En entradas anteriores hice mención al excelente programa que sobre las elecciones presidenciales en México (Y que se presenta al inicio de la primera de las dos entradas que hice sobre las elecciones presidenciales en México) hizo el profesor sonorense Eric G. Cárdenas en su magnífico canal de Youtube llamado México antes de México en el que se dedica a derribar mitos inculcados en la llamada "Historia Oficial" que se ha venido enseñando en México desde el Porfiriato, y que en particular han creado un discurso maniqueo y generado una posición de irredentismo en el mexicano, y de odio o al menos desconfianza hacia el extranjero, en particular, contra Españoles, y también Norteamericanos y Franceses hasta cierto punto. Por supuesto, la Leyenda Negra antiespañola, que fuera utilizada desde el siglo XVI como vehículo de propaganda en las luchas por el poder entre las grandes potencias europeas como Inglaterra, Francia, Holanda, posteriormente Portugal y hasta las propias ciudades-estado italianas renacentistas en contra de la hegemonía ibérica y que en mucho ha perdurado en la cultura popular, como ha sido la visión Hollywoodense de la Conquista Española de América, la Inquisición y dicha rivalidad.
En dicho programa, entrevistó al académico también mexicano Axel Juárez, quien es colaborador de la Fundación Gustavo Bueno de España, y que es un hispanista en el sentido de ser partidario de un movimiento ideológico que ha estado tomando cada vez más fuerza en ciertos círculos intelectuales, y otros más bien pseudointelectuales en España y países como Argentina, de buscar la reunificación del Imperio Español, en particular de Hispanoamérica con la península (excluyendo a Holanda, Bélgica y el Sur de Italia). Cuando no, incluso, de restablecer una monarquía absolutista católica en la rama Carlista de la Familia Real Española, que no es otra más que la familia Borbón, o más correctamente Bourbon, de origen galo, al ser descendiente del sexto hijo del Rey San Luis IX Capeto de Francia, alegando que es la rama legítima que debería sentarse en el trono de Madrid en vez de Felipe VI, actual representante de la para ellos, ilegítima rama Isabelina (por Isabel II, hija de Fernando VII) quien llegó al poder cuando el Deseado o Rey Felón, llamado de una u otra forma según se simpatizara o no con él, dictara una reforma legal a las normas sucesorias que se habían adoptado cuando Felipe V, duque de Anjou, francés, nieto de Luis XIV, llegó a reinar en España tras la extinción de la Casa de Habsburgo con la muerte de Carlos II el Hechizado sin hijos y por testamento, en las que aplicaba, en forma totalmente contraria a las tradiciones legales españolas que arrancaban con Visigodos e Hispanorromanos, la llamada Ley Sálica, llamada así por el clan de los Francos Salios, a los que la familia de los Merovingios, fundadores de la Nación Francesa, pertenecía, y que excluía a las mujeres de toda herencia. A estos hispanistas en realidad afrancesados, incluso se les han sumado ciertos personajes como el intelectual y youtuber comunista y "ateo católico" (algo así como "seco mojado"o"blanco negruzco"), Santiago Armesilla (!)... No tiene ni pies ni cabeza, ¿verdad?
Juárez (Axel, no Benito) criticaba la postura que han sostenido tanto el Presidente López Obrador, como su candidata a sucederle: Claudia Sheinbaum y la abanderada de la Oposición: Xóchitl Gálvez, respecto a profundizar la integración económica y comercial con los vecinos del norte, esto es, los dos gigantes angloamericanos: Estados Unidos de América y el Dominio del Canadá, en vez de buscar una integración con respecto al resto de Hispanoamérica, la que él, consideraba, como el área natural a la que México debía dirigirse en lo económico, comercial y social.
