UN FUTURO INCIERTO III--¿VA A CAMBIAR EL MUNDO?

Una de las frases o expresiones más trilladas y que más me molestan por su cursilería es la de "cambiar el mundo", lo cual es una utopía, un verdadero imposible. ¿Porqué disgrego de este eslogan tan repetido? Primeramente, como ya lo he aclarado anteriormente, soy un católico convencido, que primeramente me reconozco como pecador promedio, y que por tanto, no me las doy de santurrón ni de "mocho", aunque confieso que he caído repetidamente en soberbias y fariseismos, algo en lo que sé, debo trabajar, de igual manera, y como lo he expresado aquí también, he tenido dudas respecto a la validez canónica de la elección de Jorge Mario Bergoglio como el Papa Francisco I, y de la previa renuncia de Benedicto XVI al solio petrino, algo en lo que quizá convenga profundizar más en un post próximo; pero volviendo al tema, permítaseme aquí acudir a mis magros conocimientos de Teología: 

Para empezar, ¿qué se entiende por "MUNDO"? ¿Es el planeta Tierra? Si es así, el modificarlo es un imposible que va más allá de las fuerzas humanas, es producto de una serie de interrelaciones de fuerzas cósmicas las que le dieron origen y las que le han conformado con su estructura geológica, su configuración geográfica, clima y orografía. O, por Mundo, entendemos un conjunto o un modo de vida material, como lo define el Padre Antonio Royo Marín en su Teología de la Perfección Cristiana, donde nos define a "Mundo" como "...las cosas de la Tierra", esto es, todo el conjunto de las realidades materiales, sociales, culturales, tanto tangibles como intangibles, externas a cada persona, y que, siguiendo con las doctrinas expresadas por este teólogo español, resultan contrarias al perfeccionamiento de la persona, a su desarrollo espiritual. El Mundo, junto con el Pecado, el Demonio y la propia Carne, esto es, la tendencia a huir del sufrimiento, por mínimo que este sea, y la avidez de placeres, que se desprenden de nuestro ser material, son los enemigos de la vida espiritual del ser humano.

Por lo tanto, al Mundo no se le puede cambiar, es un enemigo al que se debe vencer, y en conclusión, es el ser humano el que debe cambiarse a sí mismo para enfrentarse al Mundo y resisistirse a sus embates. El Cristianismo, en sí mismo, no postula "cambiar el mundo", busca que las personas se cambien a sí mismas y trasciendan a su propia materialidad, en eso consiste la santificación, los santos, precisamente, son aquellos que han pasado por la conversión, un proceso de cambio personal en que han llegado a rechazar al demonio, controlar la carne y dejar de ser del mundo, pero sin dejar de estar inmerso en él.

Por eso yo no creo en aquello de "cambiar al mundo", generalmente, quien quiere cambiar al mundo termina cambiado por éste, y por eso, todas las ideologías que han imperado desde el siglo XVIII, con la secularización, han fracasado, todas ellas, lo que pretenden es eso, y ojo: todas ellas parten de la idea de que el Mundo es algo negativo, y es que, podrán ser muy ateos, anticlericales o antirreligiosos, pero en Occidente prácticamente todas nuestras concepciones morales e ideológicas parten de las doctrinas cristianas, pero con la diferencia que las ideologías --que no son más que sucedáneos de la religión,-- no postulan cambios en cada uno de sus adeptos, pretenden que estos transformen la realidad o el Mundo entero para adecuarlo a ellos. Y como he dicho, quién trata de cambiar al Mundo para hacerlo a imagen y semejanza de sus construcciones ideológicas, termina cambiado por el Mundo, cuando se topa con pared y descubre que se trata de proyectos irrealizables. Me llega a la memoria la historia narrada en la película Revolutionary Road con Leonardo DiCaprio y Kate Winslet, dirigida por Sam Mendes, y que narra un matrimonio de dos anteriores bohemios y soñadores que terminan llevando una aburrida vida en los suburbios norteamericanos de los años 50, traicionando sus sueños de cambio.

Muy probablemente, muchos de los revolucionarios, como Lenin o Stalin y Fidel Castro, fueron en su momento unos idealistas que buscaron cambiar el Mundo, y terminaron, cambiados por éste, abocados a disfrutar de sus promesas de poder absoluto y sus beneficios colaterales o consecuentes, encontrando en su ideología, la forma ideal para controlar a sus pueblos y legitimar sus dictaduras.

Todo lo anterior, es para dar una respuesta a todos aquellos mensajes que ahora circulan en que se plantea que el Coronavirus va a cambiar el mundo, que ahora la gente va a tomar conciencia de que los bienes materiales no lo son todo, que nos va a enseñar a ser solidarios, a respetar el medio ambiente, que ha hundido la soberbia del ser humano, y bla, bla, bla... ¡Por favor! La Gripe Española de 1918 surgida en la parte final de la I Guerra Mundial ni siquiera fue uno de los factores que llevó a la finalización de la contienda, ni llevó a una "toma de conciencia" que cambiara el devenir de la humanidad, por el contrario, veinte años después estallaba otra guerra mundial, y en el inter, se dio una crisis financiera provocada por las ambiciones desmedidas, Hitler predicaba el racismo y los Bolcheviques llenaban de horror las tierras rusas.

La Peste Negra del siglo XIV no significó un cambio radical en el Mundo en cuanto a que pusiera final al egoísmo, la ambición o la soberbia, que son pecados ya inherentes a la naturaleza corrupta del ser humano, y eso que se trataba de una época en que las personas, dentro de la Cristiandad, tenían una mucho mayor preocupación por su dimensión espiritual que en la actualidad.

Por supuesto, sin duda habrá cambios en el Mundo, pero no en el sentido que quisieran los cursis y los idealistas, ni modificará su esencia; habrá cambios en la Economía y la Política mundiales, sin duda, con el cuestionamiento a la Globalización, el resurgimiento del Estado Nacional, la probable desintegración de la Unión Europea y el renacimiento de las rivalidades entre Estados Europeos, posibles cambios internos en China, y quizá, una serie de sanciones o boicots que distintos países puedan imponer al Celeste Imperio como respuesta a su criminal negligencia y sus mentiras, y su todavía más desvergonzada actuación posterior, con la que intenta lavar su imagen y ganar influencia, el cuestionamiento a la Democracia como fuente de populismos autoritarios, etc. Y aún así quién sabe si todo esto realmente se dará, y en quién sabe qué intensidad, y en su lugar, más bien tendremos una continuidad, como dicen aquellos famosos versos de que siempre con "¡...los mismos, los mismos poetas!"

Así que no adelantemos vísperas ni esperemos cambios radicales ni profundos, ni llegar, como ridículamente dicen los partidarios del New Age a una entrada a "un nuevo nivel de conciencia"; no, los cambios que veremos lo serán meramente superficiales, se darán para que no cambie nada, y el Mundo seguirá ahí, oponiéndose a nosotros e intentando devorarnos.

Y es que debemos entender, no se trata de cambiar al Mundo, sino de vencerlo, como lo hizo Aquél cuya muerte se conmemora este viernes próximo...