Durante los años de la pandemia, así como el algoritmo me recomendaba vídeos musicales de bandas que fui descubriendo, (como el caso de The Warning, no se desesperen, viene un post sobre el interesante fenómeno de esa banda regiomontana) también me empezaron a aparecer vídeos en los que salía, participando en tertulias televisivas en Argentina, la figura de un economista desgreñado, estrambótico, y escandaloso, muchas veces majadero, sobre todo con las mujeres, que llamó mi atención.
Se trataba de Javier Milei, actual Presidente de la República Argentina, quien me pareció un personaje interesante, sobre todo por su dominio de diversas teorías económicas y sus acertadas críticas a las tesis tanto de Marx como de Keynes, su defensa a ultranza del Liberalismo Económico y la Escuela Austriaca, pero que además, lo confieso, me daba risa la manera en que hacía desbarrar a los simpatizantes del Peronismo en su encarnación Kirchnerista, que trataban de rebatirle sus ideas, aunque, como buenos argentinos, descendientes de italianos en su mayoría, entraban en alegatas caóticas y gritos que pronto llegaban al insulto personal, a veces realmente humillantes, como aquella fea exhibición sufrida por la hermosísima, pero ignorante, vedette Sol Pérez... vamos, que a quién se le ocurre juntar en un debate sobre la terrible situación económica del país sudamericano a una figura del espectáculo con conocimientos bastante mínimos del tema con un Doctor en Economía que ha fungido incluso como asesor del Foro de Davos y multinacionales; pero qué podemos decir, en México tenemos a una pésima actriz como es la señora Laura Zapata, a quien nunca le he visto representar sus trillados papeles de villana de manera convincente, siempre sobreactuada, quien ahora se las da de analista política en compañía del nefasto Alazraki, lo cual sumó al ridículo de la Oposición en las pasadas elecciones, y ya no hablemos de Hollywood.
Milei se manifestaba como Libertario y Anarcocapitalista, con visiones sobre el aborto, el feminismo y el homosexualismo bastante conservadoras, pese a él mismo presumir de una vida sexual un tanto promiscua, y de un pasado familiar oscuro en que tanto él como su hermana, ahora su principal asesora, sufrieron violencia de parte de sus padres clasemedieros. No ocultaba su admiración por corrientes ortodoxas del Judaísmo, así como la ética de trabajo y resilencia del pueblo hebreo, y señalaba los dislates y visiones polémicas del Papa Francisco I, su compatriota, tendientes a simpatizar con la Izquierda y el Globalismo... Aunque luego cambió de opinión, visitó al pontífice y lo colmó de elogios...
Finalmente expresó sus intenciones de participar en la política para demoler el Peronismo y achicar el aparato estatal argentino, que consideraba, era la principal causa de las recurrentes crisis económicas que han asolado a su país desde la década de 1950, y que le han condenado al subdesarrollo, después de haber sido "la primer potencia económica mundial" a fines del siglo XIX e inicios del XX, según su discurso.
Milei, me parece, tiene cosas positivas, pero también tiene muchas negativas.
En primer lugar; Milei parte de mitos y teorías de difícil realización: de entrada, Argentina nunca fue la primer potencia mundial, sino más bien, fue un caso muy similar al de Canadá, --y yo sostengo que el país de la hoja de maple va que vuela a ser la Argentina del norte-- un país de colonización tardía, población escasa, climas extremos y enorme territorio repleto de recursos naturales, de cuya explotación logró obtener lo suficiente para que sus pocos habitantes, concentrados además en su mayoría en la zona metropolitana de Buenos Aires, tuviesen un alto nivel de vida, que por supuesto, atrajo a inmigrantes europeos, principalmente italianos y de Europa Central y Oriental, aún así, Argentina apenas tiene hoy 47 millones de habitantes, muy similar a la población de España, pero en un territorio mucho más grande, y también similar a la de Canadá, en condiciones igualmente parecidas.
Pero además, Argentina no se industrializó plenamente, se desarrollaron las actividades agropecuarias y mineras, pero una industria manufacturera quedó subdesarrollada y limitada a Buenos Aires, lo mismo que el sector servicios. Las distancias enormes, el relativo aislamiento geográfico del país en el último rincón del Cono Sur respecto de centros de avance industrial como Europa y EUA, limitaron igualmente ese progreso, mientras que, para incrementar la producción agrícola y ganadera, los terratenientes argentinos comenzaron a financiarse con créditos contratados principalmente en Londres para la compra de implementos, con lo que la prosperidad rioplatense empezó a ser cada vez más un espejismo que real. Sus universidades no gozaron de prestigio internacional ni llevaron a cabo investigaciones que desembocaron en grandes innovaciones científicas y técnicas, a diferencia de las británicas, estadounidenses, alemanas o francesas de la época.
En ese contexto es que surgió el Peronismo, de la mano, por supuesto, del militar Juan Domingo Perón y su icónica esposa, la actriz (y antes prostituta) Eva Duarte, quienes, ante la limitación de recursos y la evidente próxima caída del país en una crisis, decidieron implementar políticas realmente tomadas del Fascismo y del Nacionalsocialismo: un Estado fuertemente intervencionista en la Economía y asistencialista, imprimiendo además, billetes a mansalva para financiar una política de subsidios, ayudas y subvenciones. Entre tanto, brindaron refugio a personajes del Tercer Reich, como el arquitecto del Holocausto Adolf Eichmann, el Ángel de la Muerte Dr. Joseph Mengele o el as de la Luftwaffe Adolf Galland, entre otros muchos, lo que acrecenta los rumores de que hasta un Adolf Hitler que fingiera su suicidio se refugió en una mansión en Bariloche, propiedad del banquero peronista y posterior defraudador, pero protegido del Opus Dei Rafael Trozzo, a quien tuve el (dis)gusto de conocer, por cierto, como profesor, y no estoy ironizando, de Ética.
Lo más ridículo es que con esos antecedentes, sean ahora los Peronistas los que acusen a Milei de Fascista o hasta de Neonazi.
Por supuesto, aquello redundó en un bestial endeudamiento público argentino y en una devaluación catastrófica de la moneda, lo que repercutió en una gran inestabilidad política y en cambios de gobierno, con Dictadura Militar incluida y el regreso de Perón con nueva esposa a la que dejó la presidencia al morir; lo curioso es que ninguno de los regímenes posteriores en Argentina decidiera cambiar de modelo, sino que todos, de una u otra manera, incluso Carlos Saul Menem, se apegaron al Peronismo y sus dogmas y prácticas.
Sin duda Milei tiene razón en que es necesario reducir el gasto público simplificando la estructura del Gobierno Argentino y reduciendo el número de enchufados al mismo, es decir, de personas que reciben ingresos de los fondos públicos, desde beneficiarios de programas sociales a productores de cine que hacen películas que nadie ve, perdidas en alturas de pseudointelectualismo. Lo curioso, es que Milei aparece como otros de los políticos de ruptura, que tanto del lado de la Izquierda como de la Derecha del espectro ideológico aparecen hoy en día cimbrando los cimientos de la Globalización, donde nos encontramos a personajes tan disímbolos, pero al final, tan parecidos, como Donald Trump, Marine Le Pen, Jair Bolsonaro, Víctor Orban e incluso, López Obrador. Incluso, en el caso de este último, podríamos ver similitudes en sus discursos en que cargan contra clases privilegiadas, el régimen anterior, y también es de observarse que las propuestas de reformas del tabasqueño, como el terminar con los órganos autónomos coinciden con el argentino en la reducción del aparato estatal; aunque Milei diga que está demoliendo al Estado Argentino y ser un Libertario o Anarcocapitalista, en realidad lo está fortaleciendo al librarlo de parásitos y de una hipertrofia del Gobierno (donde aparte, parece no distinguir entre Estado: la entidad conformada por territorio, población y precisamente, la autoridad política y ésta misma: el Gobierno), beneficiaria para muchos grupos de interés y lobbies.
Pero Milei también desbarra: no ha entendido la diferencia entre el mundo teórico y la realidad, y se comporta, igual que el de Macuspana, como el típico demagogo populista hispanoamericano, incluso hasta ofreciendo recitales de Rock and Roll al ser músico aficionado, como en su tiempo hiciera el loco ecuatoriano de Bucaram con la Salsa, aparte que está sujetando su país a los intereses del menguante poder de Estados Unidos, embarcándose sin necesidad alguna en un apoyo irrestricto y fanático a Israel y comprando broncas innecesarias con los poderes mundiales resurgentes de Rusia y China.
Así, el retiro intempestivo de las ayudas sociales ha precipitado a muchas familias pobres argentinas a la indigencia, o se considera que sus medidas privatizadoras al extremo llevarán a prácticamente subastar al país a las grandes corporaciones internacionales, lo que redundará no en la efectiva industrialización de Argentina, sino a convertirlo en un país maquilador o ni eso, sino explotador de recursos naturales que enriquecerán otras partes; ha eliminado muchas de las garantías de los trabajadores para volverlo fuente de mano de obra barata ganando salarios reducidos y sin seguridad en el empleo, y ha reducido los impuestos, de forma que los inversionistas apenas dejarán ganancias; eso sí, los números macroeconómicos dejarán de estar en rojo y ha mejorado la calificación crediticia del país, y se ha reducido la galopante inflación.
No cabe duda de que Milei debe ser una persona con un muy elevado coeficiente intelectual; sin embargo, hay una situación con la que deben lidiar muchas veces los superdotados: la locura. Esto se debe a que se trata de alguien totalmente fanatizado por sus conocimientos teóricos y especulativos, combinada con cierta misantropía que le aleja de la realidad que se vive a pie de calle, además que parece no comprender la realidad geopolítica actual, misma que no encaja en los postulados en los que cree fanáticamente.
Milei comparte, aparentemente, con los otros políticos rupturistas la idea de la desglobalización que describe el experto en Geopolítica Peter Zeihan, para él, todo se reduce a relacionar la economía de su país con EUA, Israel y poco más, pero se encuentra rechazando vincularse con China y con Rusia porque, en su visión, sigue vigente la división ideológica del mundo propia de la Guerra Fría.
Así, rechaza a China por considerarla una dictadura comunista, y se alinea con Ucrania, incluso, parece que estaba dispuesto a comprar armamento avanzado, como aviones caza, para regalárselos al régimen de Kiev; por considerar que se trata de una lucha por la Libertad, hasta que le llegó una severa advertencia por parte de Moscú, respecto a que, de meterse en la contienda, sufriría graves consecuencias: de inmediato Milei, convidado de piedra en la reunión del G7 y en la Cumbre de Paz en Ginebra, Suiza, resulta bastante curioso que, mientras se ejecutan sus reformas, se generan disturbios en oposición a las mismas por aquellos que se ven afectados, el Presidente se la pasa viajando fuera del país, asistiendo a foros aquí o allá; incluso, tras haber regresado de tales eventos, prácticamente estuvo sólo como dos días en Buenos Aires y volvió a irse, ahora a España, a recibir una condecoración del gobierno de Madrid.
De igual forma, y demostrando que más pronto cae un hablador que un cojo, es que Milei ha aceptado visitar China próximamente, tras que el Celeste Imperio otorgara a Argentina una línea de crédito salvadora para su gobierno.
Finalmente, a mi me da la impresión que Milei no es tan contestatario ni tan antisistema como se quiere presentar, es un demagogo y populista en gran parte, más similar a aquellos de Izquierda a los que critica de lo que él mismo cree, que a una postura auténticamente revolucionaria o transformadora, más parece que fue promovido y aupado al poder de una forma similar a Zelensky, desde que era una figura o celebridad de las tertulias televisivas por bancos o entidades financieras deseosas de poner en la Casa Rosada a quien les garantizase el pago de la inmensa deuda argentina, que existiese un clima adecuado para la inversión en el país y la explotación de los recursos argentinos sin las restricciones nacionalistas y las elevadas cargas fiscales impuestas por el régimen Kirchnerista-Peronista. Igualmente, muy probablemente su discurso en apariencia rebelde e inspirado por las ideas de Agustín Laje en el Foro de Davos, tal vez obedezca más al intentar aparecer como una alternativa al Globalismo que al ser efectivamente una opción contra éste. (Curiosamente, quien salió a la defensa del Foro, rebatiendo el discurso de Milei, fue el supuestamente comunista Nicolás Maduro), de igual manera, quizá fue ascendido con la mira de presentarlo como un populismo de Derecha que contrarreste al más tradicional de Izquierda.
Como sea, esperemos que la situación de Argentina mejore bajo su mandato, aunque creo que su figura es una más del populismo latinoamericano que ya sea bajo las banderas de la Izquierda o de la Derecha han resultado tan comunes en nuestros países, pero que ahora se extiende más allá; no puede negarse que tanto en Trump como en la mal llamada Ultraderecha Europea hay buenas dosis de populismo: el señalamiento de "enemigos del pueblo" y promesas mesiánicas para corregir los errores de los gobiernos anteriores, y la necesidad o la búsqueda de ejercer un poder sin contrapesos para poder aplicar todas las reformas o cambios al sistema para "salvar a la Patria"; quizá porque al final, los sistemas democráticos en Occidente están entrando en decadencia, tal y como lo plantean autores como Peter Turchin, Peter Zeihan y Emmanuel Todd; es el fenómeno al que yo, en un post ya antiguo, llamé Dioclecianismo, como en el caso del emperador romano, se ansía un gobernante restaurador del orden y que no tenga obstáculos para ello, ante las divisiones internas y los peligros externos. Sin embargo, a la larga, los actos de este gobernante pueden resultar contraproducentes y empeorar las cosas, como ocurrió con las reformas del ilirio, tenían una buena intención pero desembocaron en un nuevo caos.
Milei, AMLO, Trump, Bolsonaro, Le Pen, pueden diferir en su ideología, sus intenciones y en la manera en que conciben los fines del ejercicio del poder, pero muestran una manera de hacer política muy propia de nuestros tiempos. ¿Podrán sus liderazgos estar al nivel del reto que muestran Putin, Xi, Kim o Bin Salman?
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