Mientras los ojos del mundo están enfocados en la tragicomedia venezolana, donde de manera descarada y vergonzosa, y ambos con el pretexto de "defender la Democracia" Chavistas y Opositores en realidad defienden los intereses de BRICS de un lado y del otro los de EUA y aliados sobre las reservas petroleras del país sudamericano, para desgracia de los venezolanos, que se encuentran entre Escila y Caribdis, ya sea se decanten por un lado o por el otro, acabarán devorados. También, el mundo está distraído con las peores Olimpiadas de la Historia, no solo por la porquería del mensaje Woke mostrado en la inauguración y el escándalo de los transexuales que están acabando con el deporte femenino, sino también por la pésima organización, las medidas "sustentables" e inhumanas en la Villa Olímpica o la contaminación, suciedad, inseguridad y miseria en la decadente París y el río Sena, reducido a un canal de aguas negras que ha enfermado a los deportistas que han tenido que nadar en él. Y por último, en la tensión provocada por la fanfarronería de Irán que amenaza más bien, con hacer un parto de los montes con un ataque débil, impreciso y ridículo, afortunadamente, pero lleno de labia y gritoneo; tenemos que el nuevo Primer Ministro de Reino Unido, Sir Keir Starmer, y el Rey Carlos III, se enfrentan a su primer gran crisis, que ha permanecido en un segundo plano en las noticias mundiales.
Parece que la canción compuesta e interpretada en los años 70 por la banda Punk, The Sex Pistols, se hace realidad, debido a una situación provocada por la inmigración descontrolada, sobre todo de origen islámico y africano, y el hartazgo de la población al respecto.
Todo comenzó cuando un joven, de nacionalidad británica, pero de orígenes ruandeses, entró a una escuela de baile en el pueblo de Southport, y apuñaló a tres niñas, causándoles la muerte, en un incidente que ha sido la gota que ha derramado el vaso respecto a la inmigración proveniente del Continente Negro del Medio Oriente en los últimos tiempos, esto es, desde los años sesenta a la fecha, siendo este movimiento demográfico más acentuado durante el tiempo que el Reino Unido fue miembro de la Unión Europea, en que las políticas migratorias del bloque para la acogida de personas extranjeras, sobre todo con el carácter de refugiados, dieron manga ancha al fenómeno, más tras los conflictos bélicos que sucesivamente han afectado tales regiones de origen, como la Guerra de Irak, las Primaveras Árabes, la Guerra en Siria, la Guerra en Libia y los incontables conflictos, golpes militares y hambrunas africanas.
La inmigración no es nueva para Inglaterra; efectivamente, y como lo señalan los politólogos Fernando Moragón y Ezequiel Bistolletti, se originó durante los tiempos del Imperio Colonial Británico, en especial, durante el largo reinado de Victoria I en el siglo XIX. A diferencia de Francia, en que la llegada de norafricanos y subsaharianos comenzó por razones militares, en Inglaterra se dio por la llegada de sirvientes, y también, de miembros de las élites provenientes de las colonias, como por ejemplo, personajes tales como Gandhi y Nehru de la India, que llegaban a estudiar a las universidades británicas, incluso, el propio colonizador Cecil Rhodes, creó fondos de becas para que miembros de las élites africanas fuesen a estudiar a Oxford, buscando de esa manera, una integración entre la Metrópoli y las clases dominantes de las posesiones ultramarinas, a fin de que la dominación fuese aceptada más dócilmente, al final, o prepararon a una serie de personajes que más tarde liderarían procesos de descolonización, o bien, a quienes decidieron instalarse en la isla y gestionar desde ella sus finanzas y negocios en sus lugares de origen.
