Ha fallecido Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco I. Es cierto que sólo a Dios corresponde juzgar, y más a quien ha sido su vicario en la Tierra, pero es cierto que, curiosamente tras el Concilio Vaticano II, se han acostumbrado hacer juicios históricos muy duros sobre los Papas renacentistas y medievales, retratándoles como pontífices entregados al juego político y a las ambiciones del poder y la corrupción. Bueno, creo que desde un punto de vista histórico, igualmente estamos autorizados a hacer una crítica de lo que ha sido este pontificado que termina, sin duda, el más controversial de los últimos tiempos.
Así, creo que Francisco I ha sido uno de los peores Papas de la Historia. Pero hay una serie de razones para dar esta, lo sé, dura valoración. En mucho, tenemos que entender que Bergoglio, lo mismo que sus antecesores Benedicto XVI y Juan Pablo II, fue un hijo de su tiempo; si Ratzinger y Wojtyla vivieron su juventud bajo la sombra de la Segunda Guerra Mundial y conocieron los totalitarismos Nacionalsocialista y Comunista, Bergoglio fue parte de la generación de los años 60, contemporáneo de figuras como Jane Fonda, Alain Delon, John Lennon, Jim Morrison, Bob Dylan, Mick Jagger o Roger Waters entre otras muchas, que las que siguen vivas, en el crepúsculo de su vida aún siguen sosteniendo una postura y un discurso revolucionario, pero incongruente con su lujoso y despreocupado estilo de vida, así como la demagogia, el populismo y la ambivalencia del Peronismo argentino y las Dictaduras militares (con las que colaboró). A todo eso, ha de sumarse la funesta influencia de la Teología de la Liberación que impregnó de buenas dosis de Marxismo a la Compañía de Jesús bajo el mando del Padre Arrupe, y sin duda el propio clima del Concilio Vaticano II y la crisis subsecuente.
Además de ello, es claro que Bergoglio no contaba con la altura intelectual de sus predecesores, ni con una formación académica de calidad, llegando sólo a estudios de Química a nivel técnico. Pero en fin, Jesús llamó a pescadores, no a Senadores Romanos ni a miembros del Sanhedrín. Como sea, según siempre se ha manejado, fue la Administración Obama, así como toda la caterva de Globalistas financieros que presionaron al Cónclave como lo habían hecho para que Benedicto XVI, quien como el también hoy fallecido Mario Vargas Llosa lo dijera, estorbaba a sus planes, renunciara tras una incansable campaña de acoso y derribo en su contra en que se le acusó de tibieza contra los abusos sexuales, o hasta de haber sido militante Nazi en su momento, y se aseguraron de que el argentino saliera electo, más que porque él fuera parte de una conspiración en ese sentido, porque resultaba alguien con un perfil a modo de las ideologías impulsadas desde Davos, Bruselas y Wall Street. Esto no es de extrañarse, como ya en su momento lo dije al referirme a la película reciente protagonizada por Ralph Fiennes, desde la Edad Media las elecciones papales han sido foco de intrigas y luchas, que no obstaculizan la acción del Espíritu Santo, sino hasta guiadas por él.
Bergoglio, durante los 12 años que estuvo al frente del Papado, y contrario a un Benedicto XVI que fue crítico contra el mundo globalista, de mercantilismo, aborto, adulterio y perversión, o un Juan Pablo II que combatió al Comunismo y al en ese entonces, verdadero imperialismo ruso, trató de ser un Papa condescendiente, y que dijera a todo el mundo aquello que quería oír, impulsado por sus propias concepciones del Cristianismo y de la Iglesia, casi casi como si fuera una ONG, asistencialista y "buenista", así, Francisco se caracterizó por un discurso ambiguo, en el que parecía tratar de contentar a todo el mundo; en parte, por su visión del Cristianismo y de conceptos como la misericordia meramente sentimentales e incluso irracionales, Bergoglio pasaba por encima del magisterio y la tradición, en mucho, por que muy probablemente las desconocía, o no las entendía, y su visión no de ir contra el mundo, sino tratar de abrirse al mundo en su ideal de joven hippie sesentero.
La verdad, a su mediocridad intelectual sumó lo que no puede calificarse más que de cobardía, como fue el pacto hecho con el gobierno "comunista" chino, (En China, hay que decirlo, la hostilidad al Evangelio no es gratuita, la brutal y genocida Rebelión Taiping a mediados del siglo XIX, poco conocida y estudiada en Occidente, provocada por un líder sectario que predicaba una versión delirante y violenta del Cristianismo, aún tiene ecos que resuenan con terror en el Celeste Imperio) en que prácticamente entregó a la Iglesia Católica China, que ha dado tantos mártires por oponerse al totalitarismo de Mao y sus sucesores, a las autoridades del Partido Comunista, quien, como en tiempos del Real Patronato Indiano, presentará a la Santa Sede candidatos a ocupar las sedes episcopales --dóciles a los dictados de la Ciudad Prohibida--, y exigirá a sacerdotes y prelados un juramento de lealtad, en lo que ha sido señalado como una traición.
