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16 de septiembre de 2018

LA CRISIS DE LA IGLESIA



Se cuenta que cuando Napoleón secuestró al Papa Pío VII, el Cardenal Ércole Consalvi, entonces Secretario de Estado de la Santa Sede confrontó al corso y sostuvieron un diálogo áspero:

--¡Voy a destruir su Iglesia!--Aseguró el "pequeño caporal".
Consalvi contestó, con temple, humor y sarcasmo:
--No, no podrá... ¡Ni nosotros hemos podido!

Cerca de 20 años después, Napoleón moría solo y desterrado en la isla de Santa Elena, reconciliado con la Iglesia y manifestando su plena adhesión al Cristianismo. La Iglesia, continuó pese a la tormenta del jacobinismo que la azotó tras la Revolución Francesa y el Imperio. Pero la frase de Consalvi es bastante elocuente: ni siquiera los mismos clérigos, que se encuentran a cargo de ella, han podido destruirla, cuando muchas veces, al tratarse de hombres, y por tanto, pecadores e imperfectos, cometen muchísimas fallas, errores y crímenes, como lo que estamos viendo.

Pensar o decir que por ser uno católico y pro-vida uno está a favor de la pedofilia o de encubrir los abusos es una estupidez: por supuesto que todo pedófilo merece completa execración y el mayor de los castigos posibles, incluso, debería castigarse con la muerte, --aunque ahora Francisco I (en la imagen), diga que eso es inadmisible-- pero por el contrario, el mundo hipócrita, sobre todo los medios, desean ver arder a la Iglesia Católica entera por una crisis desatada por lo que en realidad es una minoría de sacerdotes y en tiempos recientes, le quema incienso y rinde homenajes al fallecido cantante y bailarín Michael Jackson, al que parece disculpársele sus abusos demostrados sobre niños y su evidente insanía mental, guarda silencio absoluto sobre la Legislación Francesa que está permitiendo sostener relaciones sexuales con menores, siempre y cuando se tenga el consentimiento de éstos, --¿entonces porqué se impide venderles alcohol y cigarros, aún si consienten el consumirlos?-- en lo que parece un tanto el intento de normalizar la situación que se dió entre Emmanuel Macrón y su maestra de secundaria, hoy su anciana esposa, o qué tal las medidas legales que se adoptan en países como Canadá, en que se permite que los menores sin consentimiento de sus padres se mutilen y se sometan al consumo de hormonas para ser transexuales, y la supuesta campaña Me Too para denunciar los abusos sufridos por actrices en Hollywood, y que ha resultado en mera retórica y mercadotecnia, primero, porque muchas de las que lo postulan, como la nefasta entrevistadora Oprah Winfrey sabían perfectamente lo que pasaba y hasta actuaban de madamas para Harvey Weinstein, otras, como Asia Argento, son tan responsables de dichas conductas como aquellos a los que denuncian, y ni Harvey Weinstein, Kevin Spacey, Ben y Casey Affleck, Woody Allen o Roman Polansky entre otros muchos, han pisado la cárcel como consecuencia.

La realidad es que lo que sucede en el seno del Clero Católico es un reflejo de lo que ocurre en la sociedad occidental principalmente: una hipersexualización que lo empapa todo y se refleja en todo: los gustos, parafilias, fetiches y perversiones son ahora mostrados como forma de identificar a las personas antes que su dignidad como ser humano y sus obras o acciones: yo siempre ejemplifico esto con Freddy Mercury, el fallecido vocalista de la banda británica Queen, quien si bien fue bisexual, nunca abusó de menores y sostenía sus relaciones con adultos muy en su ámbito privado, (como también lo hace, el muy decente Rob Halford, vocalista de la emblemática banda metalera Judas Priest), y quien no usó sus preferencias como bandera de identidad, aunque su amaneramiento fuera visible, sino su enorme talento musical y su obra artística que quedó como un legado inmortal. Hoy en día, se busca la relevancia solamente por tener ciertos u otros gustos de alcoba y lo demás parece no importar.