Ahora bien, no nos dejemos engañar por series de TV como la aberrante Bridgerton, basada en una saga de novelas rosas que se encuentran ambientada décadas antes, durante las Guerras Napoleónicas y que en las páginas escritas, todos sus personajes son descritos como genuinos anglosajones, es imposible que en las décadas de 1810 a 1820, existieran personas de origen africano o asiático a las que se concediera un rango aristocrático ya sea por el entonces ya demente e incapacitado para gobernar Jorge III o su hijo como regente o reinante Jorge IV y que además, viviesen como potentados; de hecho, para ese entonces eran muy pocas las personas de tales orígenes residiendo en la isla, y generalmente de extracción humilde y ocupada en trabajos serviles. En cambio, ya de 1870 en adelante, la presencia de estos inmigrantes fue creciendo, así como se diversificó su extracción social y la clase de trabajos o actividades en las que fueron haciéndose presentes. No hay que olvidar que, tras la muerte de su famoso y muy cercano sirviente y consejero particular, el escocés John Brown, la reina Victoria lo reemplazó por el musulmán nativo de la India Abdul Karim, quien igualmente tuvo una gran influencia en la toma de decisiones de la ya para entonces, vieja monarca, (volviéndose, a la vez, inmensamente rico al sacar provecho de su posición) indicando pues, el aumento del peso y la presencia de estos extranjeros, aún en la Corte.
La serie Bridgerton, en realidad, lo que pretende es hacer un "lavado de cara" de la Historia Británica y falsear la realidad, pretendiendo hacer creer a la audiencia en la existencia de una sociedad británica diversa e inclusiva en la primera mitad del siglo XIX, al estilo de lo que quiere la Izquierda Woke actual, lo que no era posible por multitud de factores, más allá de los meramente ideológicos.
Aún así, no fue sino hasta a partir del mandato de la Thatcher, durante los años 80, que, ante los cambios económicos y sociales, Inglaterra se volvió un polo mucho más atractivo para la migración, tanto de miembros de las élites como para masas de desfavorecidos: la baja natalidad inglesa empezó a dar pie a la falta de mano de obra juvenil, por lo que era necesario reemplazarla con la venida de fuera, mientras que la trancisión a una economía financiera convirtió a la City londinense, como verdadero paraíso fiscal y centro de lavado de dinero, en un lugar interesante para que jeques y políticos del mundo islámico, financiadores y líderes del terrorismo, políticos corruptos del África Subsahariana, banqueros de Hong Kong y potentados hindúes, invertían sus fortunas en los bancos y casas de bolsa, bajo la complacencia de la Corona y el Gobierno Británicos.
Mucho se habla por los conspiranoicos que la cada vez mayor población de gente "de color" que se da en los países europeos obedece a un siniestro plan promovido por las élites financieras e industriales, aplicando el llamado Plan Kalergi, nombrado así por el aristócrata austriaco Richard Coudenhove Kalergi, un sujeto bastante peculiar, ya que su padre era un noble austriaco y su madre, una dama japonesa perteneciente a un clan Samurai; siendo mestizo, él llegó al mismo punto al que habían llegado mucho antes Alejandro Magno e Isabel la Católica: la integración racial, el mestizaje es la vía para unir a los seres humanos y lograr la paz; sin embargo, Kalergi se refería a la integración europea, exclusivamente, y estaba inspirado en el horror de la Primera Guerra Mundial y los extremos del Nacionalismo que la causaron. Por otro lado, la aplicación de las tesis Malthusianas de control poblacional no son producto de una "conspiración satánica" dirigida por miembros de las élites blancas europeas en contra de su propia etnia, sino más bien se trata de políticas que se intentaron aplicar contra el Tercer Mundo, pero que resultaron como la carabina de Ambrosio y salió el tiro por la culata.
En efecto, se ha hablado del Informe Kissinger en los años 70, que impulsaban la planificación familiar y el aborto como vía de reducción de la peligrosa "explosión demográfica", misma que fue producto, no del aumento en la natalidad, sino de la reducción de la morbilidad, incluso en los países subdesarrollados debido, sobre todo, a la extensión de las vacunas en contra de enfermedades víricas que, tradicionalmente, se cebaban con la infancia, haciendo que de diez niños, al final sólo tres o cuatro llegaran a la edad adulta. Y eso ha llevado a que, incluso, en países como los africanos o Bangladesh, haya incluso aumentado la esperanza de vida. De esta manera, las políticas impulsadas por el entonces siniestro Secretario de Estado norteamericano, se dirigieron a controlar el crecimiento de población de los países pobres, precisamente para evitar movimientos migratorios que se darían casi casi por ósmosis: el paso natural de un medio saturado a uno que no lo está. Una población en expansión en el mundo subdesarrollado, ante los limitados recursos locales, buscaría por naturaleza ir a zonas con mayores oportunidades de obtención de riqueza para satisfacer sus necesidades.
