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10 de agosto de 2023

BARBENHEIMER

 El 'Barbenheimer' no hace gracia en Japón: Warner Bros se disculpa por el  marketing de 'Barbie' para evitar un boicot en el país víctima de la bomba  atómica

Pues bien, fui "víctima" de la operación mercadológica de Hollywood, --la última antes de la huelga que aún no termina, misma que es dirigida entre muchas otras demandas, contra la incursión de la Inteligencia Artificial, y su incursión en el medio del espectáculo y los medios, algo que ya desde hace veinte años se venía profetizando (¿Nadie se acuerda ahora del filme SIMONE, con Al Pacino y de la idea de la creación de una actriz virtual plasmada en el mismo?) y que es liderada no por la violenta y empoderada Sarah Connor, sino por la sencilla, valiente y directa Nana Fine-- y fui a ver los dos blockbusters anunciados y que han cimbrado a las taquillas de los cines del mundo, por un lado, Barbie, de Greta Gerwing, protagonizada por Margot Robbie y Ryan Gosling, y por el otro, Oppenheimer, del británico Christopher Nolan, con un extraordinario elenco encabezado por Cillian Murphy y Robert Downey Jr., quienes sostienen un excelso duelo actoral, no visto desde hace mucho.

Son dos películas muy disímbolas pero ambas resultan interesantes y complejas, y aquí digo el porqué.

1.- BARBIE:

Esta película, basada en la famosa muñeca elaborada por la multinacional juguetera Mattel ha roto récords de taquilla gracias a un marketing sustentado en la polémica. Para muchos, es la película más feminista de la Historia y que predica un odio radical contra los varones, quienes parecen ser ridiculizados a lo largo del metraje. Incluso, comentaristas conservadores como Ben Shapiro o Matt Walsh no dudan en dirigir sus anatemas en contra de la misma, salvo el caso del medio conservador Epoch Times, donde vi que los comentarios, curiosamente, coincidían con la opinión que yo me formé al salir de la Sala.

Ciertamente, es una película difícil de ver, incómoda a veces y que si se le ve solamente superficialmente, parece ser precisamente eso: un panfleto del feminismo más radical, pero en realidad, va más allá de eso. Más que sentirme insultado u ofendido como hombre por la trama presentada, me sentí como indigesto, de forma similar a cuando vi Brazil del Monty Phyton Terry Gillian, película con la que le noté algunas similitudes, por ejemplo, en la forma en que se representan los espacios grises y cerrados de las oficinas ficticias de Mattel, además de ser una película surrealista, y tener numerosas capas, e incluso mensajes discretamente escondidos, Gerwig parece jugar a presentar un filme sumamente woke, pero a la vez, un mensaje muy crítico contra esta ideología que está entre los factores responsables de la decadencia de la industria fílmica estadounidense.

Para empezar, la forma en que son presentados los hombres en el "mundo de Barbie", tiene todo sentido si uno recuerda que Ken no es un juguete independiente o por sí mismo, como lo sería Max Steele, es de entrada, un accesorio, "el novio de Barbie", por tanto, los Kens no tienen independencia respecto de las muñecas con las que se encuentran emparejados, salvo que el hermano de una niña agarrase al Ken y jugase con él y lo convirtiese en protagonista de sus propias aventuras imaginarias como vaquero, caballero medieval o héroe del espacio, el chiste del muñeco es usarlo para recrear con la rubia de plástico situaciones de pareja, o como sale en la película, fiestas de playa o noches de disco.

De este modo, lo que sucede con el Ken de Gosling, quien, por otro lado, se lleva las palmas durante el filme, refrendando sin duda ser de los mejores actores de mi generación, --pues parece que la muy feminista Gerwig trazó la película a fin de que el canadiense tuviese mucho mayores oportunidades de lucimiento de todas sus habilidades actorales, de danza y canto, que para la bella australiana, quien hace una buena actuación, pero que queda solo en eso-- es que su contacto con el mundo real y escuchar la palabra y asombrarse por el fantasma del patriarcado, le hace buscar su propia identidad, al final, Ken no es derrotado, sino que logra safarse de la Barbie, y encontrar cuánto vale por sí mismo y que no necesita de la muñeca para tener identidad y dignidad propias; en términos ramplones, descubre que no vale la pena "ser un arrastrado ante una vieja que no lo pela", como diríamos en México, o un simp en la jerga actual, rompiendo con la idea de humillarse ante y por una mujer.

En realidad, parece que la cineasta, hábilmente, encubre que hace mofa de la utopía feminista encarnada en la muñeca, (que siempre ha sido un ícono del feminismo, no desde esta película, sino desde su creación en 1959) tal y como la presenta al inicio, haciendo una parodia del inicio de 2001 Odisea del Espacio, mostrando lo ridículo e imposible de la misma, como también lo hace de la postura Red Pill que postulan personajes como Andrew Tate, plasmando un "patriarcado" de hombres infantiles, vanidosos, que pretenden mostrar su poder conforme adquieren o poseen cosas, y para los que las mujeres son meros objetos de apropiación. Igualmente, Gerwig rescata la feminidad ilustrada en el mundo rosa, el maquillaje, la vestimenta y la actitud femenina de las Barbies, incluido la del travesti colado como Barbie doctora, finalmente, muestra de que un trastornado así, lo que hace es copiar las actitudes y comportamientos propios de una mujer, y por tanto rompe con la postura de las feministas de intentar imitar al varón.