No es para menos: el sexo, en todas sus manifestaciones, se ha convertido en uno de los negocios más rentables, del que ganan múltiples agentes: desde los tratantes de blancas, empresarios de espectáculos, "padrotes", "chulos" o "madamas", dueños de moteles de paso, farmacéuticas, pornógrafos, médicos, ONG's y políticos, y si seguimos en la lógica de Trueba Lara, cuyo libro comenté en el primer post de este mes, todo cobra sentido, en un mundo regido por el mercado de consumo, las personas mismas se vuelven mercancías, además de consumidores potenciales a los que hay que crearles la necesidad para que adquieran productos o servicios. Si se busca adoctrinar a los niños con una "educación sexual" que lo que hace en realidad es despertarles la curiosidad para destramparse o meterles en la cabeza las ideas de identidad de género, es para atraparlos en esa nueva área del mercado posteriormente. Como he dicho, siempre hay un negocio detrás.

Así, en un mundo así, no es difícil que entre al sacerdocio gente con la mente afectada por el mundo, estamos rodeados por un ambiente que puede calificarse de tóxico, y que también sirve para ejercer cierto control social: el instinto sexual es muy fuerte, y una persona que se deja dominar por éste es menos creativa, más frívola y dócil incluso, por eso no solo el Cristianismo, sino también el Budismo y el Islam Sufi, predican la castidad, pues ésta permite canalizar las energías de la persona a actividades más elevadas, tanto así es esto, que el mismo Sigmund Freud, el padre de este pansexualismo, lo reconoció, denominándolo "sublimación". 

Además, también es cierto que muchos homosexuales a lo largo de la Historia encontraban en el sacerdocio o la vida monástica una vía de disfrazar su desagrado hacia el sexo opuesto, tal y como lo denunciaba San Pedro Damián en su Liber Ghomorrialis, del siglo XII y que se puede decir, fue el primer estudio serio realizado sobre los abusos sexuales cometidos por miembros del clero en aquél entonces, pero ahora esto cobra dimensiones de crisis por diversos factores que trataré de señalar aquí:

  • Mundanización de la figura del sacerdote: Los sacerdotes católicos antes eran figuras muy respetadas, en México, por ejemplo, las figuras de autoridad clásicas en los pueblos hasta la primera mitad del siglo XX eran, generalmente el cura, el maestro de la escuela y el médico del pueblo. Hoy en día, los médicos se han vuelto comerciantes que lucran con la salud, los maestros están envueltos en la política y sometidos a una mafia sindical, y los sacerdotes no se hacen respetar. Mucho de esto, hay que decirlo con todas sus letras, vino como consecuencia de las reformas del Concilio Vaticano II: la renuncia al empleo de la sotana, (algo que el Papa Bergoglio ha elogiado) al rezo y lectura del breviario y la liturgia de las horas, o a que el sacerdote diocesano resida en una casa adosada a la iglesia relajaron muchísimo la disciplina del clero: el sacerdote ya es indistinguible de cualquier otra persona, vestido de civil con ropas cualquiera, anda en automóvil y renta algún departamento o casa como cualquier otro particular, y ve su ministerio como una profesión más. Ante eso, se facilita enormemente que el sacerdote viole sus compromisos --que no votos, eso sólo ocurre en las órdenes religiosas-- al gozar, prácticamente, de anonimato.
  • Mala selección de aspirantes en los seminarios:   La relajada disciplina de los sacerdotes postconciliares se reflejó en los seminarios, donde pronto entró lo que se denomina una "infiltración rosa", en vez de escoger a los aspirantes de acuerdo a exámenes psicológicos para determinar que entren al ministerio hombres centrados y sin perturbaciones mentales, de identidad o cualquier otra que, ante el peso y la responsabilidad que implica ser sacerdote, se quiebre o se vaya por otros lados. Y también, que no se trate de homosexuales que traten de ocultar sus preferencias mediante el estado clerical y entren a un medio compuesto sólo por hombres. Añádase a esto la pésima formación en los seminarios actuales, que ya viene aparejada a un bajo nivel  en las instituciones educativas:los sacerdotes deben conocer Filosofía y Teología, así como la Moral y vivirla, pero sin formación en los clásicos, no podrán hacerlo a cabalidad.
  • Afeminamiento de la liturgia y la doctrina: Tras el Vaticano II, la doctrina cristiana parece haber abandonado el sustento racionalista que se edificó desde las mismas epístolas de San Pablo pasando por los Padres de la Iglesia y los Doctores de la Escolástica para centrarse en un sentimentalismo ramplón y feminoide; se concibe al amor de Dios como un sentimiento humano, del que se insta a contemplar su "ternura" (pese a que ni en el Antiguo Testamento ni el Apocalipsis aparece tal emoción, ni siquiera en el Evangelio, porque Cristo habla de amor sin perder nunca la autoridad ni apareciendo como un sentimental pusilánime) e incluso se ha abandonado la música sacra tradicional que llevó a obras cumbre que van desde el canto gregoriano y la polifonía bizantina, el canto mozárabe o la misa de coronación de Mozart, por canciones acompañadas de instrumentos como la guitarra y hasta la batería, que en el papel, dado su carácter mundano, no se consideran admisibles en las celebraciones religiosas, en detrimento del órgano, instrumento considerado ideal para generar estados de reflexión y concentración al orar. Por el contrario, hoy tenemos que soportar --al menos en mi caso, que dado mi tradicionalismo y a preferir la misa tridentina, la misa postconciliar, si bien no me parece herética, sí bastante rudimentaria y rutinaria, cuando no, llena de abusos y de ligereza y frivolidades la más de las veces-- por canciones que deben mucho a la música popular y un bastante de inspiración del protestantismo comercial norteamericano, como Martín Valverde, cuya canción más conocida: Nadie te Ama Como Yo, perdónenme, pero parece hasta erótica y más propia de un baladista como Raphael o Camilo Sesto, o incluso de alguna cantante de la época, como Lupita D'Alessio o Dulce, si no, lean la letra:

