente se ha debilitado, y tanto rusos como chinos, han estudiado a la perfección las debilidades de las democracias occidentales y del mundo globalizado, haya sido accidental o no la difusión del coronavirus Sars CoV2, la realidad es que han sabido sacar provecho del mismo, viendo como nuestro hemisferio, principalmente en EUA, Europa y Australia, se decantaban por medidas autoritarias y a la vez poco efectivas, mientras América Latina se empobrecía y eso les permitía aumentar el apoyo a regímenes emanados del Foro de Sao Paulo al que no cesan de promover, y que resultan ineficientes, empobrecedores y corruptos, lo que permitirá mantenernos estancados y dentro de su esfera de influencia, impulsando igualmente, la Leyenda Negra Española y la división en la Hispanidad. Además, Rusia cuenta con un arma excelente para el chantaje, como ya lo habíamos mencionado: el gas natural, más durante el invierno; el discurso del calentamiento global antropogénico ha provocado, en realidad, un aumento en la demanda del combustible, y reducido la independencia energética de Europa Occidental. para colmo, Rusia continúa manejando la herramienta de la propaganda de manera efectiva a través de las televisoras noticiosas RT y Sputnik, donde llegan incluso, a aplaudir y difundir la ideología de género y toda medida favorable a las tendencias LGBTQ en Occidente, al mismo tiempo que dichas conductas son consideradas delictivas en Rusia.

En todo caso, la recuperación de Ucrania por Rusia responderá a la realidad histórica y cultural más que el separatismo que se pretenda sustentar en los fracasados conceptos wilsonianos de "Soberanía Nacional", "Identidad Nacional" y demás pretextos usados para la fragmentación de Imperios tras la Primera Guerra Mundial y la generación de eternos conflictos en zonas como los Balcanes, el Cáucaso o Medio Oriente, de igual manera, sería una justa respuesta a la no tan velada agresión que contra Moscú representa la expansión de la OTAN hacia sus fronteras y el incumplimiento de las promesas que el ingenuo de Gorbachov creyó sin recibir garantía alguna de parte de Ronald Reagan y Bush padre.

El que Rusia invada Ucrania y se la anexe de nueva cuenta, será en realidad una justa reivindicación de la Soberanía del Estado Ruso y la respuesta, igualmente justa a las provocaciones occidentales y la permanente amenaza a la que la han sometido desde los años noventa, en que parecía, bajo el borracho e incapaz de Boris Yeltzin, que se trataba de un país en decadencia destinado a disolverse y desaparecer. Ante la situación actual, es posible que los papeles hayan cambiado, y que mientras Rusia se encuentra resurgiendo, Occidente se encuentre camino a su ocaso. Si en nuestros países dejamos que esto pase, y que modelos similares al despotismo moscovita y al totalitarismo chino se impongan como únicas formas de evitar el caos hacia el que nos dirigimos, no será a causa de las ambiciones de Putin o su camarilla de oligarcas, ni de Xi y las ansias de poder del PCCH, sino de nosotros mismos, y bien merecido lo tendremos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buen análisis, hace poco estuve viendo este documental recientemente subido a Youtube del periodista español Ricardo Marquina donde habla del tradicionalismo al que está virando la sociedad rusa. Donde además se aborda el pragmatismo ruso apoyando a izquierdistas en Latinoamérica y derechistas en Europa.


Rusia, revolución conservadora. DOCUMENTAL COMPLETO

Estimados amigos, por fin os traigo un documental en el que he trabajado literalmente varios años. En él nos acercaremos al giro social que ha dado Rusia en las últimas 3 décadas. Este es también un viaje personal, a través de mis viajes y experiencias por este país. En este documental trataremos temas complicados y polémicos, pero espero que con este trabajo aporte un poco de contexto sobre la sociedad rusa, su historia y su devenir social.

https://www.youtube.com/watch?v=zKnOECC6YIY

YORCH dijo...

Interesante: de hecho me ha salido tal vídeo en mis recomendaciones de Youtube, lo voy a ver, gracias!