Siguiendo con temas constitucionales y desmontando mitos sobre la América Precolombina, (por ahora dejamos a los Mayas a un lado, para hablar de otro pueblo americano muy avanzado) es hora de hablar del curioso caso de los Iroqueses, a quienes, en Estados Unidos se les ha llamado, sobre todo últimamente, como inspiradores de su Constitución e incluso, de la actual igualdad entre hombres y mujeres, ambas cosas son totalmente falsas: la carta magna promulgada en Filadelfia en 1787 fue totalmente inspirada por el constitucionalismo inglés, el racionalismo también surgido entre los filósofos británicos del siglo XVII: Bacon, Hobbes, Locke y Hume, y las cartas de colonización conferidas por la corona británica, y por supuesto, la Ilustración Francesa: Jefferson, Franklin, Hamilton y demás "Padres Fundadores" eran ávidos lectores de Montesquieu, Rousseau, Voltaire y Diderot, además de profundamente racistas hacia los indígenas, es cierto que Franklin habló de la gran autonomía individual de los iroqueses y de su avanzado sistema jurídico, mas lo hizo con curiosidad y con ánimo etnográfico más que con deseos de imitar o adoptar la forma de vida de un pueblo considerado incivilizado o inferior por los WASP, (aunque el científico nativo de Filadelfia era mucho más racional y menos soberbio que sus pares líderes independentistas, pero no exento de prejuicios).
Tradicionalmente se ha dicho que en América sólo han existido dos zonas de alta civilización: Mesoamérica y los Andes, mas esto, poco a poco, se está revelando como incorrecto o parcial: en lo que hoy es Estados Unidos, cada vez hay más pruebas de que florecieron pueblos con civilización desarrollada: tal es el caso de los Anasazi, que habitaron ciudades labradas en el cañón del Colorado y en otras zonas del oeste norteamericano, hoy desérticas, pero que todavía hacia los siglos VII a XII eran fértiles y propicias para la agricultura, o en las riberas del Mississippi, donde se conservan ruinas de pirámides como la de Cahokia y los vestigios de la cultura de los "Mound-Builders" que hacían gigantescos montículos de formas animales o circulares, que evidencian la existencia de ciudades y centros ceremoniales no muy diferentes a las de Mesoamérica, al menos durante el periodo Clásico (s.I-X d.C.); incluso, se han encontrado vestigios de un activo comercio entre el Imperio de Teotihuacán y los pueblos del norte, mientras que los estudios lingüísticos han demostrado la posibilidad de grandes movimientos de población entre el México antiguo y hasta Canadá, no en balde, el nombre de un estado mexicano y el de uno norteamericano:"Michoacán" y "Michigan" tienen la misma raíz y significan lo mismo: "Lugar de peces".
Los Iroqueses fueron un pueblo muy avanzado que habitó en una amplia región entre EUA y Canadá, al este, en los alrededores del Lago Ontario y en el estado de Nueva York. Si bien no construyeron pirámides y lujosos palacios de piedra o ladrillos como los Mayas, sí llegaron a construir pequeñas ciudades fortificadas de madera,--la materia prima más abundante en su territorio--, con empalizadas, y practicaban una economía sustentada en la agricultura del maíz, calabaza y otros cultivos llegados de Mesoamérica, la pesca, la caza y un activo comercio de pieles. Incluso, desarrollaron un deporte-ritual similar en cierto sentido al juego de pelota de los indígenas mesoamericanos, mismo que ahora se sigue practicando, a nivel colegial tanto en EUA como Canadá, con fines meramente lúdicos, muy reglamentado y occidentalizado que le hace ser similar al fútbol americano, pero cargando la pelota en una pequeña red: el Lacroose. En resúmen, si Mesoamérica parecía la versión americana de las civilizaciones del Mediterráneo antiguo; podríamos decir que los Mayas fueron algo así como los Griegos región 4, los Andes y los Incas en especial algo así como el Imperio Persa americanizado, en los Iroqueses vemos una cultura nórdica en versión americana.