"Cuánto he esperado este momento
Cuánto he esperado que estuvieras así
Cuánto he esperado que me hablaras
Cuánto he esperado que vinieras a mí

Yo sé bien lo qué has vivido
Yo sé bien por qué has llorado
Yo sé bien lo que has sufrido
Pues de tu lado no me he ido
Pues nadie te ama como yo
Nadie te ama como yo..."

Si no es por la mención posterior a la cruz y al sacrificio, las estrofas anteriores parecen de un amante dolido a su pareja que no le corresponde pero que llega a pedirle perdón, y no a Dios que abre las puertas de su misericordia al pecador, compárese esto al canto gregoriano Iesu Dulcis Memoria ("El Dulce Recuerdo de Jesús"):

Iesu dulcis memoria
Dans vera cordis gaudia
Sed super mel et omnia
Eius dulcis praesentia.

Nil canitur suavius
Nil auditur iucundius
Nil cogitatur dulcius
Quam Jesus Dei Filius.

Iesu, spes paenitentibus
Quam pius es petentibus
Quam bonus Te quaerentibus
Sed quid invenientibus?j

Nec lingua valet dicere
Nec littera exprimere
Expertus potest credere
Quid sit Iesum diligere.

Sis, Iesu, nostrum gaudium,
Qui es futurus praemium:
Sit nostra in te gloria
Per cuncta semper saecula. Amen.


Traducción:

Es dulce el recuerdo de Jesús,
que da verdaderos gozos al corazón
pero cuya presencia es dulce
sobre la miel y todas las cosas.

Nada se canta más suave,
nada se oye más alegre,
nada se piensa más dulce
que Jesús el Hijo de Dios.

¡Oh Jesús!, esperanza para los penitentes,
qué piadoso eres con quienes piden,
qué bueno con quienes te buscan,
pero ¿qué con quienes te encuentran?
Ni la lengua es capaz de decir
ni la letra de expresar.
Sólo el experto puede creer
lo que es amar a Jesús.

Sé nuestro gozo, Jesús,
que eres el futuro premio:
en ti sea nuestra la gloria
siempre por todos los siglos siempre. Amén.


