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3 de abril de 2021

VIERNES SANTO: CATOLICISMO, PURITANISMO, TRANSHUMANISMO Y PROGRESISMO

 


Esta imagen la he visto repetidamente publicada por quienes se glorian de ser ateos o antirreligiosos, y en especial, de parte de aquellos que acusan a las personas religiosas de ser hipócritas o falsas, en especial, de ser precisamente farisaicos, y puritanos... sin embargo, la realidad es que, el autor de esta caricatura es quien igualmente, se comporta de manera farisaica y puritana... ¿porqué? Porque parte de hacer algo muy propio de los Fariseos como son plasmados en los Evangelios y de las personas precisamente adjetivadas como mochas o puritanas es el juzgar a los demás desde una posición de aparente superioridad moral.

Esto no quiere decir que no haya muchas personas que tienen doble vida o doble moral, que dicen una cosa y hacen otra, que aparentan ser de una manera y en realidad son de otra, pero también es cierto que, en mayor o menor medida, muchos, si no es que todos, lo hemos sido alguna vez, por ello, es importante siempre, y en primer lugar, reconocerse uno mismo como pecador, y no dándose baños de pureza y asumirse ínfulas de santidad; porque, en este mundo, nadie es perfecto ni puro. Además, si bien, podemos juzgar las acciones objetivamente como buenas o malas, no podemos juzgar las conciencias. El fuero interno escapa a nuestra percepción, y por ello, sólo cabe a Dios el juzgarnos por ello.

En primer término, viendo la primera viñeta: ¿es intrínsecamente malo que la mujer tenga una empleada doméstica? Para empezar, creo que le está creando una oportunidad de empleo, y bueno, a lo mejor la señora trabaja --lo cual el progre autor del dibujo, debería aplaudir-- y no tiene tiempo para hacer las labores del hogar ; en segundo lugar, si la mujer le está regañando, no podemos saber porqué: a lo mejor la sirvienta hizo algo incorrecto, llegó tarde, o simplemente, la señora estaba de mal humor, como cualquier ser humano puede tener sus ratos de enojo; si ignora al mendigo, tal vez sea porque sigue de malas, porque le da temor, con esto de la inseguridad, o no trae cambio, o el tipo está drogado y no le entiende que le pide dinero, o sí, simplemente es una avara y no le da una moneda, porque es una humana y puede caer en la avaricia como cualquier otro, si se encuentra con una amiga y critica con ella a la otra conocida por estar pasada de peso, es algo en lo que cualquiera ha caído y más de una vez en la vida, si le parece mal una pareja homosexual, bueno, eso no implica que ya los odie y los quiera quemar vivos, simplemente no está de acuerdo con ese estilo de vida que se aleja de sus parámetros morales, más siendo cristiana, y si es indiferente respecto del perro callejero, bueno, puede que no le gusten los perros, a mi, por ejemplo, me gustan más los gatos, aunque tuve perro en el pasado, pero... ¿está uno obligado a darle de comer o a adoptar a cuanto animal callejero se encuentre uno para que le consideren bueno y tener derecho de entrar a orar al templo? 

Finalmente, creo que el concepto de buena persona que tiene el dibujante es el de perfecto, es decir, una persona que no peque ni tenga defectos, que no tenga malos ratos y que permanentemente esté de buenas, respete y derrame miel en todos los momentos de su existencia... una persona así, no existe y no ha existido, salvo el propio Jesucristo y la Virgen María, inmaculada desde la concepción. Y si ese fuera el caso, esa persona no tendría porqué ir al templo, porque como se ha dicho una y mil veces a críticas como estas, la Iglesia es hospital de pecadores, no museo de santos. O como dijera Oscar Wilde, de quien sólo se pretende ver sus preferencias sexuales y no su respeto e identificación como católico siendo un buen irlandés, y su conversión hacia un ascetismo y un rechazo a sus escándalos pasados al final de su vida: La Iglesia Católica es para los santos y los pecadores, para la gente decente, queda muy bien la Iglesia Anglicana.

