La victoria de Giorgia Meloni, candidata de la colalición Fratteli d'Italia, (frase con la que inicia la letra del himno nacional, y que se traduce al español como "hermanos de Italia" y que indica cuál es la intención de esta coalición, pues la letra del himno, escrito durante los años de las guerras por la independencia y unificación de la península, el movimiento conocido como Risorgimento, encabezado por los entonces reyes de Piamonte, dice: Hermanos de Italia, la Patria resurge, de Escipión el yelmo, valerosa asume...) constituye un torpedo que ha impactado en la línea de flotación del ya bastante averiado barco de la Unión Europea, herido ya de gravedad desde el Brexit. Este resultado, igualmente, constituye un golpe durísimo de la serie que ha encajado el Globalismo a lo largo de este 2022 y de los que ya hemos hablado aquí, pero que cabe que hagamos una lista para recapitular:
El fin de la Pandemia de COVID-19, que no logró servir para estructurar el esbozo de un Gobierno Mundial sino que cada quien actuó como pudo o como quizo.
El escándalo Djokovic, con el que comenzamos el año, en que el tenista serbio se convirtió en símbolo de la oposición a las políticas anti-COVID tomadas en Occidente, al exhibir al gobierno australiano como autoritario y contrario a los derechos fundamentales en pos de un totalitarismo farmacéutico. No a causa del deportista, pero sí hemos visto cómo a lo largo del año, esa Nueva Normalidad y el Gran Reset con que los grandes magnates y gobiernos amenazaban con implantarnos un futuro lleno de restricciones, han quedado en agua de borrajas, al menos por ahora.
La huelga de transportistas en Canadá, que aunque reprimida por Trudeau, mostró la verdadera naturaleza de su régimen: dictatorial y violador de derechos fundamentales.
La revocación del precendente Roe v. Wade que devuelve a los estados de la República en Estados Unidos la facultad de legalizar o prohibir el aborto; lo que fue un golpe directo a los progresistas estadounidenses.
El fallo favorable al actor Johnny Depp en su juicio contra su ex-esposa, la actriz Amber Heard, que golpeó directo al discurso victimista del Feminismo, demostrando que la agresión, las mentiras y la manipulación pueden venir igualmente de las mujeres.
La serie de fracasos de las grandes corporaciones estadounidenses del entretenimiento, su inclusión forzada de personajes representativos de minorías marxistamente vistas siempre como "oprimidas", están provocando hemorragia de suscriptores, un aluvión de críticas y ahuyentando las audiencias.
La actuación del Gobernador del estado de Florida: Ron de Santis, quien ha sido el primero en poner un alto al gigante mediático y progresistaDisney a la vez que exhibiendo la hipocresía de los Demócratas mandando aviones con inmigrantes ilegales a un santuario de las élites progres como Martha's Vineyard o a las puertas de la residencia oficial de la Vicepresidente Harris.
La negativa mayoritaria de los chilenos a aprobar en referéndum un proyecto de constitución para establecer un régimen acorde con los intereses Globalistas y progres, así como la cada vez mayor opinión negativa hacia el joven Presidente Boric, --el millenial típico-- de parte de la gente. Ni siquiera los indígenas Mapuche, a los que se pretendía dotar de autonomía, resultaron estar a favor de tal cosa.
La Guerra de Ucrania, que está provocando una crisis económica que está por cebarse con Europa este Invierno, y que empieza a ocasionar terremotos políticos.
Terremotos como el que está pasando ahora ante el resultado electoral en Italia, y ante las amenazas de Úrsula Von der Leyen, Presidente de la Comisión Europea y que muestra que sólo hay democracia cuando gana aquél candidato que coincida con las ideologías y las políticas planteadas desde arriba.
Por supuesto, como ya lo planteara la nefasta Madeleine Albright, ya fallecida y juzgada por Dios, todo lo que no sea acorde al ideario progresista es tachado de fascista, y así pasa con la Meloni, quien ocupará el Palacio del Quirinal, señalada de ser, de algún modo, como la heredera de Mussolini, apostrofada de homófoba y de xenófoba, por supuesto, cuando lo único que ha dicho y hecho durante su campaña es apelar al patriotismo, a la defensa de la familia natural, de las raíces indudablemente cristianas de Italia y a su riquísima y antigua cultura, lo cual se opone a los mercantiles y pedestres intereses de las grandes corporaciones y sus títeres en Bruselas; sin que en modo alguno aquello pueda ligarse a Mussolini y su movimiento de hace cien años, el cual pereció con él y Clara Petacci en 1945.
Cabe decir que, detrás de ella, se encuentra el apoyo de Matteo Salvini y de Silvio Berlusconi, el primero, ya era identificado como de extrema derecha, el segundo, un veterano de la política y la empresa, parte del establishment pero que, ahora, ha decidido apoyar a la joven líder, en una rebelión contra la Unión Europea y los dictados de las élites, il Cavaliere con su experiencia, ha detectado el sentir del pueblo italiano, que está simplemente harto de que les digan qué pensar, qué decir o qué aceptar, siendo la Guerra de Ucrania, el apoyo, con cargo al contribuyente, al régimen de Zelenski, la OTAN y las sanciones contra Rusia que han terminado por afectar al pueblo de la península mediterránea, ante los elevados precios de la energía, el cierre de negocios y pérdida de empleos, la inmigración ilegal de África y la asistencia social hacia ellos, lo cual ha terminado por dañar a una economía ya de por sí vapuleada por las estrictas medidas restrictivas durante la pandemia, lo cual, finalmente, también terminó por golpear al Gobierno de Draghi.
¿Qué sigue ahora? ¿Buscará Giorgia un Italexit? No podemos descartarlo, o sin llegar a ello, quizá un cambio al interior de la Unión Europea, formando un bloque, junto a Polonia, Hungría y el resto de países eslavos que han formado el Grupo de Visegrado, que quizá pretendan regresar al conjunto a lo que originalmente pretendieron sus fundadores Adenauer, De Gasperi y Schuman: un simple acuerdo de libre comercio, que facilite la cooperación económica y el desarrollo del continente, y no la creación de instituciones --no electas, por otro lado-- a las que se cede parte de la Soberanía Nacional y que pretenden intervenir en la estructura constitucional de los Estados miembros, y aún más, en su sociedad, sus tradiciones y culturas en un esquema que pareciera preceder a la constitución de un ente político Orwelliano y totalitario.
