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27 de junio de 2015

SIN LIDERAZGO


Se vienen tiempos duros para todo aquel que sea Católico, o bien perteneciente a cualquier otra secta o denominación cristiana que se mantenga firme en la defensa de la moral natural; esto no solamente por la imposición del homosexualismo político, sino porque es una tendencia mundial seguida por el secularismo y el laicismo que pronto se convierte en un ateísmo activo que, en nombre de la libertad, asfixia a todo aquel que se oponga a los nuevos dogmas que son fijados por las autoridades del Estado: legisladores o juzgadores, mientras la gente, piensa que obtiene más libertades, cuando en realidad, como bien lo apuntó el Ministro Thomas de la Suprema Corte Norteamericana:

“The Court’s decision today is at odds not only with the Constitution, but with the principles upon which our Nation was built. Since well before 1787, liberty has been understood as freedom from government action, not entitlement to government benefits.”
“Yet the majority invokes our Constitution in the name of a ‘liberty’ that the Framers would not have recognized, to the detriment of the liberty they sought to protect. Along the way, it rejects the idea — captured in our Declaration of Independence — that human dignity is innate and suggests instead that it comes from the Government. This distortion of our Constitution not only ignores the text, it inverts the relationship between the individual and the state in our Republic.”
“Petitioners argue that by enshrining the traditional definition of marriage in their State Constitutions through voter-approved amendments, the States have put the issue ‘beyond the reach of the normal democratic process.’ But the result petitioners seek is far less democratic. They ask nine judges on this Court to enshrine their definition of marriage in the Federal Constitution and thus put it beyond the reach of the normal democratic process for the entire Nation.”
“The majority’s inversion of the original meaning of liberty will likely cause collateral damage to other aspects of our constitutional order that protect liberty.”
“Aside from undermining the political processes that protect our liberty, the majority’s decision threatens the religious liberty our Nation has long sought to protect.”

Es decir, el Estado no otorga la libertad ni la dignidad a las personas; nadie duda que los homosexuales, como personas, deben ser respetadas en su dignidad y libertad, lo mismo que los obesos, los delgados, los físicamente fuertes o los discapacitados; sin embargo, el hecho de que se dote a, en este caso, 9 juzgadores de la capacidad de redefinir instituciones como el matrimonio y la familia, existentes antes de que alguna Ley lo dijera, es más, capaces de redefinir la naturaleza biológica misma del ser humano, es cederle al Estado hasta la facultad de derogar la Ley de la Gravedad, pero mucho más, de intervenir en la vida privada de las personas y en su esfera más íntima.

En pocas palabras, nos encaminamos a un totalitarismo en que el Estado se convierte en la brújula moral: "si es legal, es bueno".

Incluso, esto dará armas al Estado norteamericano, más si sigue en manos de los Demócratas, de darse el triunfo de Hillary Clinton, de presionar e incluso atacar a las organizaciones religiosas, y en particular, a la Iglesia Católica, para que modifiquen su doctrina moral y acepten las uniones homosexuales; hay que recordar que en EUA los matrimonios religiosos, principalmente en las confesiones cristianas, son reconocidas igualmente con efectos jurídicos en el ámbito civil, por lo que ahí se encuentra un arma con la que se podrá cerrar, perseguir y criminalizar a quienes sostengan un disenso contra o políticamente correcto, más cuando aparte se eliminará la exención de impuestos a las Iglesias, lo que servirá de maravilla para ejercer esa presión y perseguir a los disidentes.

Eso es el primer paso, yo considero que en un tiempo, el Cristianismo y la Iglesia Católica serán declarados ilegales y perseguidos por ser contrarios a los derechos humanos, por ser homofóbicos y discriminatorios, y se irán contra los clérigos y también vendrán contra los laicos que nos opongamos al consenso general que se pretende imponer desde arriba. El panorama se ve muy oscuro, pero aún así, no se tiene que tener miedo, ya se había previsto que llegarían estos días y habrá que superarlos como la prueba que son.

Pero además de estos enemigos internos en el Occidente alguna vez cristiano, el Cristianismo tiene enemigos exteriores: el Islam, principalmente, muestra la fuerza del renacimiento de sus ideales imperiales en el ISIS y su líder que se ha proclamado Califa: Abú Bakr Al-Baghdadí. al igual que en el pasado, en particular con la dinastía turca Otomana, el nuevo caudillo de los creyentes está expandiendo sus dominios a velocidad meteórica y dejando tras de sí un sendero de destrucción y de muerte, de crueldad y odio impresionante sin que haya la más mínima voluntad de detenerlo; los mismos que celebran el triunfo de la causa homosexual miran, no sé si con indiferencia, o hasta con gusto, el exterminio de los Cristianos en Medio Oriente y la destrucción de patrimonio cultural milenario con el pretexto de combatir la idolatría, cuando hace milenios que ya nadie se le arrodilla a Astarté en un Ziggurat. En realidad, lo que busca el Califa, dentro de la tradición guerrera de los conquistadores del Levante es borrar la huella del pasado para significar que su nuevo imperio renueva al mundo. Para el Musulmán radical e incluso el promedio, poco enterado de lo que sucede en realidad de este lado del mundo, la impresión que le da un Occidente libertino y degenerado es la prueba completa de la falsedad del Cristianismo y de la perversidad de los Nazara, razón por la cual es necesario convertirlos por la fuerza o destruirlos, quizá esto mismo, ante el vacío espiritual occidental, orilla a jóveneseuropeos de recta intención a unirse al ISIS, al considerar que el Islam es la respuesta que buscan o la solución contra lo que pasa.

China, que se mantiene recelosa del Occidente que durante el siglo XIX e inicios del XX la humilló y sometió a sus intereses, ve en el Cristianismo un factor externo y contrario a la idiosincracia y valores tradicionales de su pueblo; por ello tolera la existencia de una Iglesia Católica Patriótica de China supeditada a los intereses del Estado, siendo el Gobierno quien nombra a los obispos y verifica que en las misas y las prédicas no haya ataques contra el Estado, el nacionalismo asiático y el ficticio discurso marxista o al más real capitalismo galopante y feroz del dragón de oriente. Recientemente y por la "luna de miel" que están viviendo las relaciones entre China y Rusia, se aprobó la autonomía de la Iglesia Ortodoxa en China, dependiente del Patriarcado de Moscú, a fin de atender a las minorías eslava y tártara que habita al norte del país, a orillas del río Amur sin que la Ciudad Prohibida incida al interior de las diócesis de esa confesión existentes en el territorio chino. Entre tanto, toda aparición y actuación de misioneros, obispos y sacerdotes católicos o pastores protestantes que actúen sin el permiso o fuera de la línea marcada por el Gobierno, son salvajemente suprimidos.

Y finalmente, Rusia, pese a que para muchos Católicos Tradicionalistas Putin y Rusia sean la esperanza,  la realidad es diferente, si bien al interior Putin rescata los valores y la moral cristiana tras setenta años de comunismo y 10 durante la era Yeltzin de anarquía absoluta, lo hace con el fin político de dotar de una ideología a Rusia tras la caída del Marxismo, mientras que el cesaropapismo, bajo el cual fue fundada la Iglesia Ortodoxa oriental subsiste y ésta se subordina a los intereses del Estado; por supuesto, en el interés de éste se encuentra el odio o el resentimiento contra el Latinzvo, "Occidente" o literalmente: "tierra del Latín", que a veces es usado como sinónimo de "infierno", por el enorme agravio del saqueo de Constantinopla por los Cruzados en 1204 y el desprecio que desde tiempos de Pedro el Grande Europa ha sentido hacia Rusia en sus intentos por ser considerada parte de dicho continente, más agravado ante el papel fundamental de San Juan Pablo II en la caída del Imperio Ruso/Soviético, recuérdese que el gigante eslavo fue el único país en no mandar un representante a su funeral, cuando hasta Arabia, Irán o China estuvieron presentes.

El panorama es difícil y anuncia una era de persecución... ¿qué hacer? No desesperar y ser valientes, después de todo, la Iglesia ha pasado toda una Historia de persecuciones, y ha salido adelante, cada vez más fuerte, y quizá hoy necesitamos con urgencia de una.

¿Porqué? Porque la Iglesia Católica quizá nunca antes había estado en una situación tan crítica y tan débil como ahora, con un Papa como Jorge Mario Bergoglio y una serie de prelados como Kasper, Tagle o Maradiaga que son muestra del derrumbe postconciliar en la formación del clero y de cobardía, que han buscado ganarse los aplausos del Mundo en vez de combatirlo, y que ante los gravísimos problemas y retos en materia de moral, o respecto a las persecuciones de los Cristianos por el Islam o como he dicho, por la secularización y el hedonismo de un mundo Occidental que desconoce sus raíces; ante esto, Bergoglio prefiere voltear para otro lado y sacar una encíclica Laudato si, que será de lo más intrascendente pero bien recibida por los medios de comunicación y los gobernantes que más políticas anticristianas desatan, como Obama u Hollande, que combina la investigación propia de un trabajo sobre ecología echo por un escolar, frases demagógicas como "pobreza del agua social" que parecen sacadas de un discurso de candidato del PRI, y meterse en el berenjenal de una materia aún en discusión, sujeta a escrutinio científico y opinable como es el "calentamiento global" y elevarlo a magisterio de la Iglesia, para nuevamente, hablar del obsesivo tema de "los pobres" discurso bananero y tan trillado que hasta el billonario dueño de Cartier dice que la pobreza le quita el sueño.

La Iglesia Católica parece acéfala, si hemos de ser perseguidos, no tenemos, por ahora, líderes de la talla del mismo San Pedro, de San Pablo o de San Clemente Romano, ni tenemos apologistas como en el siglo III de la talla de San Clemente de Alejandría o San Ireneo de Lyon, ni tampoco, como cuando después del aparente triunfo de la Iglesia bajo Constantino, se tuvo que hacer frente a la muy extendida y apoyada herejía de los Arrianos, defendida por emperadores romanos, muchos obispos y la tibieza de los Papas, pero que produjo como reacción a hombres extraordinarios como San Atanasio y San Juan Crisóstomo, que hicieron de su ministerio denuncia social, pero también y sobre todo: denuncia moral y denuncia de los errores teológicos, que todo iba de la mano en la decadente sociedad romana de los siglos IV y V.

Los Cardenales o quienes hayan sido los que presionaron para lograr la renuncia de Benedicto XVI quisieron a alguien que no fuera criticado y atacado por el mundo, olvidando aquello que Jesús dijo que debíamos alegrarnos cuando nos persiguieran por su causa, y auparon al pontificado a un obispo argentino de habilidad política camaleónica que trata de quedar bien con quien quiere, y que trata de ganarse el apoyo y el aplauso de los poderes de la Tierra con ambigüedades en sus dichos y actos y hasta condescendencia con el homosexualismo, el animalismo (los perros van al cielo), el ecologismo y la desintegración familiar (el asunto de los divorciados), el borrar la idea de infierno y de pecado (todos nos vamos a salvar, y Dios no como alguien misericordioso y justo sino un pasotas que se deja hacer y todo lo aprueba con una sonrisa complaciente e idiota),  eliminar la idea de responsabilidad moral sobre los actos, y que hable de los pobres y de la maldad de las riquezas, sobre lo que todos hablan y se preocupan pero nadie hace nada, pero ¿saben qué? ¡de nada les servirá! ¡Los perseguirán de todos modos!

Estamos carentes de liderazgos, sin embargo, es muy probable que la persecución haga nacer líderes nuevos de voz potente para denunciar y que haga brillar de nueva cuenta la luz sobre un mundo en el que las tinieblas se han extendido; y resurja de ella una Iglesia renovada, fuerte y resplandeciente a pesar de que tal vez sea minoritaria, porque quizá así, aparezca como una semilla para el nacimiento de un nuevo mundo, en una nueva era en que el hombre vuelva a descubrirse a sí mismo y a Dios, y decida volverse a él y construir un mundo mejor con base en la fe y la razón, en vez de la demencial pesadilla en que vivimos hoy.

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