Yo, no estoy de acuerdo con ello, pese a que me digan cipayo o malinchista, y a continuación explico por qué:
PRIMERO.- La geografía: Ningún continente tiene una división tan clara en dos, que incluso se podría manejar que son en realidad dos, y por ello, incluso, los gringos hablan de Las Américas en plural, como éste. En apariencia, el Norte y el Sur de América están unidos por el istmo centroamericano, pero en realidad, justo en lo que hoy es la frontera de Panamá y Colombia se tiende, cruzando de océano a océano, el llamado Tapón del Darién, una zona montañosa, de selva espesa y clima insalubre que hace imposible o muy difícil su cruce, de forma tal que, por ejemplo, las expediciones de exploración y conquista que partieron hacia el sur, como la propia de Pizarro, se hicieron por vía marítima, y hoy en día, resulte imposible construir el tramo de la Carretera Panamericana que lo cruce, de ahí que, posteriormente, las provincias de ultramar sudamericanas se encontrasen aisladas respecto a la Nueva España, y para un novohispano, el hablar del Virreinato del Perú fuese tan exótico como hablar de China, ya que los contactos entre ambas posesiones hispanas era esporádico y escaso, además de las restricciones que, sobre todo bajo el gobierno de los Austrias, se impusieron al comercio entre las distintas posesiones del Imperio en América.
Incluso, al día de hoy, para el turista mexicano, Perú, Colombia o Costa Rica son destinos exóticos y paradisiacos como Bali, Tailandia o las Seychelles, con la diferencia de que son mucho más baratos y no hay dificultades con el idioma.
SEGUNDO.- Diferencias de desarrollo histórico: En 1810, la Nueva España contaba con 6 millones de habitantes y en la Ciudad de México habitaban 400,000 personas; por contraste, en todo el Virreinato del Río de la Plata habitaba ese mismo número de 400,000 súbditos de la corona española y en específico, en Buenos Aires, apenas 40,000. Su poblamiento había sido reciente y el número de habitantes indígenas era pequeño y se encontraba muy disperso, consistente en pueblos nómadas y de cazadores-recolectores, en el Perú, la población era predominantemente indígena y se encontraba igualmente dispersa en la accidentada geografía andina. la Nueva España, sin duda era el Virreinato más desarrollado y tendía naturalmente a expandirse hacia el norte, contactando con las posesiones francesas y británicas, e incluso rusas, en el siglo XVIII.
Al día de hoy, México es la economía 14 del mundo, y en Sudamérica, la potencia dominante no es hispana, aunque sí de origen ibérico: Brasil, los países hispanos, cuentan con poblaciones que, aún hoy son relativamente pequeñas --compárese nuevamente la población mexicana actual, alrededor de 120 millones de personas, con la de Argentina, de 47 millones, Venezuela con 28.3 millones de habitantes o Perú con 34 millones, y Chile con apenas 19; se encuentran inmersos en constantes crisis económicas, demasiado dependientes de producción de materias primas y poco industrializadas, por que si bien los países del Cono Sur tuvieron un siglo XIX mucho más estable que el mexicano, pues su Independencia se realizó de manera relativamente mejor organizada que la mexicana, y el periodo de inestabilidad y guerras civiles que siguió fue igualmente relativamente más breve que el mexicano, llegando a darse una segunda mitad del siglo XIX en que países como Argentina, Chile, Perú, Paraguay, Uruguay, Colombia o incluso Bolivia tuvieron un mejor y más acelerado desarrollo que un México presa de intervenciones extranjeras y luchas estériles entre Liberales/Republicanos/Federalistas y Conservadores/Monárquicos/Centralistas, que sólo contó con un respiro hasta la llegada al poder de Porfirio Díaz en 1876 y que duró 34 años, fue el siglo XX el que los precipitó en un abismo de golpes de Estado, dictaduras bananeras, guerras de guerrillas y les impidió entrar de lleno en la industrialización, mientras que México, tras la mal llamada Revolución, se reincorporó al camino del desarrollo industrial y comercial iniciado por Díaz, beneficiado en mucho por su cercanía con EUA.
