Reducir el aplastante triunfo de la Sra. Claudia Sheinbaum a la ignorancia de las masas o a su manipulación sería buscar una explicación demasiado simple a lo que en realidad está detrás de la victoria de la candidata de MORENA a la Presidencia de México, ante la enorme participación que se dio en el proceso electoral por parte de la ciudadanía.
Cierto, MORENA ha aplicado tácticas de compra de votos y generación de clientelas mediante los llamados "programas sociales", pero esto tampoco explica una victoria tan grande; muy probablemente, no solo gente de clase humilde o necesitada, enchufada a las ayudas estatales ha decidido refrendar con su voto el que el partido fundado por el todavía Presidente López Obrador se mantenga en el poder por otros seis años al menos, sino que incluso, un buen número de los llamados despectivamente por éste como fifís o aspiracionistas de las clases medias y altas del país han votado por éste proyecto mal llamado Cuarta Transformación derruyendo a la Oposición y reduciéndola a algo marginal, en todo lo que apunta hacia la reconstrucción del viejo sistema político mexicano posrevolucionario más que a que se lanzará a una aventura comunista del estilo que se ve en Cuba o Venezuela, --hay muchos factores que imposibilitan eso, y más adelante hablaremos de ello-- a restablecer un sistema autoritario pero garante de estabilidad política y social, aunque hay que decirlo, hasta ahora, AMLO ha sido incapaz de lograrlo, y creo que su sucesora tampoco lo logrará.
Esta situación se debe a dos cuestiones, por un lado, el fracaso el orden o Sistema Neoliberal implantado desde 1988 en el país de la mano del Presidente Carlos Salinas de Gortari y vigente hasta ahora, más que en el aspecto económico, en los aspectos políticos y sociales, y por otro lado, los errores, quién sabe si hasta intencionados, de la Oposición que no supo hacer una campaña efectiva, y escogió a la peor candidata posible, para este proceso electoral.
Vamos por partes:
1.- EL AGOTAMIENTO DEL MODELO NEOLIBERAL: La apertura de México a los mercados mundiales, iniciada ya desde mediados de la década de 1980 al entonces llamado Acuerdo General de Aranceles y Comercio, el GATT por sus siglas en inglés, hoy Organización Mundial del Comercio OMC, sin duda benefició a México en muchos aspectos, lo mismo que la posterior firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el famoso NAFTA o TLCAN, hoy TMEC, tras su renegociación; sin embargo, este éxito económico también llevó aparejado una serie de reformas políticas a las que el Estado Mexicano se comprometió a fin de cumplir con las exigencias norteamericanas de implantar un sistema efectivamente democrático y de protección efectiva de los derechos humanos.
Este proceso consistió en ir demoliendo los pilares del poderío de la figura del titular del Poder Ejecutivo. Desde su Independencia y posterior constitución como una República Federal en 1824, México siguió el ejemplo de EUA y estableció un sistema de República Presidencialista, en que del primer magistrado tiene tanto el carácter de Jefe de Estado como de Jefe de Gobierno, sin embargo, la herencia tanto prehispánica como Virreinal, llevó a que, más que en el vecino del norte, donde la tradición británica parlamentaria ya constituía un precedente en la idea de la limitación del poder del gobernante por medio de un órgano deliberante y representativo, la figura presidencial naciera revestida de ciertos rasgos monárquicos, además de la difícil y accidentada geografía del país, tendiente a dificultar las comunicaciones con las distintas regiones desde la capital, lo que es campo propicio para el nacimiento de cacicazgos, por lo que generalmente se esperaba el Presidente que fuera un líder fuerte capaz de imponerse de modo contundente a los líderes regionales; de ahí que los caudillos como Santa Anna, Bustamante, Juárez y finalmente, Porfirio Díaz, apareciesen como los más relevantes por el ejercicio de la fuerza y los más efectivos en imponerse, por encima de los más institucionales como Guadalupe Victoria, José Joaquín de Herrera o Mariano Arista, y más recientemente Adolfo Ruiz Cortines, incapaces de construir una base de poder que los apuntalara en su oficina y apenas recordados pese a que sus administraciones fueron respetuosas de la legalidad, honestas y hasta eficientes.
