Los Juegos Olímpicos Invernales de Sochi, en el Cáucaso Ruso, han iniciado bajo el signo de la polémica, servida por la cuestión homosexual que parece haberse convertido en una prioridad para el mundo occidental y guiar la política de numerosos países como Estados Unidos y varios europeos, la Legislación impulsada por Putin en el gigante eslavo, que no penaliza directamente a las personas homosexuales, sino la propaganda que se haga de dichas prácticas, tendiente sobre todo a inmunizar y "normalizarlas" entre los menores de edad, (es decir, a corromperlos) ha servido para desatar campañas de ataque en contra de Rusia y el régimen del antiguo agente de la KGB; en realidad, lo que sucede es que se teme al renacimiento ruso que está siendo impulsado por el actual ocupante del Kremlin desde el año 2000 en que asumió la primera magistratura del país tras el desastroso periodo de Boris Yeltsin cuando parecía que el Gigante Eslavo, reducido en sus fronteras de nuevo a la época de Pedro el Grande, se tambaleaba y se deshacía.
Estos juegos se inician en un momento difícil para los Moscovitas: por un lado, Occidente coquetea con Irán y parece abrir la puerta para que los Persas reasuman su papel de potencia rectora del Medio Oriente como ha sido desde el siglo VI a.C. mientras empieza a demostrar una gran indiferencia, cuando no una tendencia a aislar a Israel como el "niño rebelde" que ha causado muchos de los problemas en esa región, y que no en balde está siendo amenazado por el Secretario de Estado norteamericano John Kerry con un boicott económico si Tel Aviv no acepta la paz definitiva con los Palestinos, lo que pasa por detener los asentamientos judíos en los territorios de aquellos y reconocerlos como un Estado Soberano e independiente, lo que demuestra la devaluada posición del Lobby Judío ante los intereses norteamericanos actualmente y las exageradas predicciones de los conspiranóicos.
Si Teherán de repente aceptara convenir con los intereses occidentales, como lo hicieron en mayor o menor medida desde el siglo XVIII y hasta 1979 bajo los gobiernos de las Dinastías Qajar y Palheví actuando como contrapeso a las potencias islámicas sunnitas: las Monarquías del Golfo y Turquía, Rusia perdería un importantísimo aliado a través del cual podría intervenir directamente en el explosivo Levante, mas todavía es más grave la situación en su ahora extranjero cercano, antes parte fundamental y originaria de los Imperios Zarista y Bolchevique: Ucrania.
Bien parece que se está dando una especie de chantaje hacia Vladimir Vladimirovich: el juego parece derivar a una situación en que se le ofrece o perder a Siria y a Irán o perder Ucrania; si ésta ex-república soviética se volviera parte de la Unión Europea, y después, casi como consecuencia natural, de la OTAN, Moscú quedaría directamente amenazado, como nunca antes, por las fuerzas militares occidentales, capitaneadas por las norteamericanas, que se encontrarían prácticamente a unos centímetros del corazón del gigante eslavo. A cambio, la conservación de Siria como aliado indudable en el Mediterráneo, y de Irán como la potencia principal de la región y obrando con intereses conjuntos sería una ganancia muy pobre.