Por otro lado, sin duda esto constituye una victoria para la Rusia de Putin: decía Sun Tzu que las guerras se ganan en los templos y sin combatir, la verdadera guerra va más allá de los campos de Ucrania, se está librando dentro de Europa, y aún, de EUA, en sus sociedades, su opinión pública y sobre todo, la economía. Puede ceder o retirarse de Jarkov o de cualquier otra localidad; pero entre tanto, puede contemplar cómo sus enemigos entre sí se dividen, se amenazan y se atacan, ahí es donde radica su verdadera victoria... y aún no llega el invierno.
El día de hoy, el Presidente ruso Vladimir Vladimirovich Putin anunció una movilización parcial de sus fuerzas armadas con el propósito de proteger la región del Donbass ante la próxima celebración de un referéndum en las provincias rusófilas que votarán su separación definitiva de Ucrania y su reincorporación a Rusia, tras 30 calamitosos años de estar separadas de Moscú, con quien les une la Historia, la etnia, la lengua y la economía, --la verdad, todos esos elementos se aplicarían a toda Ucrania y a más de los otros territorios escindidos del Imperio Ruso/Soviético con quien formaron una sola cosa desde siglos atrás-- y, ya sin ambages, hacer frente a la agresión de la OTAN en contra del gigante euroasiático.
Las últimas semanas, los medios occidentales pregonaron por todo lo alto que Ucrania estaba teniendo una racha de victorias en contra de Rusia, hoy, los mismos medios proclaman que esto evidencia la debilidad moscovita y que Putin, ese dictador loco, está perdiendo la guerra y asume medidas desesperadas ante los avances kievanos. Sin embargo, no debemos olvidar que los medios occidentales, hoy más que nunca, han dejado de respetar la libertad de información y de expresión, se han bloqueado los principales medios rusos y sólo conocemos una versión de los hechos, aquella que interesa a la actual administración Demócrata en la Casa Blanca y a la OTAN. Ciertamente, la Verdad murió con el primer disparo el pasado 24 de febrero, y por supuesto que los medios rusos como RT o Sputnik controlados desde el Kremlin, publican un gran porcentaje de propaganda, pero también resulta que no tenemos la suficiente información, al no conocer los dos lados de la historia, como para contrastar y tener una idea clara de lo que sucede en ese rincón de Europa Oriental.
Aún así, si uno quiere conocer la otra versión, o aún algunos fragmentos de la realidad objetiva, puede hacerlo a través de la consulta de medios alternativos, de aquellos que, de alguna manera, o simpatizan con la causa rusa, o tratan de mantener alguna neutralidad en el caso; así, yo he visto los análisis del Profesor de Relaciones Internacionales Jesús López Almejo en su canal Tu Profe de RIo al periodista Antonio V. Villamil, ambos sendos defensores y simpatizantes del actual Presidente López Obrador (aunque el primero ya se ha portado más crítico, sobre todo ante el irrealizable y hasta ridículo "plan de paz" presentado por el tabasqueño que recibió burlas tanto de Moscú como de Kiev por respuesta), o los medios totalmente chavistas como Sin Mentiraso Reportero de Actualidad, y las crónicas de los rusos Liu Sivaya y Víctor Ternovsky; todos ellos en Youtube, sólo en Fox News, gente como Tucker Carlson se ha atrevido a dudar de las versiones oficiales, y también hay medios alternos como Redacted o Negocios.TV, que también están haciendo una labor interesante, tratando de desentrañar qué pasa en realidad.
Putin ha sido muy hábil en sus manejos mediáticos, y hasta ha logrado unificaciones aparentemente imposibles: ¿Cómo se explica la repentina amistad y coincidencia entre un marxista recalcitrante como Santiago Armesilla y un carlista fanático como Patricio Lons? Bueno, les une un antiyanquismo y no una crítica histórica a Inglaterra y EUA, sino una anglofobia a veces rayana en un "racismo inverso" que encuentran un vértice de unión en el papel ruso y sus deseos de acabar con la hegemonía estadounidense, y que también explica que por un lado el sátrapa comunistoide de Daniel Ortega y por el otro, el patriota y populista cristiano Jair Bolsonaro, reciban ambos el apoyo y el aplauso de Rusia y ambos, a la vez, apoyen a Putin en la crisis actual.
¿Qué podemos conjeturar de comparar lo que se ve entre esta prensa alternativa y la mainstream? Aquí me aventuro a dar mi análisis, una mera opinión, que creo, es informada:
Todo lo que ha estado haciendo Putin ha sido parte de una cuidadosa planificación que ha sido elaborada desde hace 20 años, desde que llegó al poder, cuando no, incluso, se encuentra basada en algún plan de emergencia ya diseñado desde tiempos soviéticos. Dicho plan consta de varias fases y estamos pasando a otra, quizá ha hecho adaptaciones en el camino, pero muy probablemente, se está ateniendo a un guión cuidadosamente preestablecido.
Ucrania no va ganando, ni ganará esta guerra; los presuntos avances de los últimos días y la retirada rusa de Jarkov quizá obedezcan más a buscar meter a los ucranianos en una ratonera o trampa, y se ha dicho que las pérdidas de las fuerzas de Zelenski, últimamente, han sido enormes.
Los rusos han llevado la operación, hasta ahora, con fuerzas segundonas y en poco número, y quizá sustentándose más en las milicias separatistas de Donetsk y Lugansk, así como en contingentes mercenarios de Grupo Wagner; Ucrania, por su parte, descansó en la primer etapa de la guerra en las fuerzas de las milicias neonazis como el Batallón Azov y una leva generalizada con la que mandó a masas de civiles mal armados y peor entrenados como carne de cañón a ser masacrados por los moscovitas.
Las grandes pérdidas sufridas por las fuerzas del otrora comediante han obligado a depender cada vez más en contingentes mercenarios occidentales y la intervención ya directa, de grupos de fuerzas de élite norteamericanas, británicas, polacas y canadienses, es decir, de la OTAN, enmascaradas como mercenarios o voluntarios.
La prueba de que Putin no va perdiendo la guerra es la tranquilidad con la que presidió, junto a Xi Jinping, en Samarcanda, la reunión de la Organización de Cooperación de Shanghai, en la cual, tanto China, como Rusia, Irán, la India y Pakistán, junto con otras repúblicas ex-soviéticas, están constituyendo un "nuevo Pacto de Varsovia", con el que enfrentarán a la OTAN y se dirigirán a socavar y derribar la hegemonía norteamericana, de igual manera, pretende convertir al BRICS en un bloque económico con el qué destruir la Globalización estructurada desde Occidente.