Así, lo que se dio durante las tres décadas fue una sucesión de reformas constitucionales encaminadas a restarle poder al Presidente y evitar así, la figura de la Presidencia Imperial como la llama Enrique Krauze, o del Presidente-Caudillo, con culto a la personalidad incluido, cuyos últimos representantes quizá fueron José López Portillo y el propio Salinas... hasta la llegada de AMLO.
¿En qué consistieron esas reformas? En pasar atribuciones del Poder Ejecutivo a unos nuevos órganos que se crearon como paralelos a los tradicionales tres poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial como son los llamados Organismos Constitucionales Autónomos, surgiendo un órgano garante de la celebración de las elecciones, el hoy llamado Instituto Nacional Electoral (INE), de manera imparcial y autónoma, un órgano garante de la transparencia y publicidad de la información gubernamental: el INAI, un órgano garante del mantenimiento de la libertad comercial y de condiciones igualitarias en el mercado: la Comisión Federal de Competencia Económica, otro, dedicado en específico al aspecto de las telecomunicaciones, otro, como protector de los derechos humanos pese a la existencia ya de herramientas judiciales, como el Juicio de Amparo, como fueron las Comisiones de Derechos Humanos, y así, se aumentó el peso del Estado en cuanto a que se infló nómina y gasto público para el sostenimiento de estos órganos que técnicamente no eran parte de la Administración Pública pero sí cumplen funciones estatales, y han restado fuerza a los poderes del Presidente.
De igual manera, se fortaleció la función de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y del Poder Judicial Federal como órgano de control constitucional, aunque poco a poco, los Ministros, o jueces integrantes del mismo, no dejaron pasar la oportunidad de ir ganando notoriedad y de meterse en las cuestiones políticas, a la vez que, a través de ellos, empezó a darse la legalización de las aberraciones propias de la ideología Progresista o Woke, importadas de EUA y Europa Occidental.
Sin embargo, todo esto tuvo un efecto no deseado: una especie de libertinaje progresivo, en que no solamente aparecieron cacicazgos regionales, es de recordarse el ejercido, por ejemplo, por el que fuera rector de la Universidad de Guadalajara, Raúl Padilla López, sobre Jalisco, sino también por un aumento generalizado de la pérdida del sentido de autoridad. Este debilitamiento de la figura presidencial se vio, por ejemplo, en la pérdida de la "liturgia" del Estado Mexicano, que se mostraba en los días en que el Presidente de la República acudía al Congreso de la Unión, aperturaba el periodo de sesiones de las Cámaras y rendía ante ellas reunidas en pleno, su informe anual del estado de la administración. Bajo Salinas, diputados y senadores comenzaron, en un alarde de majadería y vulgaridad, a increparle mientras el mandatario hablaba, hacer protestas con máscaras de burla, y llegó a su culmen cuando a Vicente Fox, el primer Presidente no priísta tras 70 años, se le impidió entrar al recinto parlamentario y tuvo que entregar el informe por escrito, por los propios legisladores, que de esa manera, pretendían aparecer como defensores de la Democracia y retar el pretendido autoritarismo de un mandatario que aunque tuvo visos de caudillo populista, renunció a aparecer como figura de autoridad, y quien, quizá, contribuyó como ninguno a devaluar el cargo que ocupaba.
AMLO en su trayectoria política desde los 90 hasta 2018, fue sin duda otro de los que contribuyó a la demolición del poder presidencial, y evidentemente, al igual que Fox, ha mostrado ese populacherismo o chabacanería hasta soez en el ejercicio del cargo, pero sin embargo, al llegar a la Presidencia, pareció enfocarse en la reconstrucción del ejercicio efectivo del poder por parte del Ejecutivo, sin lograrlo, cabe decirlo, pero que sin duda, su sucesora seguirá intentando, gozando con un mayor respaldo para ello en el Congreso.