Lo más interesante de los Iroqueses fue su sistema político: originalmente no tuvieron unidad política, sino eran 5 tribus o etnias de origen común, aunque en el siglo XVIII se unió una sexta, con propósitos defensivos contra la conquista europea: francesa y británica, en la región. Cada tribu se encontraba dividida en villas o comunidades, que constituían sus ciudades de madera, conformadas por grandes casas de troncos en las que habitaban los diferentes clanes. Estos clanes, además, eran matriarcales y eran dirigidos por ancianas, quienes designaban a los jefes militares de cada clan, los "sachem" y los representantes a las asambleas de las villas, cada villa, a su vez, elegía representantes a la Asamblea Tribal, y las Tribus designaban representantes que acudían a una especie de Parlamento que, junto a un pequeño Consejo que cumplía funciones ejecutivas y de mando militar, ejercían el gobierno de la llamada "Confederación de las Cinco Naciones", o Hadenousanee en lengua iroquesa, que incluso poseía un estandarte propio, mismo que se muestra al inicio de este post y que claramente resultaba ser un Estado como el Imperio de los Incas, o el Mexica.
La historia oral de los Iroqueses señala los origenes de este régimen político, por otro lado tan contrastante con los sistemas monárquicos-teocráticos imperantes en el resto de las civilizaciones nativas de América, señalando que, en el siglo XII, las cinco naciones se encontraban enfrentadas en una larga guerra que había costado miles de vidas; la causa de esa guerra había sido la ambición personal de un chamán llamado Tatodaho, de la tribu de los Onondaga, quien, rompiendo con el tradicional sistema matriarcal había impuesto su mando a toda su nación y ambicionaba fundar una monarquía en su persona (probablemente la influencia de los Mesoamericanos hizo que más de algún caudillo en el norte plantease fundar un reinado inspirado en los sistemas maya, tolteca o teotihuacano) lo que llevó a declararle la guerra a sus vecinos hermanos de raza, sin embargo, la aparición de un personaje al que se conoce únicamente con el nombre de el Pacificador, especie de profeta-legislador, similar al Licurgo espartano o al Solón ateniense, o al Moisés judío, con un plan de paz y de establecimiento de un Estado iroqués con la unificación de todos los pueblos en que se encontraba dividida esa etnia, ganó pronto el apoyo de los líderes de algunas de las tribus.
Finalmente, Tatodaho, cercado por todas las tribus que no aceptaban su dominio, e incluso por los propios Onondaga, que hartos de los largos años de contienda se rebelaron en su contra, se rindió, mas no fue ejecutado, sino perdonado a cambio de que se sometiese al nuevo estado de cosas, anunciado por los dioses a través de un eclipse total de sol, que efectivamente ocurrió y fue visible en la zona habitada por los Iroqueses en 1142. El chamán, obediente a los dictados divinos, juró obediencia al profeta y renunció a sus ambiciones.
El Pacificador entonces dictó su plan de paz, que no era otra cosa que una verdadera constitución, en la que se establecieron, en 117 artículos, las bases para la fundación y la estructura de un verdadero Estado que iba más allá de las pequeñas comunidades de agricultores-cazadores y de los clanes dirigidos por ancianas, pues estableció un sistema que hoy calificaríamos de República Parlamentaria basado en una democracia semidirecta, a base de asambleas. Los clanes encabezados por mujeres se mantenían en la base de todo el sistema, pero los órganos de toma de decisiones, los mandos militares y las autoridades civiles serían elegidas por el voto popular de hombres y mujeres, las asambleas legislativas locales establecían normas y adoptaban decisiones para las villas y los clanes que las conformaban, mientras que una especie de gran parlamento, en el que cada una de las cinco naciones tenía un número de representantes proporcional a la población de cada una de ellas, asumía tanto el papel legislativo para todo el Estado como controlaba la actuación del consejo ejecutivo del mismo, formado por el líder guerrero de cada una de las Naciones, declaraba la guerra o celebraba la paz con los pueblos enemigos y resolvía las controversias que podían suscitarse al interior de la confederación.
Como se ve, si bien es cierto que se establecía un sistema republicano y democrático, está muy lejos de ser el punto de partida del sistema político norteamericano; por el contrario, presenta puntos en común con la otra excepción a la regla monárquica de la América antigua que fue Tlaxcala al momento de la Conquista española, donde si bien es cierto que no había un sistema democrático, sino más bien aristocrático, donde la elite náhuatl gobernaba sobre una población mayoritariamente otomí, y constituía un senado y un consejo de gobierno conformado por los 4 señores feudales que ejercían en forma hereditaria el poder sobre los 4 señoríos que, federados, constituyeron la República de Tlaxcala, tienen en común que se trata de claras evoluciones de una primitiva democracia tribal y de asambleismo; además, a diferencia de los Estadounidenses, los Iroqueses, si bien gozaban de una gran autonomía individual y de igualdad entre hombres y mujeres, no por ello eran ajenos al colectivismo o comunitarismo tradicional de los pueblos indígenas americanos tal y como queda claro en las grandes casas de madera en las que habitaba un clan entero en cada una, no existía propiedad privada, sino colectiva, y las asambleas tomaban decisiones a favor de las comunidades, no de los individuos.