Si bien la movilización decretada puede generar cierta inquietud y protestas antibélicas en Rusia, sabe que cuenta con un apoyo inmensamente mayoritario, mientras que espera pacientemente a que llegue el Invierno, y con él, un probable estallido social en varios países europeos ante la crisis energética y económica en la que los propios gobiernos europeos han metido a sus pueblos al ser meros comparsas de la política estadounidense.
Igualmente, Putin espera que la radicalización y debilidad de Biden en EUA le haga tomar decisiones temerarias, o de plano, estúpidas, como inhabilitar a Trump, o incluso encarcelarlo para impedir su candidatura presidencial en 2024 para que crezcan las tensiones sociales al interior de la tambaleante súper potencia y pase "algo" ahí.
Reino Unido se encuentra en medio de una transición tras la muerte de Isabel II, y si es cierto que los monarcas cuentan más de lo que aparentan, como nos lo preguntábamos en el anterior post, Putin ahora sabe que la llegada simultánea al poder de Carlos III y de Liz Truss tendrá al principal aliado de EUA en Europa en medio de una serie de radicales cambios internos a los que dará prioridad, y que ambos personajes no son, precisamente, los más populares o mejor considerados por su gente.
La muerte de Daria Dugina y otros personajes cercanos a Putin indican la presencia de operativos de los servicios secretos occidentales, --probablemente tanto de la CIA norteamericana como del MI6 inglés-- en territorio ruso, por lo que es claro que los enemigos han cruzado ya, las líneas rojas... como él esperaba que lo hicieran.
Como prueba de que las cosas no van tan bien para Ucrania, es que de un de repente, los medios occidentales, sin dejar de pintarla como el bando victorioso, puso en un segundo o tercer plano los hechos de la guerra, sin querer darle tanta vista, la muerte de la reina británica sirvió también como pantalla para no dar tanto tiempo a las noticias provenientes del frente.
Como se ve, por los puntos que aquí he enumerado y a los que he llegado como conlusiones ante los últimos acontecimientos, no pintan un panorama alentador para el Viejo Continente, y quizá tampoco para nuestra América. La realidad es que, en estos momentos, el futuro del mundo depende de las decisiones que tome, precisamente, el frío y calculador ex-agente del KGB desde su despacho del misterioso palacio amurallado del centro de Moscú.
Estemos atentos a los próximos días, esto apenas empieza...
La muerte de Isabel II y el ascenso al trono británico del controvertido Carlos III, viene, nuevamente, a poner en el ojo público la subsistencia de las monarquías, como forma de gobierno, en el mundo occidental, particularmente en Europa, no entraremos a analizar aquí el caso de las monarquías islámicas: Arabia, Marruecos, Emiratos, Qatar, etc. o Asiáticas, como Japón, Bután o Tailandia, ya que se trata de instituciones de naturaleza distinta, y si bien en algunos casos han adoptado algunos rasgos de las actuales monarquías constitucionales europeas, son en realidad casos muy diferentes y provienen de tradiciones e ideas políticas igualmente muy contrarias a la tradición y la Historia Occidentales.
Las monarquías europeas han tenido una evolución, a lo largo de 1700 años, tras la caída del Imperio Romano de Occidente, que les ha llevado a variar el papel que desempeñan en las distintas sociedades que han presidido. Todas inician o surgen desde un contexto guerrero --y no religioso, como por ejemplo, la Japonesa, en la que el tenno (traducido forzadamente como "emperador") es más parecido en la naturaleza de su cargo al Dalai Lama que al que ostentan Carlos III o Felipe VI-- y no es de extrañarse que hasta el día de hoy, a los reyes europeos se les rodee de una parafernalia militar: uniformes, condecoraciones, desfiles, etc., pues los antepasados de las familias reales actuales eran los caudillos de los pueblos germánicos que cruzaron el Danubio y el Rhin a fines del siglo IV e inicios del V, particularmente de los Visigodos, Anglosajones, Lombardos y Francos, así como de jefes escandinavos, como Rollo, primer duque de Normandía, Canuto el Grande de Dinamarca, o Riurik, el fundador de Rusia, todos ellos, líderes en el campo de batalla, que ganaron sus coronas encabezando a sus hombres contra las últimas legiones o combatiendo a los salvajes Hunos y a otros germánicos. Incluso, pueden trazarse los árboles genealógicos de las distintas monarquías actuales hasta llegar a unos cuantos personajes que son el origen de todas las dinastías actuales, como Carlomagno, Clodoveo, San Alfredo el Grande de Wessex, y los mencionados navegantes escandinavos.
Así, originalmente, con el asentamiento de los pueblos germánicos y la repartición de los territorios del antiguo Imperio Romano Occidental, vino el feudalismo, en que los reyes eran meros primus inter pares, con el cometido único de ser un caudillo ante el cual los diferentes señores que le habían jurado lealtad, se unirían a fin de enfrentar peligros comunes. El redescubrimiento del Derecho Romano, a partir del siglo XI, comenzó a dar elementos a los monarcas para, al igual que los Césares, centralizar el poder y crear un aparato administrativo capaz de sirviese para dirigir, desde un solo punto, un territorio relativamente extenso y a miles, o más bien, millones de personas al mismo tiempo, obtener recursos, armar ejércitos y construir obras públicas, y sobre todo, resolver controversias entre las personas a través de tribunales capaces de impartir la Justicia a nombre del rey. A fines del siglo XV, era posible ya identificar Estados Nacionales, construidos en torno a los monarcas: España, Francia, Inglaterra y Portugal.
Aquello llevó necesariamente al Absolutismo Monárquico, sistema que se consolidó durante el siglo XVI y que llegó a su apogeo a caballo entre los siglos XVII y XVIII. A esto se sumó, en el ámbito protestante, el control de la vida religiosa en manos de los monarcas, especialmente en Inglaterra, los países escandinavos y los Estados alemanes de fe luterana. El Rey era un representante de Dios en la Tierra y por tanto, él y su familia tenían encomendada desde el Cielo la misión de gobernar. (El Derecho Divino de los Reyes nunca fue un dogma católico, pese a lo que diga la leyenda negra; en la Escolástica medieval en cambio, se encuentran los orígenes de la idea de Soberanía Popular). Sin embargo, la Filosofía racionalista y la Ilustración pusieron esto en tela de juicio, y el estallido de la Revolución Francesa, y poco antes, la independencia de EUA y el establecimiento de una república ahí, y ya un siglo antes la Guerra Civil Inglesa que produjo un sistema republicano fracasado por el personalismo y delirio fanático de su líder: Cromwell; todo ello, comenzó a cuestionar el papel de los monarcas en el Viejo Mundo.