Pero ¿porqué gran parte del electorado ha decidido apoyar este proceso retrógrado cuando, se supone, se habían conquistado muchos derechos y libertades? Quizá porque esos muchos, como los judíos que en el desierto protestaban contra Moisés durante el Éxodo, extrañaban las legumbres de las que gozaban en Egipto, es decir, por el viejo dilema de Seguridad Vs. Libertad.
Y no es para menos, la sociedad mexicana, tradicionalmente se sostenía sobre tres pilares: el Partido-Gobierno, la Iglesia Católica y el Ejército. Demolido o debilitado el primero, los otros dos se vieron afectados y la estructura asentada arriba de ellos empezó a derrumbarse. Desde los 90, las tasas de divorcio aumentaron, la moralidad se relajó, la violencia doméstica se disparó, la natalidad bajó, las adicciones se incrementaron exponencialmente, el nivel educativo se derrumbó, la corrupción, siempre endémica, creció igualmente a niveles nunca vistos pese a la cada vez mayor cantidad de instancias fiscalizadoras creadas para supuestamente frenarla, y el poderío de las organizaciones criminales se hizo cada vez más patente, llegando a competir con el Estado.
El mandato de AMLO, hay que decirlo con claridad, ha sido incapaz de evitar todo esto, pero cuenta con la excusa de encontrarse apenas poniendo las bases de esa transformación prometida que no consiste en otra cosa que en volver al pasado, de ahí que la próxima Presidenta haya prometido "poner el segundo piso" de dicho proyecto, y que la gente, que quiere regresar al punto de partida y a ese estado de seguridad que ante la realidad actual suena idílico.
Cabe decir que ahora las circunstancias lo podrían favorecer, puesto que lo que estamos viendo, no nada más en México, sino en gran parte del mundo, es el fin de la aventura Neo-Liberal. Ese sistema provocó el ascenso de "élites" o mejor dicho, "oligarquías" que sometieron a los Estados a sus intereses a través de los lobbies globalistas como el Foro de Davos; Rusia y China, por ejemplo, representan la opción de recuperación del poder del Estado frente a estos grupos, y sus modelos autoritarios, sin duda, se van a "poner de moda", más cuando muestran que no es necesario ser democráticos, ni liberales, para lograr el éxito económico, y por eso mismo, esos grupos, que en mucho controlan a los gobiernos europeos y a la actual delirante administración Demócrata en Washington, atizan el conflicto contra dichas potencias resurgentes.
En EUA, la eventual victoria de Donald Trump y su regreso a la Presidencia de la República en noviembre, aunque sea tras las rejas --en una muestra más de los absurdos de los que sólo es capaz el Common Law anglosajón-- tras ser perseguido, de forma descarada por el Poder Judicial del estado de Nueva York, totalmente controlado por el Partido Demócrata, se dirigiría a controlar las ínfulas, verdaderamente demenciales, de las élites tecnológica, financiera, del espectáculo y del complejo militar-industrial que son las que controlan al títere senil de Biden y al que al parecer pretenden mantener en el Despacho Oval. Hay que recordar que quizá por esos puntos coincidentes, de oponerse a ciertos grupos surgidos del mundo de la empresa que han tomado el poder, es que tanto el inmobiliario neoyorkino como el político de Macuspana tuvieron una buena relación.
La pregunta es: ¿los profetas del pasado, o nostálgicos de MORENA, podrán reconstruir el sistema priísta bajo sus siglas o se estrellarán en el fracaso abriendo la puerta a movimientos radicales, actualmente larvarios (pensemos en lo que hasta ahora suena como un disparate: los Carlistas mexicanos)?