Para empezar, el autor evita la enorme soberbia de ponerse en los zapatos de Dios mismo, y en segundo lugar, se habla del amor de Jesús y a Jesús sin caer en cuestiones sentimentales y erotizantes como la canción de Valverde o del todavía más sentimental y aparte protestante y por tanto herético de Jesús Adrián Romero, que sin embargo es escuchado en ciertos círculos católicos. De hecho, se plantea ese amor no en términos de sentimiento, sino como una relación con Dios que no se puede describir tan sencillamente. Por otro lado, el canto no pierde su sentido de oración, lo cual es más importante y no como una canción meramente amenizante, como la de Valverde.

La participación en la misa novus ordo prima en las mujeres, las típicas señoras desquehaceradas (a las que hasta Pedro Infante criticaba en su papel de sacerdote en Los Tres Huastecos) que se la pasan en la Iglesia, ayudan en el altar, hacen las lecturas y dan los avisos, con lo que el sacerdote se mueve en círculos femeninos casi exclusivamente. Todo esto, por supuesto, es un ambiente propicio para la homosexualización de la figura del sacerdote.

  • Dejad que los niños se acerquen a mi, pero no tanto: Aparejado a lo anterior, se dio una progresiva entrada de los niños en las ceremonias de la Iglesia, más allá de los coros infantiles o los monaguillos, aparte que la formación en la fe se hizo más frívola y llena de sentimentalismos y cursilerías con ilustraciones de Jesús, la Virgen o los santos similares a las famosas caricaturas de explotación comercial de Distroller, se pone a los niños a hacer las lecturas en misa, a conducir la oración colecta y otras cosas, aunque ni sepan leer bien. La formación se concreta a enseñarles a los niños que la Religión es pura cuestión de sentimiento y buen rollito, sin que se les abra la puerta a conocer todo lo que ha aportado a la cultura en cuanto a música, arquitectura, arte en general y por supuesto: la Filosofía y la Teología, lo que permitiría no solo que aparecieran vocaciones, sino también que desarrollaran el pensamiento y las habilidades de razonamiento, razón por la cual la formación o la enseñanza de la Religión, como no es en serio, es despreciada; pero además, los niños se vuelven omnipresentes y eso es colocarlos en situación de riesgo.
Esos son algunos factores que creo han incidido en todo esto, en resumen, creo que es necesario hacer una revisión a lo ocurrido tras el Concilio Vaticano II, mismo que abrió las puertas a un exagerado libertinaje al interior mismo del clero, sin disciplina, sin reglas que vigilen el comportamiento o que estimulen una recta vida de los sacerdotes y religiosos.

Además de ello, es muy preocupante la situación que se da del silencio del Papa o las actitudes de algunos prelados, como la estúpida declaración del Cardenal Cupich de Chicago en el sentido de que el Papa hablará del tema hasta después de ocuparse de casos más apremiantes como el caletnamiento global o los refugiados en Europa. Además de las declaraciones del ex-Nuncio Papal en EUA, Monseñor Viganó, en el sentido de que el propio Francisco I ha encubierto a McCarrick, además de lo que se ha señalado que, desde su época como Arzobispo en Argentina, igualmente encubrió casos de abusos. De comprobarse todo esto, entonces estaremos ante fuertes indicios de que la renuncia de Benedicto XVI fue impelida por una verdadera mafia "homosexualista" o al menos, "progresista", que, imbuída de Modernismo, pretendió usar a Bergoglio para reformar la Iglesia Católica más allá de los alcances pastorales a los que se suponía debía constreñirse el Concilio, para adaptar la difusión del mensaje al convulso siglo XX.