A pesar de ello, y de también, la pérdida del Imperio Español a inicios del siglo XIX, las monarquías no desaparecieron. Los distintos dinastas europeos supieron adaptarse, e hicieron modificaciones interesantes a sus regímenes: en Inglaterra, ya desde la llegada de la dinastía actual: los Hannover, a inicios del siglo XVIII, se produjo con el Acta de Establecimiento, uno de sus documentos constitucionales, se instaló un régimen de cohabitación entre el monarca y el Parlamento, en que el primero conservó muchas facultades ejecutivas, tanto formales, como materiales, el Primer Ministro, que podía ser el líder de la mayoría representada en la Cámara de los Comunes, o aún todavía, el líder de la Cámara de los Lores, funcionaba más bien como una especie de intermediario entre el Rey y el Legislativo, un mediador y un ejecutor de las decisiones de la corona. Este sistema, funcionó al menos hasta los tiempos de la Primera Guerra Mundial.
Tras la aventura napoleónica, quien evidentemente, representó una traición total a los ideales de la Revolución, coronándose emperador de Francia y haciendo reyes a sus hermanos y cuñados, los distintos monarcas europeos, sobre todo tras los procesos revolucionarios de 1830 y 1848 decidieron atemperar su absolutismo; en la letra, adoptando las ideas políticas de la Ilustración, pero en realidad, imitando el ejemplo británico, incluso, hicieron trampa: las constituciones de aquella época, se conocen como de la etapa de la Carta Otorgada; es decir, no son producto de la Soberanía Popular, sino de una graciosa concesión por parte del Rey, quien era el que convocaba a la Asamblea Constituyente que dictaba a la Ley fundamental, en la que, igualmente, el Rey se reservaba gran cantidad de facultades ejecutivas, cohabitando con el Parlamento y el Gobierno derivado de éste, encabezado por un Primer Ministro, Premier, Canciller o Presidente del Gobierno, un intermediario entre el monarca y la asamblea, el principal consejero real o ejecutor de decisiones.
La verdad, este esquema llevó a que los países europeos, a lo largo del siglo XIX alcanzaran una gran prosperidad: la figura del monarca, como un Ejecutivo que no dependía de los Partidos Políticos, y no le debía su cargo a éstos, garantizaba estabilidad, daba la posibilidad de hacer planeaciones a largo plazo y que su figura fuera unificadora y un árbitro imparcial en las contiendas partidarias. En particular, el apogeo se dio durante la Belle Epoque o Paz Armada, que coincide además con el largo reinado de Victoria en Inglaterra. Durante ese periodo además, y en esa extraña mezcla de regímenes constitucionales con prácticas del siglo anterior absolutista, la propia Victoria pensó que logrando un entramado de relaciones familiares tejidas con los matrimonios de sus hijos y nietos con las dinastías continentales, se estructuraría un sistema de alianzas entre Estados que asegurarían una Pax Britannica, sin embargo, la realidad histórica había cambiado, los intereses nacionales se impusieron a los familiares y, probablemente, eso determinó el debilitamiento de los monarcas durante y tras la I Guerra Mundial. Así, este conflicto no solamente concluyó con el derribo de las dinastías Hohenzollern en Alemania, Habsburgo en Austria y Romanov en Rusia, sino en la reducción de los poderes efectivos de los reyes sobrevivientes a favor de los Parlamentos y Primeros Ministros, surgidos de elección popular.
Muy probablemente, también la influencia creciente de EUA, que exigía una mayor dosis de Democracia entre sus aliados contribuyó a ello; así, durante la segunda mitad del siglo XX, las monarquías se fueron diluyendo, en España, al morir el Generalísimo Franco, la monarquía fue restaurada, pero en un modo que recordaba al británico, sin poderes políticos efectivos pero esperando que el Rey, Juan Carlos I de Borbón, fuese una figura unificadora y ejerciese una autoridad moral... algo en lo que, a la larga, defraudaría, como lo han hecho en mayor o menor medida, todos los monarcas europeos y sus familias.
Por lo general, los monarcas europeos han quedado, oficialmente, reducidos a cumplir funciones meramente representativas y ceremoniales; sin embargo, habría que preguntarse el porqué, si no hacen nada que pueda implicar una enorme afectación para el Estado, como sí lo hace el Jefe de Gobierno, a aún los diputados o miembros de las cámaras parlamentarias, sino que incluso, se encuentra, según los textos constitucionales --o las normas tradicionales, en el caso británico, que carece de una carta constitucional formal-- goza de un privilegio enorme, como lo es el aseguramiento de que su persona, y muchas veces, también los miembros de su familia, pese a que la letra de la norma la mayoría de las veces no los incluye, cuenten con una inmunidad absoluta y no puedan ser sometidos a ningún procedimiento judicial o administrativo.
Examinemos la Constitución de Suecia actualmente vigente y promulgada en 1974, que es un ejemplo de una Monarquía Constitucional Europea en la que, la figura del rey, ha quedado reducida a un mero símbolo o a una mínima expresión: la verdad, resulta sorprendente que, en el capítulo 5 de la Ley Fundamental, no se desglosan con precisión las facultades del Jefe de Estado, posición que está a cargo del Rey; lo único que se señala es que el Gobierno debe tenerle informado de la situación del país, el que se reunirá el Consejo de Estado "cuando sea necesario", y que no es otra cosa más que el Gabinete reunido bajo la presidencia del monarca, que éste, si decide viajar al extranjero (¿con carácter oficial? ¿de vacaciones? ¿en ambos casos?) debe consultarlo con el Primer Ministro, y una serie de provisiones para la designación de un regente en caso de que el Rey sea menor de edad, se extinga la dinastía --los Bernadotte,-- o el Rey se encuentre impedido para "realizar sus funciones". ¿Cuáles funciones? No se contempla una Ley Reglamentaria sobre ellas, --la cual, en realidad, sería una norma de carácter constitucional-- sólo para la cuestión sucesoria en el trono, pero eso sí, el artículo 8 del capítulo en mención, prevé la inmunidad absoluta del Rey: no podrá ser procesado por sus actos. ¿Cuáles? ¿Los que sean actos políticos u oficiales como Jefe de Estado? ¿Se engloban los actos privados?