El discurso de la actriz América Ferrara, por otro lado, es ridículo y da pena ajena, o como se dice en inglés cringe, pues cuando uno analiza su contenido resultan nimiedades y cuestiones meramente emocionales de las que bien podría quejarse también un hombre y que, en el mundo real palidecen ante las verdaderas discriminaciones y humillaciones que padecen las mujeres en los países islámicos, donde, por ejemplo, se castiga a quien golpee a un gato, pero a la mujer se le puede "corregir" de esa manera sin problema, entre muchas otras cosas que van más allá del código de vestimenta prescrito por la Shari'a.

Incluso, cuando se ve la situación de los ejecutivos de Mattel encabezados por Will Ferrell, más que una pretendida crítica al machismo en el mundo empresarial, se critica al borreguismo y la adulación a la figura del "jefe" y resulta que, en realidad, la empresa es dirigida en las sombras por la anciana creadora de Barbie (la real, Ruth Handler, que fuera fundadora y CEO de la empresa, ya falleció en 2002) con lo que muestra lo que ocurre muchas veces, más que patriarcado, el mundo real puede ser un matriarcado, como incluso la HBO lo presentara en su serie Roma, (aunque esto fue herencia de Robert Graves, quien en Yo, Claudio, creó un mito de la emperatriz Livia como super poderosa y siniestra, algo muy exagerado y sin bases históricas para sostenerlo), en que la mujer puede influir sobre el hombre para hacerle tomar decisiones y obtener beneficios o ventajas de ello.

En resumen, es una película compleja, y que intencionalmente fue pensada para generar polémica, aunque creo que más porque la directora Gerwig, o la propia Margot Robbie quien fuera productora del filme, quisieran provocar una crítica social seria, fue porque querían obtener dinero que salvara de la quiebra a Warner Bros. y les permitiese a ambas hacer fortuna: nada genera mejor publicidad, en estos días, que causar discusiones y polémicas, hasta sobre algo tan infantil como un juguete.

2.- OPPENHEIMER:

Sin duda la mejor película de este 2023, y quizá de varios años, y hasta ahora, la obra cumbre de Christopher Nolan, el, para mi, el mejor director de cine de la actualidad. Nolan, de manera muy inteligente evita hacer una narración del Proyecto Manhattan y diferencia magistralmente la obra del operario, y se centra en él, pero además, el tema central de la trama no es tampoco ni las labores del físico Robert J. Oppenheimer en la creación de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, ni los dilemas éticos o el remordimiento que luego sufrió el gran científico. No es así,  el centro de la trama gira en torno a la envidia del político, tortuoso, corrupto, ignorante y pragmático, encarnado en Lewis Strauss, y como dirigió todo su veneno para destruir la vida y reputación del hombre de Ciencia que había llevado a EUA a obtener el arma definitiva y poner fin a la Segunda Guerra Mundial de manera drástica y cambiar la Historia futura del mundo.

Nolan no hace juicios de valor, presenta los hechos como se dieron, Oppenheimer se nos muestra como un hombre, con virtudes como su amor por el conocimiento, su búsqueda de los secretos del universo, su labor docente, con una pasión y un ansia por enseñar, compartir sus saberes y a la vez, generar en sus alumnos la curiosidad, el espíritu innovador y el espíritu crítico tan propios de la Universidad, surgido con los escolásticos medievales de los que, sin duda, fue un continuador en esa tradición tan genuinamente académica y ahora tan perdida en instituciones que se contentan con ser formadoras de simples gerentes o dedicarse a la difusión de ideologías estériles y cuando no, estúpidas.

Oppenheimer se nos muestra como un hombre que en su búsqueda de la Justicia llegó a coquetear con el Marxismo de la mano de amistades y conocidos en el ámbito universitario, en una época en que el Comunismo tenía un gran atractivo que encandiló a muchos tras el éxito de la Revolución Rusa y la rápida modernización del envejecido Imperio Zarista reconvertido en la pujante Unión Soviética. También, sus debilidades: la lujuria, su ingenuidad, su excesiva confianza, vanidad y orgullo quedan patentes, como también la crápula, maldad y envidia de un mediocre como Lewis Strauss, aupado al poder político gracias a corruptelas y tráfico de influencias, algo tan común en EUA como en México y cualquier lado, donde gente así puede llegar a encabezar organismos tan especializados como una Comisión de Energía Nuclear sin conocimientos en la materia, y que se agarran de tales debilidades para buscar destruir a quien les opaca y no les quema incienso en el altar de su narcisismo, cegados como están por el Efecto Dunning-Krueger.

