Imágenes como la de arriba de la verdadera batalla campal registrada el pasado 22 de marzo en las tribunas del Estadio Jalisco, aquí en Guadalajara, son estremecedoras, vergonzantes y evidencia clara del triste derrotero de decadencia y hasta de disolución del Estado Mexicano en el que nos encontramos embarcados: ya no solamente es la delincuencia organizada la que ha demostrado que el aparato de seguridad del Estado se encuentra rebasado e inoperante, tampoco son los grupos políticos de Izquierda, sindicalistas u otros que crecieron en poder y presencia bajo el contubernio y el patrocinio de dirigentes, gobiernos locales y administraciones federales, y que gozan de amplia impunidad para hacer lo que les plazca ante una autoridad timorata por la eterna remembranza de 1968 y la represión en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, ahora son los hinchas del cada vez más mediocre, corrompido y aburrido fútbol mexicano.
Lo patético no es que se haya suscitado una gresca en un estadio deportivo, algo que puede ocurrir hasta en países del "Mundo desarrollado", lo que es un reflejo del pésimo estado del ejercicio de la autoridad gubernamental es la pasmosa incapacidad de la policía municipal para detener los disturbios y que incluso, los policías terminen siendo víctimas de los vándalos, como se ve en la foto en que el agente, ya prácticamente inconsciente, siga siendo vapuleado por una turba de vándalos que incluso lo colocaron al borde de la muerte; algo que evidencia los bajísimos presupuestos destinados a una función tan esencial del Estado como es la seguridad pública, la falta total de entrenamiento y capacitación de los oficiales de policía y la ineptitud absoluta de sus mandos que no saben diseñar estrategias y tácticas para enfrentar este tipo de contingencias.
Pero además, esto evidencia la carencia cada vez mayor de valores morales en nuestra sociedad, sobre todo de una juventud --los vándalos que han sido ya consignados por el Ministerio Público ante Jueces de lo criminal tienen edades que oscilan entre los 18 y 28 años-- que carente de una adecuada formación en el hogar y una pésima enseñanza en las escuelas, así como de empleos dignos y bien remunerados, encuentra en grupos, sean pandillas, bandas criminales o estas "barras bravas" un fenómeno importado (en México siempre copiamos lo malo de otros países, nunca lo bueno) de Argentina de la mano de la andanada de futbolistas mediocres llegados de dicho país austral y que aquí son presentados como las grandes estrellas de los equipos mexicanos, aunque en su tierra sean perfectos desconocidos, un grupo en el que obtienen identidad, compañerismo y hasta reconocimiento que se les niega en otros ámbitos, como una especie de sucedáneo de dignidad.
¿Qué nos está sucediendo? Nadie lo quiere reconocer, y es políticamente incorrecto decirlo, pero yo lo voy a decir: todo esto es el producto de la democratización que empezó a vivirse desde los años 90; México, lo repito, es un país estructurado por controles verticales desde las sociedades prehispánicas que eran gobernadas por monarquías teocráticas y absolutas; durante la época virreinal, se estableció un régimen igualmente monárquico, en el que no se llegaron a formar Cortes o asambleas parlamentarias a diferencia de España, por lo que no se generó una cultura del debate político o de la toma colectiva de decisiones como ocurrió en Europa y sería el germen del parlamentarismo, sólo los Ayuntamientos se formaron sobre principios democráticos, mismos que existían desde la época de los Romanos en España y llegaron con Hernán Cortés a Veracruz en 1519.
Y sin embargo, los Ayuntamientos son en México el eslabón más débil de la cadena de autoridad: ¿porqué? Porque desde la Independiencia los mismos fueron colocados bajo el control de autoridades superiores, intermediarios que borraron su autonomía o se les acotó en el aspecto financiero: desde la Constitución de 1824 a la de 1857 se estableció la figura del "Jefe Político" que controlaba regiones al interior de los estados y que fueron una forma de darle cobertura legal a la nefasta figura del cacique, y posteriormente, cuando nuestra actual carta fundamental de 1917 abolió a tan odiosa figura, se estableció un control financiero sobre los Municipios, que desde entonces no han podido recaudar sus propios recursos en gran parte, solo el Impuesto Predial, el de Hospedajes y algún otro, pero en su mayoría, los Municipios viven de la caridad de la Federación y los Gobiernos Estatales.