Algo similar ocurre en España con la Constitución de 1978 que ha causado tantos problemas para España, entre otros, le ha permitido a Juan Carlos I de Borbón y a su esposa, Sofía de Grecia (Glücksburg), actuar con completa impunidad en numerosos casos de corrupción y algunos más siniestros. Así, el artículo 62 de la Constitución sí puntualiza las funciones del monarca como Jefe del Estado español, mas el numeral 56 en su punto 3, establece la inviolabilidad del Rey. Entre tanto, mientras Juan Carlos I tuvo una actuación similar a la de Isabel II como un moderador interno --que no ocultaba sus simpatías y entendimientos con el PSOE-- y un activo agente al exterior del Estado, Felipe VI ha sido completamente inane y dejado hacer y deshacer a administraciones ineptas, grupos separatistas y redes de corrupción.
De igual modo, resulta que las distintas familias reales europeas, comenzando por los actualmente llamados Windsor, --en realidad, Hannover-- han amasado fortunas inmensas en sus patrimonios privados, como si, al momento de darse desde mediados del siglo XIX, la diferenciación entre el patrimonio público y el particular peculio del soberano, éste se hubiese reservado una gran tajada, misma que ha ido incrementando con multitud de inversiones y negocios sobre los que no campea ningún escrutinio, ¡vamos! muchas veces hasta las exenciones fiscales. Como acaba de ocurrir con respecto al impuesto sobre las herencias en Reino Unido al pasar los bienes privados de Isabel II a Carlos III, Ana, Andrés, Eduardo y los nietos. En el caso de la otra gran monarquía europea, la española, resulta que Juan Carlos I abdicó en favor de Felipe VI cuando empezó a incrementarse y a comprobarse el enriquecimiento inexplicable del monarca, así como quedando claro que el famoso 23 F de 1981, lejos de ser un acto heroico del hoy Rey emérito fue un intento de autogolpe para ver si podía hacer lo que tanto gusta a los Borbón desde Luis XIV o Fernando VII: instalar un régimen absolutista, gozando hasta ahora de la más completa inmunidad y de un tranquilo exilio en Emiratos Árabes Unidos.
¿O qué tal los Orange-Nassau de Holanda, que son accionistas de las principales empresas del país, como la aerolínea KLM o la petrolera Shell? Margarita II de Dinamarca es la más rica de su país, mientras se muestra como una humilde diseñadora de vestuarios y escenografías teatrales, una ciudadana más que presta una especie de servicio comunitario actuando como reina de vez en cuando, a pedido del Gobierno emanado del Parlamento. Eso sí, todos ellos, reciben recursos públicos para el sostenimiento de las Casas Reales, lo que implica tanto un sueldo para el Jefe de Estado como para todos los miembros administrativos, asistentes, servidumbre y asesores que les rodean, aunque hay que decirlo, todo ese equipo resulta ser menos oneroso que el que rodea a un Presidente de la República en EUA, México o Francia...
De hecho se han documentado numerosos negocios lícitos, paralegales, sospechosos o de plano, ilícitos en los que participan muchas testas coronadas o sus familiares, amparados bajo el paraguas de la inmunidad, y qué decir de sus escandalosos comportamientos sexuales... en eso, tenemos algo que viene desde los tiempos de los emperadores romanos, tal y como nos lo cuenta Suetonio, y refiriéndose a tiempos más recientes, lo relata Don Fernando del Paso en su fabuloso Noticias del Imperio, donde recoge muchos rumores y chismes, o historias --lo mismo que hizo Suetonio sobre los Julio-Claudios, el interregno de los 3 efímeros emperadores del año 69 y los Flavios-- que cuestionan a figuras tan entrañables como Francisco José de Austria, entre otras; y que se explican por la impunidad de la que gozan; los abusos son, más que una cuestión de placer o sentimientos, una manifestación vulgar de poder, parafraseando al título de aquel disco emblemático de Pantera, una muestra de lo que Calígula advertía a uno de los senadores que se atrevió a cuestionarlo alguna vez: "recuerda que me está permitido todo y contra todos".
La corona británica, no cabe duda que se encuentra apuntalada sobre el esclavismo, la piratería, y el colonialismo más brutal, ejercido desde los tiempos de los Tudor en el siglo XVI, y actualmente, al parecer, por el lavado de dinero, aparte de proteger o relacionarse con monstruos como Jimmy Saville o Jeffrey Epstein, como aquí lo recuerda el académico español Santiago Armesilla:
Pero antes de que los hispanistas más fanáticos vengan a señalar que esto demuestra la maldad innata de los anglosajones, (pese a que los Windsor son en realidad alemanes) es de recordar que los Borbón, que han sido una desgracia para España, tampoco son muy ejemplares, como aquí lo señala Francisco Gijón:
Y no hablemos de los Habsburgo, que si bien fueron defensores del Catolicismo, no por ello dejaron de ser incestuosos hasta procrear a Carlos II el Hechizado, cuya esterilidad puso final a la dinastía germana en el trono de San Fernando III, pese a que su padre, Felipe IV, inteligente y culto, tenía como pasatiempo el coleccionar amantes y aventuras de una noche.
Tal parece que si bien, en los sistemas monárquicos no se da una corrupción tan generalizada y tan cotidiana, por decirlo así, como en nuestras repúblicas, y un alto bienestar de las poblaciones, también quizá sea porque sólo hay un foco de corrupción y no muchos, pero esta no se va por los centavos ni por los pesos, sino por cantidades estratosféricas.
Todo esto, me lleva a formular las siguientes preguntas:
¿Qué tan influyentes siguen siendo en realidad, en la política, las casas reales europeas?
¿Ejercen los reyes europeos facultades "metaconstitucionales" que no conocemos?
¿Los sistemas democráticos y parlamentarios, no enmascaran un sistema que aún descansa en el poder de estas familias: Windsor, Borbón, Orange-Nassau, Bernadotte, etc.?
¿Qué tanto las decisiones que toman los gobiernos "democráticos" de estos países, no obedecen también a beneficiar los intereses de los monarcas y sus familiares, que participan de pingües negocios en muchos ámbitos?
