Bueno... no sé porqué salió el vídeo como acostado, en fin... la semana pasada, en el campus universitario donde doy clase: la Universidad del Valle de México, en Guadalajara, tuvimos un invitado de lujo: el Doctor Jaime Mayor Oreja, ex-ministro del Interior del Gobierno Español y también ex-eurodiputado.
La conferencia fue titulada Criminalidad Organizada, y se centró fundamentalmente en las vivencias del Dr. Mayor Oreja a su paso por el Ministerio del Interior español y su lucha contra la organización terrorista vasca Euskadi ta Azkatasuna, mejor conocida por las siglas ETA, bajo el mandato de José María Aznar, a fines de la década de los noventa e inicios de este siglo. No cabe duda que durante ese periodo, la lucha antiterrorista dirigida por el Estado español en contra de la temible banda separatista conoció grandes avances, mismos que, como dijo el propio expositor después en la sesión de preguntas y respuestas, ante el cuestionamiento de uno de los alumnos, después han sido desperdiciados por la actuación --lamentable-- de las administraciones de José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy que se han sentado a negociar con esta organización, de naturaleza puramente criminal por sus actividades y formas de financiamiento, en vez de continuar con su estrangulamiento hasta la extinción.
Aún así, lo narrado por el conferencista se relacionó con la situación de México: es evidente, los carteles del narcotráfico, trata de personas y demás actividades delictuosas que se despliegan en nuestro país han abandonado los marcos de la mera delincuencia para entrar ya a los terrenos de los riesgos a la seguridad nacional y actuar totalmente como organizaciones terroristas: los narcobloqueos, por ejemplo, que han ocurrido en diversas ciudades del país, como Reynosa, Tamaulipas hace poco, o las emboscadas a personal policiaco y militar aquí en Jalisco, demuestran que se trata ahora de acciones tendientes a difundir el miedo entre la población civil y, de esa manera, ejercer presión sobre un Gobierno, tanto a nivel Federal como local, que se encuentra a la defensiva y sometido a presiones de todo tipo, principalmente políticas en un verdadero ambiente de crisis.
Mayor Oreja narró que la acción antiterrorista no pudo haber sido exitosa sin un factor primordial: la unidad de la sociedad y el apoyo dado al Gobierno en contra de la violencia ejercida por la ETA, además del consenso de las fuerzas políticas en torno a las medidas asumidas por las autoridades en contra del terrorismo, así como la planeación a largo plazo, ajena a cuestiones electorales. Es ahí donde viene el momento de la reflexión y la inevitable comparación con la situación mexicana, que por momentos, parece mucho más complicada que la española en el momento más álgido de la actividad asesina de los etarras.
Para empezar, nuestras fuerzas políticas son enormemente alérgicas a la idea de cualquier consenso o alianza para atacar un problema común a toda la sociedad, por el contrario, cada una espera con ansia el fracaso de la otra ante tal o cual problema o situación para echárselo en cara y utilizarlo como bandera de campaña; de igual manera, no existe en nuestros políticos una verdadera mentalidad de estadistas, sino que en todos impera la mentalidad a corto plazo, y ese plazo está definido por los procesos electorales cada tres años, como sucede en la actualidad: resulta una muestra clara de ello lo ocurrido en el caso Iguala-Ayotzinapa, responsabilidad de un alcalde de izquierda coludido con alguna organización criminal: la Izquierda permaneció impertérrita ante ello y por el contrario, supo, a través de sus corifeos en los medios de comunicación, como Carmen Aristegui, echarle la culpa al Gobierno Federal para debilitar las posiciones electorales del PRI de cara a las elecciones de este año... astucia política, desvergüenza completa y hasta maldad pura se evidencian en esta actuación.