Y es que existe hoy en nuestros días, una verdadera plaga de puritanismo, parte principal de la nefasta herencia de Martín Lutero y Juan Calvino que nos llega desde el siglo XVI, y que curiosamente, se hace presente en nuestros días en las ideologías y posturas Progresistas, toda esta "cultura de la cancelación", la prohibición de personajes como Pepe le Pew, que porque estimula el acoso, Speedy González porque es disque ofensivo para los mexicanos, y demás, tiene que ver con el puritanismo; incluso, las ideas del Transhumanismo que parecen seguir muchos de los miembros de las elites tiene que ver también con esa postura.

El Puritanismo surge de Lutero que, siendo un alma atormentada, nunca pudo comprender la relación entre la Misericordia y la Justicia divinas, la verdad, he de confesarlo, yo mismo he tenido también muchos conflictos para entenderlo, y también he caído en mis ataques de puritanismo, pero por eso mismo es que he podido identificar, en primera persona, en qué consiste.

El Puritanismo consiste, fundamentalmente, en tener una pésima concepción del propio ser humano, y una concepción limitada de Dios, al considerar que su perdón misericordioso a los pecados no es suficiente para borrarlos, sino que permanecen en sus efectos, y que entonces, lo que debe hacer el hombre es buscar la pureza, la perfección para no pecar, y evitar todo aquello que lleve a la persona a hacer el mal. Para Lutero, como el perdón no basta para redimir los pecados, entonces se confía únicamente en la Gracia divina, en un acto de voluntad arbitrario que posteriormente, Calvino, para curarse en salud, convierte esto en la idea de la predestinación, con lo que cada quien ya se encuentra destinado de antemano, a irse al Cielo o al Infierno, sin importar sus acciones durante la vida en este mundo. Así, la vida del Puritano es una constante angustia, y entra en la escrupulosidad, ya que teme encontrarse en pecado, y tiene la incertidumbre si será salvo o no, de manera permanente; o bien, termina por importarle un bledo la situación, y de ahí que los países en los que, antaño, el Puritanismo fue una parte fundamental del pensamiento o de la cultura, como Holanda o Estados Unidos, sean también los que se volvieron campeones del libertinaje.

De esta manera, el Puritano se coloca en una posición de soberbia, él mismo se concibe puro o más perfecto que los demás y que puede juzgar, no solamente los hechos, sino también trata de adivinar el fuero interno, las intenciones y presuponer los objetivos de cada persona. Es incapaz de ver las virtudes de los demás, e incluso las propias, para fijarse únicamente en los aspectos negativos de las personas, lo malo pesa más que lo bueno, y así, pesa más la ambición o codicia de Cristobal Colón y sus abusos sobre los indígenas que su innegable valor y los logros de sus descubrimientos, que abrieron la puerta de la existencia al mundo actual, o los hechos y acontecimientos del pasado se juzgan desde los criterios morales, subjetivos, además, de la época actual.

Pero, además, el Puritano se horroriza ante la fragilidad humana, ante su falibilidad y su naturaleza corrompida, así que busca los medios que puedan llevar a crear un mundo y un ser humano perfecto, para evitar volver a caer en el mal; es ahí, que se origina el idealismo alemán, y de él, la mayor parte de las ideologías modernas, y posmodernas, que ofrecen la creación de paraísos artificiales, de redenciones sin pasar por la cruz: el Marxismo, la Socialdemocracia, el Nacionalsocialismo, el Fascismo, el Liberalismo, surgen precisamente de este idealismo y de buscar la perfección absoluta del ser humano. Hoy en día, el Transhumanismo pretende llegar más allá: se pretende, como finalidad última, lograr vencer a la muerte y tener una inmortalidad material, lo que se piensa lograr mediante la sustitución de los cuerpos biológicos naturales por cuerpos cibernéticos o robóticos, y posteriormente, la grabación de las conciencias en la nube en Internet, pero previamente, la utilización de medios químicos, electrónicos o de "reprogramación", para inhibir la libertad e impedir el pecado, --aunque los partidarios de estas ideas, ya muy secularizados, evitan hablar en términos religiosos-- esto es, sensaciones tales como la envidia; porque los Puritanos detestan la Libertad porque la ven como el presupuesto que conduce al mal, puesto que el hombre siempre se inclinará por éste, nunca tomará buenas decisiones, salvo, ellos, que pertenecen a una élite que ya está woke, despierta o "iluminada", y se han arrogado a ellos mismos, la misión de guiar a la humanidad a una nueva etapa evolutiva.

