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3 de septiembre de 2011

LA GUERRA Y LA PAZ




"la Guerra y la Paz" de Lev (León) Nicolaievich Tolstoi, es uno de mis libros favoritos, además, y como ya lo dije en otro post, he visto todas sus adaptaciones cinematográficas o para televisión, hasta ahora, permanece imbatible la hecha por el cineasta ruso o soviético Sergei Bondiachurk en 1967, y que ví cuando fuí adolescente, aunque la reciente miniserie en la que aparece como una de las protagonistas la francesa Clemence Poesy, conocida por su papel de Fleur de la Coeur en la saga de Harry Potter, resulta ser una excelente versión, lo mismo que la coproducida entre la BBC y Rusia en los 70 con Anthony Hopkins; sin embargo, Bondachiurk dejó la vara muy alta, ya que su versión es la película más cara de la Historia, que al tipo de cambio actual tendría un presupuesto de $700 millones de dólares, la escena que tanto en la novela como en la película es el clímax de la historia es la Batalla de Borodino, librada el 7 de septiembre de 1812, entre la vanguardia de la "Grand Armee" (los efectivos totales de su fuerza invasora eran de 600,000 hombres, la mitad eran franceses, la otra, italianos y alemanes de los territorios sometidos al Imperio) comandada por el propio Napoleón, con un total de 150,000 efectivos y el Ejército Rojo, mandado por el Generalísimo Príncipe Mikhail Ilarionovich Kutuzov, fuerte de 120,000 hombres, ( los rusos podían movilizar millones de hombres, pero en ese entonces todavía no se construía el ferrocarril, y el desplazamiento de las tropas se hacía a pie y caballo, y en el inmenso territorio ruso, con fronteras extensas en Asia Central, Oriente y el Cáucaso, el concentrar la totalidad de las fuerzas en un lado significaba meses.)

 Hoy en día, rodar una escena así (de la que vemos parte al inicio de la entrada), sería fácil, pues se utilizarían efectos digitales, pero el realizador soviético, perfeccionista y detallista a la obsesión, y que decidió adaptar, renglón por renglón y letra por letra la novela de Tolstoi, decidió reconstruir la batalla tal cual, después de todo, el gran novelista ruso describe el hecho de armas en forma trepidante y al detalle, todo, absolutamente todo en la escena es real: hombres y caballos, los movimientos de las unidades corresponden a lo que fue en la realidad, excepto, claro está, que se usaron balas de salva (aunque quién sabe, conociendo a los rusos, jajaja). 

 Tras el éxito que tuvo su película, de 10 horas de duración y que fué exhibida como una trilogía, o como una miniserie en TV, y a pesar de que estamos hablando de fines de los 60 e inicios de los 70 en plena Guerra Fría, se reconoció a Bondachiurk en EUA con el Óscar a la mejor película extranjera y de la mano del productor Dino de Laurentiis filmó una producción Holywoodense en 1973: la película "Waterloo" sobre el ocaso del gran corso, dada la maestría, ampliamente demostrada con su reconstrucción de Borodino, pero también de Austerlitz, que el ruso tenía para filmar escenas bélicas; de hecho, durante toda su carrera él optó por el cine épico e histórico, mostrando, en esos años de competencia entre las súperpotencias, en que Holywood apostaba a las grandes producciones del "peplum", que Rusia podía hacer películas igualmente monumentales. 