Sin embargo, el plan fracasó y salió totalmente al revés: donde las políticas Malthusianas han tenido éxito es en los países desarrollados como los de Europa, y en el caso que aquí tratamos: Reino Unido, mientras que el crecimiento de población sólo se ha controlado muy parcialmente en el Tercer Mundo. ¿Porqué? Porque la gente rica tiende a tener menos hijos que los pobres, un fenómeno observado ya desde la Antigüedad por los Romanos, que por ello, se referían a los más humildes de su sociedad como los lumpen proletarii, los proletarios, es decir aquellos cuya única riqueza consistía en su prole, sus hijos, puesto que en sociedades agrícolas, entre más integrantes tuviese un grupo familiar, contaría con una mayor fuerza de trabajo para el cultivo de la tierra. Si muchos de estos países se mantienen como sociedades agrícolas, es natural por tanto que sigan con la misma mentalidad, de ahí que las políticas de control natal les resultasen indiferentes, mientras que, en los países ricos, los hijos, con el gasto que supone su educación y su cuidado, por los primeros veinte años de su vida, implica no utilizar esos recursos para consumir cualquier otra cosa que brinde satisfacción inmediata. Si nos encontramos en un sistema económico que se sustenta en el consumo, y las grandes corporaciones buscan, en sociedades industrializadas o postindustrializadas, (pensemos en países que estén en un nivel de México para arriba), en brindar un sinnúmero de satisfactores para necesidades reales o creadas por la mercadotecnia, la paternidad y maternidad resultaría en una disminución de los recursos que se podrían utilizar en bienes y servicios de consumo individual: viajes, ropas, artículos de lujo, motocicletas, autos deportivos, restaurantes, cine y entretenimiento individual, cirugías estéticas, etc...
En realidad, más que tratarse de una conspiración consciente y dirigida hacia fines siniestros --que no es de descartarse que muchos miembros de las llamadas "élites", se encuentren dentro de cultos oscuros y sumidos en supersticiones, como algunos pueden inferir de las ceremonias de inauguración y clausura de los Juegos Olímpicos de París, y que en ese caso, tenga que ver con la vinculación entre gran parte de los políticos y dirigentes franceses con la Masonería desde la Revolución-- se trata de una serie de políticas tanto de gobiernos como empresas dirigidas en la inercia de mantener un sistema económico que al parecer, ha llegado al límite y se tambalea, por lo que se busca mantener un alto nivel de consumo en vez de ahorro: el no tendrás nada y serás feliz, constituye en un plan de generar una sociedad consumista extrema, que no posea nada duradero, sino solamente consuma lo que unas cuantas corporaciones les proporcionen, que sí, se enriquecerán aún más y serán las únicas propietarias, pero a la vez, garantizarían que la riqueza siga circulando y generándose.
Pero para generar esos bienes de consumo, sean propiedad de muchos, sean propiedad de unas cuantas corporaciones, se necesita de mano de obra, incluso, si ésta es barata, es mejor; y por tanto, si se ha creado una sociedad que consume, pero no produce, porque simplemente está tan preocupada en lograr la satisfacción de los caprichos y deseos inmediatos de sus miembros, y por ello, ha dejado de generar nuevos individuos que produzcan, (y también consuman), se buscará traer de otros lados a la fuerza de trabajo que sea capaz de hacerlo; de ahí que la inmigración se haya convertido en una necesidad en el Mundo Desarrollado para mantener vivo y funcionando, al sistema.
