A un año de la renuncia de Benedicto XVI, la Iglesia Católica se encuentra sumida en una crisis bastante seria, pero de la que la mayoría de la gente no está consciente. Es irónico: hace cien años fallecía San Pío X, pontífice que dedicó la mayor parte de su gobierno de la Iglesia a combatir al Modernismo, y hoy su sitio es ocupado por Francisco I, quien al parecer es la máxima representación de dicha corriente que fue considerada por su santo predecesor como herejía.
1.- Modernismo:
¿En qué consiste el Modernismo? Muy sencillo: en que la doctrina del Cristianismo debe adecuarse a la realidad cambiante del mundo ¿porqué fue señalada como herejía? también es muy simple: porque implica reducir al mensaje de Jesús y a la doctrina derivada del mismo a una ideología capaz de reformarse o modificarse según las circunstancias, perdiendo su sentido de eternidad y por tanto, quitándole su origen divino para ser algo meramente humano. Véase si no, la posición que actualmente se está adoptando en torno al divorcio, misma que va en contra de las mismas palabras de Jesucristo en el Evangelio de San Mateo:
"En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le
preguntaron para ponerlo a prueba:
-¿Es lícito a uno despedir a su mujer por cualquier motivo?
El les respondió:
-¿No habéis leído que el Creador en el principio los creó hombre
y mujer, y dijo: "Por eso abandonará el hombre a su padre y a su
madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne"? De
modo que ya no son dos sino una sola carne.
Pues lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre."
preguntaron para ponerlo a prueba:
-¿Es lícito a uno despedir a su mujer por cualquier motivo?
El les respondió:
-¿No habéis leído que el Creador en el principio los creó hombre
y mujer, y dijo: "Por eso abandonará el hombre a su padre y a su
madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne"? De
modo que ya no son dos sino una sola carne.
Pues lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre."
Por tanto, si ahora se pretende que los divorciados --por la Ley Civil, evidentemente, para el Derecho Canónico (hasta ahora) el matrimonio es indisoluble y sólo existen los casos de nulidad, cuando se demuestra que hubo un vicio que afectó el consentimiento de los contrayentes o que impidió el perfeccionamiento del sacramento, visto como una relación jurídica que surge de la aceptación de ambos-- vueltos a casar comulguen estamos en realidad ante una posición permisiva ante lo que para el mismo Dios hecho hombre sería un adulterio... Quinientos años después, Enrique VIII de Inglaterra se lleva el gato al agua, como diría Cervantes y queda en vano el sacrificio de los santos mártires Tomás Moro y John Fisher.
El pontificado de Jorge Mario Bergoglio es la culminación de la deriva de la Iglesia desde el Concilio Vaticano II, que se ha escorado bajo este pontificado decididamente hacia el Modernismo, tras los intentos de síntesis o de dar una lectura de continuidad y no de ruptura entre la Iglesia del postconcilio y la anterior que fueron los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, este último quiso, por el contrario, tratar de armonizar el concilio con la situación anterior a través de su "hermenéutica de la continuidad"; no en balde, teólogos heterodoxos como Hans Küng o Leonardo Boff están de plácemes ante la elección del Jesuita para el trono de San Pedro, en quien ven una total ruptura con el pasado. Los Teólogos de la Liberación como el brasileño o los liberales como el suizo tienen una visión política del Cristianismo, lo reducen a ideología y como tal susceptible de reformas o cambios.
Ya anteriormente hablé acerca del fracaso que en realidad ha representado el Concilio Vaticano II, éste, creo yo, sin por ello desechar la posibilidad de que los planteamientos que hace Malachi Martin sean ciertos, no fue producto de una conspiración, sino de una mala planeación y desarrollo de un concilio que en mucho, había sido proyectado por Pío XII, como terminación del inconcluso Vaticano I, pero que desembocó en un verdadero desastre. Al abrir las ventanas para que la Iglesia se ventilase como lo dijo Juan XXIII, se abrió la posibilidad de que entraran en la Iglesia un sinnúmero de ideas contrarias a su naturaleza, fines y formas; por ejemplo, si la Iglesia desde el origen con apóstoles tuvo una conformación jerárquica y su composición en dos clases: clero y laicos, se dio un proceso de democratización y de igualitarismo con la incentivación del papel del laicado, la creación de Conferencias Episcopales en vez de los concilios o sínodos regionales que periódicamente se reunían. La deposición de la tiara por Pablo VI, en un camino para que el Papado adoptase formas más republicanas, etc. A esta introducción de ideas contrarias o propias al ámbito mundano corresponde la frase del propio Montini respecto a la entrada del humo de Satanás en la Iglesia.