Por otro lado, los Iroqueses carecían de escritura, a diferencia de los pueblos mesoamericanos, por lo que resulta ilusorio que, a pesar de la utilización de los tótems o troncos sagrados esculpidos como recurso mnemotécnico, la Gran Ley de la Paz, nombre con el que se conocía a la ley fundamental iroquesa existiese con un formato sistematizado en 117 artículos exactos y con un texto preciso, conservada en tradiciones orales, es muy posible que evolucionara desde el siglo XII hasta el XVI en que llegaron los europeos, y no se diga hasta finales del siglo XVIII en que Franklin y otros líderes independentistas norteamericanos trataron con este pueblo indígena. Habría que preguntarse si no fueron los Iroqueses, en su etapa final, antes de ser sometidos completamente por los Ingleses, influenciados por el pensamiento europeo y modificaron sus leyes con base en ideas recibidas por los misioneros católicos franceses o el contacto con comerciantes y dirigentes británicos, a través de los cuales llegó el Cristianismo y llegó también el pensamiento occidental.
La idea de que la Gran Ley de la Paz de los Iroqueses influyó en la Constitución Estadounidense surgió por primera vez en 1987 durante las celebraciones del bicentenario de la carta de Filadelfia, y parece más bien una idea surgida de un indigenismo, extraño en EUA, donde tradicionalmente se ha menospreciado a los indígenas, motivado pro razones políticas, sobre todo, por una "mala conciencia" un remordimiento por la tragedia que significó para los pueblos nativos de América del Norte tanto la conquista y colonización británica como la expansión del Estados Unidos independiente. A diferencia de los Españoles, sobre los cuales se creó una leyenda negra y se les ha acusado de multitud de crímenes, los anglosajones crearon el mito, sobre todo a través del cine, del indio salvaje que era un obstáculo para la civilización representada por los colonos y sus carretas de toldo blanco. Se representaba con heroismo la masacre de miles de guerreros indígenas que luchaban por sus territorios ancestrales y no ser encerrados en reservaciones, como animales en peligro de extinción y vestigios de un pasado olvidado para bien, se ocultaba cómo la política de los Gobiernos Estadounidenses posteriores a la Guerra Civil dictaminó la casi extinción del búfalo o bisonte americano para provocar el hambre entre las poblaciones indígenas, y que el Coronel George Armstron Custer no era ni un valiente y hábil militar ni un "amigo de los indios" traicionado por éstos como lo retrató Errol Flynn, sino un genocida, megalómano y cruel que incluso, durante la Guerra Civil se destacó por su torpeza en el mando y su brutalidad para con los prisioneros confederados.
Se ocultó cómo los ingleses entregaban a los comerciantes indígenas, entre ellos los Iroqueses, mercancías tales como cobijas, mantas y telas que habían sido de enfermos de viruela o sarampión para enfermarlos deliberadamente y que así murieran, o que los consideraban pueblos inferiores, producto del demonio al no aparecer mencionados en la Biblia, o ser los posibles descendientes de los "Hijos de Dios" y las "Hijas de los Hombres" que menciona el Génesis y por ello no eran dignos de recibir el Evangelio. En el caso de los Iroqueses, incluso, fueron usados tanto por Británicos como Franceses en el transcurso de la Guerra de los 7 Años" en la cual se provocó su sometimiento final a la corona británica.
Si los "Padres Fundadores" admiraban tanto a la legislación iroquesa y la usaron como base para constituir su Estado independiente, entonces cómo se explica que esos mismos líderes les arrebataran territorios a la ya muy debilitada Confederación indígena, despoblados tras las epidemias y la guerra francobritánica por el control de Canadá, sin pagarles indemnización alguna como se habia pactado con ellos originalmente. ¿Porqué no invitaron a los Iroqueses a constituirse como un estado federado de la nueva Nación?