Y es que si no fuera así, ¿porqué se ha estado reprimiendo, con dureza, las pocas, --al menos que han resultado visibles-- pero directas manifestaciones antimonárquicas que se han producido durante estos días de duelo en Gran Bretaña? El futuro del sistema parece incierto con Carlos III, y es que, al igual que en España, cuando todos creían que debían a Juan Carlos I la Democracia y las libertades, del por otro lado, defectuoso, régimen constitucional de 1978, muchos aducían no ser monárquicos, sino Juancarlistas, mucho británico, más que monárquico, es en realidad, Isabelino, porque no han conocido a ningún otro titular del trono, y sin ella, no le encontrarán sentido, y menos en manos de un sujeto ya viejo, caprichoso, un tanto lerdo, cornudo y a la vez infiel, casado con "la otra", como es el nuevo rey.
Ahora, he de hacer una confesión: la verdad, yo siempre me he sentido más atraído por las monarquías y su despliegue de Historia y de tradición, y por supuesto que es lamentable el ver a los descendientes de líderes heroicos y hasta santos como Ricardo Corazón de León, Isabel La Católica, San Luis IX de Francia, Alfonso X el Sabio, San Eduardo el Confesor, o el mismo Carlomagno convertidos en pervertidos, sibaritas y marchantes. Pero los sistemas republicanos y "democráticos", como tantas veces lo he dicho aquí, tampoco nos garantizan el evitar ser gobernados por idiotas e ignorantes: Biden y AMLO, por ejemplo, pervertidos, como los miembros del Partido Demócrata y su agenda político-sexual, psicópatas encumbrados por el voto popular, como lo fueron Adolf Hitler o Hugo Chávez, o que protejan a miembros de sus familias metidos en corrupción y abusos, como Hunter Biden, José Ramón López Beltrán, los hijos de Zedillo o los hijastros de Fox...
Aristóteles señalaba que la monarquía era la forma de Gobierno más apegada a la Naturaleza, y en todos los sistemas republicanos o democráticos, impera una tendencia hacia la monarquía; --¿Qué más lo expresa que un Presidente haya decidido vivir en el otrora denominado Palacio Real de la Nueva España?-- incluso tenemos un régimen sustentado en el Marxismo, como el de Corea del Norte, en el que ya tiene 70 años instalada una verdadera dinastía a la que se tributan honores verdaderamente reales, como son los Kim; y no cabe duda que personajes como Vladimir Putin, o en su momento Stalin, son más poderosos de lo que en su momento fuera un Iván el Terrible o un Pedro el Grande. O Xi Jinpinggoza de un poder mayor que cualquiera de los emperadores chinos del pasado. Pese a los disfraces ideológicos, el principio de la realeza se encuentra ahí, encubierto siempre.
A mi modo de ver, en lo que fallaron las monarquías europeas fue en no modificarse para aceptar sujetarse al escrutinio público y a hacerse responsables ante sus errores, fallas o delitos, ni concebir la posición del monarca como servicio, antes que dueño. (Pese a la retórica repetida de la "vida de servicio" de Isabel II, la verdad es que no fue así); más que renunciar a potestades ejecutivas formalmente escritas, fue el rechazo a rebajarse a concebirse como servidores públicos, seguir sintiendo ser parte de una casta superior y ajena al pueblo, lo que les ha condenado a su decadencia. Quizá no estaba tan mal esa monarquía efectivamente parlamentaria en que el Rey compartía el poder y era equilibrado por el Parlamento del siglo XIX, que aseguró el apogeo británico de la Era Victoriana, y en España el breve pero fructífero periodo de Alfonso XII, truncado por la muerte prematura de este Rey, como ejemplos de ello.
Quizá por ello es que muchos de los grandes autores de Ciencia Ficción imaginan en sus distopias a sociedades altamente tecnificadas pero regidas por emperadores o reyes, como lo vemos en Frank Herbert, Asimov o incluso George Lucas; porque estaban conscientes de la imposibilidad de evadir el principio monárquico, y quizá llegue el día en que las actuales dinastías desaparecerán y surgirán otras; simplemente, el caso de los Bernadotte suecos, originados en el Mariscal Francés Jean Baptiste Bernadotte, hijo a su vez de un humilde sastre, es el ejemplo de cómo la fortuna y la fama ganada en la batalle le llevaron a ser adoptado por el Rey de Suecia y designado heredero... así que quién sabe, quizá en el trabajador de limpia que recoge nuestra basura todos los miércoles, se encuentre la raíz de quien, dentro de 200, 300 o 1000 años, rija pueblos enteros como un nuevo César.
Hace una semana sabíamos la noticia de la muerte de Mikhail Gorbachov y la comentábamos en este espacio. Ahora, se ha dado el fallecimiento de otro ícono del siglo XX e incluso de parte del XXI. Igualmente de un Jefe de Estado que, creo yo, su paso por la Historia será recordado como incluso más trascendental que el del ruso; por lo menos para su patria; el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.
La figura de esta mujer menuda, ya lo habíamos señalado aquí hace unos 10 años, cuando fue su jubileo por los sesenta años de reinado, será considerada importante para la Historia Británica por el hecho de que ella, mejor que cualquier otro Jefe de Estado de la posguerra, supo leer los tiempos que asomaban para su nación, que, de manera indudable, pese a estar en el bando ganador de la Segunda Guerra Mundial, había quedado tocada irremediablemente y embocada a un proceso de decadencia que ya no se podía detener, pero sí frenar, asumiendo el papel de un paracaídas que permitiese a Inglaterra no perder la prosperidad y el desarrollo alcanzados durante su etapa imperial, mantenerla gozando de un papel importante en el mundo, y que el golpe no fuera tan fuerte al momento del derrumbe.
Todavía el martes 06 de septiembre designó a Liz Truss como Primer Ministro del Reino Unido, en lo que quizá puede verse como el acto con el que dio por concluida su tarea. La verdad es que parte de este mundo dejando un panorama aciago para el país: una crisis económica provocada por las sanciones planteadas en contra de Rusia, un Boris Johnson que, tras ser uno de los artífices del Brexit terminó decepcionando, quedando como un payaso que no se tomó en serio su papel como Primer Ministro y se limitó a ser un mero comparsa de la política norteamericana, y que ha cedido el cargo a Liz Truss, una mujer pragmática, carente de escrúpulos, que alguna vez militó en la disidencia republicana del Partido Liberal, pero que al ver la conveniencia en su búsqueda del poder, mutó a Tory, sin tener nada de conservadora y ser un títere más de la agenda 2030 del Foro de Davos, una Escocia en que el nacionalismo independentista ha crecido, probablemente por la intervención del continente que pugna retener al menos al país celta en la Unión Europea, una Iglesia Anglicana mundana y a la que ya nadie se toma en serio, un país tomado por inmigrantes que hacen sentir a los anglosajones como extranjeros en su propia isla, y una familia real en la que no se vislumbra talento, convicción de servicio y temple como el que tuvo la señora.