TERCERO.- Composición étnica y cultural: Si reducimos la Hispanidad a una cuestión lingüística, entonces sí, hablamos de una unidad del Río Bravo hasta la Patagonia; aún pese a las diferencias regionales, que hacen que a veces, el Español que se habla en lugares como Cuba o Chile, resulte casi incomprensible en México o en Colombia, sin embargo... si nos vamos a una cuestión étnica o cultural, ¿es, por ejemplo, Argentina un país realmente hispano? sí tenemos una base de origen español, llegada durante los siglos XVI a XVIII, pero la verdadera colonización y poblamiento del país no se dio sino tras la Independencia y la llegada de multitudes de inmigrantes, --y el exterminio de los indígenas al más puro estilo de Estados Unidos-- sobre todo italianos y de otras partes de Europa y Medio Oriente, que lo podemos ver al día de hoy: gente de origen escandinavo como el actor Viggo Mortensen, nacido en EUA, hijo de daneses y criado en el país sudamericano con el que se identifica y del que cuenta con la nacionalidad, de origen anglosajón como la también actriz Anya Taylor-Joy, itálicos como el Papa Francisco I: Jorge Mario Bergoglio o el Presidente Javier Milei, sirios como Carlos Saul Menem, croatas como Néstor Kirchner, y la segunda comunidad judía más grande del continente tras la estadounidense.
Chile tiene una fuerte presencia cultural y étnica de origen alemán, incluso prusiana que se refleja en sus tradiciones militares, lo mismo que Colombia y Venezuela tuvieron desde el mismo siglo XVI la presencia de alemanes y húngaros llevados por la Casa Fugger, un fuerte influjo además de la cultura africana de los esclavos de ese origen que fueron llevados a trabajar en economías agrícolas de plantación, así como países con la mayor presencia de las culturas indígenas como son Perú, Bolivia y Guatemala, mientras que México quizá sea a la vez el país más cercano a España en lo cultural, el más mestizo y equilibrado en cuanto a la composición étnica de su población, porque hemos sido un verdadero crisol de razas y culturas, puesto que nuestra composición es igualmente diversa: multitud de etnias indígenas, españoles, africanos, italianos, libaneses, franceses, judíos de todas las ramas, anglosajones, alemanes e irlandeses, pero que todos nos hemos mezclado dentro de un sustrato hispano que ha sido el factor unificador y que termina por imponerse con los matices propios de dicha multiculturalidad.
CUARTO.- La decadencia de España: A diferencia de Gran Bretaña, que supo gestionar la pérdida de su imperio transformándola en una zona de libre comercio y libre tránsito como es la Commonwealth, en mucho porque aprendieron de sus errores respecto de la Independencia de EUA, y supieron ceder la separación de manera pacífica de posesiones tan importantes como Canadá o Australia, otorgando de manera gradual el autogobierno, o llegaron a acuerdos con otros dominios, como la India, España no supo o no pudo hacerlo: al momento de que se daban las rebeliones en los Virreinatos americanos, España estaba invadida por Napoleón, luego, el Rey Fernando VII tuvo que luchar contra los llamados Liberales españoles, más bien pertenecientes a las Logias Masónicas obedientes a intereses británicos o franceses, que pretendían imponer la Constitución de 1812 que en realidad no representaba la voluntad popular, y posteriormente, las rebeliones, precisamente de los Carlistas contra la sucesión de Fernando por su hija Isabel II, dio al traste con cualquier posible acercamiento entre Madrid y las otrora provincias de ultramar, a la vez que aislaban a España y la hacían retroceder respecto al resto de potencias europeas.
El siglo XX fue igualmente funesto, llegando a tocar fondo con la Guerra Civil, la posterior Dictadura de Franco, si bien recuperó a España como potencia económica e industrial, fue siempre considerada (injustamente) como un "régimen paria" y con el resurgimiento español se despertaron los recelos de EUA que ya para los años 70, en medio de la Guerra Fría, consideraba y trataba a Hispanoamérica como su Patio Trasero, llevó a la muerte del Almirante Carrero Blanco, al pareceer, a manos de la CIA, y una transición con la que España renunciaba a ser una potencia por derecho propio y se integraba tanto al redil de la Unión Europea como de la OTAN, que, como los acontecimientos recientes demuestran, son instrumentos para la dominación estadounidense sobre el Viejo Continente.