 Por supuesto, Bondarchiuk contó con el inestimable apoyo financiero y logístico del gobierno soviético, y así, los extra con los que reconstruyó al ejército rojo zarista y al ejército napoleónico eran todos soldados rusos y un buen nùmero de extras franceses y alemanes en la búsqueda de la fidelidad, el lugar donde se filmó además, corresponde al lugar donde, efectivamente, se libró aquella batalla, y en el que, 130 años después, hubo un combate entre el ejército rojo, nuevamente y otro invasor: las fuerzas nazis, donde había encuadradas varias unidades de la Francia de Vichy y voluntarios galos en las Waffen SS, así como con Napoleón había muchas unidades alemanas correspondientes a las regiones de ese país sometidas a la autoridad del emperador galo, de entre los rusos, varias de las unidades que participaron eran las mismas que habían actuado contra Napoleón, y de hecho, tomaron los estandartes y banderas del museo de la batalla para aumentar su moral y mostrar que, pese al cambio de régimen zarista al comunista, la voluntad y el patriotismo eran los mismos, después de todo, Stalin era un gran admirador del Zar Alejandro I, con quien quiso compararse en su papel de reorganizador de Europa, aquél en el Congreso de Viena y él en Yalta.

--OJO: SPOILERS--

La novela de Tolstoi recoge en sí misma diversos géneros: es fundamentalmente un drama, que gira en torno a tres personajes principales: Pedro Bezhukov, hijo ilegítimo de un noble, enviado a estudiar a Francia e influenciado por las ideas de la Revolución, regresa a Moscú antes de que inicie la Guerra de la Tercera Coalición en 1805 para ser reconocido por su moribundo padre y heredar su cuantiosa fortuna, su amigo, el Príncipe Andrei Bolkonski, perteneciente a una familia muy linajuda y antigua, pero amargado y que no sabe valorar lo que tiene, se une a las fuerzas armadas en busca de romper con su monótona vida de niño rico, y la protagonista femenina, con la que se forma una especie de triángulo amoroso: Natasha Rostova, perteneciente a una familia amiga de ambos, noble pero con problemas económicos. Hay sin embargo, espacio para la acción y aventura, de la mano del hermano de Natasha: Nicolás Rostov, enrolado en el Regimiento de Húsares (caballería ligera) de Pavlogrado y de quien se narran sus hechos bélicos en los diferentes frentes de las Guerras Napoleónicas. La misma narración de Borodino tiene espacio para la acción y aún el suspenso como cuando Pedro Bezhukov, que actúa como verdadero "alter ego" de Tolstoi siendo testigo y principal hilo conductor de la trama, decide acudir como observador al feroz combate, estando en diversas ocasiones a punto de caer muerto, pero sobre todo, cuando él, en la ocupada Moscú, decide intentar matar a Napoleón y ocurre el terrible incendio que forzaría al Corso a ordenar la retirada de la ciudad, donde pensaba pasar el invierno antes de lanzarse contra San Petersburgo, condenando a su ejército a la destrucción a causa del frío y del hambre.

Igualmente hay espacio para el romance, y ahí la principal es Natasha, la joven y hermosa protagonista femenina, tímida y sencilla, es quien conserva la unidad y la fuerza de la familia Rostov mientras alrededor la guerra amenaza con destruir la felicidad y la paz en la que siempre han vivido y la vida misma de sus seres queridos. Natasha vive un enamoramiento de adolescente con Andrés Bolkonski que la tragedia se llevará, mientras que, poco a poco, se dará cuenta de que en el fondo, siempre querrá a Pedro.

La novela tiene una fuerte carga también de crítica a la sociedad zarista de inicios del siglo XIX mostrando la serie de contradicciones que finalmente llevarán al derrumbe del sistema un siglo después y su sustitución por el Comunismo, resultando claro cómo en Tolstoi se perfila ya un pensamiento o una serie de ideas colectivistas e igualitarias y su crítica al régimen, pese a ser miembro de una familia de altísimo abolengo, descendiente del mismo Riurik, fundador del primer Estado ruso y así señala algunos de esos defectos: el esnobismo y los fuertes deseos de que los rusos, al menos, su elite, fueran aceptados como parte de Europa, y así, que preferían hablar hablar francés a su lengua nativa, lo que los alejaba del pueblo llano, que además se encontraba sometido a la más abyecta servidumbre, la adopción de modas y costumbres extranjeras que no podían ocultar del todo sus raíces bárbaras y asiáticas y que les hacía despreciables a los ojos de los franceses, el totalitarismo del sistema zarista, que hacía que a veces la voluntad del zar se impusiera a la de generales más capacitados como en el caso de Austerlitz, donde ignoró los consejos de Kutuzov, las tropas levadas de las masas campesinas, mal entrenadas, peor alimentadas y equipadas, pero sumamente valientes y patriotas.