En todo caso, la película nos hace cuestionar cómo se generó un arma tan descomunal y se puso en manos de los mediocres políticos surgidos de la pretendida Democracia para que la usen; en el contexto actual, en que una Administración como la de Joe Biden, que sin duda es el epítome del mal gobierno en EUA, como quizá sea que en todo Occidente estamos precisamente viviendo la época en que contamos con los peores gobernantes habidos y por haber que contrastan con los llamados Bad Guys de Rusia, China, el Mundo Islamico o Corea del Norte, donde hay objetivos claros, formación de liderazgos y ejercicio decidido del poder, es para alarmarnos por lo que pueden desatar una serie de estúpidos pagados de sí mismos, que por lo pronto, han provocado ya una sangrienta guerra en Europa, y amenacen con extenderla a África con tal de contentar a sus igualmente idiotas, soberbios y enloquecidos patrocinadores del mundo empresarial.

Cillian Murphy es el mayor actor de mi generación, ni duda cabe, y si bien ya había alcanzado cierta notoriedad internacional tras haber protagonizado la serie de TV Peaky Blinders, como líder de una de las organizaciones criminales más peligrosas en la Inglaterra del periodo de entreguerras, ahora llega a un punto culminante en su carrera en el que merecidamente debe considerársele como una gran estrella. Downey Jr., por su parte, se ha sacudido por completo la armadura de Iron Man, personaje que le permitió volver a las marquesinas tras una difícil época en su vida, y haber corregido el rumbo, para volver a hacer cine en serio y demostrar su enorme talento histriónico, como no lo hacía desde 1992 en que encarnó a Chaplin en aquel Biopic.

Alrededor de ellos, un elenco extraordinario con participaciones que quizá sólo son cameos, pero son grandiosos: un Kenneth Barangh como Niels Bohr, el estudioso del átomo, Gary Oldman como el amoral y estúpido Presidente Harry S. Truman, Rami Malek, una extraordinaria Emily Blunt, y una hermosa e impactante Florence Pugh, Cassey Affleck, etc. Y además, filmada en formato IMAX, pese a que más allá de la recreación de la explosión nuclear de la prueba Trinity, no hay nada que pudiese impactar visualmente al espectador tipo pirotecnia visual o eye candy, sino que ese formato permite ver la gran expresividad de todos los actores y disfrutar al máximo una fotografía sobre una paleta de colores pálidos y fríos que muestran claramente lo que el realizador nos quiere decir.

Es una película que, al terminar de verse, es para ponerse de pie y aplaudir. 

Ante la crisis de Hollywood, obras maestras como ésta serán cada vez más raras. Afortunadamente, creo que Nolan no depende de la indusrtria norteamericana para hacer sus películas, de entrada, él es británico, y creo que él podrá hacer películas donde encuentre oportunidades y condiciones para ello. Muy probablemente, debido a los tiempos en que vivimos, los Óscares y demás premios se los lleve Barbie a alguna otra película de menor calidad; pero no creo que eso a Christopher Nolan, le importe. Si hay un digno sucesor de Kubirk, y alguien que, ante un panorama oscuro y de porquería decide brillar con luz propia y regalarnos arte, ése es él. 

En cuanto a Oppenheimer, el hombre real, yo le admiro. No lo considero un villano, como tampoco creo que tirar las dos bombas atómicas sobre Japón haya sido un acto de maldad gratuita, como la creciente Leyenda Negra Anti-Anglosajona de la que mucho autonombrado Hispanista hace eco o los voceros de Rusia lo parecen decir, fueron circunstancias muy complejas, presiones enormes y decisiones muy difíciles detrás de ello y de los bombardeos incendiarios sobre Tokio y otras urbes niponas, sobre las que en la actualidad, apoltronados en nuestras pantallas, no podemos dimensionar. Oppie era un hombre que deseaba crear algo que frenase las guerras, si hasta ahora, a pesar de los muchos conflictos que se han vivido desde 1945, no hemos entrado en una Tercera Guerra Mundial, lo debemos al efecto disuasorio que tienen las armas de destrucción masiva... desgraciadamente es así, porque muchas veces el ser humano sólo puede ser persuadido, pavlovianamente, de no hacer el mal por la amenaza del castigo, la coacción o el puro y absoluto terror, como ocurre con el fantasma de la MAD o Destrucción Mutua Asegurada, con lo que la idea del neoyorkino ha quedad cumplida. Y sobre todo, me parece admirable su búsqueda de la verdad, su curiosidad insaciable y su amor por el saber y la pasión por compartirlo.

Pero lo que es de temer es que en 1945, un estúpido e ignorante como Truman tenía al menos a gente sensata como Marshall, Stimson y otros que le podían brindar cierta orientación, y el propio Mandatario, tendría defectos, pero no era un enfermo ni un loco; ahora, por el contrario, tenemos a un senil en la Oficina Oval rodeado por una serie de personas que no saben decir qué es una mujer... sin duda el panorama es preocupante.