Así, hoy, una España en pleno declive demográfico, separatismos internos, una política errática y torpe del sociópata Pedro Sánchez en la Presidencia del Gobierno y la débil e indolente figura de Felipe VI en el trono, como el abocamiento total de Madrid hacia los asuntos y conflictos europeos, hacen más que imposible que España tome en serio la celebración de las Cumbres Iberoamericanas como vías de integración de una Mancomunidad de Naciones siguiendo el ejemplo de lo hecho por los ingleses con su antiguo imperio. De igual manera, las telarañas y prejuicios ideológicos de varios países hispanoamericanos en los que se han impuesto los regímenes de Izquierda, que recurren siempre al mito indigenista y a la Leyenda Negra, contribuyen más a dificultar esa integración.
Así, podemos llegar a la conclusión que somos países hispanófonos, así como existen países francófonos, mas no constituimos una unidad cultural que pueda llamarse Hispanidad, debido a la diversidad y las enormes diferencias culturales entre nosotros.
Ahora bien, creo que, por el contrario, lo natural sería que existan dos bloques regionales, o incluso tres o cuatro, claramente diferenciados por la propia geografía de nuestro continente: Norteamérica, Sudamérica, Centroamérica y el Caribe.
En este sentido, queda claro que el bloque al que naturalmente pertenece México es Norteamérica; por supuesto, existen inmensas diferencias culturales y económicas entre éste país y sus dos vecinos del norte, pero también el fenómeno de integración no será de la noche a la mañana ni será terso; probablemente tomará décadas sino un siglo o más en darse.
Ya hacia 1800, el Padre Fundador "maldito" de EUA, Aaron Burr, Vicepresidente de la República bajo Thomas Jefferson, era partidario de apoyar la independencia de la Nueva España y posteriormente la integración entre el recién independizado país angloamericano con el coloso hispánico. La idea de Burr, que le costó ser procesado por posible traición en contra del gobierno norteamericano, era que así podría formarse una potencia mundial como ninguna, teniendo la idea además de que anglosajones e hispanos estaban destinados a integrarse y fusionarse, sin importar las diferencias entre el Catolicismo y el Protestantismo, puesto que se trataba, en ambos casos, de ramas del Cristianismo, que convivirían bajo un régimen de libertad religiosa; incluso, en el proyecto estaría planteada la implantación de un régimen monárquico. Burr fue absuelto por un tribunal, pero no obstante, fue condenado prácticamente al ostracismo en la Historia oficial estadounidense. El haber matado en un duelo ocasionado por un lío de faldas al Padre del Federalismo gringo: Alexander Hamilton, también pesó para ello.
De entrada, debemos entender que, muy probablemente, México, Estados Unidos y Canadá no son Estados consolidados realmente destinados a perpetuarse en el tiempo como los Estados europeos que ya tienen, muchos de ellos 500 años existentes, y cuyo proceso de formación se dio en los mil años anteriores de la Edad Media, con la conjunción de los elementos germánicos y grecorromanos, EUA, como bien dijeron tanto George Orwell como Oscar Wilde, se presenta como una anomalía, al ser un país en el que no se había alcanzado la formación de una identidad nacional, ni una integración sobre el sustrato anglosajón, de todas las etnias y culturas de las masas de inmigrantes con las que se subsanó la falta de población descendiente de los colonos británicos para los territorios inmensos sobre los que se expandió. En México, lo hemos mencionado, la cultura o base hispánica se ha visto suplantada por mitos indigenistas y una "cultura" artificial, creada por la radio y el cine: los estereotipos del charro y del mariachi que nunca existieron en realidad, como tampoco existió el cowboy, creación de Hollywood de la mando de John Ford y de un italiano: Sergio Leone.
En nuestros países, ha crecido la interdependencia por las relaciones comerciales, y así como en México tenemos una fuerte influencia recibida de la cultura angloamericana, nosotros hemos influido en EUA. El movimiento migratorio, que anteriormente era en un solo sentido de sur a norte, es ahora recíproco, y si en México hay quien celebre el Halloween, los norteamericanos han hecho igualmente una fiesta comercial del Día de Muertos y lo han difundido más allá de nuestros países a través de películas y la cultura pop.