Así, esta pretendida inspiración iroquesa en la constitución norteamericana, e incluso en el escudo nacional, ya que han señalado qeu la Gran Ley de la Paz se representaba como un árbol (visible al centro del estandarte de los Iroqueses) sobre el que se paraba un águila, que no aparece, cuando en realidad, el águila calva fue elegida para, por un lado, mostrar la inspiración imperial del fantasma romano que ha volado sobre todo Occidente y todos los imperios que surgieron posteriormente de la herencia de la ciudad de las siete colinas: Alemania, Rusia, Austria, por ejemplo, y que fuese una especie de águila netamente americana como es ésta de cabeza blanca. (México es la excepción, el águila de su escudo surge netamente de una leyenda indígena sobre la fundación de la Ciudad de México, y es un símbolo solar, nada que ver con pretensiones romanistas), es toda una manipulación indigenista tanto para enraizar el pretendido y casi inexistente nacionalismo norteamericano en el pasado precolombino y por otro, una reivindicación de los pueblos indígenas; es de recordar que posteriormente al inicio de este debate sobre la influencia indígena en la constitución norteamericana, aparecieron algunos filmes holywoodenses en los que cambiaba la visión sobre los indios: "Danza con Lobos" de Kevin Costner quizá sea el más representativo, en el que sin ambages, se habla claramente de la cruel política norteamericana destinada al exterminio de los indígenas.
Así que, para que vean, hay muchos más puntos en común entre los Estadounidenses y nuestros países latinoamericanos, entre ellos, el cacareado indigenismo y la manipulación histórica y política para sustentar nuestros artificiales nacionalismos y nuestras todavía no claras identidades, y así, aunque en realidad seamos descendientes de inmigrantes y de mezclas raciales, en México nos han enseñado a que venimos de los Aztecas, y a los Peruanos que son lso mismos Incas modernizados, y por lo visto, en EUA ya han querido también meterles en la cabeza que, pese a ser rubios o negros, son los herederos directos de los Iroqueses, quienes, hoy en dia, yacen languideciendo en el olvido y el alcohol entre Canadá y Nueva York o como inmigrantes trabajando en Francia, entre tanto, los descendientes de aquellos que los exterminaron, se paran el cuello como seguidores de su antigua Gran Ley de la Paz...
La historia oral de los Iroqueses señala los origenes de este régimen político, por otro lado tan contrastante con los sistemas monárquicos-teocráticos imperantes en el resto de las civilizaciones nativas de América, señalando que, en el siglo XII, las cinco naciones se encontraban enfrentadas en una larga guerra que había costado miles de vidas; la causa de esa guerra había sido la ambición personal de un chamán llamado Tatodaho, de la tribu de los Onondaga, quien, rompiendo con el tradicional sistema matriarcal había impuesto su mando a toda su nación y ambicionaba fundar una monarquía en su persona (probablemente la influencia de los Mesoamericanos hizo que más de algún caudillo en el norte plantease fundar un reinado inspirado en los sistemas maya, tolteca o teotihuacano) lo que llevó a declararle la guerra a sus vecinos hermanos de raza, sin embargo, la aparición de un personaje al que se conoce únicamente con el nombre de el Pacificador, especie de profeta-legislador, similar al Licurgo espartano o al Solón ateniense, o al Moisés judío, con un plan de paz y de establecimiento de un Estado iroqués con la unificación de todos los pueblos en que se encontraba dividida esa etnia, ganó pronto el apoyo de los líderes de algunas de las tribus.
Finalmente, Tatodaho, cercado por todas las tribus que no aceptaban su dominio, e incluso por los propios Onondaga, que hartos de los largos años de contienda se rebelaron en su contra, se rindió, mas no fue ejecutado, sino perdonado a cambio de que se sometiese al nuevo estado de cosas, anunciado por los dioses a través de un eclipse total de sol, que efectivamente ocurrió y fue visible en la zona habitada por los Iroqueses en 1142. El chamán, obediente a los dictados divinos, juró obediencia al profeta y renunció a sus ambiciones.
El Pacificador entonces dictó su plan de paz, que no era otra cosa que una verdadera constitución, en la que se establecieron, en 117 artículos, las bases para la fundación y la estructura de un verdadero Estado que iba más allá de las pequeñas comunidades de agricultores-cazadores y de los clanes dirigidos por ancianas, pues estableció un sistema que hoy calificaríamos de República Parlamentaria basado en una democracia semidirecta, a base de asambleas. Los clanes encabezados por mujeres se mantenían en la base de todo el sistema, pero los órganos de toma de decisiones, los mandos militares y las autoridades civiles serían elegidas por el voto popular de hombres y mujeres, las asambleas legislativas locales establecían normas y adoptaban decisiones para las villas y los clanes que las conformaban, mientras que una especie de gran parlamento, en el que cada una de las cinco naciones tenía un número de representantes proporcional a la población de cada una de ellas, asumía tanto el papel legislativo para todo el Estado como controlaba la actuación del consejo ejecutivo del mismo, formado por el líder guerrero de cada una de las Naciones, declaraba la guerra o celebraba la paz con los pueblos enemigos y resolvía las controversias que podían suscitarse al interior de la confederación.
