La muerte del ex-Presidente Soviético Mikhail Sergeievich Gorbachov marca, igualmente, la muerte del orden post-Guerra Fría.
Es curioso que, en los años 80, todos se deshicieran en elogios a la figura del líder ruso. Para muchos, era una especie de nuevo Pedro el Grande, quien protagonizara la primera apertura moscovita al Occidente a caballo entre los siglos XVII y XVIII, introduciendo técnicas, modas e ideas europeas en la Rusia hasta entonces anclada en su herencia romano-oriental (mal llamada bizantina), eslava y mongola; el soviético, tomaba conciencia del fracaso del estatismo del sistema comunista y buscó poner fin a la confrontación ideológica y armamentística con EUA, liberalizar la economía y democratizar el sistema, para ello, lanzó la Perestroika y la Glasnost... pero ahora, ha fallecido y la noticia es apenas una nota marginal casi.
Y es que, al final, quizá no fue tan trascendente como se habría pensado. La Historia, ese juez cruel e implacable, parece que ha demostrado, a través de los acontecimientos actuales, los verdaderos efectos de los actos de Gorbi durante su periodo al frente del Kremlin (1985-1991). Ya en los primeros tiempos de este blog, en 2009, al cumplirse veinte años de la caída del Muro de Berlín, me preguntaba si él representaba un triunfo o un fracaso...
Hoy, 13 años después de aquella publicación, me queda claro que fue un fracaso, --como Zhou En Lai lo dijera a Kissinger en su momento, no se puede analizar un acontecimiento histórico tras un término breve, y 20 años era apenas ayer, ahora, a más de 30 del derrumbe del Muro de Berlín -- y que el lugar en la Historia que al final obtuvo, no es bueno. ¿porqué? Porque realmente la herencia positiva que dejó ha sido bastante magra, y la negativa, en cambio, enorme, y es la que está afectando no solamente a Rusia y Ucrania, que bajo su mandato eran partes del mismo país como entidades federativas de la URSS.
Gorbachov no quería terminar con la Unión Soviética ni con el sistema comunista. En realidad, lo que quería, era hacerlo más eficiente y competitivo para salvarlo, puesto que ya bajo la administración de Brezhnev era claro que el estatismo y la falta de competencia estaban llevando al Imperio Ruso (porque eso era la URSS con otro nombre y otras premisas ideológicas de base) a un callejón sin salida, más cuando pretendió competir y aventajar a EUA en la carrera espacial y armamentística; aunque pudieran poner el primer satélite en el espacio, y al primer hombre en órbita y otros hitos, serían los norteamericanos que se llevarían la presa mayor: la Luna, debido a que la maquinaria económica moscovita se agotó antes de alcanzarla, como en su momento, bajo Nicolás II, igualmente se extenuó tras enfrentar a los nipones y entrar en la Primera Guerra Mundial, relevando las falencias y los subdesarrollos del sistema zarista.
La aventura en Afganistán, y el desastre nuclear de Chernobyl, terminaron por tronar a un sistema demasiado burocratizado y pesado, que no supo responder a los retos, comenzando por el propio mandatario, Gorbachov demostró ser siempre un tipo de inseguridades y dudas propias de un Hamlet, que además, a diferencia de lo hecho por Deng en China, trató de llevar en paralelo una apertura económica con una política, lo que llevó al debilitamiento de las estructuras del Estado; quizá, si hubiera simplemente retomado la NEP Nueva Política Económica, que era el proyecto original que Lenin y Trotsky tenían para la naciente Unión Soviética, y que en una aparente ironía, pero en una correcta aplicación de las ideas marxistas, pretendía eliminar los vetustos resabios feudales del Zarismo para llevar a Rusia a una economía de mercado capitalista, como paso previo al "comunismo científico", habría logrado un milagro similar al chino, pero, por el contrario, llevó al país a la anarquía, a que tomaran el poder en las diferentes repúblicas una serie de radicales regionalistas, cuando no, muchos que eran leales y patriotas, al ver que el barco se hundía en el caos y la miseria, desprendieron sus repúblicas de la Federación a fin de salvarse del naufragio y construir sus cacicazgos, pero también evitar que sus pueblos sufrieran el impacto del derrumbe de Moscú.
Débil y confiado, Gorbachov se entregó a la benevolencia de Occidente creyendo que ahí encontraría apoyos, y prácticamente rindió a Rusia ante sus enemigos seculares, dispuestos a repartirse sus despojos. lo hecho por él llevó a la expansión de la OTAN, que ha buscado ahogar a Rusia, porque los europeos han visto en ella una amenaza desde el siglo XVIII y jamás la han entendido ni admitido en la escena, y ni se diga los norteamericanos y británicos, que pretenden aplicar las tesis de Mackinder para hacerse con el control del Hinterland asiático, bajo control moscovita. Los occidentales igualmente apoyaron el desmembramiento, y hubieran podido continuar con el mismo hasta la balcanización completa del inmenso territorio, si no fuera por que Putin llegó a parar el proceso, incentivado además bajo el inepto desgobierno de Boris Yeltsin, quien fue aupado al poder ante el derrumbe de Gorbachov provocado por el intento de golpe de Estado provocado por gente de su mismo equipo, que no es que quisieran restaurar el Estalinismo, sino, simplemente, salvar a la patria de alguien que la había destrozado y que se lanzaron a ello a la desesperada y sin un plan, lo que llevó a su fracaso.
Los rusos no le van a guardar un buen recuerdo a Gorbachov, que ven en Putin a quien está corrigiendo sus errores y restaurando el poderío ruso; los europeos, apuesto que tampoco, porque finalmente, el oscuro panorama en el que se están metiendo es consecuencia de los errores del último Presidente Soviético y los megalómanos planes de EUA, y la cobardía inmensa de sus líderes que no han sabido tener una política autónoma respecto a Washington.
Ahora, Gorbachov ya no solo enfrenta el Juicio de la Historia que le ha condenado y fijado como un gobernante carente de liderazgo y de carácter que provocó una catástrofe geopolítica, mandándolo, como diría el economistsa griego Yannis Varoufakis, al limbo de los mediocres, sino el de Dios. Que tenga piedad de su alma.
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