Pero además, han existido otros cambios: en el terreno religioso, es cierto que en México han crecido las sectas protestantes de corte evangélico, e incluso, han encontrado, dentro del propio EUA, en la población de origen hispano, un nuevo número de fieles; pero quizá esto está por revertirse, ya que en el mismo vecino del norte, se está dando una "Revolución Católica", como el autor francés, de quien sin duda estaremos hablando en próximos posts, Emmanuel Todd lo señala en su obra, hoy en el candelero, La Derrota de Occidente, en la Anglosfera, y en general, en la Europa del Norte se está dando un progresivo abandono de la religión, y en específico, del Protestantismo; aunque Todd considera que éste fue el vehículo religioso-ideológico para el predominio occidental, partiendo de la misma premisa errónea que Max Weber hace más de cien años, impulsada más bien por los intereses y las políticas de Bismarck. Es cierto que el Protestantismo está colapsando: el asfixiante puritanismo fue cuestionado desde las rebeliones juveniles en los 60, las notorias injusticias y la acumulación de la riqueza en una minoría exigua cuestiona la idea de la predestinación, mientras que mucho de la llamada cultura woke proviene de la angustia y el sentimiento de culpa producida por la falta de confianza en el perdón y una concepción negativa de la naturaleza humana. Todo lo cual, o lleva al nihilismo, o en el fenómeno de la llamada Revolución Católica, ocurriendo que entre la población anglosajona se han estado incrementando las conversiones de las distintas denominaciones protestantes a la Iglesia Católica.
Como sea, yo siempre he creído que Estados Unidos, México, Canadá, y demás Estados actualmente existentes en América son meramente transitorios. ¿Porqué creo eso? Porque apenas acaban de pasar quinientos años del inicio de nuestro proceso formativo, con el descubrimiento, conquista y poblamiento o colonización europea, ya sea española, británica o portuguesa e incluso francesa. El hecho de que EUA llegara a convertirse en potencia hegemónica era algo que tanto Oscar Wilde como George Orwell ya desde fines del siglo XIX o primera mitad del XX lo señalaban: fue algo anómalo, una especie de epílogo del Imperio Británico a través de un "hijo" del mismo, o un oportunista que se aprovechó de los conflictos y debilidad de las potencias europeas destrozadas en dos guerras mundiales. Llegó al poder global sin haber aún consolidado una identidad nacional o una sociedad estable. Hoy en día lo vemos: aún sigue siendo la principal potencia militar y económica, pero con una sociedad con muchos problemas internos propios del Tercer Mundo y otros de disgregación o disolución que reflejan un proceso de decadencia como entidad.
Quién sabe, quizá en 100 años ni México, ni Estados Unidos existan, quizá haya una serie de Estados sucesores: una República de Texas que abarque también algunos territorios de lo que hoy es el norte de México, una República de California que una la Alta (el estado norteamericano) y la Baja (nuestra península), etc. Y quién sabe, puede que aquello del Espanglish sea la evolución hacia una nueva lengua.
En conclusión, plantear una posible reunificación de la Hispanidad es un sueño nostálgico y romántico, propio de profetas del pasado, que ante los desafíos de la actualidad y la incertidumbre del porvenir desearían regresar en la máquina del tiempo a un periodo de esplendor o edad de oro mítica, muchas veces imaginario y que poco tiene que ver con la realidad de aquel momento histórico, como una especie de regreso al paraíso terrenal. La verdad, hacer planteamientos a ese respecto es perder el tiempo y talento dibujando escenarios utópicos y que la cambiante realidad de los próximos años hará imposible de que sean realizados.
En vez de ello, habremos de diseñar escenarios posibles con base en lo que se presenta en la actualidad y la posibilidad de lo que ocurra en el futuro, hay que manejar siempre mirando al frente, y ocasionalmente consultar el espejo retrovisor para saber de dónde venimos y qué nos persigue, pero yendo en reversa, jamás llegaremos al destino.