En segundo lugar, está el factor cultural y social: Mayor Oreja es acertado al decir que los ciudadanos debemos dejar de esperar que el Gobierno resulte exitoso en sus acciones y dejarle todo a él, si se quiere combatir a la violencia, debe empezarse por uno mismo: organizarse, exigir, apoyar al Gobierno y a las fuerzas de seguridad pero al mismo tiempo plantear su transformación a fin de que su actuar sea correcto y confiable, sin embargo, es muy difícil hacerlo ante una sociedad acostumbrada al paternalismo y a la pasividad, además de que, a la vez, está muy arraigada en la gente una opinión negativa y hasta hostil hacia las autoridades --que se lo han ganado a pulso y poco hacen por obtener la confianza y la opinión favorable de los gobernados, como ha quedado evidenciado en los últimos meses-- mientras que el criminal, en no pocos casos, he visto como un héroe o ejemplo a seguir: hemos hablado aquí incluso hasta del extraño culto o veneración que recibe Jesús Malverde, bandido sinaloense de la época de Porfirio Díaz, o la historia de otros delincuentes como Chucho "el Roto" de esa misma época o la figura de Pancho Villa, que son vistos como rebeldes en contra de Gobiernos corruptos, coludidos con los ricos y opresores de la gente pobre, y que esto persiste hasta nuestros días, por ello la moda de los "narcocorridos" que narran las "hazañas" de los narcotraficantes como si fuesen actos heróicos. Para mucha gente, ante un panorama escaso de oportunidades, el crimen es visto como una opción válida para superar la pobreza y la marginación y lograr no solo riqueza, sino hasta reconocimiento social.
Como sea, la conferencia espero, no haya dejado a la comunidad universitaria indiferente y haya llevado a pensar a los estudiantes: si queremos realmente un cambio, éste debe empezar desde abajo hacia arriba; todo puede comenzar con pequeños cambios personales: un mayor respeto a los demás, dejar de escuchar música relacionada con los narcotraficantes, dejar de tener ciertas modas, y asumir una actitud más cívica y participativa; así como la práctica de los ahora perdidos valores morales; porque un gran acierto que tiene este señor, y que así lo expresó en el Parlamento de Estrasburgo al frente de la bancada conservadora europea es que Occidente se encuentra sumido no en una crisis, sino en LA crisis, en que se ha optado con la ruptura con todo aquello que enraizaba nuestra cultura y fundamentaba nuestra civilización. Sin raíces, sin bases, el enorme árbol occidental, que ha crecido muy alto, no tendrá otra más que caer, para gusto de los carroñeros que ya giran en torno del podrido tronco, esperando que se desplome. No sé si aún estamos a tiempo de evitarlo, pero al menos, valdría la pena intentarlo.
La conferencia fue titulada Criminalidad Organizada, y se centró fundamentalmente en las vivencias del Dr. Mayor Oreja a su paso por el Ministerio del Interior español y su lucha contra la organización terrorista vasca Euskadi ta Azkatasuna, mejor conocida por las siglas ETA, bajo el mandato de José María Aznar, a fines de la década de los noventa e inicios de este siglo. No cabe duda que durante ese periodo, la lucha antiterrorista dirigida por el Estado español en contra de la temible banda separatista conoció grandes avances, mismos que, como dijo el propio expositor después en la sesión de preguntas y respuestas, ante el cuestionamiento de uno de los alumnos, después han sido desperdiciados por la actuación --lamentable-- de las administraciones de José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy que se han sentado a negociar con esta organización, de naturaleza puramente criminal por sus actividades y formas de financiamiento, en vez de continuar con su estrangulamiento hasta la extinción.
Aún así, lo narrado por el conferencista se relacionó con la situación de México: es evidente, los carteles del narcotráfico, trata de personas y demás actividades delictuosas que se despliegan en nuestro país han abandonado los marcos de la mera delincuencia para entrar ya a los terrenos de los riesgos a la seguridad nacional y actuar totalmente como organizaciones terroristas: los narcobloqueos, por ejemplo, que han ocurrido en diversas ciudades del país, como Reynosa, Tamaulipas hace poco, o las emboscadas a personal policiaco y militar aquí en Jalisco, demuestran que se trata ahora de acciones tendientes a difundir el miedo entre la población civil y, de esa manera, ejercer presión sobre un Gobierno, tanto a nivel Federal como local, que se encuentra a la defensiva y sometido a presiones de todo tipo, principalmente políticas en un verdadero ambiente de crisis.
Mayor Oreja narró que la acción antiterrorista no pudo haber sido exitosa sin un factor primordial: la unidad de la sociedad y el apoyo dado al Gobierno en contra de la violencia ejercida por la ETA, además del consenso de las fuerzas políticas en torno a las medidas asumidas por las autoridades en contra del terrorismo, así como la planeación a largo plazo, ajena a cuestiones electorales. Es ahí donde viene el momento de la reflexión y la inevitable comparación con la situación mexicana, que por momentos, parece mucho más complicada que la española en el momento más álgido de la actividad asesina de los etarras.
Para empezar, nuestras fuerzas políticas son enormemente alérgicas a la idea de cualquier consenso o alianza para atacar un problema común a toda la sociedad, por el contrario, cada una espera con ansia el fracaso de la otra ante tal o cual problema o situación para echárselo en cara y utilizarlo como bandera de campaña; de igual manera, no existe en nuestros políticos una verdadera mentalidad de estadistas, sino que en todos impera la mentalidad a corto plazo, y ese plazo está definido por los procesos electorales cada tres años, como sucede en la actualidad: resulta una muestra clara de ello lo ocurrido en el caso Iguala-Ayotzinapa, responsabilidad de un alcalde de izquierda coludido con alguna organización criminal: la Izquierda permaneció impertérrita ante ello y por el contrario, supo, a través de sus corifeos en los medios de comunicación, como Carmen Aristegui, echarle la culpa al Gobierno Federal para debilitar las posiciones electorales del PRI de cara a las elecciones de este año... astucia política, desvergüenza completa y hasta maldad pura se evidencian en esta actuación.
En segundo lugar, está el factor cultural y social: Mayor Oreja es acertado al decir que los ciudadanos debemos dejar de esperar que el Gobierno resulte exitoso en sus acciones y dejarle todo a él, si se quiere combatir a la violencia, debe empezarse por uno mismo: organizarse, exigir, apoyar al Gobierno y a las fuerzas de seguridad pero al mismo tiempo plantear su transformación a fin de que su actuar sea correcto y confiable, sin embargo, es muy difícil hacerlo ante una sociedad acostumbrada al paternalismo y a la pasividad, además de que, a la vez, está muy arraigada en la gente una opinión negativa y hasta hostil hacia las autoridades --que se lo han ganado a pulso y poco hacen por obtener la confianza y la opinión favorable de los gobernados, como ha quedado evidenciado en los últimos meses-- mientras que el criminal, en no pocos casos, he visto como un héroe o ejemplo a seguir: hemos hablado aquí incluso hasta del extraño culto o veneración que recibe Jesús Malverde, bandido sinaloense de la época de Porfirio Díaz, o la historia de otros delincuentes como Chucho "el Roto" de esa misma época o la figura de Pancho Villa, que son vistos como rebeldes en contra de Gobiernos corruptos, coludidos con los ricos y opresores de la gente pobre, y que esto persiste hasta nuestros días, por ello la moda de los "narcocorridos" que narran las "hazañas" de los narcotraficantes como si fuesen actos heróicos. Para mucha gente, ante un panorama escaso de oportunidades, el crimen es visto como una opción válida para superar la pobreza y la marginación y lograr no solo riqueza, sino hasta reconocimiento social.
Como sea, la conferencia espero, no haya dejado a la comunidad universitaria indiferente y haya llevado a pensar a los estudiantes: si queremos realmente un cambio, éste debe empezar desde abajo hacia arriba; todo puede comenzar con pequeños cambios personales: un mayor respeto a los demás, dejar de escuchar música relacionada con los narcotraficantes, dejar de tener ciertas modas, y asumir una actitud más cívica y participativa; así como la práctica de los ahora perdidos valores morales; porque un gran acierto que tiene este señor, y que así lo expresó en el Parlamento de Estrasburgo al frente de la bancada conservadora europea es que Occidente se encuentra sumido no en una crisis, sino en LA crisis, en que se ha optado con la ruptura con todo aquello que enraizaba nuestra cultura y fundamentaba nuestra civilización. Sin raíces, sin bases, el enorme árbol occidental, que ha crecido muy alto, no tendrá otra más que caer, para gusto de los carroñeros que ya giran en torno del podrido tronco, esperando que se desplome. No sé si aún estamos a tiempo de evitarlo, pero al menos, valdría la pena intentarlo.