Carlos III asumirá el trono siendo uno de los monarcas más impopulares del país en su Historia, pues sobre la reina consorte Camila, flotará siempre el fantasma de Diana, personaje que hizo de su sentimentalismo y sus crisis emocionales un golpe político a la monarquía y visto siempre como víctima de ella; para muchos, el ascenso de la "otra" al trono, será una siempre una especie de afrenta a la memoria de la princesa del pueblo, mientras que el rol de heredero pasa ahora al Príncipe Guillermo, personaje gris y desdibujado, habiéndose además desatado una verdadera demolición mediática del carismático hermano de éste: Harry y de su esposa, la actriz norteamericana Meghan Markle, más que por los defectos y visiones políticas de ellos, para evitar que eclipsen al futuro monarca o ganen algún tipo de influencia en la vida pública inglesa con sus cuestionamientos a la propia corona, no muy alejados a los que hiciera su madre Diana en su momento. Por si fuera poco, las evidencias que hay de que el Príncipe Andrés, otrora héroe en las Malvinas, estuvo implicado en la red pedófila de Jeffrey Epstein, contribuyen enormemente a erosionar a la milenaria herencia de Guillermo el Conquistador, fundador de la monarquía británica actual en 1066 tras ganar la corona en Hastings.
Aunque quizá Isabel II no pudo frenar el proceso de decadencia de la monarquía y de Gran Bretaña como potencia, su reinado estuvo lleno de hitos que demostraron que mantuvo a la isla con fuerza durante los 70 años que duró: el Rock Británico dominó las ondas sonoras: con The Beatles, The Rolling Stones, Deep Purple, Led Zeppelin, Pink Floyd, Black Sabbath, Queen, David Bowie, The Police, Yes, Genesis, Alan Parsons, King Crimson, Oasis, George Michael, Elton John, Iron Maiden, Judas Priest, Blur, Coldplay, Muse... el panorama de la música popular que definió la segunda mitad del siglo XX y los inicios del actual se dio durante su mandato. El cine británico nos dio luminarias enormes que hicieron su carrera bajo esta verdadera Era Isabelina como Sean Connery, Roger Moore, Alan Rickman, Christopher Lee, Benedict Cumberbacht, Martin Freeman, Colin Firth, Keira Knightley, Kate Winslet, Helen Mirren, Kate Blanchet, entre muchos otros... Sin duda, su reinado será recordado como una brillante era de florecimiento cultural inglés que tuvo una influencia global, como una especie de "canto del cisne".
Isabel tuvo 15 Primeros Ministros, empezando con un Churchill ya anciano que había perdido el ímpetu mostrado durante la Guerra Mundial, seguido por un drogadicto y cobarde como Anthony Eden, figuras mediocres como John Mayor, Theresa May o David Cameron, un servil a los intereses de la ex-colonia norteamericana como Tony Blair, salvándose Margaret Thatcher, quien fue a veces demasiado impulsiva y arriesgada, cuando no, hasta poco humana. Si el reino aguantó a la mayoría de las nulidades que estuvieron durante estos 70 años al frente del Ejecutivo británico, fue por la figura de la reina, que supo arbitrar, moderar y aconsejar, cuando no, intervino discretamente para evitar desastres, como se ha mostrado en la serie The Crown, probablemente la que mejor ha retratado la vida y hechos de la reina.
Quizá se le pudo achacar su falta de un verdadero compromiso moral y tener convicciones, o señalar la pertenencia de miembros de su familia al Club Bildelberg o a la Masonería, que siempre ha sido un instrumento de la monarquía británica, y en especial, de la actual dinastía Hannover-Sajonia Coburgo-Windsor para sus fines políticos, que no impidió el aborto, los casos de eutanasia o la ideología de género. No podemos saber lo que pasaba en su fuero interno, ni porqué toleró tales cosas y no actuó como Balduino de Bélgica en su momento. Quizá el peso del interés nacional, o el mantenimiento de la monarquía influyó en ella.
¿Qué pasará ahora? Para los ingleses, esto seguramente es como la pérdida de la madre, y frente a ellos se presenta un panorama de incertidumbre. Existen muchas dudas acerca de las capacidades de Carlos III al frente del Estado, y aún, ante la eventualidad de una abdicación, --que no creo que se dé, aunque llegado al trono a los 73 años de edad, él siempre lo deseó, eso ni dudarlo, y no lo va a soltar-- del propio futuro Guillermo V. Incluso, ha dado trazas de ser caprichoso y autoritario y que tendrá una intervención en la política más presente que la de su madre, pero de una manera equivocada y tendiente a impulsar muchos de sus deseos o visiones personales antes que el interés de la Nación.
Y no solo eso, recordemos que el monarca británico es, a la vez, la cabeza de la Commonwealth, por lo que la Reina Isabel II era también Jefe del Estado Canadiense, de Jamaica, Belice, Australia o Nueva Zelanda y otras naciones insulares caribeñas y oceánicas, si el nuevo liderazgo falla, Gran Bretaña puede perder su preeminencia en esa comunidad en pro de potencias emergentes, como Australia o Canadá, pese a que se encuentren en la misma dinámica de decadencia que la antigua metrópoli, o quizá más bien la India, que emerge ya como una potencia económica, militar y geopolítica por derecho propio y que ya no comparte al monarca, al ser una República, y es un gigante que se ha alineado con Rusia y China, a los que se añade Irán en el nuevo eje de imperios asiáticos que se eleva ahora amenazante sobre Occidente entero y tiene como principal objetivo el acabar con la hegemonía de la Anglosfera que ha perdurado desde 1815 y prorrogada por la preeminencia de EUA tras 1945.