El autor, además se inspiró en anécdotas y recuerdos de sus parientes; por un lado, la hija de Kutuzov era tía suya, y también eran parientes de él los Volkonski, una familia de militares de alta alcurnia, pues eran descendientes de una rama lateral de la dinastía Riurikovich, primera que reinó en Rusia antes de los Romanov, y que le sirvieron de inspiración para los Bolkonski de la novela (nótese el cambio de grafía entre el apellido real y el ficticio).

Tolstoi se da también espacio para incluir ensayos sobre su particular filosofía de la Historia; mostrando sus ideas colectivistas o socialistas: el individuo no tiene fuerza para guiar por sí a los acontecimientos, sino es la fuerza social, el impulso del pueblo el que condiciona los acontecimientos: los personajes célebres, como Napoleón, son únicamente instrumentos de la fuerza colectiva, de ahí que Tolstoi retrate al Corso como un verdadero loco, ensoberbecido por creerse capaz de dictar el curso de los sucesos, pero que en realidad no se daba cuenta de ser un simple objeto de las fuerzas desatadas por la hegemonía francesa en cuanto a cultura, población y política, y que terminó estallando en la Revolución Francesa; eso, en parte, es cierto, no es explicable Napoleón sin la Revolución Francesa, y la expansión de ésta no es explicable sin la hegemonía europea ejercida por Francia desde mediados del siglo XVII, sin embargo, también es cierto que Napoleón, como Alejandro Magno, o incluso Hitler, aprovecharon esas fuerzas sociales para lograr el poder, y una vez en él, condujeron dichas fuerzas hacia el rumbo que ellos imprimieron o pretendieron imprimir; en la misma Rusia, Lenin tomaría el descontento y el agotamiento del zarismo para implantar el comunismo, y más tarde, Stalin aprovecharía dicho sistema para establecer su poder personal. A fines del siglo XX, las contradicciones internas y debilidades de ese sistema serían conducidas por líderes individuales como Gorbachov o Juan Pablo II, hacia su disolución.

Los alcances de esta obra han sido enormes: no cabe duda que ejerció una influencia tremenda en Boris Pasternak y su épica "Dr. Zhivago", trasladando el contexto de la Guerra Patria de 1812 a la Revolución y Guerra Civil posterior, e incluso, irónicamente, a escritores norteamericanos, donde podemos ver paralelismos entre la novela de Tolstoi y la épica inspiradora de un éxito holywoodense: "Lo que el Viento se Llevó" de Margaret Mitchell, o con la monumental "Norte y Sur" de John Jakes, que fue llevada a la TV en los 80 en una extraordinara miniserie, protagonizada por Patrick Swayze, ambas obras, siguiendo un esquema similar al de Lev Nicolaievich, hablaron sobre la mayor epopeya norteamericana: la Guerra Civil.

La Guerra y la Paz, en definitiva, es una obra extraordinaria, sí, son 1,000 páginas y en estos tiempos de cultura visual muchos sentirán flojera de intentar leerla, pero háganlo, realmente vale la pena: aprenderán Historia y se emocionarán con una historia poderosa y fascinante.

O vean alguna de sus adaptaciones, pero eso sí, eviten la versión de Holywood de 1956 que, aunque cuenta con la actuación de Audrey Hepburn como Natasha, es muy flojita, pretendiendo reducirla a una mera película de acción bélica y con poco presupuesto, y si pueden conseguir la versión de Bondarchuk, pues... felicidades!!


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