Como se ve, si bien es cierto que se establecía un sistema republicano y democrático, está muy lejos de ser el punto de partida del sistema político norteamericano; por el contrario, presenta puntos en común con la otra excepción a la regla monárquica de la América antigua que fue Tlaxcala al momento de la Conquista española, donde si bien es cierto que no había un sistema democrático, sino más bien aristocrático, donde la elite náhuatl gobernaba sobre una población mayoritariamente otomí, y constituía un senado y un consejo de gobierno conformado por los 4 señores feudales que ejercían en forma hereditaria el poder sobre los 4 señoríos que, federados, constituyeron la República de Tlaxcala, tienen en común que se trata de claras evoluciones de una primitiva democracia tribal y de asambleismo; además, a diferencia de los Estadounidenses, los Iroqueses, si bien gozaban de una gran autonomía individual y de igualdad entre hombres y mujeres, no por ello eran ajenos al colectivismo o comunitarismo tradicional de los pueblos indígenas americanos tal y como queda claro en las grandes casas de madera en las que habitaba un clan entero en cada una, no existía propiedad privada, sino colectiva, y las asambleas tomaban decisiones a favor de las comunidades, no de los individuos.
Por otro lado, los Iroqueses carecían de escritura, a diferencia de los pueblos mesoamericanos, por lo que resulta ilusorio que, a pesar de la utilización de los tótems o troncos sagrados esculpidos como recurso mnemotécnico, la Gran Ley de la Paz, nombre con el que se conocía a la ley fundamental iroquesa existiese con un formato sistematizado en 117 artículos exactos y con un texto preciso, conservada en tradiciones orales, es muy posible que evolucionara desde el siglo XII hasta el XVI en que llegaron los europeos, y no se diga hasta finales del siglo XVIII en que Franklin y otros líderes independentistas norteamericanos trataron con este pueblo indígena. Habría que preguntarse si no fueron los Iroqueses, en su etapa final, antes de ser sometidos completamente por los Ingleses, influenciados por el pensamiento europeo y modificaron sus leyes con base en ideas recibidas por los misioneros católicos franceses o el contacto con comerciantes y dirigentes británicos, a través de los cuales llegó el Cristianismo y llegó también el pensamiento occidental.
La idea de que la Gran Ley de la Paz de los Iroqueses influyó en la Constitución Estadounidense surgió por primera vez en 1987 durante las celebraciones del bicentenario de la carta de Filadelfia, y parece más bien una idea surgida de un indigenismo, extraño en EUA, donde tradicionalmente se ha menospreciado a los indígenas, motivado pro razones políticas, sobre todo, por una "mala conciencia" un remordimiento por la tragedia que significó para los pueblos nativos de América del Norte tanto la conquista y colonización británica como la expansión del Estados Unidos independiente. A diferencia de los Españoles, sobre los cuales se creó una leyenda negra y se les ha acusado de multitud de crímenes, los anglosajones crearon el mito, sobre todo a través del cine, del indio salvaje que era un obstáculo para la civilización representada por los colonos y sus carretas de toldo blanco. Se representaba con heroismo la masacre de miles de guerreros indígenas que luchaban por sus territorios ancestrales y no ser encerrados en reservaciones, como animales en peligro de extinción y vestigios de un pasado olvidado para bien, se ocultaba cómo la política de los Gobiernos Estadounidenses posteriores a la Guerra Civil dictaminó la casi extinción del búfalo o bisonte americano para provocar el hambre entre las poblaciones indígenas, y que el Coronel George Armstron Custer no era ni un valiente y hábil militar ni un "amigo de los indios" traicionado por éstos como lo retrató Errol Flynn, sino un genocida, megalómano y cruel que incluso, durante la Guerra Civil se destacó por su torpeza en el mando y su brutalidad para con los prisioneros confederados.