Sus constantes guiños a "bendecir" parejas homosexuales, o de divorciados vueltos a casar, su impulso al ecologismo y otros elementos de la agenda Globalista, como la migración, pueden ser vistos igualmente como intentos de quedar bien con el mundo para evitar conflictos y controversias; de alguna manera, al inicio de su reinado, Francisco I buscó retomar una imagen de Papa activo, cercano a los jóvenes e impulsor de una renovación de la Iglesia al estilo de Juan Pablo II, pero no lo logró, su falta de carisma en contraste con el polaco y de aura de sabiduría como la de Benedicto XVI, así como la ambigüedad de su discurso que le llevó a chocar con muchos católicos conscientes y sectores más tradicionales, lo fueron relegando cada vez más hacia la irrelevancia, misma que compensaba con un estilo de gobierno de la Iglesia autoritario, copiado del estilo político caudillista propio de Buenos Aires, cuando no suscitó un poco solapado rechazo (lo admito, yo no lo tragaba al principio, y aún hasta hoy también me he sentido más Papa que el Papa ante muchas de sus declaraciones y hechos). Tampoco logró evitar persecuciones y ataques a la Iglesia con su contemporización; por el contrario, las persecuciones al Cristianismo aumentaron bajo su pontificado al ser percibido éste como débil, junto con manifestaciones de abierto Satanismo en sedes de gobiernos locales en EUA y hasta en partidos de fútbol en Europa.
Cobardía también el pretender ceder al gobierno vengativo y fanático socialista de España el Valle de los Caídos, que en sí es un monumento a la reconciliación entre los españoles y no glorificación de Francisco Franco, quien defendió al Cristianismo de los Comunistas, Anarquistas y demás locos que conformaban el Bando Republicano en la Guerra Civil Española.
En definitiva, creo que tras el glorioso pontificado de Juan Pablo II Magno, y el incomprendido Benedicto XVI el Sabio, a quien el mundo no quiso escuchar, Francisco I será el Ambiguo, cuyo discurso y mensajes, en vez de confirmar en la fe a sus hermanos, como le ordenara Jesús a San Pedro, difundió confusión, por sus mensajes y gestos combinados con retractaciones, explicaciones de "lo que quise decir fue..." a toro pasado, intentos de silenciar a quienes remitían a la sana doctrina como Viganó, Burke o Schneider y le corregían como San Pablo hizo con el mismo Pedro, generando muchas dudas y conflictos espirituales, cuando no, divisiones en la misma Iglesia que luego no supo restaurar.
Sin embargo, hay una parte positiva en este desastre, eso es innegable como el hecho de que fue Vicario de Cristo en la Tierra legítimamente, por lo que creo que, al reconocer esto, este post no agradará ni a Francisquistas practicantes de la Papolatría que no comprenden el Dogma de la Infalibilidad Papal, mismo que sólo se produce cuando habla ex Cathedra y declara un dogma, o que creen que por el hecho de ser elegido para el trono petrino, ya se convierte en santo en automático, y fueron capaces de casi hacerse hinchas del equipo San Lorenzo de Almagro porque el pontífice era aficionado de dicho club; como tampoco a los radicales que desearían volver a una Iglesia, según ellos Medieval, y ver a un Papa coronado con tiara, sobre silla gestatoria y fulminando anatemas (de los que ellos están seguros se salvarían pues son puros y perfectos).
Así, creo que en primer lugar, Francisco I hizo muy bien en recordar que la Iglesia es hospital de pecadores y no museo de perfectos, en recordar que el Cristianismo no es solo una colección de dogmas y doctrinas, sino, ante todo, un modo de vida y que debe reflejarse en la relación con los demás, siendo él un hombre común, supo hablarle a éste, que no entendía los elevados discursos teológicos y filosóficos de Ratzinger, de igual manera, recordó que Cristo buscó a los marginados y expulsados, (si bien Francisco I parecía a veces ser muy condescendiente con el pecado y no llamar a la auténtica conversión, o más bien, no se atrevía a hacerlo por miedo a que lo señalaran contrario a la libertad de decidir y demás, por lo que se quedaba intencionalmente a medias) antes que a gente encumbrada, autocanonizada y de "buena conciencia" o puritana.
También, Francisco buscó poner freno a grupos extremistas que ante el motu proprio "Summorum Pontificum" pretendieron secuestrar en exclusiva y utilizar la Misa Tradicional o de "rito tridentino", como bandera para causas políticas poco cristianas, antisemitas, racistas o totalitarias, o derrotadas en el pasado, pero amantes del boato, la pompa y el formalismo; también, puso coto a cierto grupo más sectario que católico, adicto al poder y al dinero, clasista y excluyente, por no decir también, muchas veces hipócrita que dándosela de defensor de la tradición ha apoyado a políticos woke por así convenir a sus negocios, y cuyos abusos han arruinado vidas y reputaciones.
Creo que las repetidas súplicas de Francisco a los fieles porque se rezara por él eran sinceras, era porque tenía una plena conciencia de sus defectos y carencias para ocupar el trono de San Pedro; mi pregunta es cuántas veces y cuántos realmente rezamos por él, y no contra él, y si sus errores, soberbias y pecados no tuvieron mucho que ver con que muchos no lo comprendimos, le dimos la espalda y le negamos nuestros rezos. y nuestra fe, por sentirnos más católicos y más perfectos que él... de eso no nos hagamos, también hemos de rendir cuentas. Jorge Mario Bergoglio, creo yo, fue un hombre de fe sincera, entendida en la cortedad de sus miras, y acorde con una visión del mundo fruto del ambiente en que se formó y vivió y del que no se pudo desprender.
Señor Jesús, que has llamado a tu presencia al Papa Francisco, gracias por el don de su pontificado. Cuando estuvo entre nosotros, mostró incansablemente a la Iglesia tu constante misericordia hacia los pecadores. Concédele ahora tu misericordia y haz que descanse eternamente contigo en tu Reino. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
DESCANSE EN PAZ.
Y oremos por el próximo cónclave.