Y en el vecino del norte, ¿Trump regresará a la Casa Blanca y emprenderá ahora sí, un proceso de recuperación de la autoridad ante las "élites" financieras, del complejo militar-industrial y tecnológicas? ¿Habrá una Segunda Guerra Civil estadounidense? ¿Estas élites provocarán la III Guerra Mundial antes de caer para hundirse con todo?
2.- EL SUICIDIO DE LA OPOSICIÓN MEXICANA: La Campaña de Xóchitl Gálvez fue la crónica de una muerte anunciada. Una candidata carente de carisma, que caía en las mismas actitudes chabacanas que el Presidente al que se criticaba, pero que no conectó con las masas; los partidos que conformaron la coalición no postularon a una política con más oficio como Beatriz Paredes, ni a un tecnócrata con acertados diagnósticos y propuestas realistas como Enrique de la Madrid, sino que se fueron por la opción, que quién sabe en base a qué, consideraron carismática.
Es más, ya he mencionado la sospecha de que, detrás de la selección de las candidatas principales, que coincidentemente fueran mujeres, con vínculos con el Globalismo (la Sheinbaum proviene de los páneles sobre el cambio climático de la ONU, Xóchitl del Foro de Davos) esto fuera parte de una agenda impuesta por dichas instancias financieras e ideológicas, y quizá lo que más hace sospechar de ello sea cómo la figura de la Gálvez creció:
gracias al propio López Obrador! Esto es clarísimo si revisamos los antecedentes inmediatos:
1.- Xóchitl Gálvez inicialmente aspiraba a ser candidata al gobierno de la Ciudad de México.
2.- A raíz de un sainete en que AMLO impide que Xóchitl entre a una de sus ruedas de prensa matutinas, ella empezó una serie de dimes y diretes con el Presidente.
3.- El Presidente, empezó a hacer una velada promoción de la luego candidata, mencionándola a cada rato.
Aquí o dos posibilidades: o la Oposición se tragó de manera ingenua y hasta idiota que AMLO temía a Xóchitl y por tanto, podía ser la opción a lanzar a la Presidencia, y le abrieron la puerta a esa "yegua de Troya", o bien, estuvieron desde un principio de acuerdo, junto con el Presidente y su grupo en que ella debía ser la candidata comparsa y hacer campaña para perder, con toda la intención de ello...
La realidad es que la coalición opositora se conformó por los tres partidos tradicionales: el PRI, partido madre de toda la clase política mexicana, el PAN, partido supuestamente conservador, --y que, en alguna época, presumía de inspiración cristiana-- escindido de la raíz original del primer partido desde los años 30, y el PRD, surgido tras las elecciones de 1988. Los tres institutos tuvieron una larga historia de confrontaciones, pero, tras las elecciones de 2018 en las que resultó electo el Presidente López Obrador, los tres partidos buscaron aliarse para hacerle frente a sus iniciativas de reforma, en el Congreso; sin embargo, parecieron convertirse en una oposición de membrete o testimonial, ya que muchas de las iniciativas presidenciales pasaron con el apoyo opositor.
La Oposición, además, no supo, no quiso o no pudo construir un discurso propositivo, ningún proyecto que contrastara o que ofreciera alguna alternativa a las medidas populistas del Gobierno, y se centró en el ataque directo en contra de la figura de AMLO, jamás le quitaron el control del discurso, sino que se mantuvo como el centro de todo y por el contrario, se vio fortalecido por la propia actuación de sus oponentes que trasladaban los reflectores hace él, pero jamás consiguieron atraerlos a ellos, refrendando el mediocre carácter de Alejandro Alito Moreno, dirigente del PRI, Marco Cortez del PAN o Jesús Zambrano del PRD, quienes se apoltronaron en sus puestos y carecieron de liderazgo y claridad de objetivos.