Por el contrario, la unión de Ucrania a Rusia, Bielorrusia y Kazakhastan en materia aduanera y comercial significaría que el proceso de reconstrucción de un nuevo Imperio Ruso estaría en marcha --hay quien dice que el proyecto tiene fecha: 2025, esto es, justo cuando Putin termine su hipotética tercera Presidencia y recibiría el nombre de "Unión Euroasiática"-- y se contaría con reservas de recursos naturales, demográficos y una capacidad de despliegue militar contra Europa que le permitiría, nuevamente, ser capaz de condicionar la política europea como en el Congreso de Viena y durante la Guerra Fría. Putin lo sabe, pero parece que ha decidido tomar un tiempo durante la justa olímpica invernal para planificar la próxima jugada; el ambiente, en realidad, está tan tenso que parece haber sido descrito con una buena dosis de urgencia y hasta desesperación por parte del actual Presidente del Comité Olímpico Internacional tanto en la sesión de la asamblea del comité como en la propia inauguración:
En ambos casos, Thomas Bach, recientemente elegido como sucesor del belga Jacques Roge y segundo en la era post-Samaranch/Vázquez Raña como máximo jerarca del deporte organizado a nivel mundial, habló pidiendo que los juegos no se vuelvan arena de debate político o utilizados como medio para obtener beneficios en ese sentido, en una evidente crítica a las posturas occidentales respecto a Rusia que han traslucido tras las demandas por la presunta homofobia de los eslavos y su legislación, y si habló de discriminación, lo hizo no sobre el espinoso asunto homosexual, sino a la "discriminación política", fue una verdadera defensa a Rusi y un llamado a la paz, lo que contrastó con Ban Ki Moon, quien durante su gestión al frente de la ONU ha hecho de las cuestiones sexuales un asunto prioritario para la organización, quizá porque el Coreano tiene algunos complejos al respecto o fijaciones, mientras el organismo mundial que dirige se precipita en la inoperancia y la corrupción cada vez más, ha dejado de ser un foro para la resolución de conflictos y el desarrollo del Derecho Internacional.
Por otro lado, la amenaza terrorista tras los atentados en Volgogrado (Stalingrado) en diciembre pasado, gravita sobre los juegos, más si son ciertas las advertencias supuestamente giradas por Arabia Saudita ante la postura firme de Rusia de seguir apoyando a Bashar el Assad en Damasco y sus deseos de venganza por ello, lo que también ha servido para que Obama y otros "líderes" occidentales manifiesten sus dudas sobre la seguridad del evento, y hasta hayan acercado barcos norteamericanos a las costas del Mar Negro, en algo que los moscovitas no traducen como un acto de apoyo a la seguridad nacional rusa, sino como una velada amenaza.
Rusia y Putin saben bien toda esta campaña en su contra, y la inauguración fue todo un mensaje sobre el camino que Rusia está determinada a tomar: lejos de las influencias, críticas y opiniones de Occidente, así como un orgullo y conciencia sobre su Historia, todo empieza con el sueño de una niña llamada Liuba que ve las letras del alfabeto cirílico que abre precísamente con la A y la imagen de los Santos Cirilo y Metodio, dos sacerdotes hermanos que siendo romanos orientales, antes del cisma ortodoxo, partieron a Europa Oriental e hicieron una grandiosa obra civilizatoria: no solo predicaron el Evangelio, alfabetizaron a los pueblos eslavos, entre ellos a los eslavos que vivían en la Rus de Kiev y a sus príncipes varegos o escandinavos, gracias al estudio de las lenguas eslavas, con lo que se inició el desarrollo de la cultura eslava y de su literatura que nos ha dejado las grandes obras de Púshkin, Tolstoi, Dostoiévsky y Chéjov:
Pero el inicio, con la imagen de los santos Cirilo y Metodio con la letra "A" es toda una declaración de principios, un reconocimiento de que con el Cristianismo empezó Rusia y con ella todo el camino al desarrollo, cada etapa de la Historia Rusa fue retratada: la llegada de los Griegos al Cáucaso por el Mar Negro, las comunas agrarias de los eslavos, los Varegos o Vikingos, los Grandes Príncipes de la Rus, Pedro el Grande y sus reformas, de las que se elogió sobre todo su militarismo, que desde entonces ha quedado grabado en el Estado y la forma de ser de la sociedad rusa, la modernización bajo el siglo XIX, y el periodo soviético es retratado como un periodo de gran desarrollo industrial y tecnológico, sin tocar los temas escabrosos en materia de libertades y derechos.