Véamoslo: Francisco I ha hecho uno de los mensajes centrales de su pontificado el ambientalismo y en especial el Calentamiento Global, ha intentado, a través de ambigüedades, de abrir la puerta para administrar la eucaristía a divorciados vueltos a casar lo que, de acuerdo con las palabras del mismo Cristo, no sería más que adulterio, por lo que el tomar la comunión en esa situación llevaría al sacrilegio, apertura a la homosexualidad, y también las puertas abiertas a la migración y un ecumenismo que lleva al indiferentismo religioso. En pocas palabras, la agenda del pontificado del argentino coincide con la misma agenda de los intereses de la oligarquía globalista a los que nos hemos referido en los últimos post. Al interior, y según se han difundido en ciertas noticias, existe un verdadero "lobby gay", lo mismo que al interior de la política, dentro del Vaticano y de la Iglesia en general que ha provocado esta verdadera epidemia de abusos, por que los medios no lo dicen: lo que está detrás es la homosexualidad, no es el celibato. No en balde, ante las acusaciones de Viganó, los medios progresistas, tradicionales enemigos de la Iglesia, han salido a defender al pontífice sudamericano, lo que demuestra que le ven como a uno de los suyos, acusando a los "conservadores" y "ultraderechistas" de estar detrás de estos señalamientos.



A lo que está conduciendo este modernismo es al descrédito de la Iglesia y a dar materia para la persecución contra el Cristianismo por parte de un mundo hipócrita, en el que ya se busca legitimar la pedofilia --siempre y cuando no la practique un clérigo católico-- como una "orientación sexual" más, y a la pérdida de fe de muchas personas, como se ha visto por la apostasía de muchísima gente en Irlanda, o incluso en Argentina, lo que se ha traducido que el apoyo a posturas como el aborto y el feminismo radical. 



¿Qué va a suceder? Previsto está que la Iglesia Católica debe pasar por una etapa de prueba muy dura, y eso va a suceder, está la promesa de Cristo de "que las puertas del infierno no prevalecerán contra ella", la fe no puede depender de lo que hagan hombres, por sus aciertos o errores, virtudes o vicios, la fe debe depender de Cristo. Por eso, uno debe mantenerse fiel, no importa si el Cristianismo es reducido a una mínima expresión o debe volver a las catacumbas, seguirá existiendo, aunque se levante una falsa iglesia acorde con el mundo, a modo del libertinaje de la sociedad actual, una sociedad hipócrita además, porque a ésta le importa un bledo la castidad y también el matrimonio: se desea que los clérigos se casen --aunque el matrimonio o no, no incide en la existencia de abusos, cuando son hombres  y mujeres casados los que en su mayoría cometen abusos contra menores, siendo muchas veces no solo sacerdotes, sino parientes, maestros, entrenadores, los que los cometen-- lo mismo que el "matrimonio igualitario", cuando actualmente el matrimonio se puede disolver con facilidad pasmosa, ya que existe el divorcio incausado.



De lo que se trata, no es sino eliminar toda comunidad intermedia: desde la familia natural hasta la Iglesia, con tal de que solamente quede el individuo y el Estado, como lo plantearan tanto Rousseau como Thomas Hobbes, entonces, sí, se edificará el Leviathan sujeto a la correa de los intereses económicos y de grupos políticos. Desgraciadamente, existe la infiltración de estos intereses hasta en las sacristías y la curia vaticana, que tienen el cometido de colaborar con la demolición.



Como sea, nos queda hacer dos cosas: primero, exigir Justicia, la dimisión de quien haya sido responsable de abusos o de encubrirlos, sea quien sea, incluso el mismo Bergoglio, su reducción al estado laical y responder por los crímenes cometidos, y no solamente esperar el castigo divino, como ocurría antiguamente con la degradación de los sacerdotes y su "relajación al brazo secular", son crímenes nefandos, asquerosos e indignos que deben ser castigados con toda dureza. En segundo lugar, bien habría de hacerse una revisión del Concilio Vaticano II y hacer una purga del Modernismo colado al interior de la Iglesia, devolver la disciplina y las medidas de control de antaño, pero también, se podría agregar una tercera y muy importante: no perder la fe, confiar en las palabras de Cristo mismo y no dejar de orar por la Iglesia y por el mundo. El futuro aparece muy oscuro, y podemos estar seguro, que toda esta oscuridad apenas está comenzando. Se requerirá ser fuerte.

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