Además, en vez de buscar un mensaje de unidad nacional, si tanto se criticaba que el Presidente tenía un discurso de división, polarizador y que lucraba con los resentimientos de la clase pobre hacia las medias y altas, la Oposición, sean los partidos, o sean aquellos comunicadores que se identificaron con llevar la contra al mandatario, se lanzaron también en contra de los electores, sobre todo los de gente de capa social baja, a los que nunca bajaron de
prietos, nacos, muertos de hambre, ignorantes, pendejos, idiotas, entre otros apóstrofes insultantes. No es posible que se buscara conseguir el voto de las clases bajas mientras se les
denigraba e insultaba al mismo tiempo y aparte
se difundían discursos catastrofistas para generar miedo sin proponer nada; parece como el caso de muchos antisemitas que reclaman que muchos de los intelectuales y líderes de la Revolución Bolchevique fueran de origen judío... bueno, si los Zares, en particular Alejandro III y Nicolás II habían desatado feroces pogromos y persecuciones contra los hebreos, habría resultado bastante estúpido esperar lealtad de ellos al régimen y no que buscaran adherirse a movimientos más imparciales o indiferentes a su origen étnico o religioso.
Así, podemos concluir que el electorado dictó sentencia de muerte para el PRD, partido que sólo se explicaba por la existencia de un caudillo: Cuauhtémoc Cárdenas o AMLO, sin ellos, y sin que un mequetrefe como Miguel Ángel Mancera pudiera constituirse como nueva figura señera del partido, el partido estaba condenado y se fue desinflando rápidamente; el día de hoy, la votación obtenida es tan exigua que le ha llevado a la
pérdida de su registro... se va, tras haber causado enormes daños a la sociedad difundiendo su ideología más rancia y más
woke durante los últimos treinta años y quedando al final como unos pragmáticos que en realidad estaban más interesados por seguir viviendo del presupuesto que por defender unos principios y un proyecto.
De igual manera, el PRI, como marca, es tóxico, ya no le dice ni ofrece nada a nadie y
ha quedado totalmente desprestigiado. Está, por otro lado, exhausto y ya no es de extrañarse que se den constantes
fugas de sus miembros que migran principalmente a MORENA, ya no aparece como vehículo para el logro de ambiciones o brindando posibilidades de ascenso en la vida política nacional. Sin duda es un partido que debe desaparecer, o bien, reestructurarse cambiando de nombre, siglas, colores y plataforma.
El PAN ha quedado como el único partido opositor que podría resurgir, aunque ha quedado restringida su presencia a los estados de la federación mexicana más identificados como
conservadores o ultramontanos:
Aguascalientes y
Guanajuato, si el partido logra reconfigurar su diligencia, purgándola de convenencieros y pragmáticos, mostrarse como un partido contestatario contra las más que previsibles medidas de tono
woke a tomar por la nueva administración, y que sea capaz de aglutinar la representación del votante católico que esté hastiado de las imposiciones ideológicas que han ido deformando y haciendo decaer a nuestra sociedad, puede convertirse en una opción interesante y que podría ser respaldada por muchos.
Movimiento Ciudadano parecía ascender durante la campaña, hueca y carente de propuestas, pero efectiva en lo mercadológico que pegaba entre los jóvenes, hasta que tras haber rechazado unirse a la coalición que apoyaba a Xóchitl Gálvez, se vino el incidente de la caída del tinglado del mítin en San Pedro Garza García; pese a que aparentemente se encuentra siendo un partido beneficiado con los resultados del proceso electoral, la realidad es que está tocado por los graves cuestionamientos a sus gobiernos locales en Jalisco y Nuevo León, incluyendo la posibilidad de un fraude electoral para no perder al primero, así como los señalamientos de que, a nivel nacional, su papel fue de comparsa de MORENA, sin que para éste, sea necesario continuar con tal alianza.