Se ocultó cómo los ingleses entregaban a los comerciantes indígenas, entre ellos los Iroqueses, mercancías tales como cobijas, mantas y telas que habían sido de enfermos de viruela o sarampión para enfermarlos deliberadamente y que así murieran, o que los consideraban pueblos inferiores, producto del demonio al no aparecer mencionados en la Biblia, o ser los posibles descendientes de los "Hijos de Dios" y las "Hijas de los Hombres" que menciona el Génesis y por ello no eran dignos de recibir el Evangelio. En el caso de los Iroqueses, incluso, fueron usados tanto por Británicos como Franceses en el transcurso de la Guerra de los 7 Años" en la cual se provocó su sometimiento final a la corona británica.
Si los "Padres Fundadores" admiraban tanto a la legislación iroquesa y la usaron como base para constituir su Estado independiente, entonces cómo se explica que esos mismos líderes les arrebataran territorios a la ya muy debilitada Confederación indígena, despoblados tras las epidemias y la guerra francobritánica por el control de Canadá, sin pagarles indemnización alguna como se habia pactado con ellos originalmente. ¿Porqué no invitaron a los Iroqueses a constituirse como un estado federado de la nueva Nación?
Así, esta pretendida inspiración iroquesa en la constitución norteamericana, e incluso en el escudo nacional, ya que han señalado qeu la Gran Ley de la Paz se representaba como un árbol (visible al centro del estandarte de los Iroqueses) sobre el que se paraba un águila, que no aparece, cuando en realidad, el águila calva fue elegida para, por un lado, mostrar la inspiración imperial del fantasma romano que ha volado sobre todo Occidente y todos los imperios que surgieron posteriormente de la herencia de la ciudad de las siete colinas: Alemania, Rusia, Austria, por ejemplo, y que fuese una especie de águila netamente americana como es ésta de cabeza blanca. (México es la excepción, el águila de su escudo surge netamente de una leyenda indígena sobre la fundación de la Ciudad de México, y es un símbolo solar, nada que ver con pretensiones romanistas), es toda una manipulación indigenista tanto para enraizar el pretendido y casi inexistente nacionalismo norteamericano en el pasado precolombino y por otro, una reivindicación de los pueblos indígenas; es de recordar que posteriormente al inicio de este debate sobre la influencia indígena en la constitución norteamericana, aparecieron algunos filmes holywoodenses en los que cambiaba la visión sobre los indios: "Danza con Lobos" de Kevin Costner quizá sea el más representativo, en el que sin ambages, se habla claramente de la cruel política norteamericana destinada al exterminio de los indígenas.
Así que, para que vean, hay muchos más puntos en común entre los Estadounidenses y nuestros países latinoamericanos, entre ellos, el cacareado indigenismo y la manipulación histórica y política para sustentar nuestros artificiales nacionalismos y nuestras todavía no claras identidades, y así, aunque en realidad seamos descendientes de inmigrantes y de mezclas raciales, en México nos han enseñado a que venimos de los Aztecas, y a los Peruanos que son lso mismos Incas modernizados, y por lo visto, en EUA ya han querido también meterles en la cabeza que, pese a ser rubios o negros, son los herederos directos de los Iroqueses, quienes, hoy en dia, yacen languideciendo en el olvido y el alcohol entre Canadá y Nueva York o como inmigrantes trabajando en Francia, entre tanto, los descendientes de aquellos que los exterminaron, se paran el cuello como seguidores de su antigua Gran Ley de la Paz...
2 comentarios:
En ese asunto veo una maniobra para dotar de indigenismo a un sistema político completamente extranjero y con ello obtener la legitimidad del origen nativo. Cuando en realidad, y como muy bien dices, no hicieron más que exterminarlos de mil maneras para poder hacer sus negocios.
Y los aztecas solo llegaron a la zona mesoamericana un siglo antes que los españoles por lo que casi casi se les podía considerar también como extranjeros.
Exacto, y volvemos al gran problema de los países americanos: la búsqueda de una legitimidad histórica; rechazando la herencia europea en ambos casos: británica en el caso de EUA e hispánica en el caso de México y otros países hispanoamericanos, pretendiendo ser ajenos al fenómeno de la colonización y el transplante de la Civilización Occidental a nuestro continente, y ser así un "Nuevo Mundo" se ha buscado la legitimidad en el pasado indígena, quizá también como una forma de legitimar o justificar los movimientos independentistas que nos dieron origen y que no pueden sustentarse en diferencias culturales con el Occidente de Europa.
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