¿Porqué ese concilio terminó por aceptar al Modernismo? Porque ante el temor de los retos de la modernidad: ciencia, tecnología, medios masivos de comunicación, música popular, revolución sexual, etc., se apostó por intentar hacer de la Iglesia algo presumiblemente más atractivo para las generaciones jóvenes de entonces; recuérdese que en los 60 hubo toda una revolución juvenil debido a los baby boomers nacidos tras el fin de la Segunda Guerra Mundial y la propia generación beat nacidos en los años 30 y durante la guerra, generación a la que pertenecieron desde Elvis Presley, James Dean, John Lennon, Mick Jagger o Jim Morrison, y a la que también pertenece Bergoglio y buen número de los actuales obispos y cardenales que fueron formados en los seminarios en los años del concilio.
La cuestión está que efectivamente la modernidad desde el siglo XVIII masificó a la gente con el cuento de la igualdad, se dirá que se extendió la cultura y los regímenes democráticos después de la Revolución extendieron el acceso a la información mediante la alfabetización y los medios de comunicación, sí, pero bajó su calidad, a grado tal que se creó una "cultura popular", por eso la música se dividió entre la "música culta" y la de masas, alta literatura y la de Best Seller, cine de arte y cine comercial. Y así también se formó con el Vaticano II una religiosidad de masas, sustentada en los sentimientos y las emociones en vez de la religiosidad que desde el mismo inicio había sido creadora de arte, cultura y conocimiento, se buscó que el mensaje de la Iglesia fuera "digerible" para todos, que todo fuera fácil, sencillo, acorde con un modo frenético de vida y tolerante con todos los vicios y tendencias actuales de la vida moderna que fuesen contrarios a la doctrina cristiana; de igual manera, se planteó el ecumenismo para coincidir con el pacifismo que se puso de moda en los sesenta tras los horrores de la II Guerra Mundial, Corea y Vietnam, la Religión debería ser vía de diálogo y no de confrontación, aún cuando el mismo Cristo, en la Ultima Cena, dijo que él no había venido a traer la paz, sino la guerra y sería causa de división.
Del mismo modo, se adoptó una concepción positivista del Derecho Canónico y aún de la Moral Cristiana: si desde Rousseau hubo una idea de la primacía del Legislador como el que materializa la "voluntad general" igualmente dicha idea entró en la Iglesia y vino la "Papolatría" que se acentuó bajo Juan Pablo II, cuyo mayor error, --porque los tuvo y muchos, lo que no menoscaba su santidad-- fue haber centrado demasiado la Iglesia en su carisma personal. Así, los feligreses liberados de su deber de instruirse y buscar el conocimiento de su propia fe y comprender que si bien Pedro es la cabeza es también uno más de los miembros de la Iglesia y ejerce un oficio, una potestad pero no es el legislador único y absoluto que puede hasta cambiar las bases de la doctrina sustentadas en la revelación, como el decálogo o las palabras mismas de Cristo. Sin embargo, hoy se cree que la Iglesia se reinventa con cada Papa como los gobiernos democráticos cambian de carácter con cada candidato que llega al poder.
Ante esto, uno puede entender porqué el encono contra el
2.- Tradicionalismo:
El Tradicionalismo exige del feligrés una mayor conciencia y compromiso, algo poco atractivo hoy en día, exige estudio, cultura, conocimiento; en cierta forma, parece ser considerada como una élite, algo que se contrapone a la idea de una Iglesia popular o para la masa, no en balde es diferente la forma en que, en la fórmula de la consagración se dice que se derrama la sangre de Cristo: del Evangelio se desprende que la misma se derrama "por muchos", es decir, sólo por aquellos que aceptan la salvación y así se dice en la Misa celebrada por 1962 años, codificada por San Pío V y revisada por Juan XXIII, mientras que en la Misa del Novus Ordo se dice que la sangre se derrama por todos, lo que la hace parecer gratuita, ecuménica, masiva sin que se espere nada de parte de cada ser humano en su vida y sus creencias.
Hoy, vemos que mientras los Legionarios de Cristo se mantienen vigentes pese a los crímenes horrendos de Marcial Maciel y se aceptan los abusos contra la eucaristía por parte de Neocatecumenales o Carismáticos, el Papa Francisco I mantiene la intervención y la censura sobre la orden de los Franciscanos de la Inmaculada, cuyo único delito es mantener en su regla como obligatoria la Misa antigua. El mismo burlonamente se refiere al creciente número de jóvenes que se adhiere al tradicionalismo como una "moda".