Como sea, MORENA y la Presidente Sheinbaum, tendrán un poder absoluto, carente de contrapesos en el mecanismo ideado por Montesquieu, Rousseau y el Juez Marshall, ya que contarán con la mayoría absoluta que le permitiría debilitar el equilibrio de poderes mediante
reformas drásticas a la Constitución, tendientes a reconstruir el sistema priísta de concentración de poder en el Titular del Ejecutivo. Pero esto quizá no sea tanto obra de López Obrador, de su partido o de la sucesora; sino de la propia Oposición que se ha autodestruído, desde que Felipe Calderón impuso al interior del PAN a Josefina Vázquez Mota como la candidata en las elecciones del 2012, que la administración de Peña Nieto se olvidó de las bases del PRI entre trabajadores y campesinos para regalárselas a MORENA, con una administración excesivamente tecnócrata y fría, que no supo responder a casos como el de Ayotzinapa y que el propio PAN se enredaba en conflictos internos, en los que Calderón dinamitó la candidatura de Ricardo Anaya y éste a su vez perdía tiempo en silenciar a voces discordantes dentro de su partido.
La Oposición se ha anulado a sí misma, no es que MORENA y AMLO hayan construido un régimen de partido hegemónico, es que los otros partidos se volvieron invisibles por sí mismos.
CONCLUSIONES Y PERSPECTIVAS:
De este proceso electoral podemos concluir lo siguiente y atisbar varios escenarios para México en los próximos años:
PRIMERO.- La Democracia Mexicana que tanto se cacareó desde los 90, quedó al descubierto, el Fundamentalismo Democrático que tuvo entre sus profetas al Presidente Zedillo, que en cada discurso pronunciaba la palabra "Democracia" decenas de veces, o a comunicadores como Denisse Dresser, quien, de manera soberbia y ridícula se quejaba del malagradecido pueblo mexicano al que ella "había quitado las cadenas", como sintiéndose una nueva Juana de Arco, quemada en la pira electoral por un pueblo ingrato e ignorante, pseudointelectuales como Enrique Krauze y empresarios que lucraron inmensamente bajo el régimen Neoliberal como Claudio X. González, demostró que no fue tragado por los mexicanos.
La sociedad mexicana no es una sociedad democrática, si es que eso existe, pues la Democracia es y debe ser concebida exclusivamente como una forma de seleccionar gobernantes, y en algunos casos en que así proceda, tomar decisiones. La sociedad mexicana por el contrario, ha demostrado, por un lado, buscar un gobernante fuerte que concentre en sus manos el poder y así tenga vía abierta para resolver necesidades urgentes, principalmente la seguridad, la recuperación del orden y la inequidad; no obsta a ello que AMLO haya fracasado rotundamente, pero puede excusarse con el discurso de "haber sentado las bases" para que la Sheinbaum continuase en ello.
Pero quizá lo principal que reflejó este proceso electoral es que los Buenos, o quienes al menos se calificaban a sí mismos como tales, no resultaron tan buenos, mostraron un desprecio total por la gente humilde que no se apegaba a sus criterios de lo que es ser "una persona preparada" o culta (pese a que algunos, como Carlos Alazraki, pese a dárselas de muy fino y cultivado, maneja un lenguaje propio de comerciante ambulante, cargador o albañil, con perdón de todos estos), o hasta raciales, y demostraron que tanto su concepto de Democracia como su proyecto de país era clasista y excluyente. Habían impulsado y festejado reformas durante la "Era Neoliberal" de estos últimos 30 años para crear una imagen de país que no contemplaba y jamás benefició a indígenas refundidos en sus comunidades y sin más panorama que el dedicarse a trabajos serviles, a campesinos en lugares apartados que seguían practicando una mera agricultura de subsistencia o a jóvenes de barrios marginados de las urbes sin estímulos para educarse y obtener empleos remunerados y con posibilidades de mejorar su vida, convirtiéndose en reclutas del crimen.