Como sea, se ha cerrado definitivamente el siglo XX con su partida, para Inglaterra, es el paso a una nueva era histórica, en medio de una difícil coyuntura; esperemos, por el bien del pueblo británico, que tanto Carlos III como Liz Truss, que iniciarán de ya su tándem al frente del Estado tengan en claro lo que está en juego; de lo contrario, no solo Gran Bretaña y la Commonwealth lo sufrirán, sino todo el Mundo Occidental al completo.
La muerte del ex-Presidente Soviético Mikhail Sergeievich Gorbachov marca, igualmente, la muerte del orden post-Guerra Fría.
Es curioso que, en los años 80, todos se deshicieran en elogios a la figura del líder ruso. Para muchos, era una especie de nuevo Pedro el Grande, quien protagonizara la primera apertura moscovita al Occidente a caballo entre los siglos XVII y XVIII, introduciendo técnicas, modas e ideas europeas en la Rusia hasta entonces anclada en su herencia romano-oriental (mal llamada bizantina), eslava y mongola; el soviético, tomaba conciencia del fracaso del estatismo del sistema comunista y buscó poner fin a la confrontación ideológica y armamentística con EUA, liberalizar la economía y democratizar el sistema, para ello, lanzó la Perestroika y la Glasnost... pero ahora, ha fallecido y la noticia es apenas una nota marginal casi.
Y es que, al final, quizá no fue tan trascendente como se habría pensado. La Historia, ese juez cruel e implacable, parece que ha demostrado, a través de los acontecimientos actuales, los verdaderos efectos de los actos de Gorbi durante su periodo al frente del Kremlin (1985-1991). Ya en los primeros tiempos de este blog, en 2009, al cumplirse veinte años de la caída del Muro de Berlín, me preguntaba si él representaba un triunfo o un fracaso...
Hoy, 13 años después de aquella publicación, me queda claro que fue un fracaso, --como Zhou En Lai lo dijera a Kissinger en su momento, no se puede analizar un acontecimiento histórico tras un término breve, y 20 años era apenas ayer, ahora, a más de 30 del derrumbe del Muro de Berlín -- y que el lugar en la Historia que al final obtuvo, no es bueno. ¿porqué? Porque realmente la herencia positiva que dejó ha sido bastante magra, y la negativa, en cambio, enorme, y es la que está afectando no solamente a Rusia y Ucrania, que bajo su mandato eran partes del mismo país como entidades federativas de la URSS.
Gorbachov no quería terminar con la Unión Soviética ni con el sistema comunista. En realidad, lo que quería, era hacerlo más eficiente y competitivo para salvarlo, puesto que ya bajo la administración de Brezhnev era claro que el estatismo y la falta de competencia estaban llevando al Imperio Ruso (porque eso era la URSS con otro nombre y otras premisas ideológicas de base) a un callejón sin salida, más cuando pretendió competir y aventajar a EUA en la carrera espacial y armamentística; aunque pudieran poner el primer satélite en el espacio, y al primer hombre en órbita y otros hitos, serían los norteamericanos que se llevarían la presa mayor: la Luna, debido a que la maquinaria económica moscovita se agotó antes de alcanzarla, como en su momento, bajo Nicolás II, igualmente se extenuó tras enfrentar a los nipones y entrar en la Primera Guerra Mundial, relevando las falencias y los subdesarrollos del sistema zarista.
La aventura en Afganistán, y el desastre nuclear de Chernobyl, terminaron por tronar a un sistema demasiado burocratizado y pesado, que no supo responder a los retos, comenzando por el propio mandatario, Gorbachov demostró ser siempre un tipo de inseguridades y dudas propias de un Hamlet, que además, a diferencia de lo hecho por Deng en China, trató de llevar en paralelo una apertura económica con una política, lo que llevó al debilitamiento de las estructuras del Estado; quizá, si hubiera simplemente retomado la NEP Nueva Política Económica, que era el proyecto original que Lenin y Trotsky tenían para la naciente Unión Soviética, y que en una aparente ironía, pero en una correcta aplicación de las ideas marxistas, pretendía eliminar los vetustos resabios feudales del Zarismo para llevar a Rusia a una economía de mercado capitalista, como paso previo al "comunismo científico", habría logrado un milagro similar al chino, pero, por el contrario, llevó al país a la anarquía, a que tomaran el poder en las diferentes repúblicas una serie de radicales regionalistas, cuando no, muchos que eran leales y patriotas, al ver que el barco se hundía en el caos y la miseria, desprendieron sus repúblicas de la Federación a fin de salvarse del naufragio y construir sus cacicazgos, pero también evitar que sus pueblos sufrieran el impacto del derrumbe de Moscú.
Débil y confiado, Gorbachov se entregó a la benevolencia de Occidente creyendo que ahí encontraría apoyos, y prácticamente rindió a Rusia ante sus enemigos seculares, dispuestos a repartirse sus despojos. lo hecho por él llevó a la expansión de la OTAN, que ha buscado ahogar a Rusia, porque los europeos han visto en ella una amenaza desde el siglo XVIII y jamás la han entendido ni admitido en la escena, y ni se diga los norteamericanos y británicos, que pretenden aplicar las tesis de Mackinder para hacerse con el control del Hinterland asiático, bajo control moscovita. Los occidentales igualmente apoyaron el desmembramiento, y hubieran podido continuar con el mismo hasta la balcanización completa del inmenso territorio, si no fuera por que Putin llegó a parar el proceso, incentivado además bajo el inepto desgobierno de Boris Yeltsin, quien fue aupado al poder ante el derrumbe de Gorbachov provocado por el intento de golpe de Estado provocado por gente de su mismo equipo, que no es que quisieran restaurar el Estalinismo, sino, simplemente, salvar a la patria de alguien que la había destrozado y que se lanzaron a ello a la desesperada y sin un plan, lo que llevó a su fracaso.
Los rusos no le van a guardar un buen recuerdo a Gorbachov, que ven en Putin a quien está corrigiendo sus errores y restaurando el poderío ruso; los europeos, apuesto que tampoco, porque finalmente, el oscuro panorama en el que se están metiendo es consecuencia de los errores del último Presidente Soviético y los megalómanos planes de EUA, y la cobardía inmensa de sus líderes que no han sabido tener una política autónoma respecto a Washington.
Ahora, Gorbachov ya no solo enfrenta el Juicio de la Historia que le ha condenado y fijado como un gobernante carente de liderazgo y de carácter que provocó una catástrofe geopolítica, mandándolo, como diría el economistsa griego Yannis Varoufakis, al limbo de los mediocres, sino el de Dios. Que tenga piedad de su alma.