El Puritano rechaza la realidad, le da asco, se asquea ante la naturaleza biológica humana y adopta la postura que Borges pone en boca de Bioy Casares en su cuento de Ciencia Ficción Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, en que dice que "Los espejos y la cópula son abominables porque multiplican el número de los hombres", de ahí su antinatalismo, pero a la vez, terminan por claudicar ante la lujuria, dedo que consideran que es imposible resistirse a ella, en una posición que se parece, curiosamente, a la predicada por los herejes Albigenses en la Edad Media. Pero al final, la idea es lograr que el ser humano sea un ente abstracto, un conjunto de datos, que habite en la nube electrónica y se logre la paz y la perfección absolutas y perpetuas, pero entonces, ¿para qué ser inmortal? ¿qué objeto tendría una vida en la que ya no hay retos qué vencer ni tareas pendientes por hacer, o problemas por resolver, ni nada qué sentir? 

El Puritanismo, por tanto, que predican actualmente los Progresistas, es por tanto, una forma de evitar el mal que se convierte en el peor de los males, es peligroso y terrorífico, pues plantea la destrucción de la Libertad y del ser humano mismo. Es utópico y plantea un imposible, en cualquiera de sus vertientes, pero, en la carrera por lograrlo, destruye todo a su alrededor, y por otro lado, es realmente hipócrita, pues quienes lo impulsan, ante la imposibilidad de lograrlo, lo plantean para los demás, pero no para ellos mismos, y así, tenemos, por ejemplo, la hipócrita actitud de Bill Gates, uno de los campeones de este Puritanismo Progresista, como lo exhibe Paul Joseph Watson.

El Puritanismo, sin embargo, se ha extendido por todos lados, incluso en el seno de los Católicos como resultado del predominio que, desde hace unos 200 años, tiene sobre el Mundo Occidental la Anglosfera, misma que, desde mediados del siglo XVI se construyó sobre el Protestantismo --sí, ha habido y hay Anglosajones católicos, desde Santo Tomás Moro a Shakespeare y a Tolkien y el Cardenal Newman o Jacob Rees-Mogg-- pero se han mantenido como una minoría y una resistencia en un ambiente hostil dominado por el Anglicanismo y las mil y una derivaciones del Calvinismo, por lo que muchísimos de sus productos culturales que han pululado y se han difundido en todos lados, desde la música popular al cine y la TV, tienen inevitablemente su impronta, por lo que es ahora común encontrar entre nosotros expresiones como "nadie puede cambiar", "el pasado no se puede cambiar", "atrapado por su pasado", lo mismo que la angustia de vivir por temer cometer errores o pecados, cuando no, caer en la indolencia de "nadie puede juzgar a nadie" o "sólo Dios puede juzgarme" (y si es así, ¿no crees que todavía menos deberías hacer lo que haces?) ante ya la idea de la inevitabilidad del mal.

¿Cuál debe ser la posición sana, y auténticamente católica ante esto? Primero que nada, decir como Terencio, que nada de lo humano me es ajeno y no asustarse ante las acciones de los demás, debemos, en este caso, ser tolerantes, entendiendo por ello no que se acepte el mal como bien, sino que hay ocasiones en que, por razón de necesidad, no queda más remedio que entender que la gente va a cometer acciones o seguir formas de vida que no corresponden a la recta moral objetiva, recordando que se deben rechazar las malas acciones, pero jamás a las personas, y que no queda en nosotros condenar a los demás, sino obrar con misericordia, rogando a Dios por que los demás, y uno mismo, principalmente, corrijamos el rumbo y nos convirtamos, aceptando que todos, empezando por uno mismo, somos falibles y pecadores, aunque esto cueste mucho trabajo hacerlo. También, confiar en la misericordia divina que nos ofrece el perdón de los pecados y la posibilidad de comenzar de nuevo siempre y que el pasado, si bien ya no lo podemos cambiar, y que las consecuencias de lo hecho anteriormente deben ser afrontadas, ya quedó atrás, y puede superarse y compensado con un futuro en el que se actúe a fin de ser una nueva persona. Se trata, en definitiva, de no dejar de luchar no para alcanzar la perfección completa en esta vida, pero sí para irse uno perfeccionando, mejorando día a día y la clave para ello está en la vida sacramental, acudiendo a la Confesión.