También, aunque muchos no lo acepten, pero demostró que los señalados como los Malos quizá no lo sean tanto, pues mostraron preocupación --conveniente o no-- por esos sectores, les hablaron con respeto y tomaron en cuenta, les dieron su importancia y su lugar como ciudadanos y les ofrecieron al menos paliativos para su situación, mientras que los Buenos, les ignoraron por completo, y los resultados se reflejaron en las urnas. Lo negativo de ellos, sin embargo, se puede señalar en que azuzaron resentimientos y agravios inveterados como impulso para apoyar a un gobierno y un partido que aparecía ante ellos prometiéndoles la salvación en tonos mesiánicos.
La división en nuestra sociedad, por tanto, quedó patente, esta partición entre Fifís y Chairos no se la inventó AMLO, la aprovechó, pero existe probablemente desde el Virreinato, aunque incluso las sociedades indigenas ya la arrastraban, el nuevo Gobierno, pero también la Oposición, debe buscar restañar las heridas y lanzar un discurso incluyente para todos los mexicanos, no se deben continuar estos resentimientos y discriminaciones estúpidas y que minan nuestra unidad, necesaria si queremos que México se convierta en un país definitiva y plenamente desarrollado.
Sin embargo, ha circulado
la posible integración de su gabinete, el que se ve, se conformará por criterios técnicos, y en realidad, seguirá por la senda Neoliberal en gran parte, justo como lo hizo AMLO. Habrá que ver cómo compagina eso con el sostenimiento de una política social, equilibrando que ésta no se circunscriba a dar subsidios, becas y apoyos, sino a que, fomentando las inversiones, la libre empresa y el libre mercado, se de la creación de empleos, pero en condiciones justas que lleven a una mayor equidad, que no igualdad, y romper con las diferencias y concentraciones de riqueza tan groseras en muchos casos, que contrastan con la miseria de grandes masas.
TERCERO.- Como lo decía en el post anterior, la Clase Política, incluiyendo a MORENA, se encuentra en grave crisis, no ha logrado renovarse generacionalmente y si bien desde 2018 se tenía más o menos claro que la Sheinbaum podía estar entre los sucesores de AMLO, hoy en día no se ve a nadie más joven capaz de tomar el relevo. La Oposición, como dije se ha autodestruido; el partido ganador puede construir un régimen en que sea hegemónico por lo menos 12 años, y esto no tanto por voluntad de establecer un sistema dictatorial o de "partido único" sino por la simple desaparición de los otros partidos a causa de sus propios errores y su incapacidad de aparecer ya como opciones viables de gobierno.
CUARTO.- México no se va a volver una Venezuela: basta comparar el tamaño territorial, la población inmensamente mayor de nuestro país, la complejidad del mismo territorio y también una economía más diversa y grande, con la del país caribeño, dependiente sólo del petróleo; además de la cercanía de México, y su invertebración, con EUA. Este país no dejaría jamás que en México (o Canadá) se instale un régimen contrario y potencialmente hostil que perjudique sus intereses económicos ni su seguridad. Incluso, ya es bien sabido que se ha estado planeando una
posible intervención en nuestro país si el Narcotráfico avanza todavía más en su control, acrecentado ante la inacción de AMLO.
A la nueva mandataria, por tanto, le convendrá continuar con la integración norteamericana y realizar una política de seguridad mucho más efectiva, pese a que su pasado de hippie activista y las ligas comunistas de sus padres judíos europeos la inclinen hacia ciertos discursos revolucionarios.
QUINTO.- Debemos dejar de andar difundiendo miedos y rumores, en el cambiante y peligroso mundo de hoy, a México le conviene estar unido. Claudia Sheinbaum, a partir del 01 de octubre de 2024 será la Jefa de Estado y de Gobierno de todo México, como tal, habrá que apoyarla en lo que se vea que es bueno o beneficioso para todos, en lo que haga que sea objetivamente malo para el país y su gente, habrá que señalarlo, oponerse y actuar dentro de los canales que correspondan y que no rompan con la paz y la construcción de un país más justo y más incluyente, en que nadie vuelva a sentirse marginado o hecho menos por quien detente el poder.
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