Ahora, el problema social viene cuando los inmigrantes han conformado un enorme número y ya son un porcentaje apreciable de la población, a la que, además, no se ha integrado, porque ya conforman un conjunto bastante grande como para bastarse a sí mismo y construir sus propias instituciones, sobre todo en el aspecto religioso y jurídico, e incluso, contar con sus propias autoridades. Eso es lo que está pasando en Inglaterra, donde la población islámica, por un lado, ya vive bajo la Shari´a o Derecho tradicional islámico, donde obedece a los Imanes o clérigos musulmanes y hasta cuenta con su propia "policía" de las costumbres propias del Medio Oriente. Por otro lado, la gran mayoría de los inmigrantes del África Subsahariana, no son musulmanes y pueden ser hasta aparentemente Cristianos, sean Protestantes o Católicos, aunque en el fondo tengan prácticas propias de la Religión Yoruba, y reacios a integrarse a la sociedad británica, --aunque haya personas entre ellos, las provenientes o que han logrado insertarse en sectores económicos altos-- reconstruyen su organización tribal tradicional al conformar pandillas y en un submundo que organiza razias de saqueo y vandalismo contra la sociedad blanca sajona que no los admite.
Además, se da otro problema: la llamada "desindustrialización" de los países de Primer Mundo, un fenómeno que ha estado ocurriendo en los últimos años: debido a la Globalización, muchas de las industrias han migrado, a su vez, a países de Asia o Hispanoamérica, en búsqueda, precisamente, de mano de obra barata y menores costos de producción, además de los avances tecnológicos que han llevado a una mayor automatización de los procesos manufactureros, y el cambio, hacia una economía de servicios, sobre todo, los financieros, en el caso de Gran Bretaña; de esa manera, tanto los anglosajones nativos, como los inmigrantes, han perdido empleos tradicionales en la industria, lo que ha derivado en un proceso de empobrecimiento que ha llevado hacia un aumento en los resentimientos de unos contra los otros, y de ambos contra un sistema al que consideran los ha abandonado.
De esta manera, lejos de una planeación prevista por unas "élites" siniestras, lo que hay es un verdadero caos provocado ante una evolución del sistema económico que carece de orden, concierto y objetivos, en una conjunción de fenómenos contradictorios: fomento del consumismo, búsqueda de mano de obra barata, innovaciones tecnológicas deshumanizantes, reducción de costos de producción y también, la reducción de los gastos en asistencia social: el NHS, órgano de seguridad social similar al IMSS que, de ser eficiente y solvente, ahora se encuentra tan quebrado y dando tan mal servicio como su equivalente mexicano.
Increíblemente, en los últimos veinte años hemos visto que los países europeos han transitado de ser países con poderío de proyección mundial y alto nivel de vida, hacia el tercermundismo: desempleo, pobreza, división social y cada vez mayor violencia, se encunetran convirtiéndos en Estados fallidos, con gobiernos que, literalmente, no saben qué hacer, el Gobierno de Carlos III y Sir Keir Starmer parece pretender establecer medidas cada vez más tendientes al control social y a medidas policíacas, con la vigilancia en redes e incluso, la aprehensión de personas cuyas publicaciones se estimen como racistas o incitantes a la violencia, porque, curiosamente, se van más contra los nativos y a proteger a los inmigrantes ¿porqué? Porque, en primer lugar, pretender limitar, vigilar o controlar a la población de origen extranjero podría ser tachado de racistas, es decir, por cuestión de imagen; por otro, por el peso que ya representan los inmigrantes y los intereses, quizá de las élites islámicas que tienen grandes cantidades de recursos invertidos en la City londinense y con ellos sostienen todo el sistema financiero británico con tanta importancia global.
Con su cobardía, prácticamente están condenando el futuro de su país, y de los ingleses; y por cierto, los extremistas de la Hispanidad, que se alegran de ver en esto un castigo merecido para los piratas anglosajones, deberían poner sus barbas a remojar; no falta mucho para que España se vea en las mismas. No se ve que esto tenga vuelta atrás; señoras y señores, estamos contemplando los últimos días de Europa.
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