Como muestra de ese pensamiento puritano que nos domina, hace unos días vi en Facebook la foto de un ladrón que había sido abatido cuando su golpe fue frustrado, y que un sacerdote estaba de pie ante él, dándole los últimos auxilios espirituales. Muchos, en los comentarios, se burlaban de ello, diciendo que les parecía injusto que ya porque el sacerdote le estaba absolviendo de los pecados, se fuera al Cielo cuando era un delincuente... ignoran que, precisamente hace casi 2,000 años, en un viernes como hoy, el primer hombre en entrar al Cielo fue un delincuente, mientras que la "gente decente", a la que se refería Oscar Wilde, había llevado a la cruz al mismo Dios. 

3 comentarios:

misteryhouse dijo...

La superioridad moral, la soberbia de mirar por encima del hombro la moral de los demás cuando uno la usa para justificar atrocidades contra los demás. En la época actual, a riesgo de parecer conspiranoico, parece que hay una conjura para destrozar a la iglesia católica, que si bien es cierto que a lo largo de su historia ha cometido toda clase de atrocidades (la más recordada es la Santa Inquisición) recordemos que como institución es dirigida por humanos y que las sotanas no eximen a las personas de tener defectos, desde el párroco de una pequeña iglesia de pueblo hasta el mismo papa, todos, absolutamente todos, tenemos defectos.

Por otro lado, se asume que los que hemos crecido en el seno de una familia católica somos ignorantes y que el vivir bajo el seno de esta denominación cristiana es sinónimo de atraso. Se les olvida que la primera universidad que hubo en este continente fue fundada por la iglesia católica, que la primera persona que puso en duda la teoría de la generación espontanea fue un cura católico, Lazaro Spallanzani, o que las leyes de la herencia fueron dictadas por un monje austriaco, Gregor Johann Mendel. ¿O qué tal una para las feminazis? Una de las principales plumas de nuestro país y de nuestro continente fue una monja, Sor Juan Inés de la Cruz, que es cierto que tuvo problemas con el arzobispo de México en la última etapa de su vida, pero fue una de las grandes mentes del siglo XVII. ¿Cuándo se ha visto que una iglesia protestante funde una universidad? Sigo esperando hasta el momento.

Tal vez estoy pecando, no soy perfecto, pero las personas que se sienten moralmente superiores son capaces de hacer todo tipo de atrocidades para justificar su moral y denostar a aquellas personas que no sigan sus preceptos. Es el caso de los progresistas que piensan que son los buenos, pero en realidad no es así y se la pasan juzgando a los demás sin ver sus propios defectos, aunque es muy difícil ver lo de uno mismo, se puede hacer. Los progresistas me recuerdan a ese viejo relato de la monja que se condenó por pasarse la vida juzgando los actos de su vecina, que era prostituta, mientras que esa misma prostituta fue la que alcanzó la misericordia del señor.

El Águila Azteca de San Juan dijo...

Tampoco olvide, mysteryhouse, a personas como Nicolás Copérnico o Georges Lamaître: el primero propuso el modelo heliocéntrico del sistema solar; el segundo, nada menos que la teoría de la Gran Explosión. Si de nacidos en esta tierra se trata, está el matemático Diego Rodríguez.

Anónimo dijo...

Muy bien planteado, por esta razón choca que llamen a este fenómeno de la “cancelación” como “inquisición progre” cuando está más cerca de la mentalidad retorcida de los apestosos puritanos que moldearon la forma de ser del yanqui promedio, que de la forma en la que se conducía el Tribunal del Santo Oficio.

Las ridiculeces que vemos actualmente son iguales a la histeria anti alemana durante la Primera Guerra Mundial. Por ejemplo, cambiaban los nombres alemanes de pueblos en EUA (hay que recordar que la mayoría de los gringos blancos no descienden de los británicos sino de alemanes) como Berlín o Germantown, por unos más “patriotas”. Algunas filarmónicas de EUA evitaban tocar obras de compositores como Beethoven o Bach. Llegando al punto de querer sustituir el nombre de la hamburguesa (por Hamburgo, obviamente) por el de “Filete de la libertad” Una idiotez.


Aquí hay datos al respecto:

The Anti-German Sentiment of World War I - Re-imagining Migration

https://reimaginingmigration.org/the-anti-german-sentiment-of-world-war-i/