El mensaje es claro: Rusia seguirá su camino, y Putin tiene claros sus objetivos, no hay rupturas con el pasado, sino una gran continuidad en un mismo proyecto, diferente al Occidental; las críticas, que los hoteles son incómodos --cuando para los estándares de austeridad típicos de los rusos son normales-- que la villa olímpica es de tablarroca, que los rusos son impuntuales o que celebran en la ciudad con escandalosas borracheras, y el tema de la homosexualidad son solo críticas que evidencian el temor que Rusia siempre ha inspirado para las potencias europeas y para el gran rival EUA, lo temen porque no lo conocen y lo temen porque lo saben fuerte y decidido en sus objetivos; ahora, nos ha mostrado cuáles son ellos y nos han mostrado un poco más de su pasado, de su terrible y trágica Historia, y creo que un Occidente que cada vez se avergüenza más de su pasado, que pretende esconder y huir de sus orígenes, tiene mucho, mucho que temer de Rusia, que muestra la voluntad de seguir adelante.
Entre tanto, disfrutemos de los juegos vía TV, valen la pena.
Si Teherán de repente aceptara convenir con los intereses occidentales, como lo hicieron en mayor o menor medida desde el siglo XVIII y hasta 1979 bajo los gobiernos de las Dinastías Qajar y Palheví actuando como contrapeso a las potencias islámicas sunnitas: las Monarquías del Golfo y Turquía, Rusia perdería un importantísimo aliado a través del cual podría intervenir directamente en el explosivo Levante, mas todavía es más grave la situación en su ahora extranjero cercano, antes parte fundamental y originaria de los Imperios Zarista y Bolchevique: Ucrania.
Bien parece que se está dando una especie de chantaje hacia Vladimir Vladimirovich: el juego parece derivar a una situación en que se le ofrece o perder a Siria y a Irán o perder Ucrania; si ésta ex-república soviética se volviera parte de la Unión Europea, y después, casi como consecuencia natural, de la OTAN, Moscú quedaría directamente amenazado, como nunca antes, por las fuerzas militares occidentales, capitaneadas por las norteamericanas, que se encontrarían prácticamente a unos centímetros del corazón del gigante eslavo. A cambio, la conservación de Siria como aliado indudable en el Mediterráneo, y de Irán como la potencia principal de la región y obrando con intereses conjuntos sería una ganancia muy pobre.
Por el contrario, la unión de Ucrania a Rusia, Bielorrusia y Kazakhastan en materia aduanera y comercial significaría que el proceso de reconstrucción de un nuevo Imperio Ruso estaría en marcha --hay quien dice que el proyecto tiene fecha: 2025, esto es, justo cuando Putin termine su hipotética tercera Presidencia y recibiría el nombre de "Unión Euroasiática"-- y se contaría con reservas de recursos naturales, demográficos y una capacidad de despliegue militar contra Europa que le permitiría, nuevamente, ser capaz de condicionar la política europea como en el Congreso de Viena y durante la Guerra Fría. Putin lo sabe, pero parece que ha decidido tomar un tiempo durante la justa olímpica invernal para planificar la próxima jugada; el ambiente, en realidad, está tan tenso que parece haber sido descrito con una buena dosis de urgencia y hasta desesperación por parte del actual Presidente del Comité Olímpico Internacional tanto en la sesión de la asamblea del comité como en la propia inauguración:
En ambos casos, Thomas Bach, recientemente elegido como sucesor del belga Jacques Roge y segundo en la era post-Samaranch/Vázquez Raña como máximo jerarca del deporte organizado a nivel mundial, habló pidiendo que los juegos no se vuelvan arena de debate político o utilizados como medio para obtener beneficios en ese sentido, en una evidente crítica a las posturas occidentales respecto a Rusia que han traslucido tras las demandas por la presunta homofobia de los eslavos y su legislación, y si habló de discriminación, lo hizo no sobre el espinoso asunto homosexual, sino a la "discriminación política", fue una verdadera defensa a Rusi y un llamado a la paz, lo que contrastó con Ban Ki Moon, quien durante su gestión al frente de la ONU ha hecho de las cuestiones sexuales un asunto prioritario para la organización, quizá porque el Coreano tiene algunos complejos al respecto o fijaciones, mientras el organismo mundial que dirige se precipita en la inoperancia y la corrupción cada vez más, ha dejado de ser un foro para la resolución de conflictos y el desarrollo del Derecho Internacional.