Así, resulta contrastante el caso de los municipios o "condados" en Estados Unidos, donde hasta el más pequeño puede costearse un departamento de policía más o menos operativo con capacidad de enfrentar perturbaciones a la paz pública o incluso investigar la comisión de delitos en su área territorial, no se diga el caso de ciudades grandes como Nueva York o Los Angeles, salvo el caso de grandes disturbios o motines, como los vividos en décadas pasadas por motivos sobre todo raciales o verdaderos conatos de insurrección como el caso de Waco, Texas y los Davidianos.
Aquí en México, las corporaciones policíacas mexicanas municipales se encuentran inoperantes y corrompidas ante los bajísimos salarios que perciben los oficiales y su notoria falta de entrenamiento y capacidad, no hay profesionalización de los policías, ni hay recursos para lograrlo, el modelo de policía, con la preventiva a los Municipios, y la investigadora a cargo de los Ministerios Públicos estatales, tomado del modelo francés de la época de Napoleón, no ha cambiado en absoluto más que de nombre con cada gobierno, que pretende dárselas de innovador por los cambios de logotipos, publicidad oficial y demás pero sin alterar la sustancia. El caso michoacano es ilustrativo respecto a ello, si ahora en ese estado reina la anarquía y poderes fácticos como las Autodefensas se han ganado el apoyo del pueblo y aparecen como los redentores a pesar de que todo indica que son simplemente las bandas rivales de Templarios y Zetas es porque los Municipios demostraron ser incapaces de brindar seguridad a sus pobladores, después, fue como castillo de naipes y los municipios debilitados motivaron el derrumbe del poder local, hoy intervenido por un Comisionado designado por el propio Presidente Peña.
Pero no solo aquí vemos la inoperancia absoluta de nuestras autoridades: el Gobierno de Jalisco ha sido completamente incapaz de poner orden en el sistema de transporte público de Guadalajara, igualmente, se espera toda una odisea de dimes y diretes y bloqueos entre partidos políticos ante el anuncio de la construcción de la línea 3 del tren ligero o metro de la ciudad, no es posible que se haya dejado crecer el problema, que no podamos subirnos a autobuses dignos o contar con conductores debidamente entrenados y formados para la prestación del servicio; aunque también, ¿de qué serviría contar con autobuses dignos si los propios pasajeros los vandalizan? Cualquiera que se ha subido a un camión puede ver grafittis al interior, basura o en el colmo del ocio destructivo, como se ha perforado y sacado el relleno de los asientos por los usuarios.
Todo México, como Estado, como Nación y como Sociedad está en crisis, y esto va más allá del aspecto económico, tiene que ver con la destrucción de las familias, la extensión del vicio, el olvido o de plano ataque a la virtud, el materialismo, el hedonismo, la pereza que se han extendido en todos los ámbitos, quizá siguiendo el ejemplo de las autoridades: a los Perredistas les interesa mucho legalizar abortos, la aceptación de la homosexualidad o el consumo de drogas, pero provocaron el primer escándalo de corrupción y el primer daño al funcionamiento al Metro de la Ciudad de México con su "Línea Dorada" o Línea 12, construida bajo el Gobierno de Marcelo Ebrard, el mismo que legalizó aberraciones y el genocidio silencioso de niños y le dedicó un monumento al sátrapa brutal de Azerbaiyán a cambio de una cuantiosa suma, a los Panistas no les interesa legislar para lograr una mayor libertad económica, ni el castigo a aquellos de sus militantes que participaron en el colosal fraude de la empresa "Oceanografía", contratista de PEMEX, están muy ocupados en destrozarse entre ellos con motivo de la renovación de su dirigencia nacional y en tapar las corruptelas, inepcias y abusos de los Gobiernos de Calderón y Fox, mientras el PRI se muestra incapaz de reconstruir el sistema anterior y de cambiar, pues no deja sus antiguas y cleptómanas costumbres, o ha llevado al poder a gentes incapaces o de plano estúpidas como parece en el caso de Guadalajara y del Estado de Jalisco en general.
Deberíamos recordar aquella frase de Don Porfirio Díaz que establecía cuál era la clave para el progreso de México: "Poca política y mucha administración", con la Democracia, la tolerancia, el liberalismo, se han roto los controles verticales que estructuraban al Estado, a la sociedad y hasta a las familias mexicanas, quizá la previsible caída de Occidente y sus modelos, tema del mes tras los acontecimientos en Ucrania, conlleven un cambio de modelos con el ascenso de potencias autoritarias como Rusia o China, México necesita el regreso de un esquema autoritario, --aunque quizá esta afirmación no le guste a muchos, lo cual me importa una pura y dos con sal-- es eso o su destrucción. Esperemos que cuando ese cambio suceda no sea demasiado tarde.