Es cierto sin embargo, que el Tradicionalismo, que creo, será la fuerza que en el futuro salvará a la Iglesia Universal de quedar como una secta más de una Cristiandad fragmentada como parece querer el bando Modernista que encabeza el actual pontífice, aún tiene un camino largo que recorrer y pasará por grandes pruebas, antes de que el fracaso definitivo de aquel le deje el campo despejado: primero, sigue siendo minoritario, aunque en Francia, el Tradicionalismo se convirtió en el motor de un renacimiento religioso que incluso se ha traducido en la cada vez mayor oposición a la disparatada, errática y pervertida política de Francoise Hollande y ha sido clava para el resurgimiento de un nacionalismo francés que pide el rescate de la identidad gala como europea y cristiana en contraposición a la Francia de los inmigrantes musulmanes y africanos, que lejos de ser unos "pobrecitos" se comportan con soberbia arrancando privilegios a las timoratas autoridades y como si estuviesen en país conquistado. En Estados Unidos, igualmente, el Tradicionalismo Católico se ha convertido en el principal factor que ha logrado un aumento, poco a poco de las conversiones provenientes de las sectas protestantes y un incremento de la influencia social de la Iglesia en la república del norte, al dar una cara diferente a la controvertida de la Iglesia postconciliar tras los escándalos de abusos sexuales por miembros del clero y a la comercialización religiosa de Mormones, Testigos de Jehová, Cienciólogos y Cristianos Renacidos. En Argentina, igualmente, el Tradicionalismo cuenta además con pensadores de calibre: desde el sacerdote Leonardo Castellani, ya fallecido y cuya obra se dictó a la par de los años conciliares, hasta los hermanos Mario y Antonio Capponetto.
Sin embargo, en general, el Tradicionalismo, aparte de minoritario está muy dividido, desde órdenes o fraternidades que reconocen al Concilio y a la autoridad de Roma como la Fraternidad San Pedro, el Instituto del Buen Pastor o los Redentoristas Transalpinos, a los Lefevbristas y otros grupos sedevacantistas igualmente divididos entre sí; de igual manera, en el caso argentino, si hay un Tradicionalismo inteligente, hay otro en el que se han refugiado personajes ultranacionalistas, simpatizantes de la desaparecida Dictadura Militar, grupos neo-nazis y conspiranóicos y que le tienen un verdadero odio racista a los Anglosajones (motivado por el contencioso de las Malvinas) aunque sean católicos y hasta se inventan una teoría del origen ario de Jesús y los Galileos que rompe con la promesa a la Casa de David y rompe con la continuidad de la Revelación entre el Antiguo Testamento (en el que ven los planes judíos para la dominación mundial) y el mensaje de Cristo, lo cual no es sino totalmente herético. En México, igualmente se encuentran personajes similares, y hasta me he topado con gente de Izquierda y Progresista que asiste a la Misa Tridentina por el simple hecho de sentirse rebelde.
Aún así, el Tradicionalismo tiene grandes posibilidades de convertirse en una fuerza realmente para el cambio y la restauración de la Iglesia Católica, aunque no resulte atractivo para la masa, misma que no es dada al estudio o a entrar en profundidad en el terreno religioso; la posición Modernista de la Iglesia, como se abandera actualmente, se amolda perfectamente a la forma de vida de muchos, no les exige cambios, sino que todo, bajo el pretexto de la misericordia, se tolera y se comprende. Sin embargo, esto lejos de atraer a la fe a la gente, la va a ahuyentar, como ha ocurrido con tantos que no encuentran en ella alicientes para un compromiso moral o un cambio en su forma de vida y se cambian a alguna secta u otro culto en el que pretenden encontrarlo. De igual manera, los gestos y las sonrisas de Francisco I y sus discursos mediáticos o el aplauso de la prensa tradicionalmente anticatólica, no han evitado las duras críticas, algunas fundadas, que la ONU dirigió a la Iglesia por los casos de pederastria.
3.- Esperanza para el Futuro:
Esta no es la primera vez que la Iglesia se encuentra enfrentando una época de decadencia: en los siglos IV y V, la Iglesia aparentemente triunfante tras el Edicto de Milán se encontró con su primera gran crisis con la aparición del Arrianismo, corriente que negaba la divinidad de Jesucristo y era una especie de Cristianismo paganizado, pues rebajaba a la figura de Jesús a la de un semidiós, un hijo adoptivo de Dios, y una tendencia que sigue en muchas denominaciones protestantes o evangélicas; al igual que hoy, en aquella época abundaron los obispos y clérigos mediocres, mundanos, corruptos o frívolos, e incluso, era una doctrina que contó con el apoyo del Estado Romano.