Por otro lado, la amenaza terrorista tras los atentados en Volgogrado (Stalingrado) en diciembre pasado, gravita sobre los juegos, más si son ciertas las advertencias supuestamente giradas por Arabia Saudita ante la postura firme de Rusia de seguir apoyando a Bashar el Assad en Damasco y sus deseos de venganza por ello, lo que también ha servido para que Obama y otros "líderes" occidentales manifiesten sus dudas sobre la seguridad del evento, y hasta hayan acercado barcos norteamericanos a las costas del Mar Negro, en algo que los moscovitas no traducen como un acto de apoyo a la seguridad nacional rusa, sino como una velada amenaza.
Rusia y Putin saben bien toda esta campaña en su contra, y la inauguración fue todo un mensaje sobre el camino que Rusia está determinada a tomar: lejos de las influencias, críticas y opiniones de Occidente, así como un orgullo y conciencia sobre su Historia, todo empieza con el sueño de una niña llamada Liuba que ve las letras del alfabeto cirílico que abre precísamente con la A y la imagen de los Santos Cirilo y Metodio, dos sacerdotes hermanos que siendo romanos orientales, antes del cisma ortodoxo, partieron a Europa Oriental e hicieron una grandiosa obra civilizatoria: no solo predicaron el Evangelio, alfabetizaron a los pueblos eslavos, entre ellos a los eslavos que vivían en la Rus de Kiev y a sus príncipes varegos o escandinavos, gracias al estudio de las lenguas eslavas, con lo que se inició el desarrollo de la cultura eslava y de su literatura que nos ha dejado las grandes obras de Púshkin, Tolstoi, Dostoiévsky y Chéjov:
Pero el inicio, con la imagen de los santos Cirilo y Metodio con la letra "A" es toda una declaración de principios, un reconocimiento de que con el Cristianismo empezó Rusia y con ella todo el camino al desarrollo, cada etapa de la Historia Rusa fue retratada: la llegada de los Griegos al Cáucaso por el Mar Negro, las comunas agrarias de los eslavos, los Varegos o Vikingos, los Grandes Príncipes de la Rus, Pedro el Grande y sus reformas, de las que se elogió sobre todo su militarismo, que desde entonces ha quedado grabado en el Estado y la forma de ser de la sociedad rusa, la modernización bajo el siglo XIX, y el periodo soviético es retratado como un periodo de gran desarrollo industrial y tecnológico, sin tocar los temas escabrosos en materia de libertades y derechos.
El mensaje es claro: Rusia seguirá su camino, y Putin tiene claros sus objetivos, no hay rupturas con el pasado, sino una gran continuidad en un mismo proyecto, diferente al Occidental; las críticas, que los hoteles son incómodos --cuando para los estándares de austeridad típicos de los rusos son normales-- que la villa olímpica es de tablarroca, que los rusos son impuntuales o que celebran en la ciudad con escandalosas borracheras, y el tema de la homosexualidad son solo críticas que evidencian el temor que Rusia siempre ha inspirado para las potencias europeas y para el gran rival EUA, lo temen porque no lo conocen y lo temen porque lo saben fuerte y decidido en sus objetivos; ahora, nos ha mostrado cuáles son ellos y nos han mostrado un poco más de su pasado, de su terrible y trágica Historia, y creo que un Occidente que cada vez se avergüenza más de su pasado, que pretende esconder y huir de sus orígenes, tiene mucho, mucho que temer de Rusia, que muestra la voluntad de seguir adelante.
Entre tanto, disfrutemos de los juegos vía TV, valen la pena.
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