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8 de septiembre de 2022

ISABEL II 1926-2022

 Isabel II, reina de Inglaterra, ha muerto a los 96 años

Hace una semana sabíamos la noticia de la muerte de Mikhail Gorbachov y la comentábamos en este espacio. Ahora, se ha dado el fallecimiento de otro ícono del siglo XX e incluso de parte del XXI. Igualmente de un Jefe de Estado que, creo yo, su paso por la Historia será recordado como incluso más trascendental que el del ruso; por lo menos para su patria; el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.

La figura de esta mujer menuda, ya lo habíamos señalado aquí hace unos 10 años, cuando fue su jubileo por los sesenta años de reinado, será considerada importante para la Historia Británica por el hecho de que ella, mejor que cualquier otro Jefe de Estado de la posguerra, supo leer los tiempos que asomaban para su nación, que, de manera indudable, pese a estar en el bando ganador de la Segunda Guerra Mundial, había quedado tocada irremediablemente y embocada a un proceso de decadencia que ya no se podía detener, pero sí frenar, asumiendo el papel de un paracaídas que permitiese a Inglaterra no perder la prosperidad y el desarrollo alcanzados durante su etapa imperial, mantenerla gozando de un papel importante en el mundo, y que el golpe no fuera tan fuerte al momento del derrumbe.

Todavía el martes 06 de septiembre designó a Liz Truss como Primer Ministro del Reino Unido, en lo que quizá puede verse como el acto con el que dio por concluida su tarea. La verdad es que parte de este mundo dejando un panorama aciago para el país: una crisis económica provocada por las sanciones planteadas en contra de Rusia, un Boris Johnson que, tras ser uno de los artífices del Brexit terminó decepcionando, quedando como un payaso que no se tomó en serio su papel como Primer Ministro y se limitó a ser un mero comparsa de la política norteamericana, y que ha cedido el cargo a Liz Truss, una mujer pragmática, carente de escrúpulos, que alguna vez militó en la disidencia republicana del Partido Liberal, pero que al ver la conveniencia en su búsqueda del poder, mutó a Tory, sin tener nada de conservadora y ser un títere más de la agenda 2030 del Foro de Davos, una Escocia en que el nacionalismo independentista ha crecido, probablemente por la intervención del continente que pugna retener al menos al país celta en la Unión Europea, una Iglesia Anglicana mundana y a la que ya nadie se toma en serio, un país tomado por inmigrantes que hacen sentir a los anglosajones como extranjeros en su propia isla, y una familia real en la que no se vislumbra talento, convicción de servicio y temple como el que tuvo la señora.

Carlos III asumirá el trono siendo uno de los monarcas más impopulares del país en su Historia, pues sobre la reina consorte Camila, flotará siempre el fantasma de Diana, personaje que hizo de su sentimentalismo y sus crisis emocionales un golpe político a la monarquía y visto siempre como víctima de ella; para muchos, el ascenso de la "otra" al trono, será una siempre una especie de afrenta a la memoria de la princesa del pueblo, mientras que el rol de heredero pasa ahora al Príncipe Guillermo, personaje gris y desdibujado, habiéndose además desatado una verdadera demolición mediática del carismático hermano de éste: Harry y de su esposa, la actriz norteamericana Meghan Markle, más que por los defectos y visiones políticas de ellos, para evitar que eclipsen al futuro monarca o ganen algún tipo de influencia en la vida pública inglesa con sus cuestionamientos a la propia corona, no muy alejados a los que hiciera su madre Diana en su momento. Por si fuera poco, las evidencias que hay de que el Príncipe Andrés, otrora héroe en las Malvinas, estuvo implicado en la red pedófila de Jeffrey Epstein, contribuyen enormemente a erosionar a la milenaria herencia de Guillermo el Conquistador, fundador de la monarquía británica actual en 1066 tras ganar la corona en Hastings.

Aunque quizá Isabel II no pudo frenar el proceso de decadencia de la monarquía y de Gran Bretaña como potencia, su reinado estuvo lleno de hitos que demostraron que mantuvo a la isla con fuerza durante los 70 años que duró: el Rock Británico dominó las ondas sonoras: con The Beatles, The Rolling Stones, Deep Purple, Led Zeppelin, Pink Floyd, Black Sabbath, Queen, David Bowie, The Police, Yes, Genesis, Alan Parsons, King Crimson, Oasis, George Michael, Elton John, Iron Maiden, Judas Priest, Blur, Coldplay, Muse... el panorama de la música popular que definió la segunda mitad del siglo XX y los inicios del actual se dio durante su mandato. El cine británico nos dio luminarias enormes que hicieron su carrera bajo esta verdadera Era Isabelina como Sean Connery, Roger Moore, Alan Rickman, Christopher Lee, Benedict Cumberbacht, Martin Freeman, Colin Firth, Keira Knightley, Kate Winslet, Helen Mirren, Kate Blanchet, entre muchos otros... Sin duda, su reinado será recordado como una brillante era de florecimiento cultural inglés que tuvo una influencia global, como una especie de "canto del cisne".

Isabel tuvo 15 Primeros Ministros, empezando con un Churchill ya anciano que había perdido el ímpetu mostrado durante la Guerra Mundial, seguido por un drogadicto y cobarde como Anthony Eden, figuras mediocres como John Mayor, Theresa May o David Cameron, un servil a los intereses de la ex-colonia norteamericana como Tony Blair, salvándose Margaret Thatcher, quien fue a veces demasiado impulsiva y arriesgada, cuando no, hasta poco humana. Si el reino aguantó a la mayoría de las nulidades que estuvieron durante estos 70 años al frente del Ejecutivo británico, fue por la figura de la reina, que supo arbitrar, moderar y aconsejar, cuando no, intervino discretamente para evitar desastres, como se ha mostrado en la serie The Crown, probablemente la que mejor ha retratado la vida y hechos de la reina.

Quizá se le pudo achacar su falta de un verdadero compromiso moral y tener convicciones, o señalar la pertenencia de miembros de su familia al Club Bildelberg o a la Masonería, que siempre ha sido un instrumento de la monarquía británica, y en especial, de la actual dinastía Hannover-Sajonia Coburgo-Windsor para sus fines políticos, que no impidió el aborto, los casos de eutanasia o la ideología de género. No podemos saber lo que pasaba en su fuero interno, ni porqué toleró tales cosas y no actuó como Balduino de Bélgica en su momento. Quizá el peso del interés nacional, o el mantenimiento de la monarquía influyó en ella.

¿Qué pasará ahora? Para los ingleses, esto seguramente es como la pérdida de la madre, y frente a ellos se presenta un panorama de incertidumbre. Existen muchas dudas acerca de las capacidades de Carlos III al frente del Estado, y aún, ante la eventualidad de una abdicación, --que no creo que se dé, aunque llegado al trono a los 73 años de edad, él siempre lo deseó, eso ni dudarlo, y no lo va a soltar-- del propio futuro Guillermo V. Incluso, ha dado trazas de ser caprichoso y autoritario y que tendrá una intervención en la política más presente que la de su madre, pero de una manera equivocada y tendiente a impulsar muchos de sus deseos o visiones personales antes que el interés de la Nación.

Y no solo eso, recordemos que el monarca británico es, a la vez, la cabeza de la Commonwealth, por lo que la Reina Isabel II era también Jefe del Estado Canadiense, de Jamaica, Belice, Australia o Nueva Zelanda y otras naciones insulares caribeñas y oceánicas, si el nuevo liderazgo falla, Gran Bretaña puede perder su preeminencia en esa comunidad en pro de potencias emergentes, como Australia o Canadá, pese a que se encuentren en la misma dinámica de decadencia que la antigua metrópoli, o quizá más bien la India, que emerge ya como una potencia económica, militar y geopolítica por derecho propio y que ya no comparte al monarca, al ser una República, y es un gigante que se ha alineado con Rusia y China, a los que se añade Irán en el nuevo eje de imperios asiáticos que se eleva ahora amenazante sobre Occidente entero y tiene como principal objetivo el acabar con la hegemonía de la Anglosfera que ha perdurado desde 1815 y prorrogada por la preeminencia de EUA tras 1945.

Como sea, se ha cerrado definitivamente el siglo XX con su partida, para Inglaterra, es el paso a una nueva era histórica, en medio de una difícil coyuntura; esperemos, por el bien del pueblo británico, que tanto Carlos III como Liz Truss, que iniciarán de ya su tándem al frente del Estado tengan en claro lo que está en juego; de lo contrario, no solo Gran Bretaña y la Commonwealth lo sufrirán, sino todo el Mundo Occidental al completo.

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