Nos llegan los nombres de los extraordinarios que defendieron la recta doctrina, a costa de su vida y de su honor o libertad, muchas veces: San Jerónimo, San Agustín, San Ambrosio, San Atanasio o San Juan Crisóstomo. Incluso, de los Papas, nos son más conocidos los nombres solo de San Silvestre I o San León I Magno, la mayoría, muchas veces, fueron eclipsadas por los Emperadores en turno.
Ahora no está ninguno de ellos, ¿qué nos queda? Quizá es la hora de los laicos o de la gente que, a través de estos medios de comunicación novedosos, pueda denunciar lo que está mal y ejercer la corrección fraterna o la instrucción a los demás. No hay que cejar ni desanimarse, tal vez esté en nuestras manos el sembrar las semillas de un futuro mejor.
Del mismo modo, se adoptó una concepción positivista del Derecho Canónico y aún de la Moral Cristiana: si desde Rousseau hubo una idea de la primacía del Legislador como el que materializa la "voluntad general" igualmente dicha idea entró en la Iglesia y vino la "Papolatría" que se acentuó bajo Juan Pablo II, cuyo mayor error, --porque los tuvo y muchos, lo que no menoscaba su santidad-- fue haber centrado demasiado la Iglesia en su carisma personal. Así, los feligreses liberados de su deber de instruirse y buscar el conocimiento de su propia fe y comprender que si bien Pedro es la cabeza es también uno más de los miembros de la Iglesia y ejerce un oficio, una potestad pero no es el legislador único y absoluto que puede hasta cambiar las bases de la doctrina sustentadas en la revelación, como el decálogo o las palabras mismas de Cristo. Sin embargo, hoy se cree que la Iglesia se reinventa con cada Papa como los gobiernos democráticos cambian de carácter con cada candidato que llega al poder.
Ante esto, uno puede entender porqué el encono contra el
2.- Tradicionalismo:
El Tradicionalismo exige del feligrés una mayor conciencia y compromiso, algo poco atractivo hoy en día, exige estudio, cultura, conocimiento; en cierta forma, parece ser considerada como una élite, algo que se contrapone a la idea de una Iglesia popular o para la masa, no en balde es diferente la forma en que, en la fórmula de la consagración se dice que se derrama la sangre de Cristo: del Evangelio se desprende que la misma se derrama "por muchos", es decir, sólo por aquellos que aceptan la salvación y así se dice en la Misa celebrada por 1962 años, codificada por San Pío V y revisada por Juan XXIII, mientras que en la Misa del Novus Ordo se dice que la sangre se derrama por todos, lo que la hace parecer gratuita, ecuménica, masiva sin que se espere nada de parte de cada ser humano en su vida y sus creencias.
Hoy, vemos que mientras los Legionarios de Cristo se mantienen vigentes pese a los crímenes horrendos de Marcial Maciel y se aceptan los abusos contra la eucaristía por parte de Neocatecumenales o Carismáticos, el Papa Francisco I mantiene la intervención y la censura sobre la orden de los Franciscanos de la Inmaculada, cuyo único delito es mantener en su regla como obligatoria la Misa antigua. El mismo burlonamente se refiere al creciente número de jóvenes que se adhiere al tradicionalismo como una "moda".
Es cierto sin embargo, que el Tradicionalismo, que creo, será la fuerza que en el futuro salvará a la Iglesia Universal de quedar como una secta más de una Cristiandad fragmentada como parece querer el bando Modernista que encabeza el actual pontífice, aún tiene un camino largo que recorrer y pasará por grandes pruebas, antes de que el fracaso definitivo de aquel le deje el campo despejado: primero, sigue siendo minoritario, aunque en Francia, el Tradicionalismo se convirtió en el motor de un renacimiento religioso que incluso se ha traducido en la cada vez mayor oposición a la disparatada, errática y pervertida política de Francoise Hollande y ha sido clava para el resurgimiento de un nacionalismo francés que pide el rescate de la identidad gala como europea y cristiana en contraposición a la Francia de los inmigrantes musulmanes y africanos, que lejos de ser unos "pobrecitos" se comportan con soberbia arrancando privilegios a las timoratas autoridades y como si estuviesen en país conquistado. En Estados Unidos, igualmente, el Tradicionalismo Católico se ha convertido en el principal factor que ha logrado un aumento, poco a poco de las conversiones provenientes de las sectas protestantes y un incremento de la influencia social de la Iglesia en la república del norte, al dar una cara diferente a la controvertida de la Iglesia postconciliar tras los escándalos de abusos sexuales por miembros del clero y a la comercialización religiosa de Mormones, Testigos de Jehová, Cienciólogos y Cristianos Renacidos. En Argentina, igualmente, el Tradicionalismo cuenta además con pensadores de calibre: desde el sacerdote Leonardo Castellani, ya fallecido y cuya obra se dictó a la par de los años conciliares, hasta los hermanos Mario y Antonio Capponetto.
Sin embargo, en general, el Tradicionalismo, aparte de minoritario está muy dividido, desde órdenes o fraternidades que reconocen al Concilio y a la autoridad de Roma como la Fraternidad San Pedro, el Instituto del Buen Pastor o los Redentoristas Transalpinos, a los Lefevbristas y otros grupos sedevacantistas igualmente divididos entre sí; de igual manera, en el caso argentino, si hay un Tradicionalismo inteligente, hay otro en el que se han refugiado personajes ultranacionalistas, simpatizantes de la desaparecida Dictadura Militar, grupos neo-nazis y conspiranóicos y que le tienen un verdadero odio racista a los Anglosajones (motivado por el contencioso de las Malvinas) aunque sean católicos y hasta se inventan una teoría del origen ario de Jesús y los Galileos que rompe con la promesa a la Casa de David y rompe con la continuidad de la Revelación entre el Antiguo Testamento (en el que ven los planes judíos para la dominación mundial) y el mensaje de Cristo, lo cual no es sino totalmente herético. En México, igualmente se encuentran personajes similares, y hasta me he topado con gente de Izquierda y Progresista que asiste a la Misa Tridentina por el simple hecho de sentirse rebelde.
Aún así, el Tradicionalismo tiene grandes posibilidades de convertirse en una fuerza realmente para el cambio y la restauración de la Iglesia Católica, aunque no resulte atractivo para la masa, misma que no es dada al estudio o a entrar en profundidad en el terreno religioso; la posición Modernista de la Iglesia, como se abandera actualmente, se amolda perfectamente a la forma de vida de muchos, no les exige cambios, sino que todo, bajo el pretexto de la misericordia, se tolera y se comprende. Sin embargo, esto lejos de atraer a la fe a la gente, la va a ahuyentar, como ha ocurrido con tantos que no encuentran en ella alicientes para un compromiso moral o un cambio en su forma de vida y se cambian a alguna secta u otro culto en el que pretenden encontrarlo. De igual manera, los gestos y las sonrisas de Francisco I y sus discursos mediáticos o el aplauso de la prensa tradicionalmente anticatólica, no han evitado las duras críticas, algunas fundadas, que la ONU dirigió a la Iglesia por los casos de pederastria.
3.- Esperanza para el Futuro:
Esta no es la primera vez que la Iglesia se encuentra enfrentando una época de decadencia: en los siglos IV y V, la Iglesia aparentemente triunfante tras el Edicto de Milán se encontró con su primera gran crisis con la aparición del Arrianismo, corriente que negaba la divinidad de Jesucristo y era una especie de Cristianismo paganizado, pues rebajaba a la figura de Jesús a la de un semidiós, un hijo adoptivo de Dios, y una tendencia que sigue en muchas denominaciones protestantes o evangélicas; al igual que hoy, en aquella época abundaron los obispos y clérigos mediocres, mundanos, corruptos o frívolos, e incluso, era una doctrina que contó con el apoyo del Estado Romano.
Nos llegan los nombres de los extraordinarios que defendieron la recta doctrina, a costa de su vida y de su honor o libertad, muchas veces: San Jerónimo, San Agustín, San Ambrosio, San Atanasio o San Juan Crisóstomo. Incluso, de los Papas, nos son más conocidos los nombres solo de San Silvestre I o San León I Magno, la mayoría, muchas veces, fueron eclipsadas por los Emperadores en turno.
Ahora no está ninguno de ellos, ¿qué nos queda? Quizá es la hora de los laicos o de la gente que, a través de estos medios de comunicación novedosos, pueda denunciar lo que está mal y ejercer la corrección fraterna o la instrucción a los demás. No hay que cejar ni desanimarse, tal vez esté en nuestras manos el sembrar las semillas de un futuro mejor.