El pasado 06 de agosto de 2024, las Fuerzas Armadas de Ucrania llevaron a cabo una operación de invasión de los territorios rusos, en particular, del Oblast, (uno de los tipos de entidades federativas en los que se divide territorialmente la Federación Rusa, que pueden traducirse como región o provincia) de Kursk, mismo que, durante la Segunda Guerra Mundial fuera escenario de la batalla más grande de la Historia y en la que más vehículos blindados han participado, y que se tradujo en la derrota decisiva de la Wehrmacht, comenzando el avance del Ejército Rojo que ya no se detendría hasta Berlín.
En principio, y así lo cacarearon los medios occidentales, aquello parecía una victoria del régimen de Zelensky y de la OTAN, mostrando que, en realidad, la guerra va mal para Rusia y la debilidad de sus fuerzas, dando esperanzas de que se produciría una revuelta en contra de Putin, --a lo que parece, han estado apostando en Washington y Bruselas desde el principio, y que esperaban la traición del Grupo Wagner para derribar al antiguo agente del KGB del Kremlin. Lo cual, no sucedió. Al contrario, parece que Putin se deshizo fácilmente de Prigozhin, y obtuvo el control directo sobre la empresa de mercenarios, que ahora se despliega en África para "liberar" a los países del Sahel del colonialismo francés (y de paso someterlos al ruso ejercido por los nuevos sátrapas, que son del gusto ya no de París o Washington, sino de Moscú y Pekín).
Y parece que esto tampoco lo logrará; tampoco que, al parecer, Ucrania ha desempacado la última y más avanzada tanda de armamento con el que está atacando incluso a la propia capital, Moscú. Sin embargo, esto parece una serie de medidas impulsadas por la desesperación, no solamente por el comediante devenido en Presidente y ridículamente presentado como figura heroica, sino de la Administración Biden; pareciera que se pretende hacer alguna especie de logro en contra de Putin antes de las elecciones de noviembre próximo, a fin de dar una imagen de fortaleza de parte de la agonizante y agónica Administración Demócrata contra Trump, o al menos, dejarle tan enredada la madeja al Republicano --aunque de todos modos, dudo que le dejen ganar los comicios-- que no pueda zafarse tan fácilmente del conflicto eslavo.
Acertadamente, el Gobierno de Moscú no perdió los nervios, prácticamente dejó pasar a los ucranianos a su territorio, pero no detuvo los ataques desde el Donbass hacia el interior de Ucrania; como resultado, y toda vez que los kievanos han desplegado lo que queda de sus mejores tropas y armas en Kursk, los rusos han encontrado una resistencia menor y menos efectiva, lo que ha permitido tener avances territoriales espectaculares, desalojando prácticamente a las tropas de Zelensky de lo que aún controlaban del territorio del Donbass y de Donetsk. Mientras que la expedición en territorio ruso, se ha quedado prácticamente aislada y acosada, rodeada por el enemigo.
Así que, muy probablemente, esta ofensiva en Kursk sea algo similar a la de las Ardenas a finales de 1944, el canto del cisne de un régimen que se resiste a la derrota, pero que la misma será inevitable. Y no estoy hablando solamente de Zelensky, especie de nuevo Benito Juárez, sostenido como aquél por los dólares y armas norteamericanas y como el zapoteca, prolongando su mandato presidencial con base en unas facultades extraordinarias que se concedió por un Legislativo autonombrado e ilegítimo (Algo que siempre he notado es que en ningún libro de Historia de México se hace referencia a cómo se hacían elecciones para el Poder Legislativo en el siglo XIX o cómo se conformaba el Congreso, si las presidenciales, indirectas en las primeras constituciones, siempre fueron cuestionadas a partir de 1829, lo que me parece un silencio conveniente) y el encierro de posibles rivales, como le ocurrió al General y Jurista Don Jesús González Ortega, Presidente de la Suprema Corte y quien debía ocupar la Presidencia al fenecer el mandato de Juárez, que acabó remitido a un manicomio en EUA, con el apoyo del Gobierno norteamericano, hay que decirlo, de Lincoln.
También estoy hablado de EUA. La realidad es que la Guerra de Ucrania ha debilitado al régimen norteamericano ostensiblemente, tan es así que los intentos en Serbia y Georgia por promover unas Revoluciones de Colores, han fracasado, a diferencia de lo que pasaba hace diez años con las Primaveras Árabes o en la propia Ucrania con el Maidan. Incluso, es cada vez más claro que Nicolás Maduro está consolidando su cuestionable triunfo electoral para beneplácito de moscovitas, persas y chinos y que la Oposición Venezolana liderada por María Corina Machado y su marioneta, Edmundo González, pese a su entreguismo y esperanzas, cada vez pierde más fuelle y no ha logrado más allá de un apoyo meramente simbólico de parte de un titubeante gobierno estadounidense. Para colmo, las amenazas y protestas del folklórico embajador norteamericano Ken Salazar respecto de la Reforma al Poder Judicial impulsada por AMLO en México, parece que no solamente no son tomadas en serio y caerán en oídos sordos, sino que quedarán en meros ladridos sin efecto o en un acuerdo que descafeinará un tanto las reformas para condescender en algunos intereses económicos pero logrará que el tabasqueño, como siempre, y como buen chantajista que es, se salga en buena parte con la suya.
Y es que el Gobierno de Biden ha sido una verdadera catástrofe para el mundo, y en particular, para el propio EUA, su probable continuación con Kamala Harris, quien sorprendentemente se encuentra proponiendo medidas económicas propias de república bananera como el control de precios, que han demostrado su fracaso una y otra vez desde los tiempos de Diocleciano, sólo significará la progresiva liquidación del poderío norteamericano y su tercermundización.
¿Porqué está pasando esto? Porque el sistema norteamericano se subordinó a intereses privados y ha descuidado los intereses nacionales. Maduro puede evitar que los gringos intenten en su contra un "cambio de régimen" porque ya hizo tratos en lo oscurito con Chevron, Texaco y otras petroleras para quien es "su hijo de puta" a la vez que cuenta con el respaldo de los BRICS en los que encontrará la vía para incluirse en un mercado internacional y hacia donde puede canalizar a estas empresas para saltarse las sanciones contra Rusia, China y compañía, por lo que una Machado de proyankismo idealizado y fanático no les conviene; mientras que la guerra en Ucrania se deriva también de la protección que buscan dar a los negocios sucios de Joe y Hunter Biden en la gasera Burisma, la trata de personas y otras asquerosidades más de las élites americana y europeas.
Aquí en México, AMLO, apostador arriesgado siempre, quizá ve que a las amorales y convenencieras multinacionales norteamericanas más que un sistema judicial que les brinde seguridad jurídica, les importa más la posibilidad de hacer acuerdos y comprar negocios y mercados a los gobiernos que así tienen con qué manejarlas, así como tiene la carta de los BRICS, los que parecen cada vez más cerca ante la súbita irrupción de marcas de automóviles chinos, cada vez más omnipresentes y que están desplazando a las norteamericanas y aún europeas y japonesas, del mercado mexicano ante la magnitud de su invasión.
Las próximas semanas serán vitales; nuevamente Kursk será el punto de partida de un cambio estratégico; de entrada, estamos ante el final del principio del proceso de cambio de hegemonía geopolítica y el inicio del final de la hegemonía estadounidense y europea. No va a ser fácil y van a ser tiempos